La desconocida epopeya de los médicos que fundaron el Hospital Argentino de París durante la Primera Guerra Mundial

En 1915, cuando los europeos se mataban en las trincheras, residentes argentinos en Francia se propusieron crear un hospital de guerra para atender a los heridos: se llamó “Hospital Argentin Auxiliare 108″. Se armó un equipo médico cuyo desempeño se ganó el reconocimiento del gobierno de ese país

Fachada del Hospital Argentino en París. En la actualidad, es un edificio de departamentos (Caras y Caretas)

El tránsito de heridos era incesante. El soldado que llegaba del frente era bajado de la ambulancia en la puerta del hospital, ya con las primeras curaciones hechas al pie de la trinchera. Por lo general venía sucio, repleto de piojos, con heridas cubiertas de costras de sangre seca mezclada con barro. Una enfermera lo desvestía y lo lavaba para evitar las infecciones. Le guardaban sus efectos personales y se confeccionaba una ficha. En el primer piso un médico lo revisaba y evaluaba la gravedad de la herida, ordenando los primeros estudios. Si era necesario se lo llevaba al último piso, donde funcionaba el quirófano. En cuanto estuviera en condiciones, se lo derivaba a otro centro de salud.

Así funcionaba el hospital creado y atendido íntegramente por médicos argentinos en París durante la primera guerra mundial, descripto en el libro Apoyo de sanidad de los argentinos a los franceses en la Primera Guerra.

En la capital francesa residía una importante colonia de argentinos. En 1915, a meses de iniciada la conflagración mundial, habían donado al país 38 automóviles, 20 ambulancias, 18 camiones ambulancias y cinco salas de cirugías desmontables.

El doctor Lorenzo Moss fue el director. Hacía años que vivía y ejercía la medicina en París (Caras y Caretas de 1917)

A esos argentinos se les ocurrió “la más seria de las iniciativas, la creación de un hospital de guerra en París”, relató en Caras y Caretas el médico santiagueño Nerio Rojas. Le propusieron la idea a Marcelo T. de Alvear, flamante encargado de la legación argentina en ese país, quien se entusiasmó de inmediato.

Se formó una comisión coordinada por el propio diplomático. Su presidente fue José Santamarina; el vice, Otto Bemberg; el secretario, Ernesto de la Cárcova; tesorero, E. Martínez de Hoz, mientras que como vocales se desempeñaron los doctores Lorenzo Moss y Enrique Finochietto, y Juan Antonio Fernández y Guillermo Haur.

Desde ese año estaban en París Rafael Cisneros y Enrique Beretervide, dos médicos argentinos, ambos de 25 años, el primero fue medalla de oro y el segundo diploma de honor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Cisneros había sido ayudante del profesor Demarest y cirujano del Hospital Broussai y del Hospital 50; Beretervide se había desempeñado como interno en la clínica infantil del profesor Hutinel y como médico agregado del Hospital 50.

Interior de una de las salas del hospital, que funcionó en la capital de Francia (Caras y Caretas)

Amigos inseparables, adhirieron a este proyecto y convocaron a Horacio Martínez Leanes, médico externo de ginecología del profesor Faure y a Rodolfo González Pacheco. Cisneros y Beretervide trabajaban desde 1915 en el Hospital Auxiliar N° 50, sobre la avenida Champs Elysée.

Los argentinos, que se reunían en la casa de Alvear o en la legación argentina para discutir cómo llevar adelante la idea, hallaron un edificio casi nuevo de seis pisos en el 14 de la calle Jules Claretie.

A la hora de designar a las principales autoridades surgió naturalmente el nombre del doctor Pedro Chutro. Hijo de inmigrantes vascos, había nacido en el pueblo de Pila el 18 de febrero de 1880 y se había graduado de médico en 1904. Ejerció en varios hospitales y fue uno de los fundadores de la Sociedad de Cirugía. Cuando estalló la Gran Guerra, pidió licencia en la cátedra Medicina Operatoria de la UBA y viajó a Francia. Se hizo cargo del servicio de cirugía del Hospital Buffon, uno de los principales nosocomios en esa época. Había adquirido una valiosa experiencia en el quirófano, donde pasaba a veces más de un día operando sin parar tratando de salvar vidas de los combatientes, ayudado por un reducido equipo de ayudantes.

Chutro declinó el ofrecimiento ya que prefería no dejar ese trabajo y propuso para ese cargo a su amigo, Enrique Finochietto. Este médico de 37 años era el jefe de cirugía de la sala 8 del Hospital Rawson y años atrás había viajado a Europa a perfeccionarse. En marzo de 1918 Finochietto llegó a París y se hizo cargo de la jefatura de cirugía, que hasta entonces había estado a cargo provisoriamente del francés Marcel Pruvost.

La guerra terminó. Fotografía tomada el 11 de noviembre de 1918. En el centro, sentado De la Cárcova; a su izquierda la enfermera Piccard. Atrás, entre los uniformes blancos de las enfermeras, se distingue a Finochietto (Caras y Caretas)

La dirección recayó en Lorenzo Moss, un argentino que vivía desde comienzo del siglo en Francia. Recibido de médico en Argentina, luego de largos trámites para revalidar su título, había abierto un consultorio en la capital parisina.

Junto a Finochietto, trabajaron Beretervide, Cisneros y Quesada Pacheco. El doctor Arroyo estaba a cargo de la cirugía odontológica. Había además dos técnicas en esterilización, una sala de rayos X y una farmacia. Tenía una capacidad de 150 camas distribuidas en cinco salas. El quirófano estaba en el último piso y su techo era vidriado, y de noche quedaba expuesto a los ataques aéreos enemigos, y muchas veces los vidrios estallaban en pedazos cuando una bomba caía cerca. También se había acondicionado un jardín, para el descanso de los pacientes.

El secretario general y administrador era Ernesto de la Cárcova.

De esta forma, el “Hospital Argentin Auxiliare 108″ fue el único atendido enteramente por argentinos. L’Union des Femmes de Francia colaboró con 25 enfermeras. Su jefa fue Suzanne Picard, que había sido condecorada en la campaña de Marruecos en 1910 y 1911, herida en el frente de batalla lo que le había valido la Cruz de Guerra. Además era legionaria de la Royal Red Cross.

En cada fecha patria, tanto argentina como francesa, así como en Navidad, fin de año y año nuevo la colonia argentina procuraba que médicos y pacientes tuvieran comidas especiales.

La inauguración del hospital fue el 25 de mayo de 1918. Aludiendo a la fecha patria argentina, Alvear dijo en la ceremonia que “la manera más eficaz de conmemorar la emancipación de un pueblo y el nacimiento de nuestra libre democracia, era consagrándose a cuidar los heroicos heridos del glorioso ejército de Francia”. Esa postura marcadamente proaliada del diplomático encendería señales de alarma en la Casa Rosada, donde el gobierno de Hipólito Yrigoyen hacía gala de una firme neutralidad.

El 11 de noviembre de 1918, el día que la guerra terminó, y en el hospital se organizó un banquete. Cuando Finochietto anunció su regreso a Buenos Aires, las autoridades francesas le solicitaron que permaneciera un tiempo más.

Enrique Finochietto en plena acción. Gracias a su creatividad y experiencia, inventó instrumental para cirugía que se sigue usando

Este centro de salud fue considerado un hospital de evacuación de primera categoría. Cerró en 1919. El propio Finochietto, Cisneros, Beretervide, Martínez Leanes fueron distinguidos por el gobierno francés con la Orden de la Legión de Honor por los servicios prestados.

Finochietto, junto a su hermano Ricardo, hizo historia en la cirugía y en la medicina. Extraordinario dibujante, diseñó innumerables instrumentos quirúrgicos, empezando por la característica luz en la frente. También el «empuja ligaduras», para detener las hemorragias; el aspirador quirúrgico para limpiar la sangre del campo operatorio, las «valvas de Finochietto», para separar órganos; el porta agujas; La pinza doble utilidad; la cánula para transfusiones, la mesa quirúrgica móvil que permite colocar al paciente en cualquier posición; el banco para que cirujanos puedan operar sentados y el separador intercostal a cremallera para operaciones de tórax.

En 1924, junto a Pedro Chutro y Florencio Lezica cenaban en el Chantecler, un conocido cabaret porteño. En un descanso de la orquesta, un amigo se acercó al músico Julio de Caro para pedir ayuda para su mujer que estaba mal. De Caro le contó a Finochietto y el médico pidió que lo llevasen a verla. La historia terminó a la madrugada operándola en el Sanatorio Podestá y salvándole la vida. “¿Cómo podré pagarle esta prueba de amistad, doctor?”, preguntó De Caro. “Con un tango, don Julio”. Así nació Buen amigo, dedicado a este médico que hizo de todo, hasta salvar vidas en Francia.

Fuentes: Apoyo de sanidad de los argentinos a los franceses en la Primera Guerra, por Héctor César Gotta, José Raúl Buroni, Alfredo Eugenio Buzzi, Arturo Otaño Sahores, Ana Otaño Moreno y Mario Rubén Sanguina Caballero – Editorial Alfredo Buzzi; El Hospital Argentino en París, por Nerio Rojas, revista Caras y Caretas.

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