El teniente Juan Carlos Buschiazzo era uno de los pilotos más experimentados con el que contaba el Batallón de Aviación de Combate 601 del Ejército Argentino. Cuando estalló la guerra, tenía en su haber cuatro campañas antárticas, siempre a bordo de un helicóptero. Sus inicios habían sido como piloto civil y luego se asimiló al Ejército, haciendo el curso en la Escuela de Combate General Lemos, y además había asistido a clases de perfeccionamiento en Francia.
El 2 de abril lo sorprendió haciendo trabajos administrativos en una oficina del Comando de Arsenales. “A mí no me van a mandar a Malvinas porque estoy en Arsenales. Me presento como voluntario”, le adelantó a su esposa.
El teniente primero Roberto Mario Fiorito tenía 30 años, fanático de San Lorenzo. Apenas egresado del Colegio Militar, fue destinado a Jujuy y luego a Tucumán. Allí pidió el pase a Córdoba para hacer el curso de paracaidista y de ahí solicitó ingresar a Aviación de Ejército para ser piloto de helicóptero.
Roby, como se lo llama en la familia, había participado dos veces en la campaña antártica, también como su amigo Buschiazzo, piloteando un helicóptero. En noviembre de ese año tenía fecha para casarse.
El tercer protagonista de esta historia era el sargento mecánico Horacio Raúl Dimotta. Había nacido en Goya, pero desde chico la familia se había radicado en Gualeguaychú siguiendo a su padre, suboficial enfermero. De prequeño había aprendido a querer la milicia. Le decían Lito y ya de pantalones cortos lo recuerdan haciendo la venia.
“Los días más felices de nuestra infancia eran cuando mi papá nos llevaba a almorzar al regimiento”, recuerda su hermana Nora. A los 15 años, comenzó a estudiar Mecánico de Aviación. Le había tocado estar en Tucumán y fue movilizado cuando Argentina estuvo por ir a la guerra con Chile durante el conflicto limítrofe del Canal de Beagle. Su hermana aclara: “Él amaba todo esto. Acompañamos su decisión. Iban a recuperar lo que era nuestro”.
Corría el mes de mayo de 1982 y la guerra de Malvinas se desarrollaba en toda su intensidad. A las 9:05 del 9 de mayo se recibió el siguiente mensaje: “Aquí Narwal. Somos atacados por aviones ingleses en la latitud 52 45′ Sur y longitud 58 02′ Oeste. Tenemos heridos graves”.
El Narwal era un barco pesquero perteneciente a la Compañía Sudamericana de Pesca. De 1350 toneladas, operaba en aguas argentinas desde febrero de 1975 y tenía una dotación de un capitán y 24 pescadores. Simulaba realizar tareas de pesca al este de Puerto Argentino, pero su misión era la de efectuar inteligencia sobre la flota británica. Para ello, a bordo estaba el teniente de navío Juan Carlos González Llanos.
Para los ingleses, la del Narwal no era una presencia nueva. “Es ese maldito barco pesquero otra vez, señor. Acaban de identificarlo. El Narwal, el mismo que debimos alejar hace diez días, la noche anterior a que llegáramos a la zona”, le informaron al almirante Sandy Woodward, al frente del grupo de tareas británico.
Dos Sea Harrier, armados con bombas de 500 kilos y con sus cañones de 30 mm fueron enviados a detener la nave. A pesar que dos bombas cayeron a los costados del barco, una tercera impactó sobre la cubierta de popa, hiriendo mortalmente a uno de los marineros, el bahiense Omar Alberto Rupp. Con sus piernas destrozadas, alcanzó a pedir que cuidasen a su familia y murió. En el barco tenía un triciclo para su hijo que había nacido cuando ya estaba embarcado.
Como el barco se hundía, el capitán ordenó abandonarlo. Ya en las balsas, los marineros escucharon, sobre las nubes, el motor de un helicóptero grande. Pensaron que era argentino. Era un Sea King inglés.
A esa misma hora, el Batallón de Aviación de Combate 601 apuraba la mudanza de su base que habían establecido en Moody Brook. Una semana antes, fuerzas argentinas habían avistado un helicóptero inglés que transportaba comandos de la SAS. Su misión era la de precisar las coordenadas de la base para que la flota pudiese destruirla. De esta manera, cortarían el principal transporte con que contaban las fuerzas argentinas. Si bien el ejército envió un grupo de comandos para realizar una contraemboscada, no hubo un encuentro entre ambos grupos.
A primera hora de ese día el batallón se establecía, en mejor resguardo, en Monte Kent. Hacia allí fueron dos Chinook, cinco Puma, tres Augusta y nueve Bell Uh-1H. Los oficiales más antiguos volaban los Chinook, que son los helicópteros más grandes, con dos rotores; los tenientes primero piloteaban los Puma; y los recién egresados, con pocas horas de vuelo, lo hacían en los Bell UH-1H. Los que poseían un poco más de experiencia se encargaban de los Augusta.
Los pilotos estaban ayudando a descargar el equipo que traían desde Moody Brook cuando se recibió la orden de que un helicóptero bimotor debía dirigirse al Centro de Operaciones de Vuelo, ubicado en la zona del hipódromo, para recibir órdenes sobre una nueva misión: localizar a los sobrevivientes del Narwal, y pasar las coordenadas a un buque mercante, anclado en el Estrecho de San Carlos, para que los náufragos fueran rescatados.
La misión se la adjudicaron a Buschiazzo, pero su helicóptero había sufrido un desperfecto de último momento. Entonces, fue convocado Fiorito.
Todos pujaban por ser voluntarios para ocupar el puesto de copiloto. Buschiazzo dijo que como la misión se la habían asignado primero a él, él iba a ser el copiloto. Eso alegró a Fiorito, quien estaba un poco deprimido ya que el día anterior se había hecho tiempo para llamar a su mamá por el día de su cumpleaños. Buschiazzo pudo haberse quedado en tierra, pero acompañó a su amigo.
Se preparaban para una misión suicida. No solo porque el piloto de helicóptero de Ejército no estaba instruido en rescates en el mar, sino que la máquina no contaba con el equipamiento adecuado para semejante tarea e iba a estar a merced de la aviación y artillería naval enemiga. Y con un estado del tiempo pésimo.
La nave que se usaría, el Puma Alfa Eco 505, es la única que había cruzado volando desde el continente. La cargaron con sogas, botes y chalecos salvavidas y víveres. Además, llevaban dos handies con frecuencia naval para poder comunicarse con los náufragos, una vez que fueran localizados.
Sabían el peligro que corrían. Dimotta se quitó su gorra y se la dio a un compañero, de apellido González. “Esta te la dejo a vos, porque la vas a necesitar más que yo”. Años más tarde, un anciano González le entregó a la hermana del sargento mecánico la insignia que llevaba esa gorra.
Dimotta corrió a alistar al helicóptero, mientras que el resto del grupo se tomó una fotografía. En el extremo derecho, aparece parado Buschiazzo y agachado, Fiorito. Fue su última foto.
A las 5 de la mañana de ese mismo 9 de mayo, se había avistado al destructor Coventry y la fragata Broadsword mientras tomaban posición al sur de Puerto Argentino para formar parte de una trampa misilística y evitar que aterrizaran o despegaran aviones desde la pista de Puerto Argentino.
Entonces se ordenaron misiones de ataque contra estas naves. En esa circunstancia, dos aviones A4C Skyhawk, piloteados por los tenientes Jorge Eduardo Casco y Jorge Ricardo, salieron a cumplir la misión pero el mal tiempo les jugó una mala pasada y se estrellaron en unas islas cercanas al intentar atacar a los buques.
A las 11 de la mañana dos Lear Jet, pertenecientes al Escuadrón Fénix, que carecían de armamento, intentaron una maniobra de distracción. Fue cuando desde el Coventry se disparó, por primera vez en la historia, el misil Sea Dart. En realidad fueron dos proyectiles, lanzados a una distancia de 165 millas (unos 265 km), el límite máximo de su alcance. Uno pasó entre medio de los dos Lear Jet, los que descendieron abruptamente y emprendieron regreso a la base.
En medio de una espesa niebla, el helicóptero con Buschiazzo, Fiorito y Dimotta despegó minutos antes de las 4 de la tarde. Inmediatamente comunicó su plan de vuelo para no ser blanco de la artillería argentina. La última comunicación que se recuerda es a Fiorito decir “estamos en zona de trabajo”, aunque pudo haber dicho “proa al trabajo”. No quedaron grabaciones.
Desde el radar 967 de la Broadsword fue detectado un blanco lento, en movimiento sudeste. Por data link le pasó al Coventry los datos de posición, se asignó el blanco al radar de control de tiro 909 y se lanzó un solo misil Sea Dart. Luego de navegar 13 millas (21 km), impactó en ese blanco que se movía lentamente. Era el primer Sea Dart que hacía blanco. Le habían dado al helicóptero argentino de rescate.
Al día siguiente, se mandaron tres vuelos de búsqueda, un Augusta de Ejército, después un Pucará y por último un Aeromacchi. Todos bordearon la costa, pero sin divisar nada.
Durante todos estos años, se creyó que el helicóptero había caído al mar. Pero otra podría ser la historia. En el 2018 salieron a la luz valiosos datos que revelarían el lugar donde el helicóptero Puma fue derribado. Y no es en el mar, como se suponía, sino en tierra. Y los documentos señalan que aún estaría allí.
El mérito de este hallazgo le corresponde al coronel Luis Bennardi, actualmente subdirector de bienestar del Ejército, y al subteniente de Reserva Mariano Sciaroni, dos estudiosos de la Aviación de Ejército. Ellos pacientemente fueron reconstruyendo los hechos y recopilando valiosos documentos que obtuvieron en Gran Bretaña y que, posiblemente, sirvan para comprobar que otra fue la historia.
Bennardi y Sciaroni le relataron a Infobae que el 22 de junio de 1982, el mayor Ewen Southby-Tailyour recibió la orden de recorrer en helicóptero y detectar la presencia de restos donde se habían producido derribos. Este militar es el que encontró en la isla Borbón el Lear Jet que piloteaba el vicecomodoro Rodolfo de la Colina. Más restos del mismo aparato se hallarían años después, por casualidad, luego de que una gran sequía en la zona los dejara al descubierto.
En 1978, Southby-Tailyour había sido designado comandante de guarnición de los Royal Marines, en Malvinas. En las islas fue ascendido a mayor. Uno de sus hobbies era el de navegar por las costas de las islas en su yate. Entusiasmado escribió un libro sobre las costas del archipiélago y se lo ofreció a una editorial inglesa para su publicación, aunque no les interesó.
Cuando estalló la guerra, recuperó el manuscrito y se lo llevó al comandante de brigada. Se lo cedió con la condición de ser parte de la expedición militar al Atlántico Sur. Él asegura que se eligió el estrecho de San Carlos para desembarcar gracias a los datos que en su momento había relevado. “Fue la persona que más colaboró para la recuperación de las islas”, lo elogiarían en Gran Bretaña. Este teniente coronel retirado lleva escritos más de una docena de libros sobre una variada temática que incluyen historia militar, yachting y novelas.
La isla Bouganville, también conocida como Lively Island, recuerda a Louise Antoine de Bouganville, un francés que en 1763 fundó la colonia de Port St. Louis, hoy Puerto Soledad. En esa isla, Southby-Tailyour halló restos de un Puma y de un Skyhawk. Así lo pudo reconfirmar gracias al oficial de vuelo de la HMS Avenger. Según ellos, estaba perfectamente visible su tren de aterrizaje. “Estaba muy quemado, no vi restos humanos, por suerte”, remarcó. Así se lo hizo saber al subteniente Sciaroni.
Luego de reportar el hallazgo, el día 24 los ingleses enviaron a una patrulla de Gurkas al lugar. El parte elaborado dice “habiendo encontrado numerosas piezas de una aeronave destrozada y equipos como botes salvavidas, pero no restos humanos…”.
Dos fuentes coincidían en el hallazgo de restos de un helicóptero Puma en la isla Bouganville.
¿Puede ser posible que el Puma se encuentre en tierra? La minuciosa investigación de Aviación de Ejército señala que el horario de derribo fue a las 16:07 y que, como mucho, el helicóptero voló un total de 17 minutos.
Asimismo, pudieron confirmar la posición de los buques y, de esta manera, calcular la distancia desde la que se lanzó el misil. Cuando estos datos se asocian a la distancia del blanco, coinciden con el lugar donde estarían los restos del Puma.
Otro elemento que enriquece la investigación es la bitácora del oficial de guerra aérea del Coventry, documento que salió a la luz este año. En su entrada 39 escribió: “Más tarde ese día, mientras operábamos otra vez en la línea del Sea Dart al sur de Stanley, Broadword nos indicó (vía Link) que una aeronave volaba lentamente hacia el sudeste, en las cercanías de Puerto Harriet. Un solo misil Sea Dart fue disparado que impactó en el blanco. Fue visto explotar en una manera espectacular y fue posteriormente identificado como un helicóptero Puma argentino. El momento del incidente fue en las cercanías de Port Pleasant, probablemente sobre tierra”.
De todas maneras, los datos precisos los guarda el radar del Coventry, que está en el fondo del mar desde el 25 de mayo de 1982, cuando fue hundido por dos bombas de 250 kilos arrojadas por aviones Skyhawk que impactaron debajo de su línea de flotación.
Bennardi adelantó que habrían aparecido más pruebas de que no solamente estarían en la isla Bouganville los restos del Puma 505 sino también del Dagger que piloteaba el primer teniente José Ardiles, y que fuera derribado el 1 de mayo.
Ana Buschiazzo, viuda del piloto, dijo conmovida: “Es muy duro cerrar una historia sin tener la evidencia de lo que ocurrió”. Siente con claridad que si se encuentran restos humanos, estos deben permanecer en las islas. “Mi marido no hubiera querido otra cosa. Me había dicho que si le pasaba algo, quería quedar allá”.
Nora Dimotta remarcó: “Agradezco a la familia de Aviación de Ejército por su contención. No importa el resultado, lo que vale es que hay personas que se están ocupando. Es una caricia al alma”.
Mario Gabriel Fiorito no conoció a su padre. “Fue una sorpresa después de tantos años enterarnos de que su helicóptero no cayó en el océano, como pensábamos”. Mario está casado, tiene dos hijos y se alegra cuando se encuentra con amigos de su papá. “Todos hablan maravillas de él; me siento muy orgulloso”.
Hoy, el helipuerto presidencial lleva el nombre de Fiorito, y en la placa se aclara que perdió la vida junto a Buschiazzo y Dimotta. Hay una plaza en Gualeguaychú que recuerda al sargento mecánico; a fines de 1982 también se colocó una placa en una plaza del barrio de Constitución que homenajeaba a Buschiazzo, que lamentablemente fue vandalizada.
El 9 de mayo Aviación de Ejército conmemora el Día del Veterano de Malvinas en honor a sus únicos tres caídos: uno, que quiso ir sí o sí a Malvinas; otro, un fanático de San Lorenzo que en noviembre se casaba y el último, el que aún de pantalones cortos jugaba a hacer la venia.
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