¿Un viaje de ácido, un primo muerto o una leyenda salteña? Miguel Zavaleta y el significado de Amanece en la ruta

En 1984, Sueter publicó Lluvia de gallinas, su disco consagratorio. De ese álbum es Amanece en la ruta, una de las canciones más difundidas del rock nacional. Es una balada que relata en primera persona una muerte en un auto quemado. Su letra tuvo muchas interpretaciones. Su autor habló con Infobae sobre su composición

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Sueter, con Miguel Zavaleta en
Sueter, con Miguel Zavaleta en los teclados y voz y la participación, aquí, de Hilda Lizarazu (Wikipedia: Revista Pelo)

Tengo absolutamente presente ese otoño de 1984. La democracia salía de neonatología para una habitación común. Siempre se pone al año 1983 como el iniciático de nuestra democracia, aunque de democracia en el 83 hubo 20 días, fue en 1984 cuando se empezó a tomar conciencia que más allá de opiniones y estudios sociológicos, empezábamos a vivir en el mejor de los sistemas.

Fue en ese otoño que Daniel Grinbank con Marcelo Morano y Ramiro Amorena, todos sub 30, se asocian para fundar una radio que se llama Rock & Pop. Con la demencial idea de poner al aire una radio que pasara 24 horas de rock y pop, sin programas ni noticieros, solo música.

En el comienzo los musicalizadores de la radio fuimos 6: Elizabeth Leontief, Roberto Pyildain, Pablo Kohlhuber, Miguel Martinez Rial, Quique Prosen y yo. Con el correr de los meses Elizabeth y Robertito se van, quedamos los cuatro restantes poniendo más de doscientas canciones por día durante dos años.

Después sucedió que otras radios copiaron el formato, sonando mejor y con mejores discos, digamos discos nuevos, en buen estado, arrastrando a los jóvenes alocados de la época a cambiar el dial. Entonces empezaron en R&P los programas que todos recuerdan hoy con cariñosa nostalgia.

Pero en el comienzo esa radio sólo ponía discos al aire. Debo reconocer que gracias a ese ejercicio y a esos compañeros aprendí de la mejor manera, un oficio que hasta hoy ejerzo.

Era en realidad el comienzo de muchas otras cosas. Pero vuelvo al comienzo.

Hasta ese otoño de 1984 Grinbank producía artistas de rock.

Sueter, el video original de Mamá planchame la camisa, que se grabó en el boliche Bwana

Los más importantes estaban en su agencia: Charly, Los Abuelos de la nada, Los Twist, Lerner, Celeste Carballo entre varios más.

Estaba naciendo la Rock & Pop mientras Daniel, apoyado por Charly García, terminaba de producir el segundo disco de la banda de Miguel Zavaleta, Suéter. Es más, creo que terminó la faena de “Lluvia de Gallinas” y salió disparado a presidir la radio.

Eso creo, pero bueno, así es que siempre me quedó como una especie de imagen familiar ese disco de Suéter con esa radio en la que trabajé 20 años, donde aún hago mi programa de sábado a la noche, al que volví después de extrañarlo durante 15 años.

Un hilo muy inalterable me une a ese horario en ese espacio. Más allá de mí y de ellos. Por eso le puse Tao de nombre. Un asunto casi filosófico que no abordaré ni de lejos ahora.

Ahora lo que quiero es dedicarme a ese gran disco de Suéter: Lluvia de Gallinas.

La formación de Sueter que
La formación de Sueter que grabó Amanece en la ruta en 1984: Jorge Minissale, Claudio Loza, Miguel Zavaleta y Gustavo Donés (Wikipedia: Revista Pelo)

Nunca se borrarán de mi cerebro esas polaroids que me quedaron de la presentación en el teatro Coliseo. Cuando en medio del tema, con la banda a pleno en el escenario, dejan caer de una gigantesca red que colgaba de la parrilla de iluminación decenas de gallinas. Un gran efecto que enloqueció al público. Y a las gallinas también, que no entendieron que se tenían que bajar del escenario ni bien terminaba “Lluvia de gallinas”. Optaron por quedarse largos minutos correteando entre músicos, asistentes e incluso algunos del público que en vano intentaban calmarlas. Eso era rock amigas.

Lluvia de gallinas fue un álbum consagratorio para la banda, y el inicio de una nueva corriente dentro de nuestra música más popular, el rock divertido intelectualmente elevado.

Las letras de Miguel no eran meras rimas, se notaba que siempre iba para algún lado, a veces de manera demasiado colateral. En eso residía su belleza. Misteriosas, trabajadas, con buen gusto y bien cantadas, las canciones de ese disco marcaron esos tiempos mejor que cualquier otras.

Mucho se ha escrito sobre este disco, sobre la banda y sobre las canciones del mismo, nunca coincidiendo en los relatos, lo cual no hace más que acrecentar la leyenda. Conociendo a Zavaleta no dudo que todo era parte de su plan masterplan.

Lluvia de Gallinas, además de esa canción, contiene “Manifestación de escépticos”, “Vivo de noche”, “Mamá planchame la camisa” y sobre todas esas, “Amanece en la ruta”, quizás la más enigmática y surrealista lírica del rock argentino entero.

He leído y escuchado sobre este tema más de lo que escuché sobre cualquier otro. Es que más allá de la cantidad de páginas que se han escrito a su respecto, es la cantidad de lecturas diferentes lo que siempre llamó mi atención.

Hagamos base.

Miguel Zavaleta en la década
Miguel Zavaleta en la década del '80 (Wikipedia)

Suéter era en ese momento el cuarteto de moda, y ese disco era trillizo a Hotel Calamaro, brillante debut solista de Andrés, y Del 63, otra gema de otro debutante, Fito Paéz. Digo trillizos porque los tres estaban siendo grabados en el mismo estudio, Panda, por los mismos técnicos, Mario Breuer y Amílcar Gilabert. Y siempre dije que Lluvia de Gallinas era primo de Rock & Pop porque además de la producción de Grinbank, la distribución del vinilo la hacía la empresa familiar de Ramiro Amorena, socio de Daniel en la radio.

Los cuatro de la banda eran Miguel Zavaleta cantando y encargándose de los teclados ante la salida de Juan del Barrio que había grabado en el disco debut. Después estaban Jorge Minissale el genial guitarrista, Gustavo Donés al bajo y el Pato Loza en batería.

En el disco además colaboran tocando, arreglando y haciendo coros Dani Melingo, Hilda Lizarazu y el Pollo Raffo. Eran todos temas originales, que ya venían tocando en los shows. Menos “Amanece en la Ruta”, que ellos no iban a incluir en el disco hasta que Amílcar Gilabert les avisó que ahí estaba el hit. Ojo avizor de productor sensible y experimentado.

“Amanece en la ruta” es una balada deliciosa, con una letra indescifrable aunque absolutamente recordable. He escuchado cientos de versiones incomprobables o bien fundamentadas del significado del texto, disímiles, a veces hasta encontradas. Lo escuché a Miguel contando diez posibles historias diferentes del hecho que narra la canción, una vez le pregunté a mi querido amigo Minissale de esto mismo y solo levantó los hombros en señal de ignorancia, lo que también rescato de ellos mismos es la media sonrisa con la que responden a ésto.

Sueter en Badía y Cia: Amanece en la ruta

“Amanece en la ruta, no me importa donde estoy

Me he dormido viajando y he soñado tan intenso.

Y en ese sueño yo me veía en ese auto,

Pero no.

No era el mismo porque estaba todo roto en su interior.

Este paisaje es tan extraño, se parece a un tren eléctrico

Esos árboles tienen contorno,

Darme cuenta es tan hermoso.

Y en ese sueño yo me veía en ese auto,

Pero no.

No era el mismo porque tenía fuego en su interior,

En su interior.

A medida que aceleramos mis recuerdos se estremecen

Y en un soplo veo proyectado como un film toda mi vida.

Y ya no se si el cielo está arriba, abajo, o dentro de mi

Y aunque el paisaje sea tan extraño, creo haber estado aquí.

¿Dónde voy?, ¿dónde estoy?, ¿quién soy yo?

¿Qué hora es? ¿Dónde estaré?.

Si afuera no es noche, tampoco es de día.

No hay tristezas, tan solo alegría en mi corazón.

Ahora todo es una luz tan clara que a mi lado ya no hay nada

Solo alegría, paz y armonía...

Y esa luz que es tan tibia.

Y bien, comprendo, eso no era un sueño

En ese auto estaba yo.

Y ese auto estaba todo roto,

Y con fuego en su interior.”

Hay quienes ven una crónica de la muerte en primera persona, están los que hablan de un réquiem para un primo de Miguel muerto en un accidente en la ruta, que es una historia real. Una tarotista me dijo un día que habla claramente de un encuentro celestial. Hasta hay quienes vinculan el fuego y la ruta a un viaje de ácido o a una leyenda salteña de donde provienen los Zavaleta. No se que pensar, pero no deja de sorprenderme desde hace años la situación.

Me encuentro con el querido Miguel Zavaleta, siempre activo, siempre gentleman, eternamente inspirado e inspirador. Le pregunto lo que jamás le pregunté: “Miguel, ¿qué onda Amanece en la ruta?”

Sueter en Badía y Cia: El anda diciendo

Me contesta serio: “Mira Bob, esa es una de las canciones que está dentro de las composiciones que uno no comprende. Cómo salió, cómo las hizo, por más tiempo que transcurra. De hecho, como yo no sacaba canciones de otro y no sabía lo que estaba haciendo, la cadencia de “Amanece en la ruta” no te digo que era un invento mío, cualquiera la podía usar porque la verdad es que hubo millones y millones de personas tocando el piano, lo que si ignoraba es que es una de las cadencias más usadas en la música pop universalmente hablando. Esa canción es una de esas que se va armando mientras se va haciendo. Para mi, la letra es una prolongación de la música. De ninguna manera es al revés, para mi. Pasa que busco y encuentro primero la sonoridad y una vez que la tengo veo en que me hace pensar”.

“La melodía de “Amanece en la ruta” me sugirió a mí mismo viajando por una ruta. Sentía en mi cuerpo ese ritmo yendo en auto por una ruta, a partir de ahí una sucesión de imágenes y mi explicación al respecto de siempre... no sé. No sé cómo la hice. Se fue haciendo y la fui haciendo.

Fueron apareciendo las ideas y ya. Al principio iba a ser una canción de más de seis minutos, algo que yo no podía permitirme. Con toda la furia podía durar cuatro minutos, cuatro y medio. Le quería dejar la introducción así que no tiene parte musical central porque ya se pasaba de los 4.30 que dura. Básicamente porque los temas largos no son radiales. No quería quedarme afuera de la sartén, digamos. Quería estar en las listas de las radios, así que resumí la canción. Cuando la terminé yo la entendía, pero temía que haya gente que no la entendiera. Hay muchos que no la entendieron, será porque no la escucharon a fondo...”.

Sonrió, y se fue a ensayar con los Funky Torinos para un show.

El camino de la trascendencia que toman algunas obras de arte a veces es este. Desde la inspiración más profunda de un hombre hasta convertirse en un misterio insondable, transita su socialización donde miles y más miles de contemporáneos la bailan, la miran, la disfrutan, lo que sea, sin lograr explicarse jamás su significado. Lo cual solo hace que se multipliquen los que la quieren explicar. Y quizás pase un siglo hasta que alguien la descifre.

Por lo pronto, todos, en algún momento, susurramos un trozo de “Amanece en la ruta” en algún oído que nos inspiró.

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