Malvinas secreta: los fracasos diplomáticos cuando ya se combatía y el rechazo de Thatcher a un alto el fuego

La ofensiva militar del Reino Unido avanzaba en el Estrecho de San Carlos tras los fracasos diplomáticos de Perú, Naciones Unidas e Irlanda. Qué informes tenían los militares sobre el desembarco, por qué el gobierno inglés se negó a analizar la última propuesta de paz y el sorprendente diálogo de un general en el continente con Menéndez sobre lo que pasaba en las islas

Detrás del almirante Jorge Anaya había un numeroso grupo de oficiales que se reunían todos los días para hacer el seguimiento del conflicto. Como lo atestiguan las actas de cada una de esas reuniones y los “talking points” tratados, abarcaban problemas de todo tipo, desde militares hasta internacionales. Así elevaban un panorama diario el jefe del Estado Mayor, vicealmirante Alberto Gabriel Vigo, primero, y luego Anaya. En todas las reuniones sobrevolaba una directiva dada por el jefe de la Armada: “Esta situación no tiene solución, sino un final”.

El Acta del Estado Mayor del 21 de mayo observa primero a Chile: “En el día de hoy se festeja el ‘Día de la ARCH’. Parte de su flota se encuentra en puerto”. El punto b) ofrece una revelación: “Se informa a la Escuadra que la operación Falklands dará comienzo el 21 de mayo a las 8.30.” En un anexo de esta Acta aparece un mensaje del almirante Peyronel desde Ginebra, adelantando la “Orden de Batalla” de los ingleses: “Participarán los Batallones 40 y 42 de Comando; 3er Batallón Regimiento Paracaidista; 29 Comando Artillería Real; Unidades de Reconocimiento del 2º Regimiento de Tanques.” En esta Acta se van a asentar algunas informaciones del helicóptero británico caído en territorio chileno.

Párrafos del acta del EM Naval del 21 de mayo de 1982

El desembarco británico en San Carlos, cerca de la desembocadura norte entre las dos grandes islas, fue elegido con toda precisión por el almirante Woodward. Según supo señalar el estudioso militar Rodríguez Muñoz al estar la zona de desembarco flanqueada por alturas, la aviación argentina tendría poco espacio aéreo para maniobrar y lanzar sus misiles Exocet.

En esa zona, la presencia argentina se vio manifestada por el Equipo de Combate Güemes, comandado por el teniente primero Carlos Daniel Esteban. Eran 64 soldados que debían hacerle frente a 5.000 que bajaban de los barcos.

En esos momentos los altos mandos del Reino Unido no hacían otra cosa que confirmar lo que preveían: el peligro vendría por el aire, por la Fuerza Aérea Argentina y la Aviación Naval. Estaban en lo cierto, poco después ardería la fragata HMS Ardent; luego, el 23 de mayo, le llegaría el turno a la fragata HMS Antelope. Como un simple dato que manifiesta la supremacía militar inglesa, el general (RE) Tomás Sánchez de Bustamante, miembro de la Comisión Rattenbach que juzgó el conflicto, anotó en su cuaderno: “Los ingleses desembarcaron 34.000 toneladas en 4 días en San Carlos. La Fuerza Aérea Argentina 12-14.000 toneladas en todo el conflicto.”

Soldados británicos en la cabecera de playa en San Carlos

Mientras las fuerzas británicas desembarcaban en San Carlos la Junta Militar y la Cancillería continuaban hablando sobre otra propuesta de paz del presidente peruano Fernando Belaúnde Terry. El Reino Unido se negó a hacer comentarios al respecto y, menos, a considerar un alto el fuego. Tampoco estaba de acuerdo en retirarse de la cabeza de playa y ordenar que sus tropas volvieran a recorrer 8.000 millas sin concretar sus objetivos. Gran Bretaña, en todo caso, reclamaba “una retirada inmediata” de la Argentina de las islas y Leopoldo Fortunato Galtieri, consideró con Belaúnde “volver al continente, a Bahía Blanca o incluso a Buenos Aires si es necesario, y ellos pueden ir a la isla Ascensión”. Ya era tarde.

El 22 de mayo, al mediodía, Nicanor Costa Méndez llegó a Nueva York encabezando la delegación argentina. Entre otros, lo acompañaban los embajadores Figueroa, Erhart del Campo, el ministro Atilio Molteni y el secretario Julio Freyre. Al lado del canciller, también estaban sus escuderos castrenses Moya, Iglesias y Miret. A las pocas horas de llegar se entrevistó con Pérez de Cuellar; el presidente del Consejo de Seguridad y con los cancilleres de Venezuela y Panamá. Después asistió a la reunión del Consejo de Seguridad en una sesión de preparación a su intervención del 24 de mayo. Fueron horas interminables de discursos y réplicas.

El embajador de Francia responsabilizó a la Argentina por el inicio del uso de la fuerza y ratificó su apoyo a la Resolución 502. Otro de los temas principales a considerar en el Consejo de Seguridad era la propuesta de Irlanda del Norte. El proyecto establecía: a) un cese de hostilidades por 72 horas; b) dar participación a Pérez de Cuéllar a intentar una nueva gestión mediadora, conducente a entablar negociaciones; c) durante esas 72 horas las tropas deberían permanecer en los lugares en que se encuentran y no se permitía a ambos bandos reforzar sus posiciones.

Desde Londres, Margaret Thatcher hizo naufragar la iniciativa. Como una vez apuntó la Primer Ministra, recordando a Federico el Grande, “la diplomacia sin armas es como la música sin instrumentos”, por lo tanto rechazó el alto el fuego. A esa altura, las fuerzas británicas tenían muertos, barcos hundidos o averiados y varios aviones de combate de última generación derribados.

La propuesta de Belaunde Terry que fracasó

Mientras se desarrollaban encarnizados combates en las islas, el 22 de mayo por la noche en la delegación argentina en Nueva York se analizaban los próximos pasos de la Cancillería argentina, que apuntaban a:

-Viaje de Costa Méndez a Washington para participar de la reunión del Órgano de Consulta del TIAR. Se solicitará “decisiones más efectivas; Venezuela piensa en ruptura de relaciones con Gran Bretaña de toda América Latina”, comentó al autor el Ministro de Embajada Marcelo Huergo, uno de los diplomáticos más informados.

-“Canoro (sobrenombre que se le daba a Costa Méndez) dice que si fuera por él se iría del gabinete.”, comentó al autor en esas horas el embajador Mario Cámpora, en aquel tiempo apartado del servicio diplomático por razones políticas. Años más tarde, esas dudas de Costa Méndez salieron a la superficie: “¿Qué pasa si renuncio?”, preguntó Costa Méndez en una ocasión. “Te fusilan, dirán que se perdió por tu culpa”, le respondió el embajador Gustavo Figueroa, su jefe de Gabinete (diálogo con el autor, 2006).

Reagan, Thatcher, Haig y Francis Pynn en junio de 1982

Durante la emisión del programa Face The Nation, el Secretario de Estado Alexander Haig declaró que los Estados Unidos habían expuesto su política el 30 de abril: “Estados Unidos apoya militarmente al Reino Unido, excepto una participación militar directa y convenios con Gran Bretaña a partir de la Segunda Guerra Mundial. Su gobierno no discutirá los detalles de la cooperación entre ambos países.”

La Argentina sostiene que no recibe ayuda de la Unión Soviética. No tenemos motivos para dudar de esta afirmación. Sí recibe, en cambio, ayuda de países latinoamericanos, aunque no a nivel importante. Estados Unidos ha advertido a la Unión Soviética que la crisis no debe adquirir contornos (disputa) Este-Oeste. No obstante la situación le preocupa”, siguió.

Y finalmente aseguró que los EEUU “no están interesados en nuevas resoluciones del Consejo de Seguridad, dado que la Resolución 502 contiene todos los elementos necesarios para abordar los problemas. El desembarco británico y la cabecera de playa establecida modifican sustancialmente la situación.”

Las informaciones que tenía la Argentina sobre la cooperación estadounidense al Reino Unido y las propias declaraciones de Haig, llevaron al embajador Takacs, por instrucción directa de Costa Méndez, a entrevistarse con Thomas Enders, Secretario Adjunto para Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado.

Luego del encuentro, Takacs envió al canciller el cable “S” y Exclusivo 1522, en el que reproducía afirmaciones del alto funcionario norteamericano. A saber: 1) “Que no había ningún KC 135 (Stratotanker, para reabastecimiento en vuelo), conectado con operaciones en el Atlántico Sur”; 2) “Dos KC 135 estadounidenses están estacionados en Gran Bretaña para garantizar el alerta nuclear de la OTAN y asisten a los aviones Lightning con participación de otros países miembros de la OTAN”; “Me reiteró que no hay elementos tácticos de Inteligencia de los Estados Unidos para apoyo operativo en el Atlántico Sur”; 4) “Ha habido venta de combustible como suministro de material.”

Durante todo el transcurso de la guerra de las Malvinas, la oficina de enlace entre los ejércitos argentino y norteamericano, con sede en el propio edificio Libertador, siguió funcionando normalmente. Es decir, los oficiales de los Estados Unidos estaban instalados en el corazón del Ejército Argentino, observando lo que hablaban sus colegas argentinos a pesar del apoyo de Washington a Gran Bretaña. Sin embargo, “el presidente Galtieri, el viernes 21, propuso romper relaciones con los Estados Unidos, pero Nicanor Costa Méndez paró la iniciativa con el argumento de no agravar más la situación. Además, el canciller seguía pensando en que los Estados Unidos tendrán un papel importante en la futura negociación con Londres”, comentó al autor una figura diplomática argentina.

Leopoldo Galtieri y los generales. El presidente de facto argentino había propuesto romper con los Estados Unidos

Sin embargo, el 24 de mayo, en las mentes de la delegación argentina se consideraban las siguientes ideas:

“Pasos estudiados para un congelamiento de relaciones con Estados Unidos”:

1) Retiro del representante argentino ante la Junta Interamericana de Defensa.

2) Retiro de los oficiales argentinos que se están instruyendo en los centros militares de los Estados Unidos (Panamá, por ejemplo).

3) Retiro de los agregados militares en Washington.

4) Retiro del embajador ante la Casa Blanca (Esteban Takacs), dejando un encargado de Negocios (Ministro Eduardo Airaldi, el segundo en la Embajada en Washington).

5) La Armada cancelaría su participación en el próximo operativo UNITAS.

Apuntes del autor tomados en Nueva Yok

El 24 de mayo, el canciller Costa Méndez informó a los medios que la Argentina retiró a su personal de la Junta Interamericana de Defensa con sede en Washington. Y que “no descarta” viajar a La Habana el próximo 29 de mayo, para participar en la Cumbre de Países No Alineados.

También en esas horas del día 24 cuando regresó Enrique Ros a Buenos Aires con la misión de informar a los miembros del Comité Militar, en la reunión que se realizó en la Casa Rosada, los últimos acontecimientos diplomáticos que se realizaban en la OEA y el Consejo de Seguridad de la ONU, “trataron primordialmente las relaciones de la Argentina con los EE.UU., concluyéndose que no habría ruptura pero se efectuaría un seguimiento de cerca de este tema para verlo más adelante”, recordarán los miembros de la Junta Militar en su Memoria.

Por su parte, el 24 de mayo, el Estado Mayor Conjunto, en su Comunicado Nº 86, reconoció que las fuerzas británicas consolidaron la cabeza de playa de 10 kilómetros de profundidad y 15 kilómetros de frente en la Isla Soledad.

La conversación del 23 de mayo de 1982, dos días después del desembarco, entre el general de división Osvaldo García, comandante del V Cuerpo, y el general de brigada Mario Benjamín Menéndez

A las pocas horas de ocurrido el desembarco británico en San Carlos, el general de división Osvaldo García, comandante del V Cuerpo, mantuvo un diálogo radiotelegráfico con el general de brigada Mario Benjamín Menéndez. Fue el 23 de mayo de 1982, a las 18.35 horas.

García: Pido conocer las medidas adoptadas frente a la situación existente.

Menéndez: Ampliando lo informado en parte de ayer a la noche se adelantaron patrullas que comprobaron la presencia de enemigo al Sur de San Carlos.

García: Creemos que la próxima acción enemiga será hacia Darwin y es necesario fortalecer esa posición.

Menéndez: Yo pienso en forma similar por eso trataré de actuar desde la retaguardia. Darwin me preocupa, llevé por eso 2 Otto Melara, lo que nos costó 1 guardacostas.

García: Pregunto sobre la información que posee de los ataques aéreos de esta tarde.

Menéndez: Lo que tengo es muy pobre. Creo que no se encontraron barcos cuando llegó la Fuerza Aérea.

García: La información no es correcta; encontraron 7 buques en el brazo San Carlos y se ejecutó un ataque masivo.

Menéndez: Eso me alegra. Por otro lado tengo información de un ROA (radiograma) que la Compañía del Teniente Primero Esteban seguiría combatiendo.

García: […] Es mi intención decirle que dentro de sus posibilidades impulse al máximo posible los medios que disponga hacia el Oeste, aunque sea caminando. Desde el punto de vista político es muy importante limitar la penetración de esa cabeza de playa.

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