“El vínculo se respeta”, dijeron los encargados de cambiar la vida de las elefantas que están a horas llegar al Santuario de Elefantes de Brasil (SEB), para avisar que madre e hija viajarían juntas. Buscaron la manera para que durante los cinco días previstos para realizar los 3600 kilómetros (distancia entre el exzoo y el santuario) estuvieran cerca, tranquilas y en contacto permanente. El sábado a las 19:00, dejaron para siempre la fosa que ocuparon en el Ecoparque de Mendoza: Pocha, la madre, estuvo allí unos 50 años y Guillermina, la hija, 23, toda su vida.
El momento de la salida de las elefantas fue seguida en vivo por miles de personas que se conectaron a las trasmisiones del SEB, de Proyecto ELE -Estrategias para la Liberación de Elefantes, la campaña de la Fundación Franz Weber- y que hasta lo compartió el gobernador en su cuenta de Twitter.
“Todo se realizó con mucha calma, con mucho amor. En todo momento ellas estuvieron muy tranquilas porque la gente del santuario les trasmitió mucha tranquilidad. Al verlos en interacción con las elefantas, uno se da cuenta de que saben perfectamente lo que hacen”, describió ese momento Mariana Caram, directora del Ecoparque de Mendoza.
Sin ocultar sus emociones, agregó: “Espero con muchas ansias el momento de verlas llegar e iniciar allí una nueva vida”.
En ese santuario vive la elefanta Mara desde el 14 de mayo de 2020. Luego de haber vivido más de 50 años explotada a costa del divertimento humano y en soledad, allí por fin es parte de una manada.
El operativo de traslado y quienes lo hicieron posible
Esas cajas fueron construidas especialmente, pesan cerca 5 toneladas, miden 5 metros de largo, 2 metros de ancho y 3,20 metros de altura y fueron aprobadas por el Senasa. En el interior poseen una cámara para monitorearlas y poder constatar su estado de manera constante.
Gracias al trabajo de veterinarios y el miembros del santuario que pudieron llegar hasta Mendoza, se inició en el Ecoparque el ultimo tramo de los preparativos y el inicio del traslado.
“Verlas salir de ese pozo fue una emoción tremenda. Después de todos los inconvenientes y demoras que hubo en el camino, sobre todo porque, lamentablemente, las elefantas despertaron cierta mezquindad y mucha gente dijo que son de Argentina y que se tenían que quedar acá... ¡Las elefantas son de ellas!”, señaló Alejandra García, de Proyecto ELE (Estrategias para la Liberación de Elefantes), la campaña de la Fundación Franz Weber que trabaja en la protección y liberación de los elefantes en cautiverio.
En ese tono, siguió: “No podemos ejercer esa filosofía de propiedad ni nacionalidad sobre un animal porque si lo hacemos son asiáticas. Vivieron aquí y durante años en un pozo... Pocha antes estuvo en un circo y se la llevó al zoológico donde la juntaron con Tamy (el elefante asiático) y tuvieron a Guillermina, que toda su vida la vivió allí. No es justo hacerla pasar por nada de lo que la hicieron pasar en su vida”.
Todo se logró luego de más de 4 años de espera y de un prolijo trabajo binacional que unió la voluntad de muchas personas interesadas en velar por los derechos de los animales.
Junto a ellas viajan los cuidadores que Pocha y Guillermina tuvieron en el Ecoparque de Mendoza; el presidente del SEB, Scott Blais, el entrenador y una veterinaria. Leandro Fruitos, a cargo del operativo por parte de Fundación Franz Weber y de la Dirección Ecoparque Mendoza.
“Para todos nosotros es un momento histórico. Es la culminación de 6 años de trabajo para que Pocha y Guille puedan salir de su fosa de cemento”, dijo Fruitos emocionado durante el último tramo del viaje que también destacó “la colaboración de las autoridades de la frontera internacional en Puerto Iguazú que minimizaron los tiempos de espera en el Paso Internacional: la Guardia Urbana de Puerto Iguazú; el Consulado argentino en Foz de Iguazú; Senasa y Gendarmería fueron de gran ayuda en la frontera”, señaló.
El camino a la libertad
El camino por la Argentina fue acompañado en la primera parte por una caravana de personas que saludaban a las elefantas y a quienes siguieron su trayecto. Esto sucedió en cada uno de los pueblos y lugares donde los camiones pararon unas horas.
El martes 10, cerca de las 9:30, cruzaron el paso fronterizo de Misiones e ingresaron a Brasil por Foz de Iguazú. Allí, el equipo de la Provincia, del Ecoparque y del Santuario que las acompaña realizó los trámites migratorios correspondientes.
Apenas hicieron los primeros kilómetros en suelo brasileño, las elefantas fueron alimentadas por Scott Blais, director del SEB, con hojas de árboles de la zona para que comiencen a probar nuevos sabores. Y de la misma manera que lo hicieron en los días previos, las hidrataron, mimaron y chequearon que todo estuviera bien.
Desde la salida, los camiones pararon cada tres horas para que el equipo veterinario y de cuidadores las alimentaran con alfalfa seca, una variedad de frutas y verduras, y alimento balanceado. Y, de paso, las personas aprovecharon ese tiempo para estirar las piernas y también alimentarse.
Durante el miércoles, iniciaron el último tramo que terminará durante este jueves en el Mato Grosso, cuando finalmente, madre e hija den sus primeros pasos en el santuario. Allí, por primera vez en sus vidas sabrán lo que es ser parte de una manada.
Acerca del Santuario de Elefantes de Brasil (SEB)
El SEB es una organización sin fines de lucro que ayuda a transformar las vidas y el futuro de los elefantes cautivos en América del Sur. Se originó en 2012 luego de una alianza internacional entre Elephant Voices y Scott Blais, cofundador de The Elephant Sanctuary en Tennessee, EEUU. Esto dio vida al Global Sanctuary for Elephants, que en 2013 sentó las bases de la Asociación SEB en Brasil.
El santuario fue habilitado por el Gobierno brasileño en 2018 y más tarde certificó estándares de excelencia por parte de The Global Federation of Animal Sanctuaries, lo que lo convirtió en la única institución latinoamericana con este prestigioso aval.
Actualmente tiene más de 1500 hectáreas, un bioma apropiado para la especie, recintos completamente naturales con matorrales y áreas abiertas cubiertas de vegetación. Cada uno de los recintos (hasta el momento son cuatro) posee amplias dimensiones (entre 40 y 400 hectáreas cada uno). Allí, se les proveen dietas excepcionales a los animales y tienen atención veterinaria de alta calidad durante toda su vida.
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