“Mi memoria no se vende”, rezan carteles colgados en postes de luz y semáforos por la calles del Once, en letras rojas, sobre fondo aguamarina, en las cercanías de la Asociación Mutual Israelita, Pasteur 633, cuando está por cumplirse el 28° aniversario del atentado contra la Asociación Mutual Israelita, mañana,18 de julio. Son 500 carteles que instan a mantener viva la memoria.
Imposible no fijar la vista, aún cuando existe tanta contaminación visual. Es arte urbano, que llama la atención e interpela. El responsable es Nandon (Fernando Salimbene), experto en captar las miradas en la vía pública. Es el creador de los populares carteles Vendo mi ego, pero esta vez, comunica lo contrario. Sus carteles de venta esta vez no negocian. Son un acto de “negación a querer despojarnos de la memoria”, manifiesta el joven artista urbano.
Junto a la proclama de “Mi memoria no se vende”, fueron distribuidos en postes otros 85 carteles con los nombres de cada una de las 85 víctimas del ataque terrorista. La intervención callejera quedará instalada ahí, a la vista de todos, bajo el sol, y la lluvia. “Quedarán en la dinámica de la calle, que es imprevisible. Podrán arruinarse por la lluvia y el paso del tiempo, pero la gente los respeta. Un hombre, en una esquina, detuvo a unos empleados de mantenimiento de semáforos que estaban removiendo uno de los carteles e consiguió que volvieran a colocarlo en su lugar. Dijo que bajarlo era una deshonra hacia esa persona que había perdido la vida”, cuenta Nandon, entre otras breves historias que escuchó durante su intervención callejera.
Nandon fue convocado por AMIA para participar de una nueva acción de visibilización del reclamo de justicia. La obra que lleva su inconfundible estética, puede verse de dos maneras: en la calle, en el área comprendida entre las avenidas Pueyrredón y Callao y las calles Sarmiento y Marcelo T. De Alvear y en una exhibición documental sobre el trabajo creativo, puertas adentro del espacio de arte de la entidad. La exhibición, curada por Elio Kapsuzk, director de Arte y Producción de AMIA fue inaugurada el 30 de junio y podrá visitarse hasta el martes 9 de agosto en Pasteur 633, de forma gratuita, presentando el documento de identidad.
Nandon, del barrio de Mataderos, cuenta que hace 10 años que trabaja en su obra, pero son los carteles que empezó a hacer desde 2018 los que empezaron a generar curiosidad por su arte. Están inspirados en los clásicos cartelitos en los que trabajadores ofrecen sus oficios en los postes de la calle, “como los pica pica”, explica. Y si bien su obra habla de egos, en este juego, nadie sabe quién está detrás. Tienen la particularidad de no llevar su firma. “Así cualquier persona se puede sentir identificada y puede tomar como propio”. Antes de Vendo mi Ego, había empezado a comunicar Vendo mi Instagram, pero luego lo cambió por ego, como una metáfora de la red social. “Siempre fue una obra muy social porque tengo como constante responder a los comentarios, a los mensajes que manda la gente, porque los mensajes se los cruzan constantemente en la calle y son fotografiados y después los suben a redes”, explica.
Al artista urbano, que estudió en la Escuela de Bellas Artes y hoy forma parte del colectivo Periferia, le gusta destacar que tiene 27 años y que el atentado ocurrió un año antes de su nacimiento. Y por más que no lo haya vivido, siente que es parte de su historia “porque fue un atentado hacia la sociedad. Tengo que saber lo que pasó para saber lo que quiero para mi futuro y lo que no quiero que suceda nunca más. En mis redes sociales me sigue mucha gente joven y está buenísimo que lo puedan ver para empezar a investigar, a hacerse preguntas para saber qué fue lo que pasó. “Esta muestra tiene un significado especial para mí”, reconoce el artista plástico Nandon. “Siempre me estuvo resonando lo que pasó en la AMIA. Es una causa muy legítima y es muy importante seguir exigiendo justicia por algo que sucedió, y en la que nunca hubo condena a los culpables”, sostiene.
En el texto curatorial sobre la muestra, Elio Kapsuzk, quien se topó con los carteles y se contactó con Nadon, describe esta intervención única. “Hay tanta información en las calles en general y, en particular en el barrio de Once, que es muy difícil salir indemne de tanta contaminación visual. Carteles y avisos de todos los tamaños y de todos los temas conviven, se tapan y tratan de destacarse en una especie de selva gráfica. Sin embargo, cuando uno se choca con una obra de Nandon en la ciudad, es como si adquiriera cierto radar que nos dirige la mirada cada vez que estamos cerca de algunos de sus característicos carteles.”
Los carteles fueron realizados en forma manual con madera chapadur y pintura al agua, escritos uno por uno. “Hay algo de la transmisión de la palabra que adquiere una fuerza inusitada cuando uno descubre el trazo a mano”, asegura el director de Arte y Producción de la institución. “Nandon logra una obra conceptual y contundente y para ello elige un camino alternativo a la poética contemporánea: vuelve a los orígenes de la comunicación gráfica donde la palabra hace sentido.”
El momento de colgar los carteles fue más conmovedor que al pintarlos, según el artista. Es que muchos vecinos fueron acercándose a contarle pequeñas historias de ese 18 de julio, con muchos detalles. Una mujer le contó que ese día se había sacudido todo. Ella vive a unas cuadras. Fueron pequeños encuentros pero muy significativos. Lo mismo se replicó en redes sociales (IG: _nandon) cuando le escribieron amigos de las víctimas. Hasta ahora el artista nunca había sido convocado por una institución. “Me gusta que llamen a artistas no establecidos”, manifiesta.
Los 500 carteles que integran la muestra “Mi memoria no se vende” se convierten –asegura Kapszuk– “en una multitud que en forma estoica ejerce la más profunda resistencia traducida en la batalla contra el olvido y la impunidad”.
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