La casa de Claudio “Chicle” Mañas en Lanús tiene toda una planta dedicada a su colección de golosinas de la década del 80 y 90. Entrar en ese espacio es un viaje en el túnel del tiempo para los que vivieron su infancia en esos años. El coleccionista tiene unos 17.000 objetos, entre envoltorios de dulces, pero también botellas intactas de aquella época, galletitas y hasta dos freezers con artículos preservados de hace 30 años.
En diálogo con Infobae, “Chicle”, así lo conocen todos, explica que su metejón por los packagings de golosinas arrancó a los 10 años. “Ya en ese momento me guardaba los papelitos de los chocolates en lo que fue la primera etapa de mi colección”.
En busca de los incunables
Hay un producto que Mañas tiene, pero que decide que no lo va a mostrar hasta que salga su libro con la historia de las golosinas. “Es la oblea Newchoc con stickers de famosos que brillaban en la oscuridad –se entusiasma “Chicle”-. Me la compró mi abuelo en Lanús cuando yo era chico y desde ese momento no pude parar de juntar”.
Los envoltorios de esta oblea fantasma, no existe ninguna referencia en Internet sobre la golosina, es el tesoro más preciado de Claudio y muy envidiado por otros coleccionistas que intentan revivir las décadas del 80 y 90. “Me la pidieron varios grupos de nostálgicos de los 80, pero no la largo”, se ríe Mañas entre dientes.
Otro de los orgullos del coleccionista de la nostalgia es la cantidad de tapas de la margarina Doriana que venía con figuras de superhéroes de Marvel. “Son unos 100 artículos que incluyen otros de mis tesoros que son las imágenes dedicadas al Mundial de Italia 90, que no muchos tienen tampoco. Además, los pastilleros ”.
De todo, como en botica
En los estantes del refugio de Mañas en Lanús hay de todo. Paquetes de galletitas Chocolinas intacto, botellas de chocolatada Cindor sin abrir, de la mítica gaseosa Taab y vasos de promociones con los personajes de Brigada A. La colección parece interminable e incluye otro de los incunables que Mañas atesora con mucho cariño. “Los chicles del personaje goma goma – recuerda Claudio con emoción-. Fue un personaje que tuvo un éxito fugaz pero impresionante. Y en ese momento, a comienzo de la década del 80, se hicieron todo tipo de productos con la imagen de esa especie de serpiente con ojos saltones”.
Uno de los últimos agregados a su colección fue el papel envoltorio de una bananita bañada en chocolate llamada Maguila, el gorila. “Yo le diseño la cartelería a Billiken y una tarde en la fábrica lo vi tirado en un galpón y me emocioné”.
En aquella época la competencia de las golosinas se daba asociando personajes famosos a los productos. Y Mañas conserva muchas de esas colecciones. Una de sus favoritas son los chocolatines Jack, que traían un muñequito sorpresa en una especie cuna dulce. “Tengo uno cerrado intacto que es de 1984. La verdad que nunca se me dio por abrirlo, a veces lo palpo y trato de adivinar que trae. Creo que es un superhéroe de Marvel, porque ese año promocionaron esa colección”.
Otro de las marcas inéditas que fueron como estrellas fugaces de los kioskos son los chocolates Popsy de Águila. Mañas cuenta con muchas de las figuras que eran el molde para las golosinas. Había desde animales hasta imágenes de monstruos. “También tengo los álbumes que se usaban para pegar los dibujos”, se entusiasma “Chicle” Mañas.
A la caza de reliquias
Claudio está todo el tiempo a la expectativa de encontrar nuevos elementos para su colección. “Estoy todo el tiempo pendiente de Mercado Libre, páginas de Facebook y otros sitios de coleccionistas -cuenta Mañas-. Pero, los objetos más raros y sorprendentes los encuentro en las ferias del conurbano de los fines de semana”.
La mejor compañera de aventuras de “Chicle”, es su hija Olivia, de 13 años. “Hace unos 3 años, volvíamos en auto de cenar y mi hija empieza a gritar -recuerda Mañas-. Primero me asusté, pero enseguida me dí cuenta que me estaba avisando por un contenedor de basura lleno de reliquias”.
El coleccionista frenó de golpe su auto y con Olivia se tiraron de cabeza en el contenedor para buscar nuevos tesoros. “Fue una gran emoción porque encontramos el envoltorio intacto del pastillero Pelotín. Nos abrazamos con mi hija y nos pusimos a saltar como locos entre todos los papeles del contenedor”.
Desde su casa en Lanús, entre miles de envoltorios y golosinas intactas que preserva intacta como si estuvieran en un viejo kiosco de barrio del siglo pasado, Mañas asegura que tiene la colección completa de todos los dulces que se vendieron en Argentina en las décadas de los 80 y 90. Así, mientras acaricia sus objetos y le sacude el polvo a diario, “Chicle” ya piensa en las ferias que visitará el fin de semana para buscar nuevos tesoros que lo sorprendan.
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