“Los bomberos somos gente rara: entramos a los lugares de los que el resto de las personas quiere escapar”. Pablo Giardina tiene 42 años, es hijo de un bombero voluntario de San Vicente, provincia de Buenos Aires. Cuando era chiquito su padre lo disfrazaba de bombero y lo llevaba al cuartel del barrio. Y lo dejaba subir a la autobomba. Él siguió aquella tradición familiar y primero fue bombero voluntario para ser luego bombero profesional de la Policía Federal.
En 2017, cuando parte de la Policía Federal pasó a la Ciudad de Buenos Aires, Giardina se incorporó al Cuerpo de Bomberos de la Policía de la Ciudad. Hoy tiene el grado de sub comandante y es uno de los jefes de la Brigada Especial de Rescate del Cuerpo de Bomberos que encabeza el comandante Flavio Chiappetta.
Son ellos los que entran a los lugares incendiados a rescatar a las personas atrapadas. Y también los que ingresan a los sitios derrumbados a buscar sobrevivientes. Y además cuando por ejemplo, un auto se cae al Riachuelo, son los que bucean y sacan a los ocupantes del vehículo.
Si en algún edificio de la Ciudad de Buenos Aires se desploma un ascensor y queda gente atrapada, son los del GER los que van a por ellos. Cuando una persona se sube a un balcón o a un puente o a una antena y amenaza con tirarse al vacío los efectivos del GER, primero hablan para disuadirlo, luego lo distraen y finalmente le caen encima mediante una maniobra de rapel para evitar que se tire.
Esa Brigada es la que tiene bajo su mando a dos escuadrones del Grupo Especial de Rescate (GER), un conjunto de bomberos preparados para actuar en situaciones extremadamente complicadas. Los que integran el GER pueden apagar un incendio de un auto, una casa, o realizar un salvamento cuando chocan dos vehículos como hace el resto de los bomberos. Pero además son los que se encargan de las misiones más difíciles, aquellas que exceden las tareas de los bomberos comunes.
Y si un gato –como sucede en los dibujitos animados- queda en un lugar del que no puede bajar, hasta allí llegan los integrantes del GER con sus uniformes color naranja a rescatarlo. Para ingresar a un lugar incendiado el uniforme naranja de los rescatistas cambiará por el azul del resto de los bomberos.
En el pasado los especialistas en rescates de los bomberos –cuando pertenecían a la Federal- fueron convocados para colaborar en otros lugares del país. Allá por 2004 habían sido llamados a ayudar en la mina del Yacimiento Carbonífero Río Turbio luego de que un incendio y posterior derrumbe produjera 14 muertos. Y también pasaron una semana en Rosario en 2013 luego de la explosión de gas que voló un edificio en la calle Salta y donde hubo 22 muertos. En los últimos tiempos ayudaron en los incendios forestales de Corrientes y cada vez que hay una inundación van a colaborar.
En febrero de 2012 trabajaron duro para romper los hierros oxidados de los vagones del tren que se estrelló en la Tragedia de Once y así poder sacar de aquel lugar a un bebito de meses, el primero de los varios rescatados en aquella ocasión. Actuaron en 2014 en el incendio y derrumbe del depósito de Iron Mountain en el barrio de Barracas, que costó la vida de ocho bomberos y dos rescatistas de Defensa Civil. En 2020 estuvieron en la explosión del local de la perfumería Pigmento en Villa Crespo en el que murieron dos bomberos.
La semana pasada subieron a los andamios emplazados en el Congreso de la Nación y bajaron de allí a un ex policía que amenazaba con tirarse. Y el 23 de junio pasado los efectivos del GER participaron del rescate de los afectados por el incendio de un departamento de un edificio de la calle Ecuador al 1000 en el que fallecieron cinco integrantes de la familia Jabbaz y hubo más de 30 heridos.
Los miembros del GER son bomberos que se graduaron. Mientras están estudiando, los profesores detectan aquellos con actitudes especiales y los reclutan para formar parte de una especie de cuerpo de elite destinado a trabajar en situaciones límite. Pero para entrar al GER hay un exigente examen de ingreso consistente básicamente en pruebas de esfuerzo físico. Si aprueban esa instancia pasan a rendir un test de natación en el que tienen que mostrar velocidad en el nado, realizar flotación forzada y apnea. Si superan ese escollo entran al curso específico que los diferencia del resto de los bomberos tanto desde el punto de vista teórico como también desde el práctico.
Cuando los bomberos llegan a un lugar es porque antes se dieron varios pasos. Se recibieron llamados al 911 en el que la ciudadanía avisa de, por ejemplo, un incendio. Luego la operadora comunica al área de despacho de la Policía, que llama al Comando Operativo de Bomberos. Todo en cuestión de segundos. En ese momento el cuartel de bomberos más cercano al lugar envía una autobomba. Si la situación lo amerita entonces llaman al Grupo Especial de Rescate, que tiene un estricto protocolo de actuación. Si se produce un incendio de un tercer piso inclusive para arriba en un edificio de viviendas o de oficinas actúa el GER. También se desplaza el GER cuando el fuego se desata en un shopping, una escuela, un geriátrico, un teatro, un cine, una galería comercial o un hospital, independientemente de la altura del lugar.
Este grupo especial tiene dos cuarteles. Uno en el barrio de Caballito (al mando del subcomandante Rodolfo Goy) y otro en Saavedra (conducido por el subcomandante Rudolf Stabler). Tienen la ciudad dividida en dos por una línea imaginaria que toma como base la avenida Juan Bautista Justo y a cada cuartel le toca una mitad: al de Saavedra la del norte y al de Caballito la del sur. El GER tiene unos sesenta efectivos cuya edad promedio es de 25 años.
A este régimen de trabajo se lo conoce como 24 x 48. Es decir que están de servicio un día entero y luego descansan dos. Duermen en el cuartel y tienen la obligación de descansar a la hora de la siesta porque les puede tocar un rescate al final del turno y deben llegar en buenas condiciones físicas. Entrenan a la mañana como todos los bomberos pero ellos además tienen un turno adicional de preparación física por la tarde. En ese entrenamiento nadan, corren y suben escaleras cargando peso.
Son los que entran a un lugar con dos misiones: hallar víctimas y sacarlas. En ocasiones encuentran cuerpos calcinados. Y en otros rescates dan con cuerpos llenos de hollín. Muchas veces salvan vidas, otras veces no pueden lograrlo. “Cuando llegamos a una situación de emergencia de magnitud tenemos que saber si hay gente en el lugar. Si es así nuestra tarea primordial es sacarla con vida en el menor tiempo posible”, señaló Giardina.
La semana pasada Infobae asistió a una práctica del GER en el Instituto Superior de Seguridad Pública de la Policía de la Ciudad. Allí los efectivos al mando de Giardina se descolgaron mediante el mecanismo de rapel desde una torre para simular rescatar a un hombre que intentaba suicidarse sentado en el borde de una baranda en altura. Y luego mostraron cómo actuar para sacar a una persona de un edificio incendiado. Lo bajaron mediante el uso de cuerdas por una ventana. Nada de lo que ocurre en los entrenamientos se compara con un rescate verdadero como el sucedido hace unos días en el edificio de la calle Ecuador al 1000.
Giardina, que tiene 21 años de experiencia como bombero y rescatista, le explicó a Infobae qué sucedió cuando llegó al incendio de Recoleta: “Lo primero que se me pasó por la cabeza fue pensar en la situación demandante de trabajo que había, dadas las condiciones del incendio, la cantidad de fuego que había, la posibilidad de propagación hacia los pisos superiores y los gritos de las personas en pidiendo auxilio. Una vez que pude ingresar al edificio noté realmente que la situación era compleja, había que hacer muchos trabajos simultáneos: controlar el incendio y buscar, localizar y retirar a las víctimas, entonces ante esa situación pedí refuerzos, para tener más cantidad de bomberos y poder hacer esas tareas de manera paralela. Otra cuestión que consideré fue que por arriba del piso del incendio había siete pisos más con lo cual había que ir recorrer todos esos pisos que estaban invadidos de humo para buscar a los habitantes de los otros departamentos”.
Y agregó: “Una vez que llegué a la entrada del edificio observé que estaba descendiendo la barquilla del hidroelevador, venía un bombero haciendo le maniobras de RCP a un nenito, me pasó el nenito y lo llevé en mis brazos hasta la ambulancia. Ahí me di cuenta de que la situación iba a ser muy compleja”.
Tuvo que correr por la escalera para llegar al piso siete. En ese trayecto Giardina no usó el aire comprimido que lleva en su tanque porque supuso -con razón- que las tareas de rescate podrían llevar mucho más tiempo que los 30/45 minutos de autonomía que les permite la carga.
El jefe del GER explicó que: “Subí por las escaleras hasta el séptimo piso y cuando llegué al palier me conecté el equipo de respiración autónoma e ingresé al departamento donde se desarrollaba el incendio y junto con otros compañeros pudimos sacar a una mujer y la bajamos con un policía. Él la llevaba de los pies y yo del torso”.
A oscuras en medio del humo los rescatistas deben tomar decisiones en cuestión de segundos: al llegar a un pasillo de un departamento que desconocen deben elegir entre doblar a la izquierda o a la derecha. Si aciertan y encuentran una persona están conformes pero si no aciertan se reprochan el haber elegido el sentido equivocado.
Giardina recordó que una vez finalizadas las tareas en el edificio de Recoleta, uno de sus subordinados le dijo que había rescatado un nenito muy parecido a su hijo. Y que estaba conmovido por ese hecho. El bombero hablaba de Rafit Jabbaz, de tres años, quien murió como consecuencia del humo que aspiró en el incendio.
Los que integran el GER saben que en cualquier rescate estarán frente a una situación límite en cada una de las veces que los convoquen por una emergencia. Pero saben que no pueden detenerse a pensar en el dolor porque unos metros más allá hay otra persona que rescatar.
“Hace 21 años que trabajo en el cuerpo de bomberos y he rescatado chicos, adolescentes y adultos y lo que se viene a la cabeza son sentimientos medio encontrados. Porque hay que seguir. Uno sabe que está sacando una persona que quizás en pocos minutos puede perder la vida, pero uno no está centrado solamente en eso. Hay que manejar esos sentimientos y hay que actuar lo más rápido posible para sacar a la persona con vida”, dijo Giardina.
El jefe del GER , que explica que la premura con la que deben trabajar los obliga a “manejar esos sentimientos” dijo, sin embargo, que un par de oportunidades no pudo lograrlo: “Lo más impactante es lo que me ha tocado en dos ocasiones- en los incendios de Iron Mountain y Pigmento- que es tener que sacar a mis propios compañeros: ahí se pone un poco más difícil porque lo primero que se viene a la mente es que uno podría ser el que esté en esa situación. Es cuestión de poder manejar esa situación y seguir realizando la tarea. En ese caso hay que ser lo más frío posible y dejar los sentimientos para después del incendio”.
Hijo de bombero voluntario, Giardina está casado y tiene dos hijos varones. Uno estudia ingeniería industrial y el otro está en la escuela secundaria. Hasta ahora ninguno manifestó querer seguir con la tradición familiar. Por un lado, Giardina no pierde la esperanza y por el otro, no quiere que les pase a sus hijos lo que les sucede tanto a él como a sus compañeros y subordinados del GER: “Cuando saludamos a nuestras familias en la cena porque vamos a entrar de turno a la mañana temprano, pensamos que tal vez no los volvamos a ver. Y eso no es bueno”.
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