En la madrugada del 18 de junio, Juan Domingo Perón presentó dolores de pecho cada vez más intensos, indicando una reagravación de su enfermedad cardíaca, según recordó el doctor Pedro Ramón Cossio en Perón, testimonios médicos y vivencias (1973-1974). Como resultado de estas dolencias el primer mandatario se quedó en la Residencia de Olivos atendiendo cuestiones de gobierno, “por un estado gripal” según los diarios. En esa situación, recibió al Ministro de Economía José Ber Gelbard junto con el titular de la CGR, Julio Broner, y los dirigentes empresarios Alfredo Concepción, José Carlos Piva y Bartolomé Abdala.
Al finalizar la reunión Perón no se hizo presente en la conferencia de prensa y Gelbard anunció la gran paritaria, para considerar la cuestión del aguinaldo completo, para el 24. A su vez, el Ministro de Defensa, en reunión con los comandantes generales, consideró los detalles de la cena de camaradería que se ofrecería con motivo del 9 de julio, en la que Perón sería el único orador.
Todo seguía sus trámites normales, en general nadie presumía que se produciría un desenlace mortal. Sólo muy pocos estaban al tanto de lo que se podía avecinar. A través del coronel Corral, Jefe de la Casa Militar, María Estela Martínez de Perón y José López Rega se enteraron de la situación. El Ministro de Bienestar Social volvió a la Argentina el 20 de junio, Día de la Bandera. Al bajar en Ezeiza, López Rega declaró que las razones de su regreso antes de finalizar el viaje de la Vicepresidenta, previa estadía en Roma, fue para “conectar a la señora con gente de esa ciudad donde tengo relaciones, pero aquí tenía muchas tareas pendientes y había quedado en volver”. Sobre la salud de Perón informó que “está perfectamente, sólo tiene un resfrío parecido al mío, pero ya anda bien. Me he enterado al llegar que la gente está preocupada y se ha desatado una ola de rumores…”.
“Che, Fernando, lo del Viejo es grave sin joda. Hace un rato, Taiana nos pasó el dato cierto: la cosa no tiene vuelta atrás. El Brujo la hizo volver de raje a Isabel de Europa”, fue el diálogo entre dos dirigentes de Montoneros, enterados por uno de los médicos presidenciales del cuadro clínico del Presidente de la Nación, según escribieron Eduardo Anguita y Martín Caparrós en La Voluntad. ¿Y el secreto profesional dónde había quedado? Al día siguiente los diarios relataron que el Perón había compartido una reunión de gabinete de dos horas y cincuenta minutos en la que López Rega había informado sobre los primeros tramos de la gira europea de la Vicepresidenta. Perón había iniciado sus actividades analizando el despacho con el Secretario Técnico de la Presidencia, Gustavo Caraballo. La misma, escueta y genérica información, sobre la actividad presidencial fue entregada a los diarios.
Isabel, mientras tanto, había llegado a Madrid. Almorzó con el “Caudillo” Francisco Franco y fue condecorada con la orden de Isabel la Católica durante una ceremonia realizada en el Palacio del Pardo. Luego de estas actividades la Vicepresidenta se dirigió a la Quinta 17 de Octubre, en Puerta de Hierro, y le dijo al corresponsal de Clarín, Justo Piernes: “Todos nos podemos ir a descansar porque no pienso salir hasta mañana”.
“El Presidente convalece del estado gripal” tituló La Prensa en su edición del miércoles 26 de junio, agregando que trabajaba en el chalet de Olivos y que había recibido al doctor Gustavo Caraballo, los coroneles Juan Carlos Corral y Vicente Damasco y al jefe de la SIDE, general (RE) Alberto J. Morello. También se informó que había llegado a la Argentina el embajador en México, Héctor J. Cámpora. La excusa que dio su hijo Héctor fue que había venido a preparar la visita que debía hacer al país, el próximo 17 de julio, el presidente mexicano Luís Echeverría.
El título más importante de La Prensa, a cuatro columnas, sin embargo correspondió a otra noticia: “Fue secuestrado en La Plata el director del diario ‘El Día’”. El hecho fue realizado, a las 9:30 de la mañana del 25, por un grupo comando de gente joven que lo raptó en la diagonal 77 entre 1 y 2, cuando se desplazaba en cuatro automóviles. David Kraiselburd era en ese momento vicepresidente de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas y presidente de la agencia informativa Noticias Argentinas (NA). El hecho fue conmocionante dada la importancia y jerarquía de la víctima. A las pocas semanas se supo que había sido asesinado por Montoneros, de acuerdo a un informe que recibió la presidenta de la Nación semanas más tarde de la muerte de su esposo. El secuestro y asesinato del reconocido empresario periodístico descartaba de plano las versiones que Montoneros hizo trascender años más tarde, en cuanto a que en vida de Perón se pensaba en un acercamiento, una reconciliación, a través de conversaciones mantenidas entre Duilio Brunillo (interventor en Córdoba y según algunos rumores de esos días “probable sucesor” de Benito Llambí en el Ministerio del Interior) y el dirigente juvenil Juan Carlos Dante Gullo que estuvo sentado al lado de Mario Eduardo Firmenich cuando se dio la conferencia de prensa anunciando el pase a la clandestinidad de Montoneros. Gullo también se “clandestinizó”, pero previamente presentó a Ismael Salame para mantener contactos de superficie). El mismo día del secuestro de Kraiselburd hubo una cadena de atentados con bombas en La Plata y Rosario.
Un comunicado de la Presidencia de la Nación informó que el presidente Perón inició sus actividades a las 8.30 y finalizó a las 11.30, habiendo conversado con el coronel Vicente Damasco, José Ber Gelbard y José López Rega. Perón estaba atravesando sus peores días y la Cámara de Diputados de la Nación sancionó el proyecto de ley para erigir el Altar de la Patria. También se informó a la prensa que la Vicepresidenta llegaría el viernes de Madrid. No se decía por qué adelantaba su viaje. Eran todos murmullos que no se atrevían a publicar en los diarios.
“¡Gracias a Dios el general Perón se recupera favorablemente y a la mayor brevedad posible se reintegrará totalmente a sus funciones. En esta casa parece que entró la gripe con fuerza y no nos quiere dejar… que hasta yo, que soy bastante resistente, la he contraído. Tal es así que el general Perón y yo nos levantamos para atender a los ministros y luego de cumplir con ellos cada uno se reintegra a su dormitorio”, explicó José López Rega en la tapa de La Razón del viernes 28 de junio.
“Tengo la satisfacción de poder decir que he encontrado al señor Presidente muy bien, con estado de ánimo magnífico y en una franca recuperación médica”, no pudo dejar de sostener el canciller Juan Alberto Vignes (a quien no se le permitía entrar a la habitación de Perón). La misma edición tituló con el retorno de la Vicepresidente desde Madrid y del Ministro de Economía de Lima, Perú.
La situación se asemejaba a una tragedia griega: todos intuían que algo grave sucedía, todos sabían qué podía ocurrir si Perón moría, pero nadie se atrevía a decirlo en voz alta. En esas horas, mientras el Presidente peleaba contra la muerte, el Peronismo de Base “17 de Octubre” que lideraba Carlos Caride se unió a Montoneros. Previamente anunció la disolución del PB-17 (pasó a ser la Columna Oeste de Montoneros) para aceptar la conducción de Mario Eduardo Firmenich y Roberto Quieto.
Las palabras de buena ventura que pronunciaron López Rega y Vignes, el día anterior, chocaron contra la dura realidad pocas horas más tarde, cuando La Razón del sábado 29 tituló a toda página: “Perón delegó el mando, asumió la Primera Magistratura del País la Vicepresidenta de la República” que “lo ejercerá hasta tanto restablezca su salud el Presidente de la Nación”.
Isabel dijo en un discurso transmitido en cadena a las 14.20 que dada “la marcha ascendente del país obliga a una intensificación de los esfuerzos”, por tal razón, Perón “de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 75 de la Constitución Nacional, ha resuelto delegar el ejercicio de la Presidencia de la Nación…”. Tampoco pudo evitar hablar el titular de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri: “Después de la crisis que soportó en la madrugada, el general Perón está descansando y está bastante recuperado”. Desde todos los costados del arco político e institucional se dieron mensajes de solidaridad a la esposa de Perón. En ese sentido sobraron las declaraciones. Según el semanario de circulación restringida Última Clave, después de la ceremonia de transferencia del mando presidencial, el Ministro del Interior se instaló en su piso de la avenida del Libertador y recibió en forma sucesiva a dirigentes de un buen número de partidos políticos. Todos plantearon una coincidente queja: “El ocultamiento con que se había manejado la información sobre la enfermedad de Perón en nada beneficiaba al país ni al gobierno; se engañaba a la opinión pública y se daba pie para todo tipo de rumores”. Al día siguiente se dieron dos partes médicos.
Un hecho que no pasó desapercibido para La Nación del domingo 30 de junio fue la sorpresiva llegada del embajador argentino en México, Héctor J. Cámpora, con la excusa de realizar gestiones relacionadas con la próxima visita del presidente de México a la Argentina.
La Cancillería dejó trascender que no había sido autorizado a viajar, obligación que debe anticipar cualquier Jefe de Misión. Su precipitado viaje tenía que ver con la enfermedad de Perón y su presencia había sido requerida con “urgencia” por la Juventud Peronista de las Regionales (Montoneros). Imaginaban la “herencia” del líder del peronismo. La cancillería hizo saber que la eventual visita del presidente mexicano iba a ser tratada de “cancillería a cancillería”, y el columnista vaticinó el alejamiento del ex presidente Cámpora. Todavía no se conocía que Perón lo había despedido de las actividades diplomáticas sin agradecerle “los servicios prestados”, una fórmula usual en el Palacio San Martín. Al respecto dijo el doctor Pedro Ramón Cossio (h): “El otro hecho al que yo le doy mucha importancia, mucho más de lo que la historia le está queriendo dar es la firma de la aceptación de la renuncia de Cámpora como Embajador, que fue claramente, se lo expresó a mi padre, pero clarito… Primero papá escuchó cuando dio instrucciones de que se omita a propósito agradecerle sus importantes y patrióticos servicios prestados. Es decir, no fue una omisión involuntaria sino una omisión voluntaria de él, como acto ya de descartarlo a Cámpora de su movimiento por lo disgustado que estaba. Porque él quedó con la impresión de que se vino de México cuando supo que Perón estaba muy enfermo a ver qué recogía. No sé si me entiende, anduvo por acá a fines de junio el 74 antes de que Perón muera, poco antes, porque iba a ver algún tipo de movimiento político con el asunto éste de su muerte o de su enfermedad”.
-Sí y él firma el decreto aceptando la renuncia de Cámpora, preguntó el autor de la nota.
Pedro Ramón Cossio: -Claro, él firma y papá es el que le pone el almohadón en la cama, cuando se sienta en la cama un poco, le pone el almohadón, algo blando, y perfora el decreto con la lapicera mientras pone la firma.
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