El cover es un arma de doble filo.
Hace unas semanas afirmé en esta misma columna que todo cover es político. Parafraseando ese sofisma que gritan algunos de que todo preso es político. Juanchi Baleiron decía en el mismo tono, aunque refiriéndose al disco de Los Pericos, que todo featuring es político. Vamos, que no hay que tomarse todo para el lado de la trascendencia.
Decía, de manera solapada, que toda versión que un artista decide realizar tiene en sí misma una declaración de principios. Los discos de unpluggeds, tan en boga décadas atrás, ese espanto ya acabado que fue bossa¨n Stones, o Bossa´n Beatles o bossa´n Clash, todos un gran cachivache, mismo el invento brasilero Rock´n Road, hasta el Aqui, Ali, Em qualquer lugar de Rita Lee donde aborda un repertorio de The Beatles brillantemente, más allá de ventas estratosféricas y difusión radial de alta rotación, no dejan de ser discos de covers.
El valor de un cover está dado fundamentalmente en el aporte que el tema haga hacia quienes lo desconocen. Si alguien hace un tema de Bon Jovi igual a Bon Jovi sacaría patente de estúpido. Digamos que Jon Bon Jovi no es Bob Dylan precisamente, de manera que ya estaría alcanzando con la versión original. En la misma línea declamatoria, las canciones de Bob Dylan son geniales para versionar, porque siempre la interpretación del autor jamás podría alcanzar las cimas de sus letras. Por razones absolutamente comprensibles le ha sido otorgado el Nobel de Literatura.
El doble filo nombrado está en el eterno riesgo de hacer un cover de una gran canción y quedar para siempre atado a eso. Se han conocido varios casos de buenos proyectos que nunca pudieron superar con obra propia el lugar al que llegaron haciendo una versión de una canción ajena.
De la misma forma que hay muchos músicos que llegaron al reconocimiento público escudados detrás de un buen cover. Más allá de merecimientos y logros internos, a veces una buena nueva mirada acerca de una canción bien conocida abre más las cabezas de la gente que un disco entero de canciones nuevas.
Podríamos nombrar la exquisita y bien fiel versión de “Heroes” de David Bowie que hizo Richard Coleman para Fricción, que terminó llamando la atención del mismo duque blanco, hasta el punto de considerarla mucho mejor que la realizada por The Wallflowers, el grupo de Jakob Dylan, hijo de Bob.
Sumo, de la mano sabia de Luca Prodan, puso a disposición de la monería rocker ochentera “Leave me alone”, iniciático himno punk de Lou Reed, poco conocido aquí en esos menesteres, a través del disco “Street Hassle” que hasta ahí, por lo menos en Buenos Aires, había pasado bastante desapercibido. Desde el cover de Sumo nos pusimos pillos de la existencia de un gran disco que ni siquiera se había editado acá.
Huelga también aclarar que el valor del cover se acrecienta cuando está realizado por alguien que es capaz de componer lindas músicas originales.
Cuando un mediocre artista se anima a una gran canción, todo queda como pesificado. Bob Marley sabe desde el cielo mucho de eso, igual que más recientemente Luis Alberto Spinetta, que debe estar dándose la frente contra la nube más cercana escuchando algunas versiones que van apareciendo a modo de “homenaje” que nadie pidió, de fragmentos de su maravillosa obra en manos paralíticas y voces mal cuidadas.
En mis programas de radio uso muchos buenos intentos de jóvenes serios intentando con antiguos mini hits de The Cure, o de Prefab Sprout. Apartándose de los que hacen temas de The Beatles o Rolling Stones, y para colmo intentando hacerlas igual a sus autores. Tarea además de vana e imposible, absolutamente desagradable para oídos bien educados.
Ahora: hay algunas versiones que son tan geniales como el tema original.
Pocas sí, pero hay. Desde mi, tengo debilidad por Charly Garcia haciendo " Influencia” de Todd Rundgren en un gran momento Say No More.
Por muchas razones. La primera es Todd Rundgren. Genio. Literalmente hablando.
Durante la última visita de Ringo Starr a Buenos Aires, el 68.3 % del Gran Rex había ido a ver a Todd Rundgren por primera vez en Sudamérica.
Es que Todd siempre fue el carnet de inciado que todos teníamos en los gloriosos 80´s. Cualquier Disc Jockey o musicalizador de radio que no tuviera por lo menos 2 discos importados de él, no era considerado importante.
Rundgren fue el líder de Utopía, banda que marcó el camino que salía del rock sinfónico hacia el pop más sofisticado por el mejor sendero. La ruta divertida no de la manera más sana. Todd Rundgren mismo no era la imagen más sana del rock. Eran tiempos de experimentación, así que Todd deja su primera banda y arma otra, con los hermanos Sales, quienes 10 años más tarde serían la banda de Iggy Pop y 20 años después armarían Tin Machine con David Bowie. Hunt Sales y Tony Fox Sales son cosa seria.
También pasa que Todd siempre miró adelantado. Fue el primero en hacer un show multimedia vía teatro, televisión y radio en 1978. Igual que es pionero en grabación digital. Desarrolló sistemas de producción y reproducción digitales para Sony entre otras marcas por el estilo. Para eso se instaló en Hawaii en una finca con vista al mar desde dos laterales donde aún vive, dicen.
Esa casa se puede ver en un video de Daryl´s House, la serie que creo Daryl Hall de Hall & Oates para tocar con sus ídolos en el estudio que montó en su casa. El único programa realizado afuera de su hogar es el que hizo con Todd Rundgren, que fue grabado en Honolulu. Se conocen porque Todd fue el productor de “War Babies” de Hall & Oates en 1972, igual que fué productor de Badfinger en lugar de George Harrison. En 1973 se encargó del debut de los New York Dolls, banda propiedad de Malcom McLaren, quien después de ese disco viaja a Londres y diseña los Sex Pistols.
Fue también el productor de Grand Funk Railroad, auténtico glam rock que tuvo números uno en ambos márgenes del océano en 1974 con “The Locomotion”. Produjo a Meat Loaf, el debut de Psychedelic Furs, y no produjo Pearl de Janis Joplin porque una tarde no se soportaron más. Entre Janis y él no hubo lugar para tantos egos juntos.
Se peleó con John Lennon por una boludez, salían en todas las revistas y noticieros de la época insultándose y tratándose de idiotas. Hasta que una tarde John lo llamó diciéndole que le parecía que los estaban usando, para desde ahí retomar una amistad que jamás volvió a romperse. Que gran ejemplo para muchos hoy. ¿no?
También es el único tipo que puede tener en la misma banda a Stevie Nicks de Fleetwood Mac, Spencer Davis, Daryl Hall y John Oates, sin que nadie se vaya antes que él se lo pida. Experiencia que se registró en el doble vinilo “Back to the bars” grabado en bares de Hollywood y New York.
Durante 9 años crió a su hija, hasta que se descubrió que era hija de Steven Tyler de Aerosmith. Ella era Liv Rundgren hasta que en los 90´s se hizo Liv Rundgren Tyler, sellando otra relación entre los tres, Steve, Liv y Todd mismo que parece funcionar muy aceitadamente. Autor de canciones maravillosas y bicho de escenario, el sujeto fue siempre un semidios para la tribu. “Influenza” es una de esas grandes, por lo bellas, canciones.
En 1982, y peleado con los ejecutivos de su sello grabador Bearsville Records, Todd decide partir, pero debía un disco por contrato, así que se pone a hacer “The ever popular tortured artist effect” algo así como “El siempre popular efecto del artista torturado”. En ese disco está el ridículamente genial “Bang the drum all day” que se hizo desmesuradamente popular cuando lo empezaron a cantar las hinchadas de cuanto deporte televisado había en USA. Temáticamente similar a “La guitarra” de Los Auténticos Decadentes, “Bang the drum all day” (“Tocar la batería todo el dia”), aun hoy se corea en las canchas y fiestas populares antes del trencito final.
En esa misma placa está “Influenza”, que no habla de una influencia pero casi. La canción en su momento se tomó como una alegoría a las drogas. Como siempre en el rock, cuando alguien habla de un resfrío, una gripe o una alergia, la connotación prejuiciosa va para el lado de la cocaína o similares, casi siempre acertando, que todo hay que decirlo. Pero Todd dijo otra cosa que ni él se acuerda.
“I can tell, I can feel
I can tell, I can feel, I can see
Something is changing
To me change is no stranger.
I don´t run´, I don´t hide
I don´t run, I don´t hide, I don´t fight
What fate arranges
I don´t think ´bout danger
If it was meant for me
I know just when to come.
But if I can take it slow
Then I might be in control
In the back of my head
In the back of my head there´s doubt
There is suspicion
With my new fascination.
I don´t know what it is
I don´t know what is this, U might say
I´ts intuition
It´s a true indication.
I should trust myself
I should beware of this.
But it´s like a stranger´s kiss
And somehow I can´t resist.
I can feel, I can feel, I can feel,
My will slip away
From a strange influenza.
I can feel, I can feel, I can feel,
My mind slip away
Under your influenza.
I can feel, I can feel, I can feel
My heart slip away
Under your influenza.
There´s a part of my heart
There´s a part of my heart that says stop.
Please, goes no further.
I just can´t take the pressure
So I try to resist.
So I try to resist and my heart
Tells me, don´t bother.
That this pain is a pleasure.
If I were someone else
I wouldn´t disagree
But it´s always hard to see
When something controlled me”
Ciertamente esta letra tiene toda la ambigüedad necesaria para hablar de una gripe fuerte, de un descalabro tóxico mental o de una gran influencia.
Eso la hace una gran lírica, dentro de una melodía perfecta para la ocasión, hipnótica, un loop permanente y acordes psicodélicos. Todo lo que Charly No More estaba buscando.
Estamos en 2002, crisis estatal, para variar. Coletazos del 2001. Como principio de siglo básico, caótico. Y como siempre, en este pintoresco rincón del planeta, diciembre siempre presagia desgracia. Porque a decir certezas, la crisis del 2001 fue en diciembre, pero la pálida fue al año siguiente.
Charly hacía como 5 años que no grababa un disco. El último fue “Say no more” justamente. Que no fue gran cosa para nosotros, pero bisagreó a García. que nunca volvió a ser el mismo. Sabíamos que estaba de viaje por Londres y NYC, se encontró para tocar con Tony Sheridan, baterista beatle original que se quedó fuera de la grandeza por un par de semanas. Hasta ahí.
Pero un día llega Influencia, un logradísimo artefacto sonoro, en medio de todas las noticias irritantes por lo increíbles, políticos, economistas, periodistas, sindicalistas, caceroleros, fútbol sin visitantes, gente seria chupando lo que sea por conseguir unos dólares porque los pesos valían cada vez menos. Y Charly con las agallas necesarias para sacar un disco en medio de ese pandemonium. Sería como si alguien sacara un disco nuevo ahora. Bueh, perdón, me dispersé.
Influencia es un disco con varias canciones originales y algunos covers, de él mismo, de Dave Clark 5 con Sheridan, de Jan Hammer. Pero uno era el llamado del supremo, la bengala en medio de la noche tormentosa. Influenza de Todd Rundgren ahora es " Influencia” de Charly García.
Los que sabíamos de Todd dijimos ¡¡¡oohhh!!!, y los que no sabían ahora si sabían. No fue magia, fue su genio que la letra original entrara como un tornillo a la nueva versión en castellano. Castellana como quieren ahora. Castellane. Bah.
“Puedo ver, y decir
Puedo ver y decir y sentir
Algo ha cambiado.
Para mí no es extraño.
Yo no voy a correr
Yo no voy a correr, ni escapar
De mi destino.
Yo no pienso en peligro.
Si fue hecho para mi
Lo tengo que saber.
Pero es muy difícil ver
Si algo controla mi ser.
En el fondo de mi
En el fondo de mí veo temor.
Y veo sospechas
Con mi fascinación nueva.
Yo no se bien qué es
Yo no se bien qué es.
Vos dirás, son intuiciones
Verdaderas alertas.
Debo confiar en mi
Lo tengo que saber
Pero es muy difícil ver
Si algo controla mi ser.
Puedo ver, y decir, y sentir
mi mente dormir
Bajo tu influencia.
Una parte de mi
Una parte de mi dice ¡Stop!
Fuiste muy lejos
No puedo contenerlo.
Trato de resistir
Trato de resistir
Y al final no es problema.
Que placer esta pena.
Si yo fuera otro ser
No lo podría entender.
Pero es tan difícil ver
Si algo controla tu ser.
Puedo ver, y sentir, y decir,
Mi vida dormir.
Será por tu influencia.
Esta extraña influencia”
Cuando vino Todd Rundgren con Ringo Starr alguien le mostró el video de Charly, absolutamente memorable. Cuentan los que estaban que le gustó mucho, demasiado. Es que Charly siempre va de vanguardia. Como Todd Rundgren.
Y la vanguardia es así.
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