En la tarde del 5 de octubre de 1916 Francisco Netri, un abogado italiano que a los 23 años había emigrado a Argentina, caminaba por las calles de Rosario. Se dirigía a la sede de la Federación Agraria Argentina cuando en la esquina de Mitre y Urquiza, un individuo le cortó el paso y le disparó a quemarropa. Netri alcanzó a correr a una peluquería cercana y en el patio trasero, se desplomó. Sus últimas palabras fueron “asesino…”
El muerto estaba involucrado, desde cuatro años atrás, con los chacareros y colonos en sus reclamos hacia los propietarios de la tierra. Era un referente de los trabajadores del campo y especialmente del movimiento que había estallado en 1912. Más de uno se la tenía jurada.
El país obtenía fuertes ganancias con los productos agrícolas que exportaba. La tierra era trabajada por la masa de inmigrantes, que eran sometidos a contratos cuyas condiciones los perjudicaban notoriamente. Para fines de 1910, los propietarios exigían a los chacareros entre el 32 y el 40% de la cosecha como arrendamiento anual de sus campos; la obligación de usar su maquinaria, además de comprarle las bolsas y venderle el 68% de lo cosechado, entre otras condiciones.
La sequía de 1911 fue demoledora para los arrendatarios. Por la cosecha de maíz se pagaron precios irrisorios, pero la del año siguiente fue muy buena. Aun así, las ganancias de los colonos fueron insuficientes para pagar las deudas que tenían con los dueños de los campos que trabajaban y con los almacenes donde adquirían los insumos, muchos de los cuales pertenecían a los terratenientes. La constante de esos chacareros era la amenaza del embargo de sus bienes.
En ese marco, estalló una huelga que pasó a la historia como “el grito de Alcorta”.
El germen de malestar tuvo su epicentro en las localidades de Alcorta, Bigand y Bombal, en la provincia de Santa Fe, y se destacaron chacareros con ideas socialistas, anarquistas y socialdemócratas. Reclamaban una reducción en los arrendamientos, contratos de cuatro años y libertad de contratación.
A partir de abril de 1912 comenzaron a reunirse de noche, para no levantar sospechas, en la chacra de Francisco Bulzani, un maestro rural, a quien se considera el motor inicial de la protesta agraria. Otros de los promotores fue Angel Eugenio Bujarrabal, un comerciante socialista, que solía ayudar con dinero a los chacareros. En el sótano de su negocio, en el centro de Alcorta, entre los cajones de mercadería, discutían qué hacer Damián Arfinetti, Domingo Rigotti, Nazareno Lucantoni, Francisco Menna, el propio Bulzani y tantos otros.
Además de Netri, los asesoraba legalmente Juan Luis Ferrarrotti, los que nunca cobraron por sus servicios.
Otros de los que hicieron causa común con los chacareros fue el cura párroco de Alcorta, José Netri, hermano del abogado. Tuvo conflictos con todos: con los altos dignatarios eclesiásticos, que nunca le perdonaron su identificación con los huelguistas. También con muchos de los chacareros de extracción socialistas y anarquistas, que en un primer momento vieron al cura como un espía de los terratenientes.
Se la terminarían cobrando: estuvo preso dos meses en Rosario sospechado de pertenecer a la organización criminal “la mano negra”, una acusación inverosímil con el que intentaron quitarlo de escena. Su otro hermano, Pascual, cura párroco de Máximo Paz, también se había plegado al movimiento.
Al finalizar la misa, Netri organizaba reuniones en el atrio de la iglesia y usaba el púlpito para arengar a los colonos.
Cuando consideraron que los reclamos debían darse a conocer y lanzar la medida de fuerza, propusieron celebrar una asamblea. Fue el 25 de junio en los salones de la Sociedad Italiana de Alcorta. Esa mañana amaneció fría y lluviosa, pero cerca del mediodía sopló un viento pampero que despejó el cielo. Para las tres de la tarde, dos mil chacareros se agolpaban en el salón y en la calle.
“No hemos podido pagar nuestras deudas y el comercio, salvo algunas honrosas excepciones, nos niegan la libreta. Seguimos ilusionados con una buena cosecha, y ella ha llegado, pero continuamos en la miseria”, destacó Bulzani.
Se votó la conformación de una comisión de huelga, que fue presidida por Bulzani, y se aprobó una nota dirigida a los dueños de la tierra. En Santa Fe recién había asumido como gobernador el médico y farmacéutico radical Manuel J, Menchaca, el primero elegido por la ley Sáenz Peña, que intentó acercar a las partes.
Si bien hubo represión y gente detenida, enseguida algunos propietarios anunciaron que cedían a los reclamos, mientras el movimiento se esparcía por las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos.
Uno de los propietarios que entendía que los reclamos de los chacareros eran justos era el dirigente Lisandro de la Torre.
Un periodista de Caras y Caretas, que en julio visitó la zona y habló con los protagonistas, escribió que “lo más curioso de la huelga agraria es que todo el mundo la encuentra justa: los chacareros, los comerciantes de campaña, los acopiadores del Rosario, e incluso la mayoría de los propietarios, quienes reconocen, al menos en privado, que con los arrendamientos actuales no pueden vivir pasablemente los colonos”.
También aseguraba que los comerciantes no solo apoyaban el movimiento, sino que lo fogoneaban, porque eran conscientes que si el chacarero no obtenía ganancias, no compraría ni cancelaría sus deudas.
Paulatinamente, los chacareros obtuvieron parte de lo que reclamaban y entendieron que debían nuclearse en forma orgánica. El 15 de agosto de ese año, en la Sociedad Italiana Giuseppe Garibaldi, de Rosario, quedó conformada la Federación Unión Agrícola. Por sugerencia de Antonio Noguera, se modificó el nombre. Nacía la Federación Agraria Argentina, con la aprobación de un centenar de delegados, la mayoría socialistas y anarquistas.
La protesta tuvo éxito aunque no logró una modificación en la estructura de la tenencia de la tierra. En 1921 se aprobó la ley 11.170 de Arrendamientos Rurales, que regulaba las condiciones mínimas a respetar a la hora de celebrarse los contratos.
El asesino de Netri se llamaba Carlos Ocampo, de 21 años. Detenido al instante, confesó que lo había matado porque le debía dinero, excusa rápidamente desmentida cuando los diarios publicaron los recibos de la deuda saldada por el abogado. Condenado en primera instancia a 17 años y 6 meses de prisión, se la redujeron a 10 años y seis meses. Fue liberado en 1927 y nunca se conocieron los verdaderos móviles del crimen ni la identidad de sus instigadores de los que ordenaron terminar con la vida de uno de los protagonistas que luchaba por el acceso igualitario de la tierra.
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