La historia de uno de los primeros instagramers argentinos y el cambio de vida por el que perdió al 90% de sus seguidores

Agustín González llegó a tener 850 mil seguidores en su cuenta de Instagram bajo el nombre Goofy González. Al comienzo de la pandemia, decidió sacrificar la fama que había construido y decidió eliminar todos sus videos. “Hoy todos quieren tener fama y seguidores, sin embargo la verdadera rebeldía es ser uno mismo”, dice, hoy convertido en músico y emprendedor textil

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En el comienzo de la pandemia de coronavirus, lanzó su primer video musical "Rip Comed", en el que le explica a su casi millón de seguidores el por qué de su retiro
En el comienzo de la pandemia de coronavirus, lanzó su primer video musical "Rip Comed", en el que le explica a su casi millón de seguidores el por qué de su retiro

Su nombre en las redes era Goofy González. Fue uno de los primeros influencers de la Argentina hasta 2019 cuando llegó a los 850.000 seguidores. Su especialidad: desde bromas telefónicas hasta parodias de las redes. Desfilaba por los programas más importantes de la televisión nacional, firmó con Netflix, lo convocaron para publicidades en Mercado Libre y Samsung. Hasta que de un momento a otro, Goofy dejó todo, la mitad de sus seguidores lo abandonaron y lo que era una carrera prometedora acabó en un Gonzalez más de la guía telefónica. Él dice que Goofy no murió, solo está pausado.

Su caso generó uno de los interrogantes más polémicos en el mundo de los influencers. ¿Se cansó de la fama o se cansaron de él? ¿La celebridad digital lo agotó? “Quería ser Agustin González, no el personaje y la fama”, dice hoy, a los 29 años, luego de apartarse por casi tres años de las redes sociales. Ya no lo paran por la calle, pero él se siente libre.

“Goofy era un personaje que yo mismo creé y me siento muy orgulloso de haber formado parte. No digo que esté muerto ni que haya terminado, pero está en pausa. Fue muy intenso, trabajó mucho. Cuando Goofy empezó la palabra influencer no existía”, dice de su otro yo en tercera persona. Lejos de lo que todos pensaban que era su manera de ser, argumenta: “En parte era un personaje medio eufórico y hacía caras graciosas. Goofy era el gracioso que hacía reír y veía que cuando me ponía en ese personaje era para que la gente se olvidara de sus problemas. Sin embargo, cuando me veías en casa daba otra cara”.

Goofy González dejó de subir videos cuando empezó la pandemia y ahora se dedica a la música y a emprendimientos

Acostumbrado a entretener a los demás, grabó videos con otros influencers emergentes en aquel momento, como Sofía Morandi, Grego Rosselló y Dario Orsi. En cuanto al proceso de su vida, comenta: “El personaje no es algo que creás de la noche a la mañana. La creación es algo que va surgiendo en el día a día. Hablando con tus seguidores, encontraste una voz que te pareció graciosa, la gente reaccionó, te puede dar su feedback entre lo que le gusta la gente y a vos, pero eso requiere tiempo”.

A pesar de la dicotomía, ambas historias tenían cosas en común, según el artista: “Goofy y Agustin siempre compartieron esa buena energía, desde la buena intención y la predisposición. La energía era parecida, un tipo que le gusta hacer el bien, nunca fue un problema mayor”. Cuando alguien llegaba a su vida, veía algo distinto, una persona con mayor profundidad, incluso alguien religioso y de prácticas diarias.

Aún con el éxito, la fama y el dinero, decidió dar un cambio rotundo en su vida. Quiso dejarlo todo para ya no ser prisionero de la construcción que él mismo había generado. Borró todos sus videos de Instagram: a su manera los enterró. Pero hay algo que nadie sabe y hoy revela: “Grabé más de 250 videos, no disponibles en mi perfil porque ahora me dedico a otra cosa, pero están subidos a YouTube, cualquiera los podría encontrar”. Como si se tratara de un juego de la búsqueda del tesoro, dejó allí su pasado, entre la sombra y la luz. Encontrarlos lleva tiempo, y dar con el correcto es casi un milagro.

"Somos esclavos de la imagen de las redes, pero queda en cada uno permitir hasta dónde llegar. Podemos romper las cadenas. Yo perdí 400.000 seguidores y no me arrepiento para nada", dijo
"Somos esclavos de la imagen de las redes, pero queda en cada uno permitir hasta dónde llegar. Podemos romper las cadenas. Yo perdí 400.000 seguidores y no me arrepiento para nada", dijo

De su pasado influencer, él mismo reconoce no ser un pionero sino el integrante de una legión que modificó los formatos para hacer humor por redes. “El primer Influencer de Argentina no fui yo, fue Cumbio, la que abrió las puertas, Julian Serrano fue un gran pionero como YouTuber, después vinieron los instagramer, y yo fui uno de los primeros, cuando ya estaban Belu Lucius, Santi Maratea. Ahí vengo yo en la historia, cuando es el momento de la camada de Sofi Morandi, Dari Orsi, fuimos los segundos, pero cambiamos el formato, a hacer mas sketchs actuados con un minuto grabando de forma horizontal, que además fuera gracioso y el tipo de formato en video”. Asegura que junto a sus viejos compañeros de escena revolucionó la manera en disfrutar del contenido en las redes.

En 2020, junto con la pandemia, empezó su nueva vida. Lanzó su primer video musical Rip Comed, explicándole a su casi millón de seguidores el por qué de su retiro. Vestido como una estrella de rock, haciendo una fiesta en medio de las restricciones -como si se tratara de una clandestina pero con habilitación ya que fue grabado en un estudio-, surgió su despedida y su renacimiento artístico. Para él, “Rip Comedy fue la canción que lancé: el título significa que la comedia murió, fue un mensaje para mis seguidores, que entiendan que el personaje del comediante se había muerto o había pausado por un tiempo”. A pesar de su gran entusiasmo, solo lo acompañó el 10% de sus fans. “No me dio miedo perder seguidores”, asegura Agustín mientras ordena su biblioteca.

“Los que dejaron de seguir eran los que querían ver mi parte de comediante, y yo quería que se queden los que me bancan por ser Agustín, por quien soy, no por hacer algo en determinado momento. Esto es un mal necesario, hacer una limpieza, una renovación, los que se quedaron por mí están ahí, haga lo que haga”, agrega.

Hace tres años que su presencia en las redes sociales disminuyó. En pandemia también decidió montar su propia marca de indumentaria: Goodchills
Hace tres años que su presencia en las redes sociales disminuyó. En pandemia también decidió montar su propia marca de indumentaria: Goodchills

La música no es su único plan en esta transformación. Ahora desembarcó en un nuevo rubro: la indumentaria. En medio de la pandemia estreno Goodchills, su propia marca de ropa deportiva que se limita a buzos y pantalones. “Hacer ropa era algo pendiente en mi vida -dice-. Aunque no sabía nada del rubro no lo consideré con un miedo sino como un desafío. En la pandemia, con tanto tiempo para pensar y trabajar tranquilo, eso empezó a tomar forma. Hay mucha inspiración. La marca está pensada en películas, en otros artistas, pude hacer que todo tenga sentido, pensar qué identidad tenía la marca. Quería que me represente, que la marca tuviera un propósito, empecé a trabajarlo, vi que solo no iba a poder, necesitaba gente y un equipo, me asocie con mi mejor amigo Felipe y le dimos forma a Goodchils, en un momento tan oscuro de la pandemia. Queríamos transmitir esas buenas sensaciones y vibras, terminando poniéndole ese nombre que quiere decir: una sensación de buenos escalofríos”. Agotaron el stock de las primeras colecciones y ya piensan en inaugurar un showroom en Palermo -por ahora las ventas son online-.

Goofy Gonzáles fue un caso emblemático de cómo los seguidores en las redes sociales encadenan a los influencers, aún a los más exitosos, a un único personaje. “La identidad digital es un 5% de real de lo que constituye a la persona, es toda la información que subimos a redes sociales (ya sea Instagram, LinkedIn, Tiktok) para mostrar quiénes somos o quiénes queremos que el otro perciba que somos, desde a dónde salimos a comer, con quién nos reunimos, dónde trabajamos, qué música nos gusta, entre otras cosas. Todo lo que subimos a redes busca una cierta validación de un otro que se compone de me gusta y comentarios”, argumenta la psicóloga especialista en en trastornos de ansiedad y patologías propias de la era digital, Florencia D´Araio.

“Siempre estamos condicionados por lo que subimos y mostramos. Existe una contradicción entre lo que cada uno es, lo que quiere ser y lo que demuestra. Ese otro puede venir de un padre, o la sociedad misma. No nos cuestionamos y genera cierta carga emocional que puede desencadenar en estrés, malestar muscular, consumo de sustancias. Por ejemplo, una persona que estuvo de novia corta y sube fotos saliendo de fiesta, pero en realidad está todo un domingo llorando. Siempre estamos atravesados por el otro, se necesita mucha aceptación de uno mismo, aceptarse tal cual es”, asegura la especialista.

Sobre la vida de su personaje, expresó: "No digo que esté muerto ni que haya terminado, pero está en pausa. Fue muy intenso, trabajó mucho. Cuando Goofy empezó la palabra influencer no existía"
Sobre la vida de su personaje, expresó: "No digo que esté muerto ni que haya terminado, pero está en pausa. Fue muy intenso, trabajó mucho. Cuando Goofy empezó la palabra influencer no existía"

“No somos esclavos, pero la gente está acostumbrada a un contenido y te sigue por el interés en cierto nicho, y está acostumbrado a tus códigos y formas de expresarte. Si vos lo cambiás de golpe puede parecer algo forzado, como ¿cuál sos vos realmente? ¿El de antes o el de ahora?”, reflexiona el licenciado Rodrigo Safdiye. “Hay que mantener una línea para tener legitimidad, ser orgánico y no algo forzado, a la gente no le gusta que le vendan algo, sentir que uno conoce al influencer, esa conexión uno a uno que te permiten las redes sociales. Alguien decide seguirte por lo que mostrás, no por quién sos”, concluye Safdiye.

A Agustín Gonzáles esa discusión lo tiene sin cuidado. Lejos de una pantalla de un teléfono, se siente más Agustín que nunca, y adelanta: “¿Sabés cómo se va a llamar la nueva colección de ropa? Anxiety (ansiedad en inglés) es mi forma de visibilizar la ansiedad que sufren los jóvenes”, explica. Mientras se prepara para el backstage de su marca de ropa, concluye: “Somos esclavos de la imagen de las redes, pero queda en cada uno permitir hasta dónde llegar. Podemos romper las cadenas. Yo perdí 400.000 seguidores y no me arrepiento para nada. Hoy en día todos quieren tener fama y seguidores, sin embargo la verdadera rebeldía es ser uno mismo”.

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