Igual que el Cabildo, el Congreso no es un edificio sino una institución del Estado de la Nación. Los congresistas se podrían reunir donde fuera, y eso no quitaría valor a las leyes dictadas. Para realizar el Congreso de Tucumán, los congresales se reunieron en un casa alquilada a doña Francisca Bazán de Laguna. Es decir: la Independencia de nuestra región se declaró en una casa alquilada.
La República Argentina, tal y como la conocemos hoy día, no existió sino hasta muy entrado el S. XIX. Es decir que el Congreso de San Miguel de Tucumán no declaró la independencia de la Argentina, sino que se creó un territorio denominado “Provincias Unidas del Sur” (y no “del Rio de la Plata”). Lo cantamos en el himno constantemente, pero el segundo de los nombres es repetido mucho más a menudo.
La batalla de Pavón en 1861 fue el primer paso para poner fin a 50 años de guerras civiles y comenzar la construcción de un gobierno central. Esta batalla fue liderada por Bartolomé Mitre. El 12 de octubre de 1862, Mitre jurará como nuevo presidente. Por entonces, la ciudad de Buenos Aires era la capital de la provincia de Buenos Aires, no de la República. Recién en 1880 se promulgará la ley 1029, declarando oficialmente la ciudad de Buenos Aires como capital de la República. Este territorio federal abarcará a la ciudad de Buenos Aires y los pueblos de San José de Flores y Belgrano. Como dato curioso podemos agregar que se había pensado otras ciudades como capital de la república: Villa del Fraile Muerto, Rosario, San Fernando, San Nicolás de los Arroyos y Villa Constitución. Sarmiento había pensado hasta en la Isla Martín García. Bartolomé Mitre debía jurar y surgió otro inconveniente: dónde se realizaría la ceremonia de la jura. Se llegó a un acuerdo que la misma se realizaría en lo que era la sala de representantes del gobierno de la provincia de Buenos Aires, ubicada en lo que hoy se denomina como “Manzana de las luces”.
La convivencia no era muy fácil entre el gobierno nacional y el gobierno provincial. Ambos compartían el mismo edificio, por tanto los legisladores asignaron cincuenta mil pesos fuertes para la construcción de un edificio propio.
Se pensó en ubicarlo en el antiguo Hospital de Mujeres, la actual Bartolomé Mitre al 800, donde también en tiempos virreinales estaba el Cementerio de la Cofradía de la Buena Muerte. Esa idea no encontró eco y se decidió adquirir un lote nuevo. El lugar elegido fue en la esquina frente a la casa de gobierno, donde se ubicaba la casa natal del general Antonio González Balcarce, luego había funcionado un mercado de carnes y posteriormente un cuartel. Era la esquina de las calles Balcarce y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen), frente a la actual Plaza de Mayo, de trazado incómodo e irregular por la disposición del terreno, con su frente a 45°.
Para construir el edificio, el cual sería utilizado para las sesiones del Congreso, fue convocado el arquitecto cordobés Jonás Larguía, que en dos meses presentó un presupuesto y planos que fueron aprobados por Guillermo Rawson. Las obras comenzaron el 12 de marzo de 1863. No fue sencilla la construcción. Hubo que cavar cimientos más profundos de lo que se suponía, porque dada la cercanía del río el terreno no era muy estable. Al concluir la primera etapa se desplomó el frontis, las lámparas no llegaban desde Francia donde fueron adquiridas, así como la tapicería y mil y un detalle más… Todos estos retrasos hacían correr litros de tintas en los periódicos de la época. La ciudad ve cómo se construye un edificio austero y simple, con su fachada de tres arcos, sus puertas de trabajadas rejas, su frontis clásico y sus atavismos coloniales en las ventanas y en los cuerpos laterales.
Estuvo pintado al aceite de color verde hasta el año 1938, en que se lo revocó de nuevo. El interior poseía una cúpula de vidrio azulado y blanco que deja pasar la luz del día, paredes lisas, simples columnas de hierro, mobiliario simple. El escritorio del presidente está cubierto con un paño de terciopelo azul y escudo nacional. Los sitiales de cuero marrón se destacaban sobre la alfombra de motivos floreados, y tenía una gran araña que más tarde sería donada a la Curia Metropolitana y se perdió cuando ésta se incendió el 16 de junio de 1955.
El 12 de mayo de 1864, el presidente Mitre y cuatro ministros -Rufino de Elizalde, el general Gelly y Obes, Eduardo Costa y Dalmacio Vélez Sarsfield- inauguraron las sesiones en el nuevo edificio del Congreso Nacional. El Poder Ejecutivo y el Legislativo estaban separados solo por una calle. Un dato curioso, el arquitecto Jonás Larguía volverá al Congreso, pero esta vez como diputado nacional por la provincia de Santa Fe.
En ese recinto transcurrieron los eventos más notables de la “nueva y gloriosa nación”. Allí se escucharon las voces de Aristóbulo del Valle, Osvaldo Magnasco, Leandro .N. Alem, Miguel Cané, Absalon Rojas, Nicasio Oroño, Lucio V. Mansilla, José Evaristo Uriburu, Pedro Goyena, José .M. Estrada, Estanislao S. Zeballos, Carlos Pellegrini, Julio A. Roca, Nicolás Avellaneda, Emilio Civit, Pablo Ricchieri, Luis María Campos, Manuel Quintana, Dardo Rocha, Lucio Vicente López, Indalecio Gómez, Guillermo Rawson, Domingo Faustino Sarmiento, Valentín Alsina, y su hijo Adolfo, Rufino Varela, Luis Sáenz Peña y su hijo Roque, Hipólito Yrigoyen, Mariano de Vedia, Dalmacio Vélez Sarsfield, Miguel Juárez Celman, Eduardo Wilde, Luis María Drago y Bernardo de Yrigoyen, entre tantos otros.
Allí se promulgó la Ley de Migración, que fue la llave para la gran inmigración que arribará a la Argentina, y también se votaron hechos de infeliz memoria como la declaración de la guerra al Paraguay, que hará de la “Guerra de la Triple Alianza”, no una guerra entre países sino una guerra entre hermanos.
Hubo un momento en el cual las sesiones dejaron de ocurrir en ese edificio. Fue durante la “Revolución de 1880″, último episodio de las guerras civiles que enfrentaron a las provincias argentinas con la de Buenos Aires. El enfrentamiento fue entre el presidente Nicolás Avellaneda y los pueblos aledaños a causa de la federalización del territorio de la ciudad de Buenos Aires y culminó con la derrota de la provincia de Buenos Aires, que era gobernada por Carlos Tejedor. Por tanto, la ciudad y los pueblos aledaños se convertirán en territorio federal. Senadores y Diputados mudaron sus sesiones hasta el vecino pueblo de Belgrano, en cuya municipalidad (actual Museo Histórico Sarmiento) sesionaron ambas cámaras legislativas. Por eso leemos en el dintel del actual museo Sarmiento la palabra “Municipalidad”-Belgrano era un pueblo autónomo de la ciudad de Buenos Aires, al igual que el pueblo de San José de Flores-. Luego de este evento todo será zanjado con la construcción de una nueva ciudad para que sea capital de la provincia de Buenos Aires: La Plata.
Otro evento que se recuerda que aconteció en ese recinto está representado en un cuadro de Juan Manuel Blanes, un óleo sobre tela de 3.50 x 6 m. Actualmente está ubicado en el Salón de los Pasos Perdidos del actual edificio del Congreso y es uno de los cuadros más grandes del país. Muestra al presidente Julio Argentino Roca abriendo el periodo de sesiones de 1886 con la cabeza vendada. La obra representa los momentos posteriores a un ataque que sufrió Roca a causa de un piedrazo que recibió y lo golpeó en el parietal izquierdo mientras realizaba la caminata desde la Casa de Gobierno al Congreso para inaugurar las sesiones del parlamento. El presidente Roca, dolorido dado que el golpe fue bastante fuerte, dio parte del discurso que tenía preparado frente a los 41 diputados y los 16 senadores; todos con riguroso jaqué negro, guantes y la gran mayoría con barba y los militares con sus uniformes de gala.
Pero en 1895 el edificio ya quedaba muy pequeño y hubo que adquirir la vivienda contigua para albergar en ella a la Cámara de Senadores. Se convocó ese mismo año una licitación de diseño internacional para la construcción de un nuevo edificio, el que debería ser muy imponente, acorde a la visión de sí misma poseía la Argentina. El lugar para su construcción es bien conocido: la manzana entre las calles Rivadavia, Combate de los Pozos, la actual Yrigoyen y Av. Entre Ríos. Además, cerró y coronó la nueva arteria que se había diagramado, la Avenida de Mayo.
Participaron 28 arquitectos, tanto argentinos como extranjeros. El italiano Vittorio Meano fue el ganador, y la construcción comenzó en 1898, extendiéndose durante la siguiente década.
Fue el presidente de la cámara de diputados Ángel Sastre que el 15 de diciembre de 1905 declaró levantada la última sesión de ese período parlamentario, anunciando que era la última que se realizaría en ese recinto. En 1906, la primera sesión se realizó en el nuevo edificio. Ese mismo año se trasladó al antiguo Congreso el Archivo General de la Nación y la Junta de Historia y Numismática Americana fundada por Bartolomé Mitre.
En el antiguo recinto se sancionaron leyes tales como el Código Civil, de Comercio, Penal y de Minería; la construcción de Puerto Madero; la construcción de la fragata Sarmiento; la fundación del Colegio Militar de la Nación y de la Escuela Naval; la creación del Parque Tres de Febrero, con el jardín zoológico y el jardín botánico; la conclusión y consolidación de la conquista del Desierto; la ley 1420 de Educación Común; la creación del Banco de la Nación Argentina, de la municipalidad de la ciudad de Buenos Aires, de la Caja de Conversión y de la Dirección General de Correos y Telégrafos; la federalización de la ciudad de Buenos Aires; la fundación de la ciudad de La Plata; las leyes de ferrocarriles; la apertura de la Avenida de Mayo y de la Avenida de Circunvalación, hoy General Paz.
En 1940, las autoridades del Banco Hipotecario Nacional habían puesto su ojo en aquella cuadra para construir allí su nueva sede, la que sería en espejo al edificio del Banco Nación, creando una simetría perfecta. Pero ya había patrimonialistas que pugnaban por conservar las huellas de pasado, y por Decreto 120412 de 1942 se declaró Monumento Histórico al edificio del antiguo Congreso de la Nación estableciendo que “de los declarados monumentos históricos que se encontraban en dicha manzana serán serán conservados: la sala de sesiones del antiguo Congreso Nacional, el frente y el vestíbulo de entrada sobre la calle Victoria Nº 328…”.
Esto suscitó para los arquitectos una novedad y un desafío: se debería preservar un edificio entero dentro de otro edificio, como si fuera una mamushka rusa.
Hubo que reconstruir todo el recinto, tarea llevada a cabo en 1949 por el arquitecto Estanislao Pirovano. Se procuró devolverle el mobiliario original, por ejemplo, el retrato del doctor Valentín Alsina (que había presidido la sala desde 1870) pintado por Manzoni y los escritorios del presidente, secretarios y taquígrafos que fueron restaurados y reubicados en su lugar.
En 1967 se volvieron a realizar tareas de restauración en el recinto. Fueron inauguradas en 1969. Escondido a la vista de todos -podríamos argumentar sin lugar a dudas que pocos saben de su existencia- el antiguo edificio del Congreso de la Nación está protegido y resguardado dentro de otro. Hoy, el edificio es ocupado por la Academia Nacional de Historia.
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