Misterio, sospechas atroces y pistas borradas: el drama de Cecilia Giubileo, la médica desaparecida para siempre

Se cumplen 37 años de la desaparición de la médica de la Colonia Montes de Oca, donde atendía a pacientes psiquiátricos. Por qué el caso no se resolvió nunca. La sombra de la dictadura y el tráfico de órganos

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La doctora Cecilia Giubileo desapareció en 1985 en la Colonia Montes de Oca
La doctora Cecilia Giubileo desapareció en 1985 en la Colonia Montes de Oca

Podría ser el argumento de una serie de suspenso y terror: una mujer borrada del mapa, un lugar tenebroso, testigos mudos o locos, policías desconcertados, videntes conmocionadas y la sombra de un poder oscuro que atravesó la siniestra trama.

Pero la desaparición de la doctora Cecilia Giubileo, ocurrida el 16 de junio de 1985, fue real. Es uno de los enigmas más grandes de la historia del crimen argentino. Cuando fue vista por última vez, la médica estaba de turno en la Colonia Montes de Oca. La investigación nunca pudo llegar a un móvil: ¿fue víctima de un femicidio? ¿la mató un paciente psiquiátrico en un brote psicótico? ¿la mataron porque iba a denunciar a sus jefes?

El desconcierto de los pesquisas quedó en evidencia cuando convocaron a la parapsicóloga Leonor Hernández para que colaborara en la búsqueda. La mujer entró en trance y dijo que en un estanque había restos humanos. Todos se sorprendieron al comprobar que era cierto, pero el cadáver era de un paciente.

De Giubileo nunca se supo nada.

Se sospechó que la mataron porque había descubierto que en ese psiquiátrico se traficaban órganos. Un día apareció una grabación en la que una mujer pedía que no la buscaran más, que estaba en paz. Pero se trató de una actriz que se hizo pasar por Giubileo.

Uno de los edificios de la Colonia Montes de Oca en Open Door (Cronica)
Uno de los edificios de la Colonia Montes de Oca en Open Door (Cronica)

El caso tuvo un obstáculo insalvable: los únicos testigos que podían haber aportado algo estaban locos. El periodista Enrique Sdrech, viejo sabueso y experto en el caso, reflexionó: “A partir de la misteriosa desaparición no sólo se generó una sensación de temor e inseguridad entre la población, sino de descreimiento de la justicia y la policia”.

Giubileo nació en Lincoln en 1945. Había estudiado Medicina en Córdoba, donde conoció a Pablo Chabrol. Se casaron en 1972. En la última dictadura militar, la familia política de Giubileo fue perseguida. Dos de sus cuñados militaban en el ERP y estaban desaparecidos y una patota secuestró a su suegro. La pareja tuvo que exiliarse en Grecia y en España. Pero a los pocos meses se separaron y Giubileo volvió a la Argentina, donde se recibió de médica después de cursar y aprobar los exámenes de dos materias. En 1974 entró a trabajar en el Hospital Interzonal Colonia Dr. Domingo Cabred, y se radicó en Luján, a 80 km de Buenos Aires. Alquiló una casa en la calle Humberto I, y un consultorio en Torres.

Antes de que desapareciera de la Colonia Open Door, la médica dejó como únicos rastros su Renault 6 blanco estacionado en el predio del hospital y un par de zapatos en el dormitorio donde dormía. Vestía un jogging azul, con vivos claros, campera celeste y zapatillas blancas. Nunca más se la volvió a ver.

La Dra. Cecilia Enriqueta Giubileo y su marido Pedro Chabrol
La Dra. Cecilia Enriqueta Giubileo y su marido Pedro Chabrol

Un artículo de Eduardo Anguita y Daniel Cecchini, publicado en Infobae, refirió que antes tres personas vieron a Giubileo antes de que desaparezca. “Miguel ‘El Loco’ Cano, uno de los internados en la colonia, la acompañó los 500 metros que separaban el Pabellón 7 -donde había ido a atender a otro paciente- de la Casa Médica. En el trayecto se cruzaron primero con un enfermero y después con la supervisora Nélida Onjuez”, describe la nota. El enfermero le preguntó si había alguna novedad y ella le respondió que en El Pabellón 7 había atendido a un paciente con urticaria. La supervisora le reprochó que no le hubiera notificado que iba a atender a un pabellón. “No se corte sola, por esta vez no la voy a apercibir”, le advirtió la mujer. Giubileo le dijo que no estaba de acuerdo porque no podía buscarla por todos lados ante de atender a un paciente que necesitaba un tratamiento urgente. Al llegar al edificio para descansar, se despidió de Cano, que seguía a su lado. Le dijo que se fuera tranquilo, que iba a dormir un rato.

Ese día, la doctora había certificado su ingreso a la guardia a las 21.38 y desde entonces había firmado el certificado de defunción de una paciente de 23 años, había atendido un cuadro febril y al paciente con urticaria. Al día siguiente, el lunes, a las 8.15 de la mañana un empleado golpeó la puerta del dormitorio de Giubileo, pero no hubo respuesta. Insistió. Y otra vez lo mismo. Cuando entró encontró la cama tendida y un par de zapatos marrones. No había otras pertenencias.

El primer interrogante que se planteó fue porqué una médica que debió haber estado de guardia se había ido horas antes sin dar aviso. Otro detalle llamativo: la colonia había quedado incomunicada del exterior porque no funcionaba el conmutador telefónico.

En un estanque de la Colonia Montes de Oca se halló un cadáver luego que la vidente Leonor Hernández indicara su presencia. Pero no era de Giubileo, sino de un paciente
En un estanque de la Colonia Montes de Oca se halló un cadáver luego que la vidente Leonor Hernández indicara su presencia. Pero no era de Giubileo, sino de un paciente

En las horas siguientes ocurrieron dos hechos escandalosos. En vez de hacer la denuncia por la misteriosa desaparición, Florencio Sánchez, el director del hospital, ordenó un sumario interno contra la médica por “abandono de trabajo”. El otro suceso fue la remodelación donde debía haber dormido Giubileo. Los albañiles trabajaron por orden de Sánchez y cuando llegaron los forenses no pudieron encontrar pruebas porque parecía otra habitación. Eso no es todo: el juez Carlos Gallaso, el primer investigador, no había ordenado precintar la zona ni había dictado medida alguna para preservar pruebas.

La denuncia la hizo, el 19 de junio, la amiga de Giubileo Beatriz Ehlinger, empleada de la Colonia. Pero se habían perdido las 48 horas esenciales en todo caso policial.

Uno de los testigos fue “El Loco” Cano. Declaró que la doctora le había dicho que iba a descansar y que a los pocos minutos vio entrar dos autos negros hacia la zona donde iba Giubileo.

Nadie dijo haberla visto salir de ese lugar.

En todo momento se habló de su ex como sospechoso, de que fue secuestrada porque sabía de experimentos que se hacían en ese manicomio, o que iba a denunciar el tráfico de órganos. Su ex novio, Francisco Merino, declaró sobre la última vez que habló con ella, cinco días antes de su desaparición: “Me contó que en la colonia habían empezado a perseguirla porque quería denunciar algunas irregularidades. Me dio a entender que a los pacientes les sacaban las córneas y luego los mataban en una caldera. También hablaba de órganos. Estaba muy asustada. Veníamos de la dictadura y yo le dije que no se involucrara en líos, que vivamos tranquilos porque hay organizaciones con las que es muy difícil meterse y al que jode, lo matan”.

Pero esa línea investigativa no prosperó.

También se dijo que un paciente la había matado y enterrado. Y que fue raptada por una red de trata. Pero todas esas sospechas quedaron en la nada.

Como la existencia de Giubileo.

El caso causó una conmoción nacional
El caso causó una conmoción nacional

“En el presente, las preguntas más importantes del caso siguen sin responderse y a nadie les interesa resolverlas”, dice Matías Cambiaggi, sociólogo y escritor, autor del libro “El retrato del olvido. En busca de Cecilia Giubileo, la primera desaparecida en democracia”.

En su investigación, el autor ofrece un dato revelador: “Ni siquiera interesa Cecilia Giubileo, que es lo más desconcertante de todo. En la Colonia Montes de Oca hasta el día de hoy no hay ni una chapita recordatoria, tal vez porque para muchos de los que trabajan, Giubileo es una mala palabra y cuando les preguntás te dicen que ella no murió y que está en Europa, como se decía de los desaparecidos”.

La vidente Leonor Hernández nunca olvidó su experiencia en la investigación. Por entonces era una rareza que una rabdomante participara de una pesquisa policial. Con los años, en los Estados Unidos se convirtió en una actividad legal e incorporada. Hasta hubo una serie, Medium, que trataba de los llamados detectives psíquicos. Hernández colaboró con la Policía una vez que la madre de Giubileo la autorizó. Cuando recuerda su rol en ese caso, su postura corporal se tensiona, cierra los ojos y habla en presente, como si aquellas visiones volvieran a su mente.

–Es de noche. Veo que la chica entra en una casa. Veo paredes pintadas de blanco. Veo a un hombre que sube una escalera.

La Dra. Giubileo tendría hoy 76 años. Hace 37 que no se sabe nada de ella
La Dra. Giubileo tendría hoy 76 años. Hace 37 que no se sabe nada de ella

Después de esa visión fue al lugar de los hechos con el periodista José de Zer, por entonces estrella de Canal 9, y su camarógrafo Chango.

-Comprobé que la casa era Montes de Oca. Las paredes eran ocres, aunque raspándolas con un cuchillo descubrimos que eran blancas y habían sido pintadas después de la desaparición. En otro trance veo a una mujer de camisón, a un hombre de traje blanco y a un joven de guardapolvo. Al despertar casi me desmayo. Me dijeron que estuve llorando. Cuando me concentro mi cabeza queda en blanco; es como si no estuviese porque me abstraigo totalmente. El amoroso de De Zer tuvo la delicadeza de no filmarme en ese estado; fue un caballero.

Antes de irse, la vidente vaticinó: “Giubileo no aparecerá nunca más”.

Fue un acierto. Tiempo después, los investigadores, sus familiares, los testigos, hasta parte de la sociedad que seguía el caso como si fuera una novela espeluznante, llegaron a esa misma conclusión.

De estar viva, Cecilia Enriqueta Giubileo tendría hoy 76 años.

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