Es uno de los tres ciervos anfibios que habitan el planeta. Es el más grande de Sudamérica. Fue declarado monumento natural. Vive entre nosotros, bajo una presión de millones de habitantes en medio de la mancha urbana más importante de la Argentina. Se trata del ciervo de los pantanos y, la buena noticia es que apenas a 70 km de la CABA se concentra la mayor densidad poblacional de la especie.
Históricamente, la especie habitó los humedales desde el sur del Amazonas brasileño y Perú hasta el delta del Paraná pero, en los últimos años, la destrucción de su entorno natural hizo que su distribución se redujera más del 60 por ciento. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo catalogó como “especie vulnerable” a nivel mundial y llamó a impulsar medidas para revertir su desaparición en el continente.
Esta fue una de las razones por las que en 2014 nació el Proyecto Pantano, un programa de conservación en el que participan científicos del sistema público (Conicet, INTA), la sociedad civil (Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico, Asociación para la Conservación y Estudio de la Naturales), profesionales y técnicos independientes, empresas y productores locales, en busca de evitar la desaparición de la especie en este humedal costero.
Javier Pereira es investigador del Conicet y director del proyecto. Personalmente recorre, censa y admira a esta bella especie. Hasta hace un par de años se estimaba que la población rondaba entre 1200 y 1500 ejemplares en esta zona. Sin embargo, podrían ser muchos más. Gracias a la incorporación de tecnología y el sobrevuelo con drones se pudieron observar al menos 58 individuos diferentes en uno de los predios forestales en donde trabaja el proyecto.
“Que el ciervo de los pantanos siga habitando los humedales de Argentina es una responsabilidad y un privilegio que aún tenemos. Este símbolo del Delta es vital no sólo para el funcionamiento del ecosistema isleño, también es una potente herramienta para el desarrollo de la comunidad local y contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas que habitan en áreas adyacentes. Desde Proyecto Pantano seguiremos trabajando para que ese símbolo siga siendo parte de la identidad isleña”, indicó.
El proyecto, que reúne a distintos actores que trabajan en la zona, busca proteger y conservar esta especie emblema del humedal. “A partir del uso de cámaras trampa, con las que registran datos de biodiversidad, se pudo además reconocer aspectos del comportamiento de estos animales y hacer por primera vez un censo pormenorizado de los individuos presentes en los predios forestales. Se analizaron 5.506 imágenes que les permitieron identificar 58 ciervos distintos”, detalló Pereira.
Las cámaras, que filman cuando detectan movimiento, se ubican en los árboles en lugares que son buscados por esta especie para alimentarse o para descansar. El trabajo también incluye la colocación de collares de rastreo satelital en algunos individuos para conocer su comportamiento. El collar envía al satélite la localización exacta del animal, y de esta forma, el científico recibe las coordenadas en su computadora posibilitando ver en tiempo real, su desplazamiento. También permite seguir su recorrido. Es interesante observar, cuando los científicos muestran los datos, cómo algunos ejemplares, se mueven entre islas cruzando el Paraná incluso con el alto tránsito de embarcaciones.
“A través de estos equipos, estamos obteniendo información muy valiosa vía satélite y en tiempo real para entender cómo los ciervos perciben el paisaje forestal por el que se mueven, cuáles son sus hábitos, cómo enfrentan las distintas amenazas a lo largo del territorio o qué estrategias utilizan para proveerse de alimento. Seguiremos trabajando para que ese símbolo siga siendo parte de la identidad isleña”, explicó Pereira mientras recorría el humedal junto a un grupo de periodistas entre los que estaba Infobae.
Una de las dificultades para el monitoreo es el costo de los equipos. El proyecto de seguimiento con drones fue posible gracias a que fue seleccionado entre una de las iniciativas financiadas por Toyota, empresa que trabaja en la zona, con un subsidio de 70.000 dólares para potenciar la producción de información científica que sirva a la preservación del ambiente y el desarrollo de la comunidad.
Las amenazas
Los ciervos de los pantanos son colorados, pesan unos 150 kilos. Su cuerpo es macizo y fuerte. Las patas son largas y estilizadas; como adaptación a los ambientes pantanosos, tiene largas pezuñas que se pueden abrir notablemente y con una membrana interdigital que le otorga mayor superficie de apoyo en terrenos blandos y evita que se hunda. Puede camuflarse perfectamente con la vegetación del delta, pero no está libre de peligros.
Las dos amenazas más grandes de esta especie son la caza furtiva y los bambis, esos simpáticos ciervitos que Disney llevó a la fama. Se trata de una especie exótica que compite con el nativo.
“El ciervo axis (el bambi) alcanzó la porción entrerriana del Delta del Paraná hace 40 años aproximadamente. Sin embargo, fue recién en el año 2007 que comenzó a observarse en la porción bonaerense de este humedal. No se conoce la cantidad exacta de individuos que ocurren en el Delta ni en otras áreas de Argentina”. Y continuó: “Sin embargo, se determinó que esta especie es mucho menos común en el Delta que en sectores de la Bahía Samborombón o las costas entrerrianas del Río Uruguay. Esto permite suponer que, con el transcurso del tiempo, la especie irá incrementando sus números en el Delta”.
Los ciervos axis, originarios de la India, son una especie exótica introducida para ser utilizada como presa de caza. Los individuos ponen en riesgo tanto a la fauna nativa como a los cultivos por su acelerada tasa de reproducción, su habilidad para moverse y la ausencia de predadores naturales que sirvan para controlar el aumento de la población.
FICHA:
Nombre científico: Blastocerus Dichotomus
Distribución: En la Argentina se distribuía desde el sur de Misiones hasta el nordeste de Buenos Aires, pasando por Corrientes y Entre Ríos, y al este de las provincias de Santa Fe, Formosa, Chaco, con una intromisión siguiendo las cuencas del Bermejo y Pilcomayo hasta las provincias de Salta y Jujuy. Actualmente se encuentra restringido a localidades de las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Buenos Aires y posiblemente también Santa Fe, siendo las poblaciones de los Esteros del Iberá (Corrientes) y las del delta del Paraná (Buenos Aires y Entre Ríos) las más importantes del país. En el resto de Sudamérica se lo encuentra en el centro, oeste y sur de Brasil; sudeste de Perú, este de Bolivia y Paraguay. En Uruguay se lo considera extinto.
Principales amenazas: Destrucción de su ambiente, caza deportiva y de subsistencia, ataques de perros y enfermedades del ganado.
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