El hallazgo de imágenes publicadas en la revista National Geographic en 1959, entre otras publicaciones y registros fotográficos de la época, permitió reconstruir la verdadera imagen de Caminito, la calle museo de la ciudad de Buenos Aires. El descubrimiento concedió la intervención y recuperación del patrimonio arquitectónico distribuido a lo largo de los 110 metros del pasaje con la paleta de colores histórica que definía el paisaje a mitad del siglo pasado.
Según anunció el gobierno porteño, por primera vez desde su inauguración a finales de la década del cincuenta en concepto de museo destechado, las edificaciones pintorescas del barrio de La Boca exhiben una distribución cromática que respeta su versión original, la que ideó el artista argentino Benito Quinquela Martín. La restauración fue realizada por la Dirección General de Competencias Comunales y Talleres de la Secretaría de Atención Ciudadana y Gestión Comunal porteña, bajo la supervisión del Museo Benito Quinquela Martín. La puesta en valor del paseo consistió en trabajos de reparación y pintura sobre muros, balcones y fachadas de conventillos, la reposición del adoquinado, la fabricación e instalación de bancos y de las estructuras para guardado de atriles de artistas.
Quinquela Martín no dejó un plano específico de los contornos y los colores de Caminito. Se realizó una investigación destinada a rescatar la paleta cromática del paseo, uno de los lugares más fotografiados del mundo. “La aparición de fotografías de los años 58 y 59 nos permitieron estar seguros de cómo era esa primera apariencia que había tenido Caminito, lo cual no se conocía hasta hace algunos años, puesto que la documentación fotográfica reunida era parcial. Con esa base, se delineó un plano de colores con el mayor rigor posible”, remarca Víctor Fernández, director del Museo.
Se repintaron las propiedades lindantes con Caminito: son 24 inmuebles intervenidos sobre una calle situada en el antiguo paso del ferrocarril, edificaciones típicas del barrio construidas con material, chapa y madera que no tienen puertas sino son fondos, paredones y medianeras de casas que conviven con el paseo turístico. El proyecto modificó la totalidad de la calle-museo, a ambos lados, a lo largo de sus 110 metros de longitud. La renovación cromática alcanzó unos 600 metros cuadrados de superficie.
“El color en Quinquela responde a ciertas convicciones y, si bien él era bastante riguroso con la distribución cromática, a veces la cambiaba. Eso nos dificultó decidir qué tonos usar. Por eso fue muy importante encontrar las imágenes de 1958, que devuelven las primeras distribuciones. En las fotos de 1961, ya hay colores diferentes. Muchas veces se habían vuelto a pintar construcciones con colores sin un criterio, incluso en propia vida de Quinquela, llegando al punto de desvirtuar el sentido original, explica el director del Museo.
Rojos, celestes, amarillos y verdes brillan ahora renovados sobre las fachadas y se mezclan en el colorido puzzle urbano del paisaje boquense junto a otros atractivos del paseo: antiguos conventillos, locales gastronómicos, viviendas y museos. Una veintena de obras de arte sorprenden a los visitantes a lo largo de la calle, tales como relieves, bustos y pinturas murales. Como ejemplos, el mosaico Regreso de la pesca, de Benito Quinquela Martín realizada por Ricardo Sánchez; La canción, de Julio Vergottini (1905 - 1999); El Monumento al Bombero Voluntario, bronce de Ernesto Scaglia, y el busto de Juan de Dios Filiberto (autor de la música del tango Caminito), de Luis Perlotti.
“Hoy los colores son los que corresponden. Los museos que formamos parte del barrio estamos muy contentos con el resultado. Son los colores quinqueleanos, que resaltan una barbaridad”, destacó por su parte Marcelo Juárez, director del Museo Histórico de Cera, hoy vestido de amarillo brillante tras la renovación de colores de Caminito. Como él, hubo otros artistas que exponen sus creaciones en la Feria de Artes Plásticas Caminito que celebran el resultado de la intervención. Mabel Berzano, grabadora e integrante de la feria del museo al aire libre desde hace 25 años, dice: “Pienso que esto de los colores estridentes debe tener que ver con el principio de la calle museo, porque los colores de los restantes de los barcos de La Boca tenían colores así, no me imagino colores pasteles. Está más vibrante y me gusta, lo veo identificatorio con el lugar”. María Elena Maseo, escultora, coincide: “Creemos que muestra más energía”.
Como ellas, los comerciantes que se distribuyen a lo largo del paseo turístico enseñaron su apoyo a la renovación del lugar. Alicia Benítez, administradora de un local de artículos regionales, donde trabaja desde mediados de los años 90, expresa: “Los colores pasteles no identificaban a Caminito, que siempre fue colorido, como los conventillos, y es lo que queremos que predomine. La gente viene por eso”. El muro trasero de su negocio luce ahora un verde intenso, recortado por rojos y celestes y coronado por una de las grandes piezas de arte que se distribuyen a lo largo de la calle: una pintura cerámica de Ricardo Sánchez de la obra Regreso de la Pesca, de Benito Quinquela Martín, que sirve de telón de fondo a los turistas a la hora de retratarse.
“Devolverle a Caminito sus colores originales ha sido una tarea en la que participamos codo a codo varias áreas de gobierno en conjunto con los vecinos y feriantes. Caminito es mucho más que un paseo público, es un polo artístico y también de desarrollo económico para todos los comercios y feriantes de la boca que expresa la identidad de nuestro ser porteño, esa característica es la que maravilla a quienes lo visitan y por eso es que ha traspasado las fronteras”, afirmó Julia Domeniconi, secretaria de Atención Ciudadana y Gestión Comunal.
Asociado al tango del que debe su nombre, Caminito estuvo destinado siempre a transformarse en un “lugar de culto”, una porción de porteñidad y en una referencia turística. A tal punto que en 2014, las estadísticas de Google llegaron a ubicar este espacio como uno de los diez más fotografiados del planeta. El gobierno porteño asegura que la calle-museo se transformó en motor social, cultural y económico para La Boca y la ciudad. En un comunicado, concluyeron: “Son el arte y la historia cultural de un pueblo los que transformaron espiritual y materialmente la vida de una sociedad. Es el esfuerzo de un grupo de hombres que, orgullosos de su tierra, intuyeron que la obra que emprendían sería trascendente porque era auténtica. Es la sabiduría de quienes no dudaron que una cortada modesta y casi olvidada del arrabal porteño podía alcanzar el rango de universal. Es el Escribano General de Gobierno, Jorge Garrido, a quien luego de firmar la transferencia de los terrenos de Caminito a la ciudad se le oyó decir: ‘Guardaré esta lapicera, pues será histórica’. Es Benito Quinquela Martín, quien recordando aquella tarde de 1959 decía: ‘Caminito seguirá siendo lo que es hoy: un museo de arte al aire libre, puesto al servicio de la cultura del pueblo’”.
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