Raanan Rein: “Me sorprende la obsesión casi patológica de la oposición de tildar de nazi a todo dirigente peronista”

El profesor de la Universidad de Tel Aviv, autor de varios ensayos de historia del peronismo, sostiene que la idea de la Argentina como paraíso para criminales de guerra del 3er Reich es una leyenda promovida en 1946 por el embajador Spruille Braden como herramienta de campaña contra Perón

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El profesor israelí Raanan Rein desmonta el mito de la Argentina como paraíso de criminales nazis

En un libro recientemente publicado en Francia (La novela de los malditos. Esos nazis al servicio de los vencedores después de 1945), su autor, el historiador Eric Branca, describe el modo en que los aliados reciclaron al grueso de los cuadros del aparato del Tercer Reich, independientemente de su responsabilidad en el exterminio de judíos o en la planificación de las sucesivas invasiones territoriales de la Alemania de Hitler, y concluye: “Se ha fantaseado mucho sobre las redes de exfiltración hacia Sudamérica que permitieron a algunos criminales -(Adolf) Eichmann, (Joseph) Mengele, incluso (Klaus) Barbie, que por otra parte fue empleado por la CIA- desaparecer definitiva o provisoriamente del mapa, pero eso no concierne a los ‘peces gordos’ reciclados de los que hablo”.

Esa misma “fantasía” es la que irrita a Raanan Rein y en particular el empecinamiento de quienes la fomentan aun en contra de la evidencia. “No existía un plan para traer cuadros alemanes”, sostiene.

La Argentina como paraíso para criminales nazis es un mito largamente alimentado y acrecentado en el tiempo por un conjunto de voceros que se hacen eco de infundios o de verdades a medias -tanto o más dañinas que la mentira-. Así, nuestro país habría sido el lugar donde estos personajes eludieron a la justicia, mientras que los jerarcas que siguieron en carrera en puestos de relevancia en la propia Alemania y en los países aliados, que a diferencia de Argentina sí tuvieron una política sistemática de reclutamiento del personal desocupado tras la caída del Tercer Reich, quedaron blanqueados y algunos incluso plenamente rehabilitados y honrados por sus contribuciones científicas.

Raanan Rein es un historiador israelí que viene contribuyendo de modo notable a llenar ciertos huecos de nuestra historiografía en los que la investigación rigurosa ha sido sustituida por el mito, la parcialidad y el uso interesado de datos recortados; a saber: la verdadera naturaleza de los vínculos entre Perón y Franco, la relación entre el Estado de Israel y la administración justicialista de 1946 al 55, los vínculos de las colectividades judía y árabe argentinas con el primer peronismo, etcétera. Ha publicado: Entre el abismo y la salvación: la alianza Perón-Franco; Peronismo, populismo y política; Los muchachos peronistas judíos; Los muchachos peronistas árabes; Argentina, Israel y los judíos: encuentros y desencuentros, mitos y realidades; entre otros títulos.

Una de las manipulaciones más flagrantes de la historia argentina contemporánea es justamente el cliché de la Buenos Aires meca de criminales nazis; una constante en las producciones cinematográficas de Hollywood en particular. Lo lamentable, como destaca Rein, es que haya responsables políticos argentinos que se hacen repetidores de esa leyenda negra, como pasó recientemente cuando una líder de la oposición habló del “pacto Perón-Hitler” (sic) y un diputado de Juntos por el Cambio repitió varias fake news en el recinto de la Cámara. Llamativamente, no hubo réplica oficial por parte del justicialismo.

En esta entrevista con Infobae, desde Tel Aviv, Raanan Rein pone el tema en perspectiva, explica también las razones de la neutralidad argentina -otro dato descontextualizado hasta la deformación-, expresa su desazón frente al empecinamiento de algunos en sostener falsas hipótesis pese a las pruebas documentales en contrario, afirma que eso lo obliga a él y a otros historiadores a una “lucha permanente” y adelanta el tema de su próximo libro.

Raanan Rein: "A menudo siento cierta frustración, cuando vengo con una documentación para mostrar otra realidad y mucha gente no quiere escuchar, prefiere mantener ideas fijas y no quiere que la documentación le cree alguna confusión"
Raanan Rein: "A menudo siento cierta frustración, cuando vengo con una documentación para mostrar otra realidad y mucha gente no quiere escuchar, prefiere mantener ideas fijas y no quiere que la documentación le cree alguna confusión"

— Profesor, quiero leerle una frase del historiador Jorge Abelardo Ramos, que decía: “¿Cómo se explica que todos los nazis que fueron a Moscú eran socialistas; los que fueron a Estados Unidos o a Londres eran liberales; y los únicos nazis que eran nazis fueron los que vinieron a la Argentina?”. ¿Qué opina de esa frase? ¿Hay algo de verdad en ella?

— Hay mucha verdad en esta frase y me gusta mucho porque él sí adopta la perspectiva comparativa que es muy necesaria al hablar de este tema tan grave. Tengo que admitir que me sorprende una y otra vez esta obsesión casi patológica de la oposición de tildar a cualquier dirigente peronista desde Perón en el 45 hasta Alberto Fernández hoy en día como nazis. Y es lamentable porque de esta manera no hay posibilidad de una discusión seria sobre temas de importancia, temas sociales, económicos, políticos, y vuelve la discusión en un eslogan de la Unión Democrática de fines de 1945 y principios de 1946.

— Usted estuvo recientemente en un congreso en Viena, organizado por el Centro Simon Wiesenthal, donde se habló de cómo se organizó la salida de los nazis de Europa, o su reciclado. Y usted ahí dijo que el origen del mito de la Argentina como paraíso de los nazis es la primera campaña presidencial de Perón, en 1946.

— Sí, exacto. Desde la publicación del llamado Libro azul, escrito por el Departamento de Estado de los Estados Unidos bajo la inspiración del embajador Spruille Braden sigue esta imagen, primero, de una neutral Argentina que fue pro Eje y, después, de la entrada de una cantidad enorme de criminales de guerra, de nazis, a la Argentina. A partir de ese momento y hasta el debate que surgió luego de años a raíz de la intención de emitir un billete con la imagen de Ramón Carrillo [N. de la R: en mayo de 2020, el anuncio del gobierno de la elección de esa personalidad para ilustrar un billete generó acusaciones contra el sanitarista de simpatizante nazi, sin aportar la menor prueba], escuchamos una y otra vez los mismos argumentos, una y otra vez que Perón era nazi, que bajo la Presidencia de Perón Argentina adoptó una política en pro del Tercer Reich. Que en la Argentina entraron miles de criminales de guerra nazis. etcétera, etcétera. El tema es, y debo confesar que a menudo siento cierta frustración, que cuando vengo con una documentación para mostrar otra realidad la gente no siempre quiere escuchar. Es decir mucha gente prefiere mantener unas ideas fijas y no quiere que la documentación le cree alguna confusión, entonces sigue con este mito de una Argentina como un paraíso para criminales de guerra nazis, de un Perón y un movimiento político pro nazi. Es una tarea que significa una lucha permanente por parte de muchos de nosotros los historiadores.

— En el libro Los malditos, le historiador francés Eric Branca reconstruye la forma en que los vencedores de la guerra, la Unión Soviética y Estados Unidos principalmente, reciclaron a jerarcas nazis. Y es impactante ver que algunos llegaron a ocupar posiciones políticas de relevancia en Alemania Occidental, como eurodiputados y uno hasta fue Canciller. Otro, organizó el servicio secreto alemán. Desmiente el argumento de que los jerarcas nazis reciclados por los aliados eran científicos. Usted adelanta una cifra de unos 50 o 60 criminales de guerra que habrían venido a Argentina. Ahora bien, muchos dan por sentado que si un nazi logró venir a Argentina como vino Eichmann, con una identidad falsa, necesariamente lo tenía que saber el gobierno. ¿Es así?

— No, no, para nada. Pero a la gente le gusta creer en teorías conspirativas. Es como si en la Casa Rosada estaban sentados analizado cómo traer a éste o al otro. Entraron sí varias decenas de criminales de guerra, es decir demasiados, pero entraron con una documentación falsa, con ayuda del Vaticano, o por lo menos de gente clave en el Vaticano, con la ayuda de la Cruz Roja Internacional, a veces con sobornos a diplomáticos argentinos en uno u otro consulado. Y el caso de Eichmann muestra precisamente que no es que él gozaba de un trato VIP en Argentina. Cuando los agentes del Mossad llegan para secuestrarlo no podían creer que un general nazi tan importante viviera en una casa tan pobre en las afueras de Buenos Aires. Es otro mito. A veces la gente también confunde la entrada de alemanes que escapaban del Reich con la entrada de criminales de guerra. El criminal de guerra es una categoría judicial o legal y por lo tanto cuando en algunos textos de los años 80 leí acerca de la entrada de miles de criminales de guerra me quedé un poco paralizado. No lo pude creer.

— Usted hablaba de la responsabilidad de la oposición en sostener esta mentira. Hace poco una dirigente opositora habló del pacto Perón-Hitler, lo que revela incluso un problema de cronología… Pero esto se relaciona con el tema de la famosa neutralidad argentina. Se olvida que fue transversal. No hubo un partido que fue neutral y otro que no lo fue, sino que había dentro del conservadurismo o dentro del radicalismo personas que eran pro Eje o germanófilos, y otros que estaban con los Aliados. La neutralidad fue casi una política de Estado que se impuso más allá de los partidos.

— Correcto. Argentina tenía ya una tradición de neutralidad que venía de la Primera Guerra Mundial, con Yrigoyen. Además, entre septiembre de 1939 y fines de 1941, también los Estados Unidos mantuvieron su neutralidad. Más tarde, documentación de la embajada norteamericana en Buenos Aires indicaron que la política de neutralidad gozaba de mucho apoyo de la opinión pública argentina. Además, hay que tener en cuenta que los Estados Unidos tenían sus intereses y los ingleses los suyos. Para Gran Bretaña era súper importante que la Argentina mantuviera su política de neutralidad y de este modo pudiera seguir enviando carne, granos, a la población sitiada de Inglaterra. Los ingleses veían a la Argentina como una ayuda importante para poder enfrentar la agresión alemana. Entonces, hablar nada más de una política de neutralidad pro Eje por el caso Osmar Hellmuth, que en 1943 se detuvo camino a Alemania con la idea de hacer algún negocio triangular entre la España neutral, Argentina y Alemania, me parece casi ridículo. Si uno piensa en la política argentina con respecto a los armamentos, tiene que tener en cuenta por un lado que los Estados Unidos estaban boicoteando a la Argentina a partir de 1942, mientras seguían mandando armamento a Brasil, y si Argentina fracasó en este intento específico de comprar armas alemanas, Turquía sí compró armas de Alemania, Suecia vendió armas a Alemania, la España franquista no fue neutral sino que apoyaba al Eje, y ninguno de estos países sufrió el mismo castigo que la Argentina después de terminada la Segunda Guerra.

— Hay otro caso que su usa mucho contra Perón que es el de Otto Skorzeny, que en realidad vivía tranquilamente en España, como un empresario próspero y se movía por el mundo sin problemas. Pero su breve paso por la Argentina lo convirtió enseguida en colaborador o guardaespaldas de Perón. ¿Cuántos cuadros alemanes realmente reclutó Perón con la misma finalidad con la cual Estados Unidos reclutó a Wernher von Braun?

— Mira, la intención era reclutar científicos, técnicos, ingenieros como (Ronald) Richter para el proyecto nuclear. Como Kurt Tank para la industria aeronáutica, etc. Etcétera. No existía un plan para traer cuadros alemanes. Sí entró casi toda la cúpula croata a la Argentina, en parte por gestión del Vaticano. Una vez que los tanques soviéticos entran en los Balcanes, el Vaticano teme por la suerte de los católicos en esta zona, en esta región. Pero cuadros alemanes, muy pocos. Algunos tenían cierto cargo importante en la destrucción del pueblo judío sin ninguna duda. El tema no es solamente la entrada, hay que ver también la extradición de estos criminales de guerra. No es que una vez que cayó Perón en el 55 los gobiernos posteriores, militares o civiles, estaban dispuestos a extraditar a estos criminales de guerra. Por lo tanto el enfoque nada más en la entrada de criminales de guerra es una manera para la sociedad argentina de no darse cuenta que tuvo esta posibilidad también por no extraditar a estos criminales de guerra a la Alemania Occidental, a Francia, a Bélgica y otros países.

— Durante el gobierno de Carlos Menem se creó una Comisión independiente desde la Cancillería para investigar este tema. Pero después no hubo mucha publicidad sobre sus conclusiones. ¿Usted conoce ese trabajo?

— Sí, la famosa CEANA [Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la República Argentina] creada durante la presidencia de Menem. Sí, presentaron varios informes y la Comisión incluyó algunos historiadores destacados argentinos y extranjeros. El gran error fue la poca difusión que se dio a estos informes, sobre todo dentro de la Argentina, porque parece que el gobierno de Menem estaba preocupado por la imagen del país en el exterior y por lo tanto la mayor parte de las publicaciones, que no fueron muchas, se hicieron en revistas internacionales, en foros en distintos países, incluyendo el Estado de Israel, y no tanto en la Argentina. A diferencia de Comisiones de Verdad en otros países donde sí se creó de inmediato un website con los informes y el público tenía acceso libre a estos informes y se organizaron coloquios, charlas, eventos, para difundir el resultado de la investigación. Eso casi no se hizo en la Argentina y por lo tanto se quedó como en nada y es una lástima. Yo hablé con varios miembros de esta Comisión. La documentación que tenían a mano estaba limitada; es muy probable que muchos documentos por una razón u otra no llegaran a los archivos nacionales, estatales, y por lo tanto los informes están basados en la documentación que tenían a su alcance. Pero la opinión que se formaron después de analizar esta documentación está en línea con lo que yo estoy intentando promover desde hace muchos años.

Rein: "La opinión que se formaron los expertos de la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la República Argentina (Ceana) está en línea con lo que yo estoy intentando promover desde hace muchos años"
Rein: "La opinión que se formaron los expertos de la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la República Argentina (Ceana) está en línea con lo que yo estoy intentando promover desde hace muchos años"

— Tarea para el canciller Santiago Cafiero entonces: publicar las conclusiones de la Ceana en la Argentina. Tengo entendido que durante la presidencia de Perón, del 46 al 55, hubo una buena relación con el Estado de Israel. ¿La imagen de la Argentina en Israel ha cambiado desde entonces? ¿La opinión pública israelí piensa hoy que la Argentina fue un refugio de nazis? ¿O persiste esa tradición inicial del buen vínculo?

— Las relaciones durante las primeras dos presidencias de Perón con el Estado de Israel eran excelentes sin ninguna duda. Sin embargo, en los años posteriores, en parte por la relación triangular entre el Estado de Israel, la comunidad judía organizada de la Argentina y el gobierno argentino, y en parte por la fascinación que la gente tiene con temas relacionados con el nazismo, y también por la gran influencia de la cultura popular norteamericana aquí en Israel, en la que la imagen de una Argentina que tiene buena carne y muchos nazis sigue siendo…

— Sí, no solo nazis, usted habrá notado que cada vez que un criminal se quiere escapar de algo dice “me voy a Buenos Aires o a Río”. Buenos Aires o Río, de cualquier delito que quieran escapar parece que acá es el lugar…

— Exacto, sí. Hasta en la serie Seinfeld esto apareció. Así que hoy en día lamentablemente la imagen que tienen muchos israelíes de la Argentina es casi unidimensional a diferencia de una mirada mucho más compleja, con muchos matices, que caracterizaba la sociedad israelí de los años 50.

— Otra tarea para la cancillería. También sucede que se identifica a las entidades de la comunidad judía y sus posiciones con lo que piensa el gobierno de Israel. Cuando en realidad no necesariamente es así.

— Sí, sobre todo porque en la Argentina, al igual que en Brasil o en los Estados Unidos, la mayoría de los judíos nunca se ha afiliado a las instituciones comunitarias, y por lo tanto cuando éstas hablan en nombre de los argentinos de origen judío es problemático. Hablan en nombre de las instituciones comunitarias pero no pueden hablar en nombre de todos los argentinos de origen judío.

— En el libro que le mencioné, Pierre Branca dice que a Klaus Barbie en realidad es la CIA la que lo introduce en Bolivia. Es un ejemplo más del rol que tuvieron en esto los servicios occidentales.

— Los servicios secretos operan según otros criterios y por lo tanto usan cualquier fuente sin importar su pasado, su origen ideológico, etcétera. De hecho, Walter Rauff, por ejemplo, al principio se refugia en Siria y ahí se conecta con los cuadros nazis más importantes, pero una vez que cae el gobierno allí es el Mossad israelí el que le ayuda a salir de Siria, a cambio de información acerca de lo que sucedía en Siria, y después termina en Chile. Willem Sassen, por ejemplo, al que conocemos por las entrevistas con Adolf Eichmann publicadas en la revista Life a principios de los años 60, trabajó también para el Mossad de Israel y era nazi. Ya has mencionado los casos de los servicios secretos de la Alemania Occidental. No es que solamente tenían en su dirigencia a ex nazis sino que usaban las redes de los nazis en Sudamérica para tener información acerca de distintos procesos políticos o distintos sucesos. Así que la CIA, el Mossad, el servicio secreto alemán, la KGB, cada servicio intentó reclutar gente e intentó conseguir información de cualquier persona sin que no importara nada acerca de su pasado.

— ¿Está trabajando en algún tema referido a la Argentina?

— Bueno, el nuevo libro mío, que se va a publicar dentro de seis semanas más o menos, primero en inglés, está dedicado a la autodefensa judía en Argentina y Uruguay en los años 60. Es decir, cómo reaccionó la comunidad judía en estos países frente a la violencia antisemita de organizaciones como Tacuara, la Guardia Restauradora Nacionalista, etcétera. La violencia antisemita provocó una violencia en contra de los antisemitas y se organizaron grupos de autodefensa judía con entrenamiento con armas en distintos lugares, dentro y fuera de la Argentina, con la ayuda de israelíes. Esto no se limitaba nada más a proteger la seguridad de instituciones judías, de templos judíos durante las fiestas, etcétera, sino que asumieron una política proactiva en algunos casos, quemaron imprentas de literatura antisemita, golpearon a distintos matones de Tacuara y hasta habrían matado a algunos. Hay muchos detalles allí acerca de este tipo de actividades. El libro se va a publicar en español el próximo año por Sudamericana en Buenos Aires y después habrá una edición en hebreo aquí en Israel.

— ¿Pudo encontrar fuentes sobre esto? Porque es un tema realmente novedoso, muy poco conocido.

— Es cierto. La mayor parte de las fuentes están en el archivo del Mossad y los investigadores no tenemos acceso a él ni lo vamos a tener en los próximos 50 años. Sin embargo, sí logré encontrar documentos en el archivo de la Cancillería israelí, en archivos de organizaciones judías norteamericanas como el American Jewish Committee, y en archivos de distintos partidos políticos israelíes. Además hice una serie de 130 entrevistas con ex militantes en estas organizaciones de autodefensa judía.

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