Entre el 26 y 27 de julio de 1822 tiene lugar en Guayaquil, ciudad de la actual república de Ecuador, la famosa entrevista entre José de San Martín y Simón Bolívar. En 1803, el “Gobierno de Guayaquil” había pasado a ser parte del Virreinato del Perú.
El 9 de octubre de 1820 estalló una sublevación contra los realistas, declarando la independencia de la denominada “Provincia Libre de Guayaquil”.
Días antes de la entrevista, el 11 de julio, Bolívar había llegado a Guayaquil al frente de un ejército de 2000 hombres. Estaba definiendo en los hechos el control por parte de la Gran Colombia, sustituyendo a las autoridades locales. A los pocos días, San Martín llegaba con edecanes y escolta. Ambos sabían que la independencia de la Sudamérica española se iba a definir en Perú.
Sobre el contenido de la conversación mantenida entonces por los dos líderes de la independencia hispanoamericana, se plantearon diversas interpretaciones, muchas de ellas contradictorias, entre historiadores afines a cada uno de los dos próceres, que reflejaban distintas perspectivas desde el punto de vista regional. Se generaron polémicas y discusiones sobre la veracidad de los documentos históricos a favor de una u otra posición.
Ya en el siglo XXI, un historiador colombiano, Armando Martínez, encontró en el Archivo Nacional de Ecuador, en Quito, una carta escrita por el general José Gabriel Pérez, quien fuera secretario de Bolívar en la época del encuentro. Recibió la orden del libertador venezolano de escribir una carta al general Antonio José de Sucre para informarlo del contenido de la entrevista. Según este texto, que había quedado traspapelado en el Archivo, el encuentro fue cordial. No se discutió si Guayaquil debía ser independiente o anexarse a Colombia, ya que la situación había sido resuelta de hecho.
De acuerdo con el texto, discutieron sobre la forma de gobierno, inclinándose Bolívar por la republicana para los nuevos países y San Martín por la monárquica. Este último también ponderó la idea de crear una “Federación de los Estados Americanos”. Dijo que Chile no tendría reparos en apoyar dicho proyecto, pero que sería resistido en Buenos Aires. Se ofreció a negociar un arreglo de límites entre Colombia y Perú y acordar la mutua ayuda frente a las tropas españolas entre los dos países. San Martín habría dejado en claro que la reunión no había tenido carácter oficial. Mencionó su intención de renunciar, retirarse y trasladarse a Mendoza, argumentando que no tenía en Perú el apoyo suficiente.
En la historiografía argentina se han planteado otras versiones. San Martín, buscando la prioridad de concretar la independencia regional, y frente a las reticencias que encontró en Bolívar para una acción concertada, habría ofrecido ponerse bajo las órdenes de éste. El general venezolano rechaza la propuesta, considerándola inviable. Frente a esta situación, el argentino opta por el “renunciamiento” para dejar la etapa final de las guerras de independencia bajo las órdenes de Bolívar, como efectivamente sucedió.
Bartolomé Mitre, en su “San Martín y la Independencia Hispanoamericana”, cita una carta que San Martín remite a Bolívar junto con un regalo personal -un caballo, una escopeta y un par de pistolas-. Según Mitre, es “el documento más sincero que haya brotado de su pluma y de su alma es el protocolo motivado de la Conferencia de Guayaquil, que explica una de las principales causas de su alejamiento de la vida pública, y que puede considerarse como su testamento político. Es un triunfado vencido y consciente que, al tiempo de completar su obra, se resigna a un rival afortunado, glorificándolo, el honor de coronar: «Para mí hubiera sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la independencia (aún bajo las órdenes de Bolívar), ¡el destino lo dispone de otro modo, y es preciso conformarse!»”. Para Mitre, “la historia no registra en sus páginas un acto de abnegación impuesto por el destino, ejecutado con más buen sentido, más consciencia y mayor modestia”.
En 1941, Eduardo Colombres Mármol, que durante su gestión en Perú como embajador argentino había adquirido cartas de San Martín y Bolívar que confirmaban la abnegación sanmartiniana frente al egoísmo bolivariano, publica con esta base documental una reafirmación del enfoque de Mitre.
Fue rápidamente refutado por la Academia de Historia de Venezuela. Se abrió una larga polémica, que finalizó con la derrota de Colombres Mármol, al no poder demostrarse la autenticidad de la documentación que daba base a su postura.
Tras retornar al Perú, al instalarse el 20 de septiembre el primer Congreso Constituyente de la república, San Martín renuncia en forma inmediata y se embarca en el bergantín “Belgrano” rumbo al puerto chileno de Valparaíso.
En el campo de la literatura, Jorge Luis Borges, en su cuento “Guayaquil” publicado en su libro “El informe Brodie” (1970), explora la posible relación psicológica entre San Martín y Bolívar. El escritor argentino plantea el problema, al imaginar que en 1939 aparecen “ciertas cartas” de Bolívar exhumadas de un archivo en el que estaban sin clasificar. Sin salir del terreno literario, dice que “una fechada en Cartagena el 13 de agosto de 1822, en que el Libertador refiere detalles de su entrevista con el General San Martín. Inútil destacar el valor de este documento en el que Bolívar ha revelado, siquiera parcialmente, lo sucedido en Guayaquil”.
Borges hace decir a su personaje principal -un historiador con ancestros en la Guerra de la Independencia, como él- sobre la entrevista: “las explicaciones son tantas… Algunos conjeturan que San Martín cayó en una celada; otros, como Sarmiento, que era un militar europeo, extraviado en un continente que nunca comprendió; otros, por lo general argentinos, le atribuyeron un acto de abnegación; otros, de fatiga. Hay quienes hablan de la orden secreta de no sé qué logia masónica”. El personaje literario, ante una carta adjudicada que le muestra un historiador proveniente de Venezuela, le dice: “En todo caso, la cacareada epístola nos revelará lo que podríamos llamar el sector Bolívar, no el sector San Martín. Una vez publicada, habrá que sopesarla, examinarla, pasarla por el cedazo crítico y si es preciso refutarla”.
El proyecto de unidad política de la Sudamérica hispana estuvo presente tanto en San Martín como en Bolívar, aunque con distintas prioridades de acuerdo con las circunstancias. Pero la disputa por Guayaquil muestra también los riesgos que se enfrentaban. En aquel momento, Bolívar pretendía que formara parte de Colombia, en Perú se aspiraba a que se mantuviera bajo la órbita del ex Virreinato, y en la propia Guayaquil se planteaba la intención de un país independiente, el actual Ecuador.
Pero más allá de los recelos y las simpatías, la entrevista de Guayaquil constata la convicción de los libertadores de formar parte de una empresa común.
Evocar la entrevista de Guayaquil al cumplirse sus 200 años, sirve para recordar la vocación regional que tuvo la empresa para lograr la independencia: el encuentro entre San Martín y Bolívar marca hoy esa dirección.
Rosendo Fraga es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
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