En América Latina, las plazas no son solo lugares de paseo y diversión. En las plazas de nuestra América se generaron las luchas más crueles o los festejos más gozosos. Son el corazón de una ciudad o un pueblo; todo lo que la sociedad en su conjunto vive, pasa por la plaza. Es el lugar de sociabilidad común. Y una plaza emblemática de nuestra República Argentina es la actual Plaza de Mayo.
En 1573, Felipe II dictó las “ordenanzas de descubrimiento y población” en la cual se establecía la distribución catastral de cada nueva ciudad a crear en las provincias de ultramar del reino de España. En esta ordenanza dejaba en claro que la plaza mayor debía ser rectangular con un largo de una vez y medio su ancho. Sin embargo Juan de Garay el 11 de junio de 1580 al fundar la ciudad de la “Santísima Trinidad del puerto de Santa María del Bueno Ayre” no cumplirá esta reglamentación regia y otorgará a la plaza mayor un cuadrado de 140 varas que es la mitad de la actual Plaza de Mayo. Podríamos decir que sería desde donde hoy se ubica la Pirámide hasta la casa Rosada. El otro espacio de la actual Plaza de Mayo, se le ofreció a Juan Torres de Vera y Aragón, para que construyera en ella su casa. La construcción nunca se concretó, por tanto en 1608 el procurador general del cabildo solicitara que se amplíe el espacio de la plaza mayor hacia ese solar; pero los padres jesuitas solicitaran al gobernados Hernando Arias de Saavedra (Hernandárias) que se le otorgue a ellos, y así fue. Y construyeron en la parte norte (hoy diríamos frente al cabildo) su primera iglesia de san Ignacio y la casa rectoral.
Luego de diversas vicisitudes de juicios varios entre los padres jesuitas y los herederos de Juan Torres de Vera y Aragón por este predio, en 1611 el gobernador don Alonso Mercado y Villacorta resolvió comprarles en 1661 la manzana en cuestión. De esta manera quedó un nuevo terreno que se denominó “Plaza de Armas” que era un simple baldío. Los padres Jesuitas ya se habían mudado a la actual “Manzana de las Luces” pero el antiguo templo de San Ignacio y sus dependencias permanecieron allí y ese lugar, hasta 1680, sirvió para que se alojara un piquete de tropas llamado de San Martín (en honor a san Martin de Tours patrono de la ciudad) cuya finalidad era actuar contra los nativos pampas, que solían atacar a la ciudad de la Santísima Trinidad. En 1717 estos edificios sirvieron como cocheras de los clérigos, gobernadores y virreyes, hasta que cerca del 1800 todos estos edificios fueron demolidos.
En 1783, Francisco Álvarez Campana propondrá al gobernador Pedro de Cevallos la construcción de una “recova” término que es un argentinismo que significa “soportal”, empleado en el sentido de espacio cubierto en la fachada de una casa o comercio. Pero la obra comenzó a construirse en 1803 y el diseño fue del maestro de obras Agustín Conde. Constaba de dos cuerpos separados por un gran arco central, obra de Segismundo y Zelada, al que se dio en llamarse “Arco de los Virreyes” el frente de este arco se encontraba el “patíbulo virreinal”, (sitio ocupado hoy por el monumento a Manuel Belgrano) lugar donde eran ajusticiados los reos, los cuales serían enterrados por los miembros de la archicofradía de la “Buena muerte” en el cementerio de ajusticiados, en la actual plaza Roberto Arlt detrás de la iglesia de san Miguel arcángel.
Que era “La Recova”: un paseo de compras, hoy diríamos un “shopping”, un “mall”. No tenía los servicios de higiene, ni agua, ni baños y muy dudosa limpieza. En ella se instalaron todo tipo de negocios: desde zapatería a ropa, pasando por carnes, verduras, pescados, leche, etc… y cada vendedor anunciaba sus productos a los gritos, a esto sumémosle el cacarear de las gallinas, el mugido de las vacas (se ordeñaban en el momento en uno de los locales) y demás maravillas lo que hacían de la recova un paseo de compras no muy agradable ni a los oídos ni al olfato.
La sección oeste frente al Cabildo se siguió denominando “Plaza Grande o Mayor” y después de las invasiones inglesas “Plaza de la Victoria”. La sección frente al fuerte, donde actualmente se halla la casa de gobierno o Rosada, fue llamada “Plaza del Fuerte” y a partir de 1811 “Plaza 25 de Mayo”. Pero no eran plazas como las conocemos hoy día, eran solo espacios de tierra, sin árboles ni nada, el cual servía para estacionar los carros de los que vendían frutas, verduras, pescados y velas y demás en la recova.
En 1811, para celebrar el primer aniversario del primer gobierno patrio, en la “Plaza de la Victoria” se decidió construir un obelisco conmemorativo el cual estuvo a cargo del alarife Francisco Cañete y Juan Gaspar Hernández, profesor de escultura de Valladolid. El monumento se hizo con 500 ladrillos, en vez de utilizar madera como estaba proyectado hacerlo inicialmente. El 6 de abril de ese año se colocaron los cimientos, mientras bandas de música contribuían a la algarabía general. El 25 de mayo de 1811 se inauguró la obra. Era un obelisco de 13 metros de altura, que junto la pedestal llegaba a unos 15 m tenía un zócalo sobre dos gradas, un pedestal sencillo de cuatro ángulos entrantes y cornisa volada alrededor. Un globo decorativo remataba el conjunto. Lo rodeaba una verja sustentada por doce pilares de material terminados cada uno en una perilla redonda. En las cuatro esquinas de la verja se colocaron en 1812 otros tantos postes, de los que colgaban farolitos alimentados con grasa de potro.
En 1856, Domingo Sarmiento solicita a Prilidiano Pueyrredon que la transformara en un monumento más suntuoso, por tanto se modificó el pedestal y el remate original, haciéndola más alta y ancha, se la dotó en su parte superior de una Estatua de la Libertad, cuya cabellera se cubrió con un gorro frigio (alegoría de Argentina). Dicha estatua, de 3,6 m de altura, fue realizada por el escultor francés Joseph Dubourdieu utilizando una mezcla de material. Este artista también se ocupó de realizar las simbólicas figuras de: la industria, el comercio, las ciencias y las artes que se colocaron en los cuatro ángulos del pedestal. El cuerpo principal de la primitiva pirámide, quedará dentro de la que diseño Pueyrredón. En 1883 se demolió la Recova, bajo la intendencia de Torcuato de Alvear y todo el especio de las dos plaza se convertirán en una sola formando la actual “Plaza de Mayo”. Y también se pensó en demoler el monumento o encerrarlo dentro de otro monumento de grandes dimensiones, esa idea no prosperó. En 1906, se decidió el traslado de la pirámide al centro de la plaza, hecho que aconteció en 1912 y fue muy comentado y publicitado por toda la ciudad. ¿Por qué se le llama “pirámide” si es un obelisco? Eso es un misterio; pero desde los primeros momentos se la denominó así. En el actual cantero que la rodea posee tierra proveniente de cada una de las provincias argentinas. A estas alturas, la Plaza ya estaba conformada como un paseo, con árboles, fuentes y jardines y no solo un espacio vacío de tierra.
El 24 de septiembre de 1873 el presidente Domingo Faustino Sarmiento, erigirá en el lugar donde se encontraba el patíbulo, el monumento a Manuel Belgrano. El escultor francés Albert-Ernest Carrier-Belleuse creará de la estatua del prócer y Manuel de Santa Coloma la realización del caballo. Ese caballo será la primer obra que sea ejecutada por un argentino, hijo del primer cónsul que la Argentina tuvo en Europa. Santa Coloma había nacido en la embajada en Burdeos y eso le otorgaba la nacionalidad, pero no conocía nuestro país. Es más: en enciclopedias de arte de Europa hasta lo presentan como francés. Y el caballo resulto ser muy pequeño, y no es un caballo criollo sino uno moro, es porque Santa Coloma no conocía los caballos criollos dado que nunca había estado en suelo americano.
En 1885, un gran pedestal hecho en granito y traído desde Génova le dio al monumento la imagen que aún conserva. Esa vez se decidió también cambiarle la orientación (antes miraba hacia el Cabildo) para que la cola del caballo no quedase en dirección a la Casa Rosada
En 1868 se adquirieron dos fuentes en la fundición de Du Vall D´Osne y se instalaron en la plaza en 1870, al este y oeste de la pirámide. Posteriormente fueron retiradas, primero la que estaba cerca del Cabildo y años más tarde, después de haber sido trasladada más al oeste dentro de la misma plaza, la otra. Hoy se pueden observar en la intersección de 9 de julio y Córdoba.
Pueyrredón habla rodeado la plaza de árboles de paraísos y en 1882 se cambiaron por palmeras traídas desde Rio de Janeiro, pero el cambio no fue sin grandes y acaloradas discusiones en el consejo deliberante de la ciudad.
En 1894 el paisajista Carlos Thays remodelará la plaza con motivo de la apertura de la avenida de Mayo y creará un gran corredor en forma de cruz griega ubicando la pirámide en el centro lo cual dará continuidad visual a la avenida de mayo hasta la casa de gobierno y desde ella se podrá ver el edificio del congreso. A esta estructura visual se la denomina “Eje cívico-histórico de la ciudad”.
El 9 de junio de 1942 fue Declarada Lugar Histórico por Decreto n.º 122.096.
La plaza tomará relevancia popular el 17 de octubre de 1945, cuando cientos de empleados y obreros colmarán la colmarán solicitando la liberación del coronel Juan Domingo Perón, el cual había impulsado desde el ministerio de trabajo y previsión, cargo que poseía en el gobierno del facto del Gral. Edelmiro Farrel, avances en la cuestión de los derechos laborales. Los manifestantes, a quien el diputado nacional Ernesto Sammartino denominó como “Aluvión zoológico”, llenaron la plaza y dado el cansancio y, muchos de ellos, los kilómetros que debieron caminar, usaron las fuentes para refrescarse, creando la frase: “mojarse las patas en la fuente” lo que significa que el pueblo se lanza sobre la plaza a reclamar sus derechos o a celebrar sus triunfos. Para el justicialismo la plaza será parte de sus rituales. En las tres presidencias de Perón la plaza de Mayo formará parte esencial de su liturgia partidaria.
El 16 de junio de 1955, la plaza de Mayo fue bombardeada por la Armada Argentina, para derrocar al presidente Perón. Ese hecho quedó grabado en la historia como “el bombardeo a la plaza de Mayo” Durante el ataque, varios escuadrones de aviones pertenecientes bombardearon y ametrallaron con munición aérea la plaza de Mayo y la casa rosada, así como el edificio de la CGT (Confederación General del Trabajo) y la entonces residencia presidencial, matando a más de 308 personas e hiriendo a más de 700.
Aunque en la documentación de la antigua “salud pública” se puede leer: “….súmese a la cifra anteriormente citada (700) un número incierto de víctimas cuyos cadáveres no lograron identificarse, como consecuencia de las mutilaciones y carbonización causadas por las deflagraciones”. Las fuerzas arrojaron un total de 9500 kg de bombas y dispararon innumerables balas de todos los calibres sobre las personas que transitaban por la plaza. Los que realizaron el bombardeo, prosiguieron hasta Uruguay y tres meses después, regresaron instaurando lo que se denominó la “Revolución Libertadora”. Nunca se juzgó a nadie por el bombardeo y posterior muerte de civiles.
En la última dictadura militar, denominado “proceso de reorganización nacional” con el cual fue derrocado el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón (Isabelita) la plaza será el escenario para que muchas madres de personas desaparecidas comiencen a manifestarse públicamente por la desaparición forzada de sus hijos. El 30 de abril de 1977, 14 madres de detenidos y desaparecidos, encabezadas por Azucena Villaflor; (luego también torturada y asesinada) estaban esperando ser atendidas en la curia metropolitana de Buenos Aires, pero ante la negativa de ser recibidas por ningún clérigo y ante la " vehemente sugerencia” del portero de la curia a que se retiren de ese lugar, las 14 madres caminaron hasta la plaza y se quedaron de pie enfrente de la entrada principal de la Casa Rosada; por lo que inmediatamente se les acercaron policías que les informaron que estaban prohibidos los grupos de tres o más personas, y que estaba prohibido estar de pie inmóvil en la vía pública, por lo que les ordenaron: “Circulen, señoras, circulen”, entonces empezaron a caminar en círculos alrededor de la pirámide de Mayo. Con el paso de tiempo, su lucha fue constante; y todos los jueves siguen “circulando” alrededor de la pirámide. Hoy se las conoce mundialmente como “las madres de plaza de Mayo” y en torno de la pirámide, se pintaron los famosos pañuelos blancos.
Al volver la democracia en 1983, la plaza de Mayo, volvió a ser el centro del sentir popular para festejos o para revueltas. Hacia la plaza por el balcón del cabildo el presidente Raúl Alfonsín dirá su discurso inaugural, y luego con la asonada del movimiento “Carapintada” el pueblo salió a defender la democracia reuniéndose en la plaza de Mayo. También festejo el triunfo en los mundiales de futbol, la caída del presidente Fernando De la Rúa el 20 de diciembre del 2001 donde la policía montada arremetió contra los manifestantes en dicha plaza y fueron asesinadas cinco personas: Carlos Almirón, Gustavo Ariel Benedetto, Diego Lamagna, Alberto Márquez y Gastón Marcelo Riva; se intentó asesinar a otras cuatro: Marcelo Dorado, Martín Galli, Sergio Rubén Sánchez y Paula Simonetti y sufrieron lesiones otras 227. Este acto pasó a la historia como: “la masacre de plaza de Mayo”. La llegada del presidente Néstor Kirchner y su sepelio y la asunción de Maurico Macri, el cual ordenó poner una reja que divida en dos la plaza para evitar que las manifestaciones pudieran llegar hasta la casa de gobierno y fueron inauguradas en mayo de 2018, dividiendo la plaza a la mitad.
Hoy la plaza de Mayo posee una superficie de 23 665 m². Como la reja fue removida, la plaza volvió a ser una con dos monumentos: pirámide de Mayo y el monumento ecuestre al general Manuel Belgrano.
Su equipamiento con mobiliario público está conformado por: luminarias, bancos, 4 fuentes de agua, 2 relojes a energía solar, mástil con la bandera argentina. Y entres sus árboles se cuentan con 8 Palmeras Fénix, Paraísos, Olivos, entre otras especies. Y como curiosidad, hacia ella se asoman 7 relojes públicos.
Podríamos concluir, parafraseando la genial Enrique Pinti: “…Pasan los años, pasan los gobiernos, los radicales y los peronistas, pasan veranos, pasan inviernos, queda la placita…”.
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