El funk argentino no es ni fue, y supongo también que tampoco será, famoso. De todas formas, hay muchísimos fans del funk en este pintoresco país del cono sur. El funk es una de las músicas más rupturistas del siglo pasado. Es al soul lo que el be-bop al jazz tradicional, lo que el punk al rock tradicional, lo mismo que Piazzolla al tango, mismo el movimiento folclórico de proyección del final de los 60´s al folclore básico de zambas y chacareras. El funk es un paso adelante para la música afroamericana que hasta ahí llegaba al soul desde el jazz y el blues.
Todo estaba relativamente controlado en los bailes, hasta que llegó James Brown. Ahí del 2x4, donde se hacía énfasis en algún compás intermedio del 4x4, para marcar el ritmo al bailarín, con James se hacía el golpe en el primer acorde. Esencialmente porque la música no se explica, se aprecia, se comparte, pero intentar explicarla es tan inútil como lavar caca. Obvio que por más que lo intente con mi mejor onda no podría hacerlo entendible, pero escuchando funk se te afina el oído para ese lado.
Si alguien está interesado puede ir al video Bootsy´s basic funk fórmula donde hallará este concepto develado. Bootsy Collins es un bajista legendario que grabó “Sex Machine”con James Brown, por ejemplo. Junto a Bill Graham de Sly & Family Stone son dios y la virgen para la liturgia del bajista funk mundial.
Sucede que entre JB y Sly el planeta musical cambió para siempre. Miles Davis solía repetir a quien escuchara que el único artista comparable a él era Sly Stone. Sabiendo lo que Miles Davis significaba para Miles Davis, y lo que después significó para los demás, esta aseveración merece cuanto menos respeto.
Si James Brown marcó el camino del funk, Sly & Family Stone lo pavimentó.
Funk, etimológicamente hablando, en el argot afroamericano de los 60´s, significaba “sudor, olor corporal”. Algo que por las fotos cualquiera ejemplificaría con James Brown en medio de un show. Fue justamente él quien usó por primera vez la palabra funk con sentido musical, en 1968 “Ain´t it funky now” se convirtió en moda gracias a la desmesurada difusión radial que le otorgaron los musicalizadores de radio.
Uno de esos musicalizadores era, en San Francisco, referencia ineludible para la congregación. Se llamaba Sly Stone. Poco tardó en armar una banda de colgados llenos de talento a los que llamó la Family.
Obviamente, si te gusta el funk, te gusta la joda. Para eso se inventó. La característica esencial del funk es que nada vale la pena tomarse demasiado en serio. No hay muchas cosas importantes para uno. De chiquito te convencen que sí, aunque de grande te das cuenta que no. Con la música, especialmente con el funk, pasa igual.
En el funk el solo de una canción, o el puente musical, se puede hacer con una melódica de jardín de infantes, o con una corneta barata. Ahora, esto hay que aclarar, la banda debe ser una ametralladora sónica. Sino nada de esto tiene sentido.
Los Ohio Players se presentan en el comienzo del show con el signo zodiacal antes del nombre. Parliament y Funkadelic eran los mismos, un día le preguntan al líder George Clinton cual es la diferencia entre ambas bandas si son los mismos y tocan igual todos, a lo que Clinton respondió casi sorprendido por la pregunta: “pero amigo, ¡el vestuario es totalmente distinto!”. James Brown tenía una especie de MC lacayesco que usaba para sacarle la capa con la que llegaba al escenario, al que también llevaba a los restoranes para que le saque el tapado antes de sentarse a comer. Earth Wind & Fire llegaban al escenario en una nave espacial, como Parliament, de la que bajaban vestidos de extraterrestres. Así los vimos en Buenos Aires en el 80.
Hablando del asunto. No hay en este lejano país sudamericano gran historia de música funk. Solo algunos vestigios sin demasiada trascendencia en los comienzos de todo, Wincofon monoaural mediante. Me contaban en la Galería del Este que algunas noches en el Di Tella la brillante Egle Martin con algunos candomberos uruguayos mezclados con noveles rockers argentinos ensayaban algo parecido al funk. Para más datos, en la extravagante película del 68 “Humo de Marihuana” de Lucas Demare hay una escena donde uno se muere de sobredosis con medio cigarrillo todavía encendido, donde Egle canta una especie de funk lisérgico a pura percusión con la letra “Macoña es marihuana, marihuana es macoña”, esfuerzo poético no había, pero rítmicamente sería la envidia de cualquier solista de Chicago de la época.
También el primer intento de Billy Bond fue con una especie de banda funk llamada Jumbo. Tenían una canción “Buenos Aires soul” algo horrible pero bueno, por lo menos lo intentó. Otros que quisieron afirmarse en el tablero se llamaban Antoine y la Push & Pull Band, que eran unos de otras bandas de moda con el aporte de Antoine, un metro noventa de moreno uruguayo que fracasó con esto terminando de bailarín en Alta Tensión un año después. Hay quien afirma también que Banana tenía un tema “El club de los vampiros” en su primer simple que tocaba de costado algo funk. Nada, literalmente.
Con el funk a nivel mundo pasó que a mediados de los 70´s la música disco tomó el centro de la escena. Música diseñada para bailar, que abolió esa historia del primer golpe y volvió a hacer énfasis en los intermedios, lo cual hacía las pistas de dancehall más accesibles para los blancos.
Earth Wind & Fire y Kool & the Gang abandonan los arreglos funk y toman por asalto las discos. Eso hace que por acá los chicos se aggiornen, y aparezca Nomady Soul con Patricia Sosa y Mediavilla, y atrás de ellos otras bandas discos que bueno, hicieron lo que pudieron
Otro tema. 10 años después, dos alocados jóvenes se cruzan en Buenos Aires. El amor desmesurado y cierta devoción a Gil Scott Heron, Curtis Mayfield y Linton Kwesi Johnson nos unió con Willy Crook, a quién conocí intentando tocar en Sumo, aunque quedó al final en los Redondos de Ricota.
Adorábamos esos profetas negros, y mas venerábamos a los funkeros, James Brown, Clinton, Betty Davis, Bobby Bird y básicamente el album Headhunters de Herbie Hancock. Nos pasábamos los discos de todos ellos, los gastábamos en nuestras bandejas, puro funk a lo que nosotros nos asomamos después del punk. Eso era vértigo musical personal.
Como James Brown 40 años antes Willy abrió el camino del funk argentino y Dante Spinetta no solo lo pavimentó sino que lo está llevando a un gran destino.
Willy llegó de España en el 96 y armó los Funky Torinos, banda impresionante liderada por Crook, quien convocó a Patán Vidal para que se encargue de los teclados, a Valentino -eximio guitarrista con un pie en el jazz y el otro también-, y a Timothy Cid que toca la batería con el mejor groove del que se tenga noticias.
Con ellos empezó a componer distinto, sin correrse del funk que ya había grabado en su debut solista “Big Bombo Mama”, excedió los límites musicales que tenía para convertirse él con los Torinos en la banda que grabó los discos que James Brown mismo llegó a usar en sus shows de música de espera.
Willy componía en inglés y en castellano, para él y para la banda, para sus proyectos y los de algunos amigos. Siempre generoso aportando glam y buen gusto a todo lo que tocaba. Amo los discos de Willy Crook y sus Funky Torinos. Por eso lo llamo a Timothy, su consorte musical, y le pregunto qué canción él considera distinta en el repertorio Torino.
Me habla de “Inside me”, una canción del tercer disco de Willy y los Funky Torinos “Eco”, en 1998. Disco aparecido en medio de una tormenta creativa típica de Crook. Dice Cid: “Inside Me” es divina. Si la escuchas con atención los caños son muy parecidos a los de “Family Affair” de Sly & Family Stone. De hecho, la base groovera también está hecha como la de “Family Affair”. Si analizás bien la mezcla te podrás dar cuenta que todas estas cosas están puestas en un plano no muy invasivo, suenan bien chiquitos, como lo hacía Sly en “Family Affair”. Es muy interesante laburar así, en una bellísima canción. Obviamente es muy disfrutable desde ese lugar de tomar cosas de tan preciada estirpe. “Inside me” es una muestra muy patente de todas las influencias que uno va adquiriendo y dominando. Me acuerdo perfectamente como la apuntamos para ese lado que era lo que veníamos escuchando. El groove lo sacamos de ahí. Y quedó bárbaro en la canción.”
“The guitars in me calling from deep sea
Whistling mermaids spell,
The poet inside me is on his knees
Deadly silent.
But there´s a band inside me
That keeps on playing night and day
Sings little things like na-na-na-na.
The warrior in me gets ride of his shield
Wishing dead
The nights into me runs out of spell
Like a boneless man,
But there´s a band inside me
That keeps on playing night and day.
Sings little things like na-na-na-na
The streams in me rolling from deep sea
Like dream guitars.
The woman in me makes up draggin´ time
Knowing the world will wait.
But there´s a band inside me
Sings little things like na-na-na-na
Night and day that keeps on playing
There´s a band that keeps on playing.”
¿Dónde fue que lo grabaron?, le pregunto, dudando si fue acá o en New York, donde habíamos ido a ver a James Brown con Isaac Hayes y Chaka Khan unos meses antes de las sesiones del disco.
Timothy me dice que no: “Este lo grabamos en el estudio de Alejandro Lerner, El Pie. Estábamos Willy con la guitarra, yo y Pasquali en el bajo. Pasquali le hizo un arreglo interesante me acuerdo. Si escuchas bien, notás que el bajo se pega con la melodía de la voz. Algo que les surgió en ese momento. Patán grabó ahí con el órgano Rhodes. Los vientos eran de Tallarita en trompeta y Willy que sumó después el saxo. No hay trombón, justamente...”-
Yo digo: " No hay trombón... cierto... ¿y? "
Timothy me contesta: “Nada, no hay trombón. Eso es lo que promedia uno de los conceptos previos que se tiene al grabar, buscando el norte de la canción. Salen cosas ahí que estabas necesitando y no lo sabías, que se suman a lo que si tenías quizás sin necesidad. Y queda eso al final.”
Se va Timothy para seguir por la gira que están haciendo “Los Funky Torinos”.
Me quedo pensando solo. En Eco está también “Loca por mi”, que es una canción que Willy me regaló para usar de cortina de apertura en mi programa de los sábados a la noche, que en ese tiempo se llamaba “No es extraño que estés loca por mi”, una frase que un amigo le escribió a la mujer de sus sueños en una pared de la calle Cabello, justo enfrente de donde ella vivía, en un exceso de confianza y patetismo. Creo que ella jamás se dio por aludida, pero con Willy adoramos el intento del chaval que conocíamos, más allá de sus quijotescas empresas.
Aunque hay cosas que me resisto a pensar. Una de las situaciones que mas me hizo detestar la pandemia espantosa que atravesamos fue que al velorio de Willy no pudimos ir más de 7 personas, con barbijo y distanciamiento inoportuno. Su madre, su hermana, Nilo -su amado hijo-, Lorena -la mamá y su pareja-, Timothy y yo. Una espantosa mañana de invierno hace poco más de un año.
A veces escucho algo de él y no puedo evitar llorar. Me estoy haciendo viejo, teniendo en cuenta que todavía no lo extraño tanto. Ayer mismo tuve el impulso de llamarlo para contarle algo de Paulo de Dadá.
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