Scalabrini Ortíz. Esa era la parada de colectivo en la que debía bajar el joven Wado de Pedro cuando volvía a su casa desde la Facultad de Derecho. Pero su tartamudez no lo dejaba pronunciar ese nombre. “No me salía, entonces decía otra parada. Depende de cuál podía pronunciar más rápido, decía la que estaba unas cuadras antes o unas cuadras después. Pero yo tenía que bajar en Scalabrini Ortiz, porque vivía en Charcas y Malabia y no me salía nunca”. Ahora, en esta charla que tiene con Infobae, el ministro del Interior dice “Scalabrini Ortíz” casi a la perfección. Si hay una traba, es imperceptible. Hace unos días se reencontró, después de 20 años, con la fonoaudióloga que lo ayudó a construir la fluidez en el habla: la doctora Beatriz Biain de Touzet. Sin ella, no hubiera existido el @wadodecorrido que identifica a sus redes sociales.
Ninguno sabía que el otro estaría en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación el viernes 6 mayo. Pero la ocasión era propicia: ese día se presentaron tres proyectos para una futura Ley de Tartamudez. “No pensé que me la iba a encontrar. De hecho, cuando me invitaron vi que ese día no podía ir, pero acomodé todo y fui. En ese momento pensé que la tenía que llamar para que fuera, pero después, entre una cosa y otra, se me pasó… Fue hermoso verla, como reencontrarse con un familiar que no ves hace 20 años”.
Por supuesto, la dra. Touzet no se iba a perder esa presentación. La fonoaudióloga de 81 años (casada, cuatro hijos, seis nietos) es pionera en tartamudez y disfluencia en la Argentina. Hace 25 fundó la Asociación Argentina de Tartamudez, que brinda tratamientos y elabora protocolos como el que se adjunta al final de esta nota para padres. Hoy es la presidenta honoraria de dicha Asociación. “Con Wado fue un reencuentro muy emotivo -le cuenta a Infobae-. Con él nos une un vínculo que comenzó cuando trabajó su disfluencia para poder hablar más cómodo. Es algo entrañable y verdadero. Nos dio mucha alegría encontrarnos. Compartimos muy buenos momentos. Después él siguió su camino de superación y yo me dediqué de lleno a la Asociación. Wado es un referente para muchos chicos que no se animan a decir que se traban”.
La dra. Touzet estudió Fonoaudiología en la UBA. Se recibió en el año 1963, luego terminó la Licenciatura en el ‘65 y en el ‘67 completó el Doctorado. En una estadía en Francia, en 1965, descubrió el mundo de la tartamudez, del que se convirtió en pionera en nuestro país. “Me llegó el pedido de un colega para que viaje a Austria porque él no podía. Llegué a Viena y era un congreso de tartamudez. Estuve sumergida una semana viendo especialistas. Yo era muy joven, estaba recién casada, y me marcó mucho. A partir de esa fecha no paré. Traduje todo y lo traje a nuestro país. Estudié todo lo que estuviera relacionado y más tarde me especialicé en la North Western University de los Estados Unidos. Cuando volví de esa beca, en el ‘91, empecé a remar con la Asociación Argentina de Tartamudez. Y todavía enseño en la UBA, en un seminario de alteraciones de la fluidez, donde capacito a fonoaudiólogas en tartamudez y clattering (una alteracion que no permite regular la velocidad del habla) y donde armé los grupos de ayuda mutua. Ahora estamos cosechando…”
Los caminos entre ambos se cruzaron cuando Wado de Pedro terminó la secundaria. “Lo vi hace más de 20 años. Wado llegó solo a mi consultorio. Estaba buscando, como tantas personas que se traban, solucionar su problema. Porque hay un pensamiento mágico de que esto se cura. Y lo más duro es aceptar que esto lo va a acompañar por siempre. Más del 1% de la población mundial se traba o tiene algún grado de disfluencia. Pero lo que trae mayor malestar a este tema es el tabú, sentir que si uno se traba es una vergüenza. Y no es así. Lo que debemos buscar es una sociedad más comprensiva, que les de tiempo, porque esta persona no es que esté nerviosa, sino que no le sale. Y lo que podemos hacer es entrenar a las personas para que cuando aparezca esta traba puedan seguir adelante. Después de mi consultorio lo derivé a la Asociación, cuando funcionaba en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Ahí hicimos la detección de muchísimos alumnos de la facultad que eran disfluentes y no lo decían abiertamente. Wado participó de los grupos de ayuda mutua, nos acompañaba todos los 22 de octubre, cuando celebramos el Día Internacional de la Toma de Conciencia de la Tartamudez. Y se ve que para él la experiencia fue relevante. En esos grupos los jóvenes se desensibilizan para pedir un boleto, o como decir ‘presente’ en la facultad cuando la ‘p’ no sale, o a pedir ‘frutilla’ en la heladería y no otro gusto como vainilla porque es más fácil y no pueden pronunciar ‘fr’...”
“De Wado recuerdo su gran sensibilidad -señala Touzet-. Veo que todavía se emociona al hablar de su disfluencia. Además de su fortaleza, tuvo que lidiar también con eso para abrirse paso y enfrentar al mundo que con las personas que se traban es hostil. Es muy duro, para alguien que se traba, estar inmerso en una sociedad que habla rápido y no da tiempo. Que los mira como a algo diferente. Yo recuerdo su pasado muy sufriente y sus ganas de superarlo, lo que hace que hoy sea un referente”.
Ese pasado del que habla la dra. Touzet es el que debió enfrentar Wado de Pedro en su adolescencia. “Yo fui al colegio San Patricio desde jardín de infantes hasta quinto año, siempre con el mismo grupo, todos varones -le cuenta el ministro a Infobae-. Tuve un nivel de acompañamiento fenomenal. Pero sufría bullying con otros chicos de cursos más grandes. De hecho, una vez me rompieron la nariz en un recreo por una pelea, porque yo no me retraía, sino que ante la burla respondía y avanzaba. Pero la mayoría de los chicos y las chicas se esconden, se retraen. Y ese silencio es lo peor. Muchas madres me dicen que se encierran en las redes, en sus cuartos. Piensan que la socialización es eso, las redes, y ahí empiezan más problemas además del habla. Hoy aceptamos una sociedad más diversa, con los defectos y virtudes de cada uno. Y salir de lo que nos proponen determinados formatos de la sociedad. “, cuenta.
Para el ministro, la tartamudez era algo de lo que hace 30 años se hablaba, pero la ciencia no había abordado lo suficiente. “La sabiduría popular decía ‘piensa más rápido de lo que habla, le paso algo de chico’ o ‘ya se le va a pasar’. Mis fonoaudiólogas trataban otros problemas del lenguaje. Recuerdo que cuando estaba terminando la secundaria y empecé a pensar qué iba a estudiar, lo hice en carreras que no tuvieran que ver con el habla, porque si no te trataste, es un condicionamiento. Pensás que es una limitación natural. hasta que una fonoaudióloga en Mercedes me dijo ‘mirá, sobre tartamudez hay una persona en Buenos Aires que es especialista de la UBA. Y en el año 1996 me derivó a Beatriz. Empecé a viajar y cuando me vine a estudiar a Buenos Aires arranqué con ella, que tenía un consultorio en Echeverría y Juramento, en Belgrano”. Y le cambió la vida.
Wado recuerda bien por qué acudió. “Yo fui, primero, para decir mi nombre. Es un clásico que a los disfluentes no nos salga nuestro nombre. Y después estaba el tema de la parada del colectivo, y en los restaurantes y los kioscos que terminaba pidiendo otra cosa porque lo que realmente quería no me salía, o señalándolo con el dedo. Para un niño o adolescente, es un gran problema. Genera un nivel de angustia y frustración muy importantes”.
Cuenta que a partir del tratamiento con la dra. Touzet aprendió a “ir más despacio, a valorar otra forma de hacer las cosas que no tienen que ver con la velocidad sino con transitar los sueño y deseos de cada uno con su propio ritmo. Beatriz es una mujer muy íntegra, muy sabia, con una filosofía distinta y contenedora. Me dio un montón de herramientas a nivel fonoaudiológico. Con ella me grababa los ejercicios en cassettes”. En uno de ellos, recuerda, practicaba la fonación continuada, “que es tener un tono distinto en el habla enlazando el final de una palabra con el comienzo de otra. De hecho, de tanto practicar, en una época parecía que hablaba en cordobés (ríe)”.
Ninguno de los dos recuerda con exactitud hasta cuándo permanecieron en contacto y tratamiento. Sitúan la fecha después del 2000. Pero Wado sabe que todo lo que adquirió con la dra. Touzet no fue en vano. “Cuando empecé en política muchos decían que era una especie de monje negro porque no hablaba. Y era porque tenía un problema y no podía, me costaba un montón hablar con fluidez. No es que los tartamudos no hacen política, lo que sucede es que no hablan. La sociedad valora más al que está coacheado, al que habla perfecto. La velocidad de la televisión a mi se me hace muy difícil aún hoy. Cuando yo hago un video que tengo que grabar cinco o seis veces les digo a los de comunicación que pongan que tuve que grabarlo varias veces, porque sino el resto de los disfluentes que ven dicen ‘mirá cómo habla Wado’ y no, me costó cinco veces hacerlo. También para no generar falsas expectativas. Cuando me dicen ‘vos lo superaste’, digo que lo voy a arrastrar para siempre y que lo voy a seguir administrando. Sólo que tengo días mejores y días peores…”
Para la dra. Touzet, fueron muchas las trabas que De Pedro dejó atrás: “Me pone orgullosa verlo enfrentar los micrófonos, hablar frente a cientos de personas y haber superado lo que trae la disfluencia”.
Qué es la tartamudez y cómo se trata
“La tartamudez tiene origen neurobiológico. Tiene que ver con conexiones en el cerebro que desarrollan ciertas falencias en el procesamiento de las palabras. La persona no puede establecer un sistema continuado y cómodo del habla. Siempre está entre la fluidez y los bloqueos”, explica la especialista. “Los nuevos tratamientos ayudan a resolver esto, de manera que la persona hable fluido cuando puede, y cuando aparecen las trabas y los espasmos, pueda resolver esa tensión y seguir adelante sin que esto le corte el discurso”, completa la dra. Touzet.
“Los pasos a seguir dependen de la edad del paciente, si es niño, adolescente o adulto. Porque una cosa es tratar a un niño que está comenzando su lenguaje, lo intervenimos antes que las estructuras de su lenguaje se consoliden y podemos estimular con mayor facilidad la fluidez, y otra cuando la disfluencia está instalada y la persona debe incorporar una nueva ‘aplicación’ en su cerebro. Por eso es importante que los fonoaudiólogos se formen en los problemas de la fluidez, que tengan capacitación moderna. Pero el primer paso es tener registro de lo que está pasando. No negar, esconder, disimular y hacer como si no pasa nada. Como dijo Wado en el Congreso, la fortaleza se encuentra cuando se acepta lo que pasa“, concluye.
Tartamudos famosos
Para la dra. Touzet, la película El Discurso del Rey (del 2010, que protagonizó Colin Firth sobre el rey Jorge VI, que reinó en el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial y era tartamudo) fue determinante para la difusión de esta problemática: “Usted no tiene idea lo que fue que la vieran por primera vez padres con hijos y personas disfluentes con amigos que nunca habían hablado del tema. Fue un paso más para poner sobre la mesa un tema tabú. Fue sanadora. Porque hay un estereotipo que el que se traba es medio tonto, y esto le pasaba a un rey. El mismo Jorge Luis Borges se trababa, pero disimulaba esos pequeños tropiezos que tenía con su acento medio british. En un determinado momento le entregamos un premio post mortem. Le pedimos permiso a María Kodama y un poco se enojó con el término disfluencia, nos dijo que a veces los argentinos somos hipócritas y decimos encargado y no portero, o disfluente y no tartamudo. Pero en este caso no era tan así. El término disfluencia es el más adecuado. Pero enojo mediante le entregamos el premio. Y hay otros referentes que se trababan. Por ejemplo, el padre Farinello, por eso tenía esa manera de hablar tan dulce y lenta”.
Wado suma otro caso: “El otro día hablaba con el embajador de los Estados Unidos Marc Stanley, y me contó que el presidente Joe Biden es tartamudo, que más o menos ya lo acomoda, y que siendo senador hacía campañas contra el bullying. En la primera nota sobre Biden en Infobae lo pusieron. Stanley me dijo que alguna vez quería presentármelo…”
La Ley de Tartamudez
En la Cámara de Diputados ingresaron tres proyectos de ley presentados por las legisladoras Rossana Chahla, Lucila Masin y Alejandra Obeid (las tres del Frente de Todos) a las comisiones de Salud y Educación. Para la dra. Touzet, “permitirán que el ministerio de Salud y las prepagas reconozcan los tratamientos de tartamudez, para que en todo el país haya centros cercanos de información y tratamientos gratuitos. Ya existen muchos lugares de atención gratuita, pero nuestro país es enorme. Además, hará posible que en las escuelas se trabaje el tema en forma correcta. Las docentes a veces no tienen los elementos necesarios para actuar en un caso, y es importante que sepan que si alguien no puede hablar o se pone colorado al hacer fuerza para que le salga una palabra, tiene una disfluencia”.
La guía para padres de la Asociación Argentina de Tartamudez:
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