Ninguno de los ladrones leyó la novela. Pero ahora, 15 años y medio años después, el detalle resuena en sus cabezas, más como una especie de epifanía que de casualidad inverosímil. Entre las cajas de seguridad del robo del siglo al banco Río de Acassuso, ocurrido el 13 de enero de 2006, estaba la del escritor Ernesto Sabato, autor de El túnel.
Si hay algo simbólico en el asalto más audaz e ingenioso de la historia criminal argentina es el túnel semicircular por el que la banda huyó en dos gomones.
En el documental que se estrena hoy en Netflix, Los ladrones, la verdadera historia del robo del siglo, los siete hombres que entraron en ese túnel subterráneo no son los mismos que salieron a la superficie. Como si fuese un reflejo del párrafo que escribió Sábato en ese libro emblemático:
“Y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida”.
El documental, dirigido por Matías Gueilburt, muestra a cuatro miembros de la banda como nunca se los vio. Contando el robo, actuando en sus roles pasados y sin poder esquivar la pregunta de todos y todas: ¿dónde está el botín?
Los protagonistas son: Fernando Araujo, el ideólogo y líder; Luis Mario Vitette Sellanes, la cara y la voz de la banda; Sebastián García Bolster, el “ingeniero”, y el ladrón de raza Rubén Alberto de la Torre.
“En ese túnel tuve muchos pensamientos. Y un ladrón siempre es solitario y tiene contacto con lados oscuros. Cuando me encontré con Araujo, me dijo: ‘Vos que sos observador, buscalo. Miré entre penumbras para todos lados y lo único que veía eran túneles, agua y oscuridad. Pero muy bien disimulada, camuflada, atornillada, se cernía una cámara de alcantarilla. Era imposible que alguien la descubriera. De cualquier manera, me enteré que hacía décadas que no pasaba nadie por esos túneles. En esos días de trabajo, pensé en muchas cosas de mi vida. Hasta se me ocurrió escribir el libro que publiqué a fin de año. No le robamos a Sábato. Un escritor no le roba a un escritor”, le había dicho Vitette a Infobae antes de que participara del documental.
Por contrato no pueden dar notas hasta que se estrene la película.
Pero el asalto -que tuvo un libro, Sin armas ni rencores y una película El robo del siglo, récord de taquilla- tiene más aristas literarias. Guillermo Martínez había dicho una vez que el hecho tenía algo Borgeano, eso de romper el plano: porque la banda se dividió bajo tierra y en la superficie. Además, César Aira se sorprendió cuando se enteró, a través de Fabián Casas, que Vitette había estudiado teatro para poder negociar con el Grupo Halcón.
Para este informe, Infobae consultó en su momento a siete de los ladrones (aun los dos que nunca cayeron), además de fuentes policiales y judiciales.
El de Sábato es uno de los diez enigmas no resueltos del robo del siglo.
1. Sobre héroes y bóvedas
Un día después del robo se acercó a la sucursal asaltada, Elvira González Fraga, última compañera del autor de Sobre héroes y tumbas, que murió el 30 de abril de 2011. Desde entonces quedó la duda de si la caja de seguridad que era del escritor fue saqueada. Tampoco se sabía si además de dinero había manuscrito u otras pertenencias. Tres fuentes confirmaron que la caja de Sábato no fue robada. “No teníamos ni idea de que tenía una caja ahí”, dice De la Torre. Araujo tampoco lo sabía. Pero fue el autor del mensaje poético que dejó la banda en las bóvedas antes de que ingresaran gran parte de los 300 policías armados. El mensaje, decía: “Sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores”. La idea de Araujo era que sólo se robara dinero, no joyas porque tenían valor sentimental. Pero uno de ellos se tentó y metió un manojo en una bolsa. El resto no se iba a quedar atrás.
2. Ladrón “fantasma 1″
Uno de los secretos más guardados del caso es que no todos los integrantes de la banda fueron detenidos. Cayeron y fueron condenados Fernando Araujo, Julián Zalloechavarría, Rubén Alberto de la Torre y Sebastián García Bolster. Vitette eludió el juicio, firmó un abreviado y logró ser expulsado del país por la figura de extrañamiento.
¿Y el sexto hombre?
En su versión, la película lo llama “Debauza” o el “Doc”. Así se refiere a él Araujo. “No vive”, dijo un allegado a Araujo y ese detalle aparecería al final de la película, en los créditos que anuncian qué fue de cada miembro de la banda.
En el libro de Vitette, El ladrón del siglo, aparece como “Ernesto”. “Es un ladrón de la vieja escuela, un experto, aprendimos todos con él. No cayó simplemente porque fue hábil, no apretó a nadie ni puso dinero”, dice De la Torre. Pero “Debauza”, o “Ernesto” o este ladrón fantasma no fue el único que se salvó de ser detenido. En el documental se habla del Doc, pero no aparece. Al parecer no hubo arreglo con él.
3. Ladrón “fantasma 2″
Es el menos mencionado. Como si fuese invisible. A la banda habría entrado por recomendación de Vitette, sería uruguayo como él. Sus compañeros lo llamaban El bebe o el pibe. “No se sabe si existe ese personaje o si está muerto o vive”, dice Vitette. En el expediente, una testigo se refiere al “Bebe”, sin llamarlo de esa manera, como un hombre al que le temblaba la mano que sostenía el arma “como un papel”. Tal vez ese extraño nerviosismo en un ladrón se dio por el hecho de que las pistolas, según confirmó la Justicia, eran de juguete. Una versión indica que este delincuente está preso. Pero no por este asalto, sino por un robo mucho menor, que ni siquiera salió en los medios.
4. Cómo llegó Vitette a la banda.
No lo convenció un motivo, sino un nombre: “Debauza” o el Doc. Confiaba ciegamente en él. Se habían conocido en la cárcel.
–Debauza se apareció un día en mi semipiso de Congreso. Sin vueltas, como debe ser un hombre del hampa, me invitó a perpetrar un ilícito –recuerda Vitette.
–Te vas a ganar 100 mil dólares –le propuso.
–Dejate de hinchar bo, tengo dos empresas, plata en el banco, camionetas -le respondió el uruguayo.
–Me harías mucha falta, Mario.
–Estás loco...
–Tengo algunos problemas...
–Bueno amigo, si usted va, yo voy.
–Genial, te cuento los detalles...
–No es necesario.
–Pero te cuento.
–Te repito: no es necesario.
Una semana después, recuerda Vitette, “Debauza” volvió a visitarlo.
–En realidad no vamos a ganar cien mil cada uno. Podemos ganar un millón cada uno. O mucho más. Pero tal vez se complique
No necesito explicaciones. Si usted va, cuente conmigo –le volvió a decir.
Vitette, aunque pensaba en la cifra que podían ganar, además sentía curiosidad por el tipo de robo que iban a hacer.
Al final, en la tercera visita “Debauza” le contó el plan.
–Lo pensé una semana. Y le dije que sí -cuenta Vitette.
Y se lanzó a la aventura.
5. El botín
Nunca se encontró. Ni se supo su destino. La Policía sólo pudo secuestrar el dinero que le correspondió a De la Torrre, el primer detenido un mes y seis días después. En la casa de su hijo encontraron dos bolsos con 900 mil dólares y ocho kilos de joyas. ¿Cuánto robó la banda? La Justicia consideró que el botín era de 19 millones de dólares. “Mi ex guardó parte en la heladera, en el horno, debajo de la cama”, llegó a decir Alicia Di Tullio, la mujer que acusó a De la Torre. Se había repartido en partes iguales, aunque a Zallo se le dio menos porque fue el que los esperó afuera. Era un delincuente avezado, pero no podía entrar en el banco porque se recuperaba de una herida policial.
En 2006, varios investigadores privados opinaron sobre el destino del botín. Uno de ellos declaró: “Al menos tres miembros de la banda tienen el conocimiento para poder sacarlo fuera del país a través de un sistema llamado cable negro, una práctica financiera que está fuera del control bancario. Es muy probable que los esperen jugosas cuentas en paraísos fiscales de islas caribeñas, hoy en día, con tanta globalización, es fácil transferir divisas. Es probable que parte del botín esté en Europa o en manos de testaferros que compraron propiedades o invirtieron en negocios”.
El documental termina con esa pregunta a los cuatro ladrones. ¿Dónde está la plata? ¿Cuánto se robaron? Para saber qué respondieron hay que verlo.
6. ¿Hubo cómplices?
En su momento, las pesquisas apuntaron a dos personas que no entraron en el banco pero que tuvieron roles específicos. “Una joven que tenía algo más que una amistad con uno de los malvivientes hizo de campana. Pero nunca hubo pruebas suficiente para acusarla”, dice una fuente policial. Otro apuntado, incluso llegó a estar detenido, fue el hijo de De la Torre, Gastón, a quien le encontraron en su casa los bolsos con dinero. “Mi viejo los dejó y pensé que era ropa, ni los abrí, no tengo nada que ver”. Lo liberaron por falta de pruebas.
7. ¿Traición o venganza?
La historia oficial catapultó a Alicia Di Tullio, la esposa de De la Torre, como la delatora de la banda. El motivo: su marido tenía planeado fugarse a Paraguay con su joven amante, en una camioneta 4 x 4 que había comprado con dinero robado. Ella dijo que la Policía y los fiscales la habían presionado. Su ex marido dijo que pretendía 300 mil dólares para mantenerse en silencio. Parte de la banda le recriminó a De la Torre el día que se reunieron en su casa para reacondicionar la camioneta que iba a manejar Zalloechavarría. Debían hacerle un agujero para que conectara por la alcantarilla donde saldría la banda. Pero en un momento, en el garaje, apareció Alicia Di Tullio. “No hay drama muchachos, ella sabe y es de fierro”, se excusó De la Torre. La mujer les ofreció fideos. Vitette y el resto se miraron de reojo. Ese error costaría caro.
8. ¿Hubo una delación oculta?
Pero no habría sido la única “traición”. Entre cinco de los ladrones está la sospecha de que un miembro de la banda confesó todo ante la Policía en un simulacro de fusilamiento, pocos minutos después de ser detenido. La información, por supuesto, no tuvo valor legal pero sirvió para confirmar quiénes habían sido los culpables. “Es verdad que me apuntaron, pero no delaté a nadie. No soy buchón, además a alguien que manda preso a sus compañeros le pasan dos cosas: o es boleta o recibe algún beneficio en la causa, y no sucedió nada de eso”, dice el sospechado.
9. ¿Quién iba a ser el negociador hasta la llegada del hombre del traje gris?
Antes de que se sumara Vitette a la banda, el rol del negociador era para “el ladrón fantasma 1″. Pero cuando entró Vitette, Araujo se convenció de lo que ya le había dicho “Debauza”. “Nadie mejor que Marito para hablar con el experto del Grupo Halcón. Su verborragia, actitud y habilidad para el diálogo eran lo que necesitábamos”, dijo Araujo. En efecto, años después del golpe, en cada aparición mediática Vitette no tuvo (ni tendrá) problemas en confrontar con nadie, al punto de volverse imbatible o difícil de quebrar en una discusión, sobre todo cuando lo acusan o lo pretenden poner contra la pared por sus ilícitos.
10. ¿Internas en la banda? ¿Por dinero o por egos?
“A Marito lo respeto, hubo una época en la que no la caía bien pero ya arreglamos. Se enojó por lo de mi esposa, porque se enteró del plan antes de que lo ejecutáramos”, dice De la Torre. Otro apuntado por Vitette fue Sebastián García Bolster. “Nunca hubo química entre los dos. No me respetaba porque decía que yo no era del palo”, dice Bolster. Zalloechevarría dice: “Es muy difícil que volvamos a vernos”. Vitette prefiere no hablar y “mirar para adelante”. Al parecer los roces son por cuestiones personales y no porque alguien se quedó con dinero de más o joyas. Otro misterio es si la banda pensaba volver a cometer otro robo si hubiesen salidos airosos. Pero eso no tiene, ni tendrá, respuesta. Ninguno de los del elenco estable volvió a robar.
Hasta ahora.
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