Los eventos que ocurrieron el 25 de mayo, día que se recuerda del primer gobierno patrio, comenzaron mucho antes y no en nuestro territorio sino en Europa. El rey de España Fernando VII había sido depuesto por las “abdicaciones de Bayona” y su lugar ocupado por el francés José Bonaparte, hermano de Napoleón. La noticia del hecho llegó bastante tiempo después a las costas de la ciudad de la Santa Trinidad y el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros la ocultó lo más que pudo. Pero la noticia llegó y al enterarse la población, sobre todo a los comerciantes, el tema comenzó a tomar un ritmo no esperado. Y en la gran aldea, donde nunca pasaba nada, pasó todo en una semana.
18 de Mayo
El Virrey Cisneros advierte a los habitantes por medio de un bando: “…En América española subsistirá el trono de los Reyes Católicos, en el caso de que sucumbiera en la península. (...) No tomará la superioridad determinación alguna que no sea previamente acordada en unión de todas las representaciones de la capital, a que posteriormente se reúnan las de sus provincias dependientes, entretanto que de acuerdo con los demás virreinatos se establece una representación de la soberanía del señor Fernando VII”. Había un pequeño problema: el señor Fernando VII estaba preso.
Grupos de intelectuales y comerciantes comienzan a reunirse en diversos puntos de la ciudad. En la quinta de Orma, Fray Ignacio Grela de los dominicos será quien encabece una reunión en la que estarán French y Beruti. Y en la jabonería de Vieytes o en la casa de Rodríguez Peña se reunirán Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Antonio Luis Beruti, Eustoquio Díaz Vélez, Feliciano Antonio Chiclana, José Darragueira, Martín Jacobo Thompson y Juan José Viamonte.
Vale la pena aclarar que nunca fuimos “colonia” sino “provincias de ultramar”; hasta 1812 eran solo seis y luego fueron 19 diputaciones provinciales: Nueva España, Nueva Galicia, Yucatán, San Luis Potosí, provincias internas de Oriente, provincias internas de Occidente, Guatemala, Nicaragua, Cuba con las dos Floridas, Santo Domingo y Puerto Rico, Nueva Granada, Venezuela, Quito, Perú, Cuzco, Charcas, Chile, Rio de la Plata y las Filipinas.
19 de mayo
Ese sábado encontró a ambos grupos al alba. Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano se reunieron con el alcalde Lezica y Castelli con el síndico Leiva. Le solicitaron al Virrey convoque a un cabildo abierto para tratar sobre lo acontecido en España y sus repercusiones en estas orillas del Plata. Cisneros, de mala gana, accederá. Sobre todo porque le dejaron en claro: “– si no es convocado- lo haría por sí solo el pueblo o moriría en el intento”.
21 de mayo
Un grupo de hombres armados, agrupados bajo el nombre de «Legión Infernal», ocuparon la Plaza de la Victoria y exigieron a gritos que se convocase a un cabildo abierto y se destituyese al virrey Cisneros. Al frente de este grupo estaba French y Beruti. Dudaban que Cisneros cumpliera la palabra de convocar al cabildo abierto, pero son tranquilizados por Cornelio Saavedra que el día 22 se enviarán las invitaciones.
Y así fue. Se enviaron las invitaciones a participar del cabildo del día 22: “El Excmo. Cabildo convoca á Vd. para que se sirva asistir, precisamente mañana 22 del corriente, a las nueve, sin etiqueta alguna, y en clase de vecino, al cabildo abierto que con avenencia del Excmo. Sr. Virrey ha acordado celebrar; debiendo manifestar esta esquela a las tropas que guarnecerán las avenidas de esta plaza, para que se le permita pasar libremente” (Sic)
22 de mayo
A las 8:00 de ese día la campana del cabildo sonó 40 veces convocando a los participantes a acudir al cabildo. La famosa campana sonó a mazazo limpio, dado que el badajo había sido retirado por orden del virrey Liniers tras la asonada de Álzaga de 1809.
La “Guardia infernal” de French y Beruti, armados con cuchillos, palos y fusiles controlaron el acceso a la plaza con la finalidad de asegurar que al Cabildo Abierto ingresaran solo los criollos. Los frailes dominicos encabezados por Fray Ignacio Grela, facón en cinto, cortaron el paso por el lado sur a los españoles realistas; el lado norte se encargaran los mercedarios de dicha tarea. Lo de las escarapelas que la historia oficial nos dice que repartían French y Beruti, está en discusión; algunos historiadores dicen que repartían cintas de color blanco; otros lo niegan rotundamente
Ese día fue largo, la asamblea duró hasta la medianoche. Hubo dos posturas enfrentadas: los que consideraban que la situación debía mantenerse sin cambios, respaldando a Cisneros en su cargo de virrey y los que sostenían que debía formarse una junta de gobierno en su reemplazo, al igual que en España. El Obispo Lué y Riega sostendrá el statu-quo: “No solamente no hay por qué hacer novedad con el virrey, sino que aun cuando no quedase parte alguna de la España que no estuviese sojuzgada, los españoles que se encontrasen en la América deben tomar y reasumir el mando de ellas y que éste sólo podría venir a manos de los hijos del país cuando ya no hubiese un español en él. Aunque hubiese quedado un solo vocal de la Junta Central de Sevilla y arribase a nuestras playas, lo deberíamos recibir como al Soberano”.
Juan José Castelli habló a continuación, y sostuvo que los pueblos americanos debían asumir la dirección de sus destinos hasta que cesara el impedimento de Fernando VII de regresar al trono. Y así tuvieron turnos para hablar: Pascual Ruiz Huidobro, Manuel Genaro Villota, pero entre todos será el pbro. Juan Nepomuceno Solá, que era español, estaba convencido que mando debía entregarse al Cabildo pero sólo en forma provisional hasta la realización de una junta gubernativa con llamamiento a representantes de todas las poblaciones del virreinato.
Cornelio Saavedra propondrá que el gobierno decaiga en el cabildo hasta la formación de una junta de gobierno y deja en claro que: “… el pueblo es el que confiere la autoridad o mando”.
Luego de los discursos, se procedió a votar por la continuidad del virrey o no en su cargo. Las opciones eran: 1) solo o asociado, 2) por su destitución. El resultado fue 155 votos a favor de la destitución y 69 en contra.
23 de mayo
El pregonero del Virreinato partió hacia los atrios, plazas y huecos de la ciudad de la Trinidad anunciando al sonido de un redoblante y la voz de “Oíd, Oíd” que “… el poder del virrey de las provincias del Río de la Plata ha caducado, y el cabildo reasumía el mando supremo del virreinato por la voluntad del pueblo.” Pero no todo era una maravilla patriótica de la paisanada; Cisneros y el “establishment” eran huesos duros de roer.
24 de mayo
A propuesta del síndico Leyva se conformó la Junta, la cual debía mantenerse hasta la llegada de los diputados del resto del virreinato, y ¿quién era el presidente? Don Baltasar Hidalgo de Cisneros y de la Torre, el ex virrey y los vocales serían: Cornelio Saavedra (militar, criollo), Juan José Castelli (abogado, criollo), Juan Nepomuceno Solá (sacerdote, español), José Santos Incháurregui (comerciante, español). La propuesta era del Obispo Lué. Cuando la noticia fue dada a conocer todo se volvió un polvorín y reapareció la “Guardia Infernal” comandada por French y Beruti. El cabildo del 22 había votado por destituir a Cisneros y la permanencia de él en el poder, aunque fuera con un cargo diferente al de virrey, era vista como una burla a la voluntad del voto emitido.
A punto tal fue la controversia generada por esta decisión que la ciudad toda se paralizó. Se cerraron las pulperías y las tabernas. Cesó el comercio. Se suspendieron los oficios religiosos de ese día en todos los monasterios, conventos y parroquias. La ciudad en la cual las campanas convocaban constantemente a los diversos templos habían callado, lo que otorgaba a la ciudad de la Trinidad un silencio tal que se advertía la llegada de una tempestad política. Solo se escuchaba el viento frio del sur soplando entremedio de las celosías. Las tropas estaban sublevadas y un leve chispazo político haría que todo estallara por el aire. Esa noche del 24 de Mayo, Saavedra y Castelli se presentaron ante Cisneros informando el estado de agitación popular, sublevación de las tropas, y exigieron su renuncia. Cisneros renunció en forma verbal y al mismo tiempo otro grupo se dirigió a la casa de sindico Leyva, para que convocara nuevamente a otro Cabildo Abierto para el día 25 de mayo.
25 de Mayo
La invitación llegó boca a boca y volvieron a sonar los consabidos 40 campanazos, tocados a mazazos, de la torre del cabildo. La “Legión Infernal” arengaba a la gente que se había reunido frente al cabildo. Se reclamaba la anulación de la resolución del día anterior, la renuncia definitiva del virrey Cisneros y la formación de otra Junta de gobierno. El día transcurría y los cabildantes reunidos no daban señales de vida. A la orden de French y Beruti algunos miembros de la “Legión Infernal”, ingresaron a la sala capitular reclamando la renuncia del virrey y la anulación de la resolución tomada el día anterior. En la plaza los ánimos estaban exasperados. Cisneros no quería firmar la renuncia que había ofrecido verbalmente… “verba volant, scripta manet…” Luego de un largo tiempo, llegó la renuncia firmada. Hay controversias de quienes fueron los que redactaron la nómina para la composición de los miembros de la junta de gobierno. Algunos historiadores sostienen que fueron French y Beruti; otros que fue por aclamación popular, otros que fue la conjunción de los tres partidos: los carlotistas, los juntitas y los alzaguistas.
Como fuera la junta de gobierno de criollos fue constituida por: presidente Cornelio Saavedra; vocales: Dr. Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Dr. Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea; secretarios: Dr. Juan José Paso; Dr. Mariano Moreno. Cuando se concluyó y aceptó la configuración de la junta de gobierno era muy tarde, hacía frío y llovía (sí era cierto lo de la lluvia). Casi nadie quedaba en la plaza. A lo que el síndico Leyva propondrá, según rezan las actas del Cabildo: “... se oyen entre aquellos las voces que si hasta entonces se había procedido con prudencia porque la ciudad no experimentase desastres, sería ya preciso echar mano a los medios de violencia; que las gentes, por ser hora inoportuna, se habían retirado a sus casas; que se tocase la campana de Cabildo, y que el pueblo se congregase en aquel lugar para satisfacción del ayuntamiento; y que si por falta del badajo no se hacía uso de la campana, mandarían ellos tocar generala, y que se abriesen los cuarteles, en cuyo caso sufriría la ciudad lo que hasta entonces se había procurado evitar”.
26 de mayo
Se realizará la proclama sobre el nuevo gobierno cuyo nombre oficial es: “junta provisional gubernativa de la capital del Río de la Plata”. En todas las jornadas jamás se tocó el tema de la independencia, pero la inquietud ya estaba dando vueltas por el continente hacía algunos años y se cuajará en 1816, en San Miguel de Tucumán.
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