No puede decir cuál de los pueblos bonaerenses que recorrió durante el último año le gusta más aunque admite que todos guardan un encanto que los hacen únicos, por eso Guido Rodríguez decidió compartir en sus redes la experiencia e invita a que sus seguidores se animen a visitar esos lugares.
Hace cuatro años recorre el país en un motorhome que él mismo armó con una furgoneta. Allí, sube una vez al mes con Timón, Pumba y Barú, sus perros y compañeros de aventuras, y luego de un previo y exhaustivo plan de viaje, saca el mapa (virtual) e inicia cada viaje.
“Viajo solo con mis perros y eso hace que experimente la libertad de poder decidir cada situación del recorrido. Visito lugares donde viven menos de mil personas y le escapo a las multitudes, o a los lugares que tienen turismo en el verano y también a encuentros como las fiestas regionales a las que llegan hasta 8 mil visitantes. Mi idea de viajar también es estar solo, cosa que recomiendo como experiencia para quienes deseen descubrirse y disfrutar mucho más de un viaje. Creo que, por lo menos alguna vez en la vida, todas las personas deben viajar viajar solas”, enfatiza el joven al que solo le quedan por conocer las provincias de Córdoba y Mendoza, y que mencionan a San Juan como su favorita como viajero.
La aventura
Que en Argentina están todos los países y climas no es un secreto, pero sí lo son muchos sitios casi inexplorados, pueblos de pocos habitantes con paisajes deslumbrantes, con fiestas locales gastronómicas poco conocidas o con parajes ideales para un día de sol y picnics.
Guido tiene 32 años, es vegetariano, vive en Buenos aires, es fotógrafo y editor audiovisual, y desde hace una década es viajero. El primer tiempo hizo su experiencia a dedo y luego comenzó a viajar en micro. La idea, “conocer toda Argentina”, asegura.
“La mayor parte del país lo recorrí haciendo dedo y como mochilero. Después comencé a viajar en micro... Hasta hace cuatro años, que compré una furgoneta y la fui adaptando hasta convertirla en una casa rodante para tener más comodidad a la hora de quedarme en un pueblo donde no hay hospedaje ni restoranes donde comer”, le cuenta a Infobae.
Pese al tiempo que lleva recorriendo lugares poco frecuentados, recién hace siete meses comenzó a compartir en sus redes sociales lo que hace. “Publico en Twitter y en Instagram las imágenes de los lugares que visité, que son varios porque viajo con la idea de no repetir lugares, así que conozco gran parte de Argentina. En mis redes publico las fotos aéreas, videos, charlas con pobladores, historias y datos curiosos que fui encontrando y también armé una revista digital de viajes por Argentina, especializada en pueblos ya que en los últimos dos años visito aquellos con menos de mil habitantes”, dice desde la ciudad de Buenos Aires.
En esas publicaciones, realizada desde cada lugar, se encontró más de una vez con personas que habitaron alguno de esos pueblos y que, melancólicos, le cuentan sus propias historias y la de quienes fueron sus vecinos. “Se produce un feedback interesante con ellos y también con quienes me piden recomendaciones para ir, por ejemplo, un fin de semana a desconectarse un poco de la cuidad”, cuenta.
En este punto, se detiene: “No sería justo si recomiendo un lugar sobre otro porque todos tienen algo hermoso para ver, como en todo el país, pero yo elijo visitar lugares con poca gente para poder estar tranquilo, entre la naturaleza y ver a mis perros corriendo”, asegura y confía que no sube a su camioneta sin cargar el drone para poder mostrar los detalles de cada lugar en redes sociales como Twitter, donde la comunidad de amantes de los viajes es numerosa y los pueblos agradecen ser parte de la conversación.
“Con el dron pude hacer algunas tomas en los pueblos que no son conocidos, para que se vea, justamente, que hay pocas casas y porque de esos lugares no hay muchas imágenes aéreas, así que también mi propuesta impacta por ese lado”, dice el hombre que necesita al menos tres noches para considerar que conoce un lugar.
Respecto a sus compañeros de ruta, Timón, Pumba y Varú, sus tres perros mestizos, cuenta que a veces viaja con los tres y otras veces deja a uno en casa de la familia. El único inconveniente que encuentra de pasear con ellos es que “en algunos lugares, como en las áreas protegidas de Argentina como los parques nacionales o parques provinciales, no se permite el ingreso con animales, pero de alguna u otra manera me las arreglo para poder visitar cada lugar y también poder viajar con los perros”, cuenta.
Para vivir, el joven se financia con “algunas marcas que apoyan estos viajes y también con una revista digital que salió hace poco y en la que hay algunos suscriptores que pagan mensualmente. Esa es otra de las maneras para financiarme”. “Cuando estoy en la ciudad organizo mi agenda, veo a diferentes clientes fijos y eso me permiten poder organizar mi tiempo entre los trabajos y mis viajes”, explica y recuerda que antes de ese emprendimiento digital, cuando trabajaba en relación de dependencia, sus días “eran como el de cualquier persona que se va de viaje dos semanas, o un poco más”.
“Para mi, hoy no es un costo viajar. De hecho, te diría que genero más ingresos viajando que estando en la ciudad”. Con la libertad que su estilo de vida le da, se plantea si esto lo hará mucho tiempo más. “No sé si quiero vivir viajando, como mucha gente lo hace. Hoy no sé si quiero vivir indefinidamente viajando, así que, por eso, lo hago durante una semana por mes más o menos”.
Un objetivo: colaborar con el turismo local
Guido visita pueblos y parajes rurales donde “viven cuatro o cinco familias”, asegura. “Son lugares muy, pero muy chiquitos y la idea es contar esto en las redes (@gui10road) porque a si cada pueblo es único y tiene sus historias para contar. Yo cuento mi experiencia en cada uno, pero resaltando la belleza particular allí. También hablo mucho con sus habitantes, imagínate que siempre viajo solo y la idea es conocer en profundidad un lugar a través de su gente”, remarca.
Entre todos —y aunque se niega a nombrar uno— dice que Las Marianas, un pueblo ubicado en el partido de Navarro a poco más de 130 km de la Ciudad de Buenos Aires, es uno de los que lo impactó.
“Tiene una plaza muy linda y el predio ferroviario, que no está desde hace mucho tiempo, donde ahora hay un museo y una feria de venta de productos locales, también hay una huerta agroecológica muy interesante. Además en este pueblo se hace en noviembre la Fiesta de las Tortitas Negras, ¡que me encantan! Me gustó mucho por ese lado y por lo poco conocido de esa fiesta”, asegura y sorprendido dijo que en ese lugar de tan solo 500 habitantes “hay tres panaderías y se pueden disfrutar de esas tortitas todo el año”.
Como le escapa a las multitudes, Guido no acude a las fiestas tradicionales de los pueblo que atraen a turistas y curiosos. “Prefiero recorrerlo un martes cuando no hay nadie, y ver lo que la vida del pueblo es en realidad. Lo que me motiva es recorrerlos todos, me gusta tener la seguridad y tranquilidad de que en los pueblos se vive muy tranquilo. Aún se ven las bicicletas en las calles sin cadenas, las ventanas de los autos bajas al igual que las puertas de las casas abiertas cuando están ventilando... Esa tranquilidad me llenan como poder estacionar mi camioneta, dejar que los perros corran libremente. Todo eso es lo que a mí me encanta”, finaliza.
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