El 1° de Julio de 2022 se cumplirán 48 años del fallecimiento del Gral. Juan Domingo Perón, el hombre de más importancia política en la Argentinas del siglo XX, que ha dejado un gran impacto hasta el presente, tanto en sus partidarios como en sus detractores. Tuve la oportunidad histórica de convivir con él horas enteras en momentos de cambios políticos profundos, y por ello, en compañía con el doctor Carlos Seara que integró el equipo médico que lo cuidó desde noviembre de 1973 hasta su muerte, publicamos en 2006 el libro Perón, testimonios médicos y vivencias, declarado en 2008 de interés parlamentario por el Honorable Senado de la Nación, donde relatamos numerosas historias y testimonios vividos junto a él hasta su muerte.
Mi padre, el doctor Pedro Cossio fue su cardiólogo de cabecera desde el 26 de junio de 1973 hasta el 1° de julio de 1974. Y desde el 29 de junio de 1973 personalmente estuve con el general Perón en su cuarto en el primer piso de su domicilio en la calle Gaspar Campos, de 10 de la mañana a 10 de la noche, hasta mediados de julio, controlando su evolución médica.
Después y hasta su muerte le realicé numerosas visitas de control. El general Perón en ese momento “no quiso ser internado en ningún nosocomio” por seguridad ya que estaba convencido que ciertos “grupos revoltosos” lo querían matar. Precaución que tomó hasta el final de sus días, por ello nunca fue internado. Era tal la inseguridad que tenía que cuando asumió la Presidencia de la República el 12 de octubre de 1973, recién se mudó a la residencia de Olivos en enero de 1974, porque hasta entonces ahí no se sentía seguro.
En junio y julio de 1973 fui testigo del gran fastidio que el general Perón sentía por Héctor Cámpora, entonces todavía Presidente, a quien en por lo menos dos ocasiones no lo recibió pese a haber visto por el noticioso de televisión que entraba a su casa a visitarlo. Ahí comprendí que los días de Cámpora como Presidente estaban contados.
El fastidio con Cámpora se enfocaba en cómo había sido manejada la amnistía del 25 de mayo de 1973, liberando a todos los presos de Villa Devoto. “Hasta los presos comunes”, decía. Tampoco aprobaba los nombramientos de Esteban Righi como Ministro del Interior, ni de Juan Carlos Puig como Ministro de Relaciones Exteriores. También estaba muy afectado en cómo se había organizado el acto del 20 de junio en el puente de Ezeiza. Me dijo dos o tres veces: “Ahí me querían matar”.
Estos hechos ocurrían durante la recuperación de su segundo infarto de miocardio, ya que en ese momento se pudo determinar que posiblemente en noviembre de 1972, previo a su primer retorno a la Argentina, había padecido un infarto que pasó desapercibido hasta meses después. Su recuperación fue buena, sin inconvenientes, hasta que es reelecto Presidente de la República por una abrumadora mayoría. A los pocos días grupos terroristas asesinan cruelmente al entonces Secretario General de la CGT José Ignacio Rucci, hecho que produce un enorme impacto emocional en Perón.
En noviembre de 1973, y todavía viviendo en Gaspar Campos porque no se sentía suficientemente seguro en la residencia de Olivos, hace un edema de pulmón, hecho por el que se decide designar una guardia de médicos jóvenes altamente capacitados que lo acompañen permanentemente.
Así transcurrió su vida pública y médica, hasta el 19 de Enero de 1974, día del cruel ataque terrorista al cuartel de Azul, donde esa noche vestido con su uniforme de general de la Nación y con la plana mayor del Ejército detrás suyo condena duramente ese cobarde ataque y denomina a los atacantes como “psicópatas asesinos”.
Transcurren luego los meses y el 1° de Mayo de 1974, en un acto multitudinario en Plaza de Mayo enfrenta a la juventud montonera y los llama “estúpidos e imberbes”. Todo este hecho produce un gran impacto emocional en él, y a partir de ahí se reaviva su enfermedad coronaria empezando a tener dolores por angina de pecho.
Ocurre luego el viaje a Paraguay, extenuante en todo sentido aún para la gente joven que lo acompañaba, y a su regreso comienza a tener dolores al pecho cada vez más seguidos, lo que preanunciaba un nuevo infarto de miocardio. Y esto ocurrió en la madrugada del 27 de junio de 1974. Intenso y prolongado dolor al pecho, que se repite esa mañana pero ya con manifestaciones de un tercer infarto de miocardio acompañado con signos de insuficiencia cardíaca y de cierta falla renal. El cuadro se fue agravando en las horas siguientes por lo que se comienza a vislumbrar un mal pronóstico.
El 29 de Junio se decide trasmitirle el mando a la vicepresidente María Estela Martínez de Perón, pero como acto previo y por expresa indicación del presidente Perón, se prepara, redacta y firma el Decreto N° 1848 donde se acepta la renuncia como Embajador de México del doctor Héctor J. Cámpora, pero exprofeso se omiten “agradecer los importantes y patrióticos servicios prestados” para dejar esto como mensaje a la historia y a sus partidarios del disgusto que sentía por él.
Perón fallece el 1° de Julio de 1974 a las 13:15hs. Pero antes, desde las 10:15, y debido a un paro cardíaco, es sometido a maniobras de resucitación hechas por sus jóvenes médicos que lo asistían.
En el libro El último Perón el doctor Jorge Taiana insinúa haber intervenido en las maniobras de resucitación, hecho que no fue así. Es más, en un momento hubo que asistirlo a él por tener un malestar emocional. También, ninguno de los médicos presentes en esos momentos presenció esa supuesta escena de José López Rega con los pies de Perón. Si existió, debió ser mucho menos notable de como se la relata ahora.
Además, Taiana nunca relató que a Perón lo primero que se le hizo fue colocarlo en el piso para hacerle las maniobras de resucitación, y él sólo refiere haberlo asistido en la cama.
Analizando todos estos hechos surge claramente que el general Perón tuvo cada uno de sus tres infartos relacionados con episodios de emoción intensa:
-El primero en Noviembre de 1972 relacionado con su viaje de retorno a la Argentina.
-El segundo con la emoción de su segundo retorno, y con el tremendo disgusto de lo que aconteció en Ezeiza. Quiero recalcar que siempre pensó, y murió convencido, que en Ezeiza grupos de izquierda lo planeaban matar para a partir de ese hecho iniciar su revolución.
-Y el tercer infarto, y por el cual fallece, es inducido e iniciado por el tremendo disgusto del acto del 1° de Mayo. Como médico no me cabe ni la menor duda de ello.
Todo esto que relato es parte de la historia argentina, por ello lo hago, para que las próximas generaciones sepan claramente qué es lo que ocurrió en ese momento tan trascendente de nuestra historia, y no que ocurran desviaciones u omisiones de la misma con otras intenciones.
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