“Los argentinos son violentos y difíciles”: el diálogo secreto entre Reagan y Figueiredo durante la guerra de Malvinas

La reunión entre el presidente norteamericano y su par brasileño ocurrió en mayo de 1982. Los memos ultra confidenciales, por qué Galtieri quiso solucionar el conflicto y no pudo, la “desproporción” del Reino Unido al enviar la flota y una frase demoledora: “Si Argentina se transforma en la Vietnam de América Latina gana la Unión Soviética”

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Ronald Reagan y Joao Figueiredo mantuvieron una conversación ultra secreta en mayo de 1982
Ronald Reagan y Joao Figueiredo mantuvieron una conversación ultra secreta en mayo de 1982

Después del 14 de junio de 1982, el almirante Jorge Isaac Anaya redactó un largo documento de 11 folios en el que describió su papel en el desarrollo de los acontecimientos y su visión del país cuando tomó la conducción de la Armada. El documento es revelador aunque el militar guardó enormes vacíos y silencios sobre situaciones que pudo modificar y no hizo. En un documento secreto, escrito a fines de 1982, que lleva el número 3.1.057.10 (y que en otro documento es completado y corregido por el 3.1.057.12), titulado “Análisis Estratégico y Oportunidad de Recuperación”, el jefe naval sostiene:

“Cuando asumí el Comando en jefe de la Armada (septiembre de 1981), la situación internacional e interna en ese fecha era la siguiente:

En el capítulo ‘marco regional’, consideraba que la subversión ‘en el aspecto político’ su incidencia era casi nula. Había incluso decrecido la propaganda exterior y sólo restaba ejecutar una gradual apertura política. En el aspecto militar había sido derrotada.

En cuanto a las relaciones con Chile, ‘en el aspecto político se continuaba tratando de modificar la propuesta papal sobre el canal el Beagle para tratar de llevarla al cumplimiento del principio bioceánico y poder así finalizar el conflicto’ y ‘se contaba con un plan militar para afrontar cualquier contingencia”.

Pero el documento no dice que el 12 de diciembre de 1980, el papa Juan Pablo II les dijo a los cancilleres Carlos Washington Pastor (Argentina) y René Rojas Galdames (Chile): “Me gustaría que durante estas fiestas de Navidad, Año Nuevo y Epifanía del Señor, en que los cristianos estamos invadidos por el gozo de la celebración litúrgica del Misterio de ‘Dios con nosotros,’ pudiera madurar el fruto de vuestras respuestas”. La respuesta definitiva de la Argentina sólo llegó cuatro años más tarde, con el presidente constitucional Raúl Ricardo Alfonsín.

Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo
Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo

En cuanto a las relaciones con Brasil, luego de los acuerdos logrados por Jorge Rafael Videla sobre los recursos naturales compartidos, “no existía plan militar para una situación conflictiva de intereses contrapuestos. Si bien contar con un plan militar era imprescindible, la relación con el gobierno militar brasileño no lo hacía urgente”.

El martes 19 de agosto de 1980, Videla realizó una visita oficial de cinco días a Brasil. Fue un viaje importante porque en la ocasión se firmaron los acuerdos de aprovechamiento hidroeléctrico en el Alto Paraná y otros de carácter comercial y de cooperación nuclear. Nadie lo dijo, pero era la culminación exitosa de la gestión del embajador Oscar Camilión que, casi en soledad, logró cerrar la disputa con Brasil sobre la utilización de los recursos naturales compartidos (las represas de Yaciretá e Itaipú entre otras). Si no obtuvo más fue porque su “frente interno” le puso zancadillas en todo momento. Y fue obra de él porque la cancillería del almirante Guzzetti ni siquiera le dio las instrucciones (se las tuvo que redactar personalmente) y las demás gestiones de Montes y Pastor apenas lo tuvieron en cuenta.

Durante las oportunidades en que Videla estuvo frente al general Joao Baptista de Figueiredo se evidenciaron algunas diferencias: Videla apoyaba la dictadura boliviana de García Meza pero Figueiredo no. Videla propugnaba un acuerdo de seguridad pero Figueiredo no. Brasil había decidido marchar hacia la democracia, pero la Argentina, todavía, ni la imaginaba. Es más, se estaba en pleno período de elección de un presidente (Roberto Viola), bajo la consulta a los altos mandos.

“El punto 1.4 analizaba las relaciones con Gran Bretaña y sostenía que ‘la disputa sobre la soberanía de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur había registrado variantes desde que las Naciones Unidas (1965) resolvieron la realización de negociaciones entre los dos gobiernos. Se había avanzado durante ese tiempo hasta 1968 donde se previó la transferencia de la soberanía lo que finalmente fracasó en el Parlamento británico”.

Anaya no va a contar a sus seguidores que en 1967 Nicanor Costa Méndez (con el almirante Benigno Varela) ya hablaban de un plan de invasión a Malvinas.

En definitiva, los riesgos de conflicto a fines de 1981 eran para Anaya los siguientes:

1) Gran Bretaña.

2) Chile.

3) La subversión.

4) Brasil.

Encabezado del encuentro ultra secreto entre Figueiredo y Reagan
Encabezado del encuentro ultra secreto entre Figueiredo y Reagan

Esta visión (parcial) del almirante Jorge Anaya es para tenerla en cuenta, simplemente, porque el presidente brasileño Joao Baptista Oliveira Figueiredo opinaba totalmente distinto. En particular, el 12 de mayo de 1982 cuando debe exponer su pensamiento ante el presidente Ronald Reagan, en plena disputa argentino británica por la soberanía de las islas Malvinas e islas adyacentes. Para ese entonces la gestión de buenos oficios de los EE.UU. había fracasado, lo mismo se puede decir de la gestión del presidente peruano Fernando Belaúnde Terry.

Antes del encuentro con Reagan en la Casa Blanca, el mandatario brasileño tuvo una larga entrevista con el Secretario de Estado Alexander Haig y sus funcionarios más relevantes en la casa de invitados Blair House. Ahí hablaron de la Argentina, la guerra de las Malvinas y la visión del gobierno militar brasileño sobre América Latina. Se trataron temas puntuales y Figueiredo adelantó algunas opiniones para el encuentro presidencial del día siguiente. Todo está contenido en un expediente “Ultra Secreto” de 23 folios y que fue muy bien guardado durante años.

Merece destacarse:

Figueiredo dijo que “cada país de América Latina tiene su propia característica, y es preciso tener cuidado y ser reconocido. Nuestra actitud es intentar comprender la historia de cada uno de esos países, no como brasileños sino como ellos son. En esos términos hemos tenido éxito. En los foros multilaterales los latinoamericanos son exagerados y nunca defienden los intereses comunes. Se ocupan, sobre todo, de sus intereses individuales”.

Haciendo mención a las situaciones conflictivas dijo que en caso de una confrontación Este-Oeste, el Brasil sería amigo de los Estados Unidos; en caso de una conflagración total, el Brasil a alinearía con los Estados Unidos. En cuanto a la cuestión de Malvinas, el presidente Figueiredo comentó que, a pesar de reconocer la soberanía argentina, siempre les dirá a los argentinos que Brasil no pretende ser juez de la cuestión. Al mismo tiempo, señaló, que al Brasil no le gusta observar cómo se están desarrollando los hechos en el continente. Siente no poder decirles a los argentinos que fueron violentos y reconoció que los argentinos pueden ser difíciles. Afirmó, al mismo tiempo, que los argentinos son difíciles, particularmente difíciles, cuando son confrontados. “Ellos saben que no aprobamos el ataque a las Malvinas. No nos pidieron nada, pero les hicimos ver el peligro de la situación”.

Dijo comprender los esfuerzos desarrollados por los Estados Unidos, con vistas a una solución pacífica. Sin embargo, infelizmente, después de la Resolución 502 (del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas) los norteamericanos no pudieron detener la flota inglesa. Subrayó que los ingleses podrían haber esperado un poco más.

A continuación, señaló Figueiredo la desproporción de la fuerza empleada por Inglaterra. A partir de ese momento, acentuó, se comenzó a verificar un cambio de la opinión pública de Brasil, hasta ese momento favorable a Inglaterra. Aludiendo al hundimiento del crucero ARA Belgrano y enseguida al HMS Sheffield, pensó que acabaría la voluntad de lucha pero no fue así.

Refiriéndose a los argentinos, el presidente Figueiredo dijo haber tenido problemas de relacionamiento con ellos. Subrayó que “en los únicos casos en que tuvimos que luchar fuera de nuestro territorio fue por una causa de Argentina, con Paraguay también fue por una razón de Argentina”. El mandatario resaltó que con gran esfuerzo consiguió evitar la desconfianza argentina a propósito de Itaipú. En realidad, afirmó, Brasil depende de la prosperidad argentina y la paz en América Latina. Recordó Figueiredo cuando estuvo con Videla, aprovechó media hora en que viajo en automóvil a solas, cuando su llegada a Buenos Aires, para conocerlo mejor.

Reagan y Figueiredo en un paseo a caballo
Reagan y Figueiredo en un paseo a caballo

Recordó que Videla no estaba con su Ministro de Relaciones Exteriores, y “le propuse que se tratasen las cuestiones no como si fueran presidentes y sí como hombres y como soldados. Fui franco y directo, haciéndole a Videla las preguntas más objetivas sobre los preconceptos que existían contra Brasil y escuché de él expresiones contrarias en el mismo tono, habiendo salido los dos de esa conversación como amigos. Observó que Videla era un excelente hombre y se comportaba como un General argentino que recibía al Presidente brasileño.”

El Secretario de Estado Haig dijo que tuvo buenas conversaciones con el presidente Leopoldo Galtieri y que presentía que si fuera por Galtieri tal vez hubiéramos resuelto la disputa sobre Malvinas, pero que militar argentino estaba presionado, especialmente, por círculos navales.

Esa era la tragedia de la situación. En varios momentos parecía que se llegaba a un acuerdo y al momento siguiente los términos de los acuerdos eran rechazados. Galtieri reflejaba, en esas circunstancias, presiones que venían de la Armada. El presidente Figueiredo confirmó que la Marina argentina siempre fue el cuerpo más radical de las tres fuerzas; el Ejército siempre fue más moderado.

Haig mencionó que la tragedia es que Galtieri no está en voluntad de decidir y que el militar es muy importante para los Estados Unidos y el Hemisferio. Figueiredo acotó que el sentimiento de solidaridad argentina para con Occidente era muy grande; que la Argentina conoce el peligro comunista y que tal vez ese sea el punto de vista que debería ser analizado. El Secretario Haig recordó que el vicepresidente cubano (Carlos Rafael) Rodríguez afirmó que su país no estaba trabajando con la Junta Militar pero sí con el pueblo argentino. Figueiredo intervino, diciendo que se debía evitar hablar de la Junta, de la Dictadura, o en términos similares, que era un error, porque predisponía mal. Remarcó que su preocupación de que Occidente no pierda a la Argentina y que ese objetivo solamente sería realizable si se desestabiliza el régimen argentino.

Durante el encuentro presidencial se habló del posible retorno del peronismo
Durante el encuentro presidencial se habló del posible retorno del peronismo

En el caso de Malvinas “les dijimos que no hicieran eso, que no usaran la fuerza, porque con ese recurso no tendrían apoyo brasileño”.

“En este momento -anotó Figueiredo- la situación brasileña es delicada. No podríamos estar contra Occidente y estamos entristecidos con una pelea entre la Argentina e Inglaterra. Desde el punto de vista brasileño, no podemos querer la desestabilización de la Argentina, pues enseguida vendrán los peronistas y después los comunistas y eso sería peor para nosotros que para los Estados Unidos por nuestra proximidad con la Argentina. Esa situación sería un enorme problema para el Brasil porque tendríamos al Sur una Cuba mucho mayor. No tenemos una propensión por la Argentina y tampoco podemos acordar que la agresión sea victoriosa. Ahí está el problema”.

El presidente Reagan afirmó varias veces que le pidió a los ingleses que no exageraran el empleo de la fuerza. “Les dijimos eso y vamos a continuar diciendo lo mismo”. Al respecto, Figueiredo afirmó que “no le puede interesar a nadie que la Argentina se transforme en un Vietnam de América Latina… en realidad, la única que ganaría sería la Unión Soviética”.

Dicho esto, entraron al Salón Oval otros funcionarios de ambos países y se amplió la conversación.

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