El jueves 13 de mayo de 1982, a las 9.15 de la mañana, se reunió el Comité Militar en la sede del Estado Mayor Conjunto -Paseo Colón 255- con la presencia del canciller Nicanor Costa Méndez. El canciller contó que el embajador Eduardo Roca, en Naciones Unidas, se había contactado con él para transmitir su preocupación por el secuestro de periodistas extranjeros en pleno centro de Buenos Aires. La Junta Militar asentó en su Informe que “algunos periodistas agredidos manifestaron que la acción podría haber provenido de la CIA” (Agencia Central de Inteligencia de los EE.UU.), opiniones que no merecen considerarse por carecer de sustancia. Muchos años más tarde, durante la investigación judicial sobre el accionar de las Triple A, la banda de Aníbal Gordon y la “mano de obra desocupada”, se sugirió que varios de sus integrantes tuvieron que ver con los secuestros a los periodistas ingleses.
Todos los documentos que circulaban ese 13 de mayo en Naciones Unidas, concluían que las delegaciones de la Argentina y el Reino Unido se mostraban con prolijos movimientos que no conducían a ninguna parte y, para peor, el Secretario General -que adivinaba que entraba en un punto crítico- urgía y presionaba a los diplomáticos. Llamó a las dos partes “pidiendo posiciones para el sábado 15 de mayo. En ese día entregaría su propuesta y daría 48 horas para contestarla, retirándose de la gestión si fracasara.”
En esas horas, el vicecanciller, embajador Enrique Ros (en Nueva York), habló con el embajador Gustavo Figueroa, el máximo funcionario de confianza del canciller argentino Nicanor Costa Méndez, para decirle: “Aquí se ha pasado a una situación de desánimo, y los británicos están haciendo informaciones a los diez miembros de la Comunidad Económica Europea diciéndoles que ellos no aceptarían ninguna propuesta que no fuera aceptable a los isleños, es decir que aún este acuerdo interino tendría que ser hecho en tal forma que no motivara reacciones negativas de los isleños, con lo cual ya te puedes dar cuenta de que ya se están autocreando excusas para un rechazo.”
Los diplomáticos argentinos, a su vez, sentían a sus espaldas el aliento de los militares. Así puede conjeturarse porque los miembros del COMIL dejaron asentado en esas horas que “la aproximación de medios ingleses al archipiélago de las Malvinas estaba haciendo más estricto el bloqueo y dificultando el apoyo logístico a las islas, por lo que se hacía aconsejable ir presionando para obtener una definición en las negociaciones.” Una observación que no revelaba el estado crítico en que parecían mantenerse los efectivos de la Guarnición Malvinas, tras (para muchos) cuarenta días en estado de alerta en sus posiciones.
El viernes 14, fuera del foco de atención del periodismo, se realizó una reunión secreta en Puerto Belgrano, en un saloncito pegado al despacho del vicealmirante Juan José Lombardo, Comandante del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (COATLANSUR) que tuvo como protagonistas a los contralmirantes Gualter Allara, comandante de la Flota de Mar; Carlos García Boll, comandante de la Aviación Naval y Carlos Busser, comandante de la Infantería de Marina. Durante el conclave los tres contralmirantes expusieron sus puntos de vista e hicieron previsiones poco optimistas sobre el futuro, cuando los efectivos de la Task Force desembarcaran en las islas. Luego de un largo rato los tres subordinados se retiraron con la impresión de que sus opiniones no habían logrado ser tomadas en cuenta.
Tras el encuentro, el sábado 15 de mayo, Lombardo escribió un largo documento. Cuando lo redactaba tenía sobre su mesa los matutinos que informaban sobre el “lento avance” en las negociaciones que conducía el Secretario General de las Naciones Unidas y se daban a conocer las primeras estimaciones sobre los muertos, desaparecidos y heridos del Crucero Belgrano.
Los diarios del día transcribían unas declaraciones de Leopoldo Fortunato Galtieri en las que sostenía que el pueblo está dispuesto a perder “cuatro o cuarenta mil argentinos más” y si es necesario mantener militarmente esta situación otros “seis meses o seis años” y reiteró que no va a “levantar la bandera blanca”.
El lunes 17 de mayo, los contralmirantes Allara, Busser y García Boll volvieron a ser convocados por Lombardo y, en esa oportunidad, les leyó un documento de cinco carillas. Cuando finalizó, el almirante Lombardo pregunto en voz alta: “¿Hay objeciones?”. Ninguno de los presentes dijo nada. Quizá alguno podía haber esbozado alguna cuestión, ajustado otra visión, aportado otros puntos, pero no escaseaba el tiempo –ni militar ni diplomático- para ocuparse de los mismos.
Los tres salieron juntos del austero despacho naval y una vez afuera Carlos Busser escuchó decir al contralmirante Allara: “Con esto Lombardo se salva para la historia.” Quizá una frase que tomada a la ligera daba pie a una conducta individualista, pero viniendo del Comandante del Teatro del Teatro de Operaciones Atlántico Sur era un llamado de atención muy serio que no fue tomado en cuenta por sus superiores.
El documento de cinco fojas firmado por Lombardo está fechado el sábado 15, es decir al día siguiente de la reunión con sus tres subordinados. Esta dirigido al Comité Militar (los integrantes de la Junta Militar más el jefe del Estado Mayor Conjunto) con carácter de “Secreto” -“S”/82 Letra COOP, IM4- y lleva como título “Elevar Apreciación”. Éste documento inédito, curiosamente, no está contenido en la extensa Memoria de la Junta Militar y ya se verán los por qué.
El primer punto, titulado “Apreciación de los hechos acaecidos”, describe los pasos iniciales de la “ocupación de las Islas (que) fue realizada de acuerdo a los planes establecidos, con muy pocas bajas y pudiendo alcanzarse todos los objetivos. Ello creó una sensación de seguridad en las propias capacidades tanto a las fuerzas propias como al público en general.”
Tras sobrevolar la reacción británica en trece líneas, el punto 1.3., señala que “la primera acción inglesa importante del día 1º de mayo pareció ser un intento de invasión que fuera exitosamente rechazado por las fuerzas propias. Se apreciaron serias bajas en la acción enemiga tanto por el fuego AA (Artillería Antiaérea), como por la acción de los propios medios aéreos. La apreciación actual de este Comandante de Teatro es que tal intento de invasión no existió. Sino que fue una demostración, realizada con propósito intimidatorio, de sondeo de nuestras capacidades y de práctica general para la fuerza enemiga. En resumen, esta supuesta invasión rechazada y las supuestas importantes pérdidas infringidas al enemigo, reafirmaron nuestro optimismo y los medios masivos de difusión enfervorizaron al público que vio un fácil triunfo argentino y una gran capacidad de nuestras fuerzas.”
En el punto 1.4 se dice: “El enemigo replegó sus fuerzas, continuó recibiendo refuerzos y completando sus medios y posiblemente estudiando y evaluando los modos de acción. Es lógico que esta fuerza que había zarpado con urgencia, necesitara un período de análisis y evaluación en el área de operaciones, organizar las fuerzas que se le iban incorporando y además recibir las directivas políticas para la acción. Así pasaron los días 2 al 4 de mayo sin acciones. Se produce casi simultáneamente el hundimiento del Crucero Belgrano y el ataque al Aviso Sobral. Ambos hechos muestran al mismo tiempo una capacidad para la acción y una moderación en los efectos buscados. Se hundió al Belgrano pero no a los dos destructores que lo acompañaban. Se atacó al Sobral pero no se intentó perseguirlo y hundirlo como se lo podría haber hecho”.
El punto 1.5 fija la mirada naval en la fuerza de submarinos: “La evidencia del peligro de los submarinos nucleares sumado a la extensión de la zona de exclusión y de la voluntad enemiga de aplicar su capacidad de acción, hizo replegar nuestras fuerzas de superficie. En las sucesivas etapas de este repliegue se han tenido evidencias ciertas de la presencia próxima de submarinos enemigos listos a actuar de salirse a aguar profundas.”
A continuación, el párrafo 1.6 observa que “nuestros submarinos han tenido evidencias del mal desempeño de los torpedos propios. Las oportunidades en que se concretaron ataques se vieron así frustradas, lo que anula esta arma por el momento.”
La severidad anterior también atañe a la aviación naval en el punto 1.7: “Existen evidencias y otros síntomas del mal desempeño de las bombas utilizadas en ataques aéreos de nuestros aviones. La capacidad de producir daños mediante ataque aéreo a fuerzas navales se evidencia como muy baja pese al elevado costo. Los aviones Super Standard no tienen capacidad logística para acciones sucesivas (...) En resumen, parecería que el enemigo dispone de una adecuada libertad de acción en cuando al momento de implementar los modos de acción que hubiere seleccionado.”
En el punto 3º el vicealmirante Lombardo hace tres conclusiones.
En el punto 3.1. advierte: “Se debe mantener una muy actualizada estimación de nuestra situación militar tanto en el archipiélago como en el teatro y continente para evaluar correctamente la propia capacidad de negociación”.
El punto 3.2 es otro llamado de atención para las más altas autoridades militares: “Se debe llevar una acción psicológica que destaque la seriedad del compromiso asumido, la magnitud de las fuerzas en oposición, las pérdidas materiales y humanas previsibles y que inexorablemente el conflicto deberá resolverse mediante una solución negociada. Esta acción se debiera iniciar a la mayor brevedad a fin de lograr que se atempere el actual sentido triunfalista de algunas manifestaciones que harán más difícil la aceptación por las propias fuerzas y por el público en general, de los sacrificios de la acción militar y/o la aceptación de los términos de la negociación cualquiera ellos sean.”
Por último se aconseja que se evalúe “la influencia que para el sostén logístico tienen los apoyos externos para ambos contendientes, en particular de los EE.UU. para el enemigo y de otros países latinoamericanos para nosotros. En este caso, la factibilidad de que dicho apoyo se concrete en aquellos elementos críticos como aeronaves y misiles.”
Para ser justos hay otro documento que también es un llamado a la reflexión, y fue redactado el domingo 16 de mayo de 1982, al mismo tiempo que el del vicealmirante Lombardo. Lo escribió el general de brigada Mario Benjamín Menéndez, como gobernador y comandante militar de las islas Malvinas, dirigido al comandante en jefe del Ejército Galtieri, con vista al jefe del Estado Mayor (general de división Antonio Vaquero). Son tres páginas contenidas en el Mensaje Nº 093 y que dan cuenta del “desgaste gradual del personal por las difíciles condiciones impuestas por el terreno y clima, las que se van haciendo progresivamente más duras.”
En términos parecidos al del vicealmirante Lombardo, aunque con una visión más estrecha, como consecuencia de su permanencia en las islas, Menéndez al tratar el capítulo “Campo de Personal”, sostiene que existe una “sensación de impotencia cuando no ve respuesta propia a los ataques del enemigo, de los que toma conocimiento por radio o por verlos/escucharlos (ataques aéreos), aún cuando esos ataques no posean mayor eficacia.” La conclusión: “Todo ello erosiona la moral de la tropa, a pesar de la intensa acción de mando.”
En cuanto al “campo de operaciones”, se sostiene que “si bien por información del COATLANSUR sabemos que hay limitaciones en los medios, que desconozco, pienso que poco a poco estamos cediendo casi totalmente la iniciativa al enemigo, producto de la reticencia en el actuar desde el continente, a pesar que cada ataque aéreo propio efectuado oportunamente arrojo resultados positivos”.
Pone de manifiesto que las fuerzas británicas operan “con todo tipo de aeronaves, de día, de noche y con mal tiempo. Las aeronaves propias no operan, a veces, ni siquiera con buen tiempo.”
Cuando trata “el campo logístico”, Menéndez habla de problemas de “creciente magnitud” como resultado de “las limitaciones cada vez mayores del puente aéreo y la inactividad que el bloqueo inglés determinó en el puente marítimo, además de algunas pérdidas significativas como la nave Islas de los Estados”. Y hace un importante listado de “necesidades mínimas diarias” (munición de diferentes calibres, combustible, aceites, grasas lubricantes, vestuario y raciones). En este capítulo agrega que “la falta de equipo adecuado, en este caso visores pasivos nocturnos limita significativamente la propia capacidad operacional nocturna, lo que es aprovechado sistemáticamente por el enemigo.”
Como resultado de este mensaje 093, Galtieri lo llamó al gobernador militar en Malvinas por teléfono “inversor de voz” diciéndole que lo había impresionado el texto y que tomaba nota de sus dichos. Faltaban solo días para el desembarco inglés.
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