El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, ofició una misa por los 70 años de la muerte de Eva Duarte en el templo donde ella contrajo enlace con el líder justicialista el 10 de diciembre de 1945.
“Ustedes saben que estamos en un lugar muy significativo”, dijo monseñor Fernández, en referencia a la Iglesia San Francisco de Asís de La Plata. “No es una pieza de museo o una lápida, es historia viva. Porque en este templo Eva se casó con el amor de su vida, con alguien que la promovió como ser humano y como mujer, con alguien que ella no sólo amaba sino que admiraba con toda el alma”, siguió diciendo al Arzobispo de La Plata.
En su homilía, Monseñor Víctor Manuel Fernández se refirió a la viuda y a la personalidad de Evita y rescató su condición de voz de los humildes, “desde abajo y desde adentro”, su forma de vivir la fe y su boda con Perón, como la unión de dos personas movidas por “los grandes ideales sociales” y una lucha común.
Sobre este enlace, monseñor Fernández dijo: “Era una unión que iba más allá de lo físico porque era una lucha codo a codo por los mismos sueños, con las mismas convicciones, con el fuego de los grandes ideales sociales. Algunos quieren mancillar ese amor con sospechas, pero no dejará de ser uno de los grandes amores de la historia”.
El arzobispo platense describió a Eva Duarte de Perón como “una mujer luchadora con una historia de abandono y de desprecios”. “Casarse con Perón era la gloria -agregó-; y eso ocurrió aquí, en este templo”.
“Nosotros nos alegramos aquí donde ocurrió el ‘sí' de Evita -siguió diciendo monseñor Fernández en su homilía- Creo que es el mejor lugar para recordarla al cumplirse los 70 años de su partida”.
Para el Arzobispo de La Plata, “hoy Evita trasciende un movimiento político y es patrimonio de la humanidad”.
“Hay supuestas biografías, narraciones noveladas y muchos intentos de desmitificar su figura y ridiculizarla sutilmente, para hacerla caer como una más en el torbellino de la cancelación -sostuvo monseñor Fernández-. Pero nadie puede destruir la fuerza simbólica de su figura. Porque ella habló de los pobres y los defendió desde abajo y desde adentro, desde el fondo de una historia personal que entendía lo que es estar en las márgenes de la sociedad”.
“Es interesante ver cómo su fe cristiana la motivaba en esta dirección -dijo-. Porque hay formas de vivir la fe que nos vuelven individualistas, elitistas o fanáticos. Y hay otras formas de vivir la fe que nos mueven a ser como Jesús, a estar cerca de los últimos y a valorarlos, a dar la vida. Esto era lo que ocurría en Evita”.
También recordó que Eva “se admiraba por lo que significa el Bautismo, y decía: ‘miren lo que significa el bautismo para los pobres, que el último de los descamisados tiene la misma dignidad de hijo de Dios que el más poderoso de la tierra, sin diferencia alguna’.
Por último, pidió recordar que “el año próximo se celebrarán los 90 años de la muerte de otra figura muy significativa de la historia democrática de la Argentina: Hipólito Yrigoyen. Sería un buen signo que también lo tengamos presente”.
[Con información de AICA]
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