El Coronel Edgardo Morales (55), jefe de Base Esperanza no necesita esperar los resultados del censo para saber cuántas personas habitan en ese rincón de la Antártida. Es la única que aloja a los miembros de las dotaciones de invernantes con sus familias. “Somos 62 y no hay mucho que contabilizar. De seguro no iremos a ningún lado por el resto del año”, expresa. La base conforma una gran comunidad que convive durante todo un año hasta que llega el recambio.
Les dieron la opción de cargar una planilla, de una manera simple. “Con una persona designada para la tarea, por computadora y en una planilla de Excel, cada miembro de la base fue completando los datos requeridos. En el caso de las familias, un titular respondió por el resto”, explica el coronel. El director del Indec, Marco Lavagna, los había instruido sobre la metodología mediante un encuentro virtual con los representantes de las siete bases antárticas habitadas: Belgrano II, Carlini, Esperanza, Marambio, Petrel, Orcadas y San Martín. Los resultados del censo 2022 en la Antártida serán compartidos dentro de tres meses, porque forman parte del viviendas colectivas, según el instituto nacional.
En las bases del continente blanco todos tienen un rol que cumplir, siempre bajo la misión de afianzar los derechos argentinos de soberanía en territorio antártico y también, dar el apoyo logístico a toda la actividad científica, que solo puede realizar trabajos de campo durante el verano, cuando se registran 1 o 2 grados. El personal “invernante” está integrado por militares, y permanecen todo el año con sus mujeres e hijos. En invierno las temperaturas pueden descender a 20 grados bajo cero y los días se van a acortando cada vez más. Ya oscurece a las 4 de la tarde. “Estaremos todo el año y nos iremos en enero de 2023″, dice el jefe de la helada base.
En Esperanza, donde no existen las calles, habitan nueve familias y disponen de 13 casas en total. Para el censo, cada base es considerada como una casa.
En la “casa” Esperanza funciona una escuela. La provincial número 38 dependiente de Tierra del Fuego. Allí trabajan dos docentes, la directora y su marido, que también es maestro. Son tan pocos, que la directora de clases. Hay siete chicos de nivel primario, que tienen doble escolaridad, y ocho adolescentes que estudian con un programa de educación a distancia impartido por el Ejército Argentino. Se les asignó un aula y reciben la tutoría de una de las mujeres de los invernantes.
También hay una pequeña capilla, llamada San Francisco de Asís, con capacidad para 20 personas, pero no hay párroco. Hay una delegada, que no puede dar misa. Sin embargo, pueden disponer el cáliz y hostias ya bendecidos por la Iglesia, para poder comulgar. El rompehielos ARA Almirante Irizar, que llega a principios de año con el abastecimiento, y tiene un sacerdote y es quien por lo menos, una vez al año da misa. “En marzo cuando trajeron a las mujeres pasó por última vez”, relata el coronel Morales.
En esta base familiar también tiene hay una casa principal donde se reúnen todos los sábados para una “pizzeada”. El personal que llega solo se aloja en ese lugar. La idea es que todos puedan compartir ese momento y disfrutarlo.
Para que la base cuente con todos los servicios necesarios, hay un médico (cada base cuenta con uno), un carpintero, un taller con dos mecánicos, operadores de máquinas viales y dos cocineros. La base debe funcionar con el personal mínimo. Todos llegan juntos y el relevo también se hace en conjunto.
En Base Esperanza, nadie se queda de brazos cruzados. Las mujeres que acompañan a sus maridos militares son auxiliares de base. Una está a cargo de la sala de 3 y 4, otra a cargo del secundario, y está quien trabaja en el depósito de intendencia, con el abastecimiento de víveres. Además, hay tres que son locutoras de la radio LRA 36 Arcángel San Gabriel, que hacen un programa que difunde información que también llega de las otras bases.
Cuando llega el verano se suma el personal científico de la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y la función militar es brindar apoyo logístico. Hay dos pingüineras, bastante pobladas, de la especie llamada papúa, que se reconoce por una mancha blanca sobre sus ojos y la adelia, que se caracterizan por ser buceadores de aguas profundas. A escasos kilómetros de Esperanza y de interés para los geólogos, está el Monte Flora, un yacimiento fósil del Período Jurásico.
El coronel Edgardo Morales (55) es la tercera vez que pasa el año en la base Esperanza. Está acompañado por su mujer y sus dos hijos de nueve y cuatro. La experiencia es fundamental para liderar en la base. Fue premiado para ocupar el puesto en compañía de su familia.
En el resto de las bases los militares saben cuántos son. La Marambio es otra de las más pobladas. Tiene 71 hombres y 10 mujeres. En la Base Antártica Conjunta Petrel solo hay 16 hombres. Y en el resto, en promedio, hay 20 personas.
En las siete bases permanentes del sector Antártico Argentino habitan un total de 267 personas, según información del Comando Conjunto Antártico.
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