Gotas de sangre desde el baúl de un auto y un crimen atroz: así hallaron los cadáveres del matrimonio Schoklender

El encargado de un edificio en pleno Palermo denunció al auto sospechoso. Los cuerpos de Mauricio y Cristina aparecieron ferozmente golpeados. Luego se supo que habían sido víctimas de un parricidio. A las pocas horas la Policía tuvo el nombre de los culpables: los hermanos Sergio y Pablo Schoklender

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Cristina Silva y Mauricio Schoklender,
Cristina Silva y Mauricio Schoklender, el matrimonio asesinado por sus hijos Sergio y Pablo

Cuando abrieron con un explosivo el baúl del auto Dodge Polara estacionado en Coronel Díaz y Pacheco de Melo, los policías no se imaginaban que esos dos cuerpos en estado de descomposición que acababan de descubrir, envueltos en una sábana, la noche anterior habían sido un matrimonio que había celebrado el cumpleaños de sus hijos.

Tampoco podían suponer que esos hijos habían sido los asesinos.

Se cumplen 41 años del doble crimen del ingeniero Mauricio Schoklender y de su esposa Cristina Silva y del hallazgo. Por los asesinatos fueron condenados sus hijos: Sergio y Pablo.

“Envolvieron sus cabezas con toallas y les pusieron bolsas de polietileno llevándolos luego al baúl de uno de los coches del padre, donde los cubrieron con una sábana. Fue Sergio Schoklender quien condujo el vehículo hasta la avenida Coronel Díaz 2459, donde lo dejó; descubriéndose los atroces crímenes merced al charco de sangre que se había formado debajo del rodado. Los acontecimientos sucedieron aproximadamente entre las 3 y las 6,45 horas del 30 de mayo de 1981″, figura en el expediente que en su momento impulsó el juez Juan Carlos Fontenla.

Mauricio Schoklender era financista. Cristina
Mauricio Schoklender era financista. Cristina Silva actriz vocacional. El asesinato se produjo la misma noche que cumplía años Sergio, el mayor de sus hijos

El magistrado declaró a la prensa: “En un principio, a los hermanos no se los tuvo como sospechosos. Es más, llamamos de la comisaría a la casa de los Schoklender y les dijimos que había ocurrido un accidente. Atendió uno de los parricidas y dijo que iban a ir a la comisaría, pero no se presentaron”.

A esa altura, los hermanos sólo pensaban en fugarse.

La noche anterior, Sergio había celebrado sus 23 años con sus padres, su hermana Valeria y su novia en un restaurante de la Costanera. Pablo esperaba en la casa.

El Dodge Polara estacionado al
El Dodge Polara estacionado al 2400 de la avenida Coronel Díaz. Un encargado de edificio vio que del baúl caían unas "gotas de sangre" y llamó a la policía

Antes de que se los acusara y buscara había cierto desconcierto. El diario La Nación del 1 de junio de 1981 publicó. “Las autoridades de la División Homicidios de la Policía Federal y de la comisaría 21 continúan investigando el doble homicidio del que resultaron victimas el ingeniero Mauricio Schoklender y su esposa Cristina Silva, cuyos cadáveres fueron hallados anteayer en el interior del baúl de una auto estacionado frente al número 2483 de la avenida Coronel Díaz, en Barrio Norte. Según se supo en forma extraoficial, el matrimonio se domiciliaba en compañía de tres hijos en el cuarto piso del edificio ubicado en la calle 3 de febrero 1480, en Belgrano, vivienda que hace aproximadamente dos semanas fue afectada parcialmente por un incendio, al parecer accidental”.

En realidad, tiempo después la Justicia consideró que ese incendio fue generado por Pablo.

“Los cuerpos -publicó por entonces La Nación en un recuadro en la parte superior de una página impar-, maniatados, amordazados, vestidos con ropas de dormir y envueltos en una sábana, fueron hallados en el interior de un Dodge Polara color ladrillo, chapa C 726713, que había sido estacionado varias horas antes en la avenida Coronel Díaz, y trascendió que la muerte de ambos se habría producido por estrangulamiento y en cuanto a las manchas de sangre halladas junto al vehículo serían producto de lastimaduras provocadas por los autores del hecho al introducir los cadáveres en el auto”.

La información agrega, según los testigos, que el ingeniero Schoklender había sido visto con vida por última vez dos días antes de los asesinatos, cuando entraba en su departamento.

Sergio y Pablo Schoklender, los
Sergio y Pablo Schoklender, los parricidas. Intentaron escapar, pero a los pocos días fueron detenidos en la provincia de Buenos Aires

¿Cómo se produjo el aberrante hallazgo? Un versión refirió que unos niños que jugaban en la zona vieron que debajo del auto había sangre. Y que le dijeron a uno de sus padres y en ese momento se llamó a la Policía.

Poco después llegaron cinco patrulleros, tres grúas y dos camiones de bomberos. El lugar fue cercado para evitar el acceso de periodistas y fotógrafos, aunque algunos de ellos pudo pasar con astucia y sin ser descubiertos.

Pero la versión más precisa la dio la revista Gente, en una crónica del periodista Rodolfo Zibell, el encargado del edificio de Coronel Díaz 2459, Ángel Ruiz, que la tarde del sábado escuchaba las noticias del informativo de Radio Rivadavia para saber cómo había clasificado Carlos Reutemann para la carrera de Fórmula 1 del otro día, en el circuito de Mónaco, se topó con el comienzo del horror. “Cuando salió a la calle vio estacionado un Dodge Polara color vinílico del que caían gotas de sangre. En ese momento llamó a la Policía”, refleja la nota.

También aporta un dato importante: la idea de los Schoklender era volver por el auto y llevarlo a un descampado del conurbano bonaerense y prenderlo fuego.

Sergio Schoklender, detenido. Fue él
Sergio Schoklender, detenido. Fue él quien culminó el asesinato de su madre ahorcándola

Horas después, se informó que el sumario reflejaba dos acusados: los hermanos Sergio (23 años) y Pablo Schoklender (20).

Era el horror de una familia de clase media acomodada. Todo parecía haberse hecho añicos, sobre todo el tiempo feliz en que los Schoklender vivieron en Tandil. Sus hijos fueron a la escuela, el ingeniero Mauricio era gerente de la metalúrgica Tandil y su esposa Cristina era una actriz de la línea de Nuevo Teatro, cuyos referentes eran Alejandra Boero y Pedro Asquini. Mauricio y Cristina se habían casado el 7 de julio de 1955. Sergio llegó al mundo el 30 de mayo de 1958.

Hay fechas que nacen como dicha y reaparecen como tragedia: un 30 de mayo, el día que parió a un hijo, esa mujer iba a ser asesinada. Por su propio hijo.

La huida de los hermanos
La huida de los hermanos Schoklender incluyó un caballo. Se quisieron esconder en la zona balnearia bonaerense, pero fueron reconocidos, delatados y capturados

Los hermanos fueron detenidos. Y condenados.

El fallo fue contundente: “Sin ninguna duda fueron Pablo y Segio Schoklender los ejecutores del crimen de su madre Cristina Silva Romano. Pablo, el menor, fue quien a traición, desde atrás, le asestó el primer golpe en la cabeza con un garrote de acero macizo; y Sergio, el mayor, quien culminó la macabra tarea con otros golpes, amordazándola con una camisa con la que finalmente la estranguló. Este mismo fin le dieron a su padre, Mauricio Sckoklender fracturándole Sergio con la misma arma casi todo los huesos del cráneo a excepción del parietal derecho terminando por estrangularlo con una soga que Pablo había tomado en la que insertaron a modo de torniquete ese garrote. Todo ello ocurrió en su dormitorio y aprovechando que estaba dormido. A partir de ese momento se ocuparon de deshacerse de los cuerpos y de borrar los rastros, para darse finalmente a la fuga”.

Isaías Tejada, el portero del edificio donde vivían los Schoklender, que según la acusación bajaron los cuerpos por el ascensor, declaró haber visto a Sergio con el coche después de las 6,45 de la mañana. “La hora de salida indicada por Tejada guarda relación con la que informara el encargado del comercio en frente del cual Sergio Schoklender estacionara el coche con los restos mortales de sus progenitores a saber, a las 6,45 horas, sin que la falta de mención a la barba enerve su declaración sobre todo porque los colores de la vestimenta que él apuntó, coinciden con los que comentaran las mucamas Blanca Pereña de Lencina y Victoria B. López”, confirma el fallo en sus argumentos.

A 41 años del parricidio y el matricidio, el caso envuelve algo de misterio. Más allá de las primeras declaraciones, pareciera existir un pacto de silencio entre los hermanos parricidas para no contar lo que pasó esa noche atroz. Pero los hijos, al parecer, siempre consideraron a su familia como siniestra.

Pablo Schoklender en el cementerio
Pablo Schoklender en el cementerio de la Chacarita en 1985, cuando fue a visitar la tumba de sus padres acompañado por el padre Cordero

El libro Yo fui testigo, de Ricardo Halac, lo simboliza en este fragmento:

“La leyenda negra de la familia crecía por minutos: madre alcohólica, drogadicta, sensual, descarriada, libidinosa, padre homosexual. Pablo con problemas de conducta desde la infancia. Triángulo amoroso entre los mencionados”.

Días después, Pablo declararía a la revista 7 Días sobre el presunto incesto con su madre.

“Eso me tiene mal, es desagradable y chocante. Es ahí cuando se te cruzan todos los cables y no entendés más nada. Todos los valores se te van por la borda. Sentí desesperación, la amenaza estaba, aunque fueron unos episodios aislados. Sólo una vez vino en camisón y borracha a mi cuarto, abrió la cama, se metió y apretó su cuerpo contra el mío. Mamá no fue mi madre, fui su amigo, su confidente. Siempre contaba que su padrastro la violaba cuando tenía ocho años. Vivía con la idea fija del sexo, tenía una vagina en la cabeza”.

Hoy Sergio cumple 64 años, aunque una versión dice que no lo festejará esa fecha. La misma fecha en que él y su hermano mataban salvajemente a las personas que lo trajeron al mundo.

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