En tiempos de fotografía digital imprimir fotos es una práctica olvidada, pero el fotógrafo Joaquín Bengolea (38) amante de las fotos de calle se dedica a regalar impresiones en papel a sus retratados como una sorpresa, quienes suelen emocionarse cuando se ven. Especialmente, las personas mayores, quienes siempre suelen estar en sus capturas. Esa entrega sorpresa de fotos, en muchos casos, puede verse en videos de su cuenta de TikTok (@kokibengolea).
Hace 8 años que Koki hace fotos callejeras como pasatiempo. Le tomó gustito en un viaje familiar a China, cuando tenía 21 años y desde entonces se apasionó. “Me gusta salir a caminar con mi cámara, encontrar situaciones, gente, gestos, que me llamen la atención. Al principio, me gustaba hacer fotos sin pedir permiso, pero un día se me disparó la idea, por qué no conectar más con las personas y pedirles el retrato y después imprimir y regalárselas. Lo empecé a hacer y al principio la gente no entendía nada, porque que alguien te regale algo en la Argentina es como medio raro. Y lo empecé a hacer y la gente se pone feliz. Casi siempre pasa un tiempo entre que saco la foto y la entrego”, explica.
Bengolea nació en San Nicolás y se instaló en en la Ciudad de Buenos Aires a los 17 años para estudiar y dedicarse al mundo de la publicidad, objetivo que cumplió, sin embargo en los últimos tiempos optó por trabajar en una empresa fintech de productos financieros. En el barrio de Nuñez donde está su oficina, es común que a la hora del almuerzo tome la cámara y salga a hacer fotos. Cuenta que en la esquina de ese lugar, veía pasar a una señora mayor, muy coqueta que paseaba con su perrito y le preguntó si podía fotografiarla. Ella accedió. “Me hizo entrar a su casa y todo. Al otro día me regaló 15 empanadas para toda la agencia. Me dijo que estaba chocha, que se la había mostrado a todos los familiares y también le confesó algo: hacía mucho que nadie le sacaba una foto.
El fotógrafo considera que hoy en día, en la era digital, tener un recuerdo en papel es algo lindo. Siempre busca gestos que le gusten o “laburantes” en específico mientras recorre las calles. Los fines de semana camina unos 15 km a diario.
Las fotos que regala las imprime en papel ilustración de hojas A4 y son de alta calidad. En otra época, cuando disponía de más tiempo, entregaba las fotos de manera totalmente sorpresiva. Volvía al lugar para ver si encontraba a quien había fotografiado. También, llegó a entregarlas con ayuda del dueño del lugar donde había hecho la foto. De esa forma le hizo llegar una imagen “robada” a una señora mayor en Varela Varelita, una cafetería que suele frecuentar. La mujer, que se enteró que murió hace poco, le había agradecido el gesto con el envío de otra foto inesperada: ella dándole un besito a su foto.
A veces le sucede que le escribe para agradecer algún familiar del retratado en su cuenta de TikTok, que abrió hace tres meses. Empezó a filmar las entregas de fotos y sucede que algunos familiares lo reconocen y le dejan comentarios en el posteo. Como ocurrió con el mozo de un restaurante. Su hija le comentó: ”Grande pa. Te amo infinito”.
Bengolea tiene especial interés por retratar personas mayores. Cree que tal vez esté relacionado con la relación tan especial que tuvo con su abuela Norma. “La gente mayor me transmite mucho con su mirada. Me da mucha ternura”, asegura. Y respecto de los trabajadores, hace las fotos como un mimo.
El primer “imprimir y regalar” lo hizo después de un largo viaje. Le llevó a un hombre una foto que le había hecho hacía tres años. No lo podía creer. En el TikTok ahora muestra las reacciones de la gente al recibir la sorpresa. Una mujer que tiene un quiosco de golosinas en el Rosedal se emocionó mucho. “No se lo esperan porque cuando les pido una foto y les digo que después se las llevo, se olvidan”. Su plan es tener una impresora portátil para dárselas en el momento.
Dice Bengolea que ya fue contactado por varias empresas para sponsorearlo y llevar estos retratos a escala mundial. Y no tardará en hacerlo. Siempre lleva consigo una cámara de bolsillo, muy pequeña, del tamaño de un celular, una Ricoh GR II. “Soy colorado, mido 1,96 mts., llamo la atención pero por suerte mi cámara no. Siento que soy turista en todos lados. Acá en la Argentina nunca tuve ningún problema, siempre salgo de día, en lugares tradicionales, marchas, voy donde hay movimiento de gente”.
El mes próximo se instalará en Colombia como gerente de la empresa en la que trabaja. Por un año o dos. No lo tiene muy definido. No es la primera vez que pasará mucho tiempo en el exterior. “Antes de la pandemia me habían detectado un problema en el corazón, una miocardía hipertrófica, que al final no era grave. Me asusté mucho y pensé en disfrutar de la vida y viajar por el mundo. Agarré mi mochila y me hice 14 países con la camarita. India, Japón, Corea del Sur, Filipinas, Israel, Rusia, Estados Unidos y México. Hice un lindo viaje, con mucha fotografía callejera”. Al final, después del susto, ese viaje convirtió ese año en el mejor de su vida. Fue justo antes de la pandemia. Viajó 13 meses. El último tramo lo agarró la pandemia en México y pudo volver.
Recientemente hizo una exposición en el Alvear Art Hotel, sobre la calle Suipacha, con las mejores fotos de su viaje. De todos los destinos, Nueva York le pareció insuperable en cuanto a la fotografía callejera. “Cada cuadra es un casting de películas de Hollywood. Es fácil hacer fotos. En pleno Broadway, cada uno está su mundo, les pones la cámara en la cara y no se dan cuenta”, asegura.
Su idea es hacer en un futuro otra muestra de estos retratos con las personas con su retratos en papel. Mientras tanto, se lo puede ver por TikTok.
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