Martina Villalba no pidió regalos para el ultimo Día de la Niñez, pero sabía que su mamá Micaela siempre tendría algo para ella y lo que fuera la haría feliz. Lo único que la tenía angustiada era pensar en aquellas niñas y niños del barrio 25 de Mayo, de Santa Elena, Entre Ríos, donde vive Ana, su bisabuela.
“Ella sabe que son nenes humildes y que muchas veces sus papás no pueden hacerles regalos por la situación económica, por eso el sábado a la tarde, mientras yo tomaba mate, me dijo que quería contarme una idea, que esperaba que no me enojara y me pidió que la acompañara a su cuarto... La seguí y al entrar veo que tenía un montón de sus juguetes separados, clasificados por tamaño, en su cama; cuando le pregunté qué pasaba me respondió casi apenada y a mi, se me erizó la piel”, cuenta Micaela Villalba (27), la madre de la pequeña heroína.
“Quiero regalárselos a los vecinitos de la bisabuela porque a ellos no les podrán comprar un regalito por el Día del Niño. ¿Puedo? ¿Me ayudás a envolverlos”, pidió hasta temiendo que su mamá se enojara por desprenderse de sus mejores juguetes y objetos, sabiendo cuánto le había costado comprárselos.
El gesto de la niña fue captado por los medios locales y pronto conmovió a toda la provincia mesopotámica.
La conmovedora historia
Martina nació el 11 de marzo de 2012 en Santa Elena, igual que su mamá, abuela y bisabuela. Allí, las mujeres de las cuatro generaciones crecieron con los mismos valores: ser solidarias con quienes tienen menos y necesitan ayuda.
“Somos personas trabajadoras a las que nada les sobra, pero conscientes de las necesidades del otro y Martina tiene un corazón enorme, le preocupan mucho los demás y siempre está atenta cuando saber que puede ofrecer su ayuda. Por eso, ella solita se dio cuenta de que en el barrio de mi abuela había muchos nenitos humildes y que nunca recibían regalos, y esta vez quiso hacer algo”, le cuenta a Infobae la mamá de la niña.
Micaela, de 27 años, cría a su hija con la ayuda de su hermana y de su familia, y tiene dos trabajos para darle lo mejor que puede: trabaja doce horas por día, por las mañanas es niñera, y por la tarde cuida a una adulta mayor.
Debido a las buenas enseñanzas heredadas, a nadie de la familia sorprendió la idea de la pequeña que ama lucir sus largas trenzas. “Ella suele tener estas actitudes con otros nenes que por ahí no tienen la misma posibilidad que ella en algún aspecto”, señala sobre la alumna de quinto grado, que es muy buena estudiante y que sueña con convertirse en médica veterinaria porque “ama a los animales y también quiere ayudarlos a todos”, la describe.
Luego de escuchar la propuesta de su única hija, Micaela dejó de lado lo que estaba haciendo y juntas envolvieron juegos de cocinas, muñecas, set de maquillajes, pelotas y una pizarra destinada a quien le contara que es mejor estudiante en su grado. “Lamentablemente, no se me ocurrió anotar qué era ni la cantidad de juguetes que donó, pero eran muchas cosas, casi dos bolsas grades llenas”, resumió.
Además de los juguetes, madre e hija prepararon con la ayuda de la tía de la niña, un payaso de papel afiche y un cartel que decía: “¡Feliz Día del Niño! Regalo juguetes usados”. Luego telefonearon a la abuela Ana Gómez (bisabuela de la nena, de 36 años) para preguntarle si podían ir durante la mañana siguiente hasta su casa para hacer la entrega y la invitaron a participar.
“La abuela dijo que sí de inmediato, estaba feliz de poder ser parte de la idea de Martina”, asegura y detalla cómo fue la entrega de regalos: “A los diez minutos llegó el primer nene y en menos de tres horas ya habíamos entregado todo. Fue una lástima que llegaran nenitos y ya no teníamos nada para darle, por eso Martina quiere repetir lo mismo el año que viene y tener más juguetes”.
La orgullosa madre cuenta que, además de generosa, la pequeña es muy respetuosa, sobre todo con las personas mayores. “Desde muy chica le enseñé a ser una nena educada, a que no se entra a un lugar sin pedir permiso y que siempre se saluda, aunque no le respondan. No me costó nada criarla de esa manera, parece que naturalmente es así”.
Al igual que en años anteriores y otras ocasiones festivas, esta vez tampoco pidió regalos para ella. “Nunca pide juguetes, claro que como a todos los nenes de su edad le gustan, pero no pide nada. También la crié explicándole que cuando mamá puede, le compra y que cuando no puede, no. Y ella siempre lo entendió, por eso, valora lo poco o mucho que pudo darle y aunque sea muy chico se pone feliz”.
Por esto, Micaela hizo un gran esfuerzo para sorprenderla este año: “Le regalé un somier, que le durará muchos años. Sabía que ella quería una nueva, aunque no la pedía”, revela.
Claro que la antigua cama también tuvo un nuevo destino y, a pedido de la niña, Micaela revisó en un grupo de Facebook del barrio quién necesitaba de una y ya la regalaron.
“Como mamá le siento orgullosa y estoy muy contenta por lo que hizo porque esto salió solo de ella y me hace entender que le estoy inculcando buenos valores. Me dio mucha emoción verla, sobre todo, porque ella se emocionaba al ver las caritas de los nenes a los que les iba entregando los regalitos y ver sus sonrisas la colmó de felicidad”, agrega.
De regreso a casa, Martina caminó de la mano de Micaela. No dejaba de sonreír y repasar los momentos que habían compartido. “¡Qué lindo ver a tantos nenes felices y con sus regalos, mami!”, le dijo y la mamá apretó fuerte su mano.
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