Nahuel acababa de terminar el secundario y vivía con su mamá, su hermana y su hermano en un monoambiente en Parque Avellaneda. Tenía que colaborar con la economía familiar y, sin estudios terciarios, lo único que consiguió fue un trabajo como empleado de limpieza. Su tarea era llegar cada tarde, ponerse el uniforme azul opaco y limpiar, calladito la boca, baños, pasillos y escritorios de la sede central de un reconocido banco internacional, en el Microcentro.
“Siempre sentí que me miraban desde arriba”, cuenta Nahuel Morales a Infobae. Por un lado, porque era “el pibe que limpia”, lo que en Argentina siempre parece una categoría inferior de ser humano. Por otro, porque “el pibe que limpia” no encajaba en el estereotipo: tenía acento boliviano, porque inmigrante boliviana es su mamá, pero tenía también el pelo de colores, las uñas pintadas y solía llegar cada tarde, amanerado, vestido de rosa y estampados de arco iris.
“Mi supervisora siempre me preguntaba qué andaba haciendo fuera del trabajo. Suponía que yo era un depravado. O sea, que no iba a trabajar desde mi casa sino que venía de pasar la noche con un montón de tipos”, sigue. De las puertas para afuera del banco, sin embargo, Nahuel no era un depravado sexual sino una drag queen.
Como plata no le sobraba devoraba tutoriales para hacerse el “montaje casero”: cómo maquillarse, cómo colocarse pestañas postizas larguísimas, corsets, pelucas, cómo coser tetas de goma espuma, cómo armar una cadera, trucos para esconder los genitales hacia atrás. Así, cada día dejaba de ser Nahuel para convertirse en Falkor, su nombre drag. ¿Para qué? A veces para salir, otras solo para pasear por el monoambiente.
Desde entonces, hay preguntas que siempre le hacen y que ahora Nahuel responde en una entrevista con Infobae. “¿Es un fetiche sexual o qué?, ¿pero entonces sos travesti?, ¿pero qué es ser drag?, ¿por qué usás ropa de mujer? ¿cuánto cobrás por un rato de sexo? ¿hay hombres heterosexuales que lo hagan? ¿usás tu doble personalidad para engañar a la gente?”, son sólo algunas de ellas.
1. Si sos varón, ¿por qué te disfrazás de mujer?
Por un lado, ninguna drag queen considera que lo suyo sea disfrazarse como quien va a la “fiesta del mariposón”. Se trata, en cambio, de montar un personaje de fantasía. Por otro- explica- “no creo que exista la ropa de mujer y la ropa de hombre. La ropa es ropa, ponerle género es algo cultural. Vivimos en un siglo bastante avanzado, yo puedo ir a comprarme ropa a 47 street y ya no me siento obligado a decir que es para mi hermana”, dice Nahuel, que tiene 20 años.
Además, las drag queens no siempre crean personajes femeninos. De hecho, la primera vez que Nahuel apareció “montado” fue en un concurso escolar de talentos. “Era una fantasía más rockera que femenina”, con la cara pintada como una calavera rosa. “Yo soy una persona de género fluido”, cuenta después, lo que significa que no se siente 100% varón y tampoco 100% mujer. “Entonces me gusta alternar, jugar con esta bipolaridad: unos días parecer mujer y otros días parecer varón o no parecer ninguna de las dos cosas”.
2. ¿Pero entonces sos una chica trans o travesti?
“No, ser travesti o trans y ser drag queen son cosas completamente diferentes. Ser trans o travesti tiene que ver con tu identidad de género: te sentís mujer, sos, vivís así todo el tiempo”, dice él, y se refiere, también, a que las personas travestis y trans suelen, incluso, cambiar sus nombres en sus documentos, algo que no hacen las drags.
“Ser drag queen tiene que ver más con una expresión artística. Es crear un personaje y tratar de expresar tu arte mediante ese personaje”. Cuando habla de “crear” y de “expresión artística” se refiere a que él hace su montaje completo: aprendió a crear una técnica propia de maquillaje viendo tutoriales hecho por youtubers (al principio lo hacía encerrado en el baño del monoambiente y se sacaba todo para salir). Y “mi abuela me enseñó a coser, por lo que también hago mi ropa”.
3. ¿Escondés los genitales? ¿Cómo?
Antiguamente las drag queens usaban cinta adhesiva -la que se usa para que no se muevan los vendajes- con el fin de estirarse los genitales hacia atrás y pegarlos para que hagan el menor bulto posible. El método para “trucarse” era polémico: no se podía ir al baño y despegarlo era una tortura.
“La sociedad todavía asocia mucho la genitalidad con el género”, dice Nahuel. Es decir: si tenés pene sos hombre, cuando muchas travestis, por ejemplo, reivindican sus cuerpos de mujeres con pene. “Yo me truco también, me gusta esconder mi genitalidad y dar a entender que el personaje puede tratarse de una mujer o de un hombre. Esconder como para mostrar esta androginia”
Nahuel alterna entre dos métodos. El “tucking”, que es la técnica de pegar los genitales hacia atrás, pero lo hace con cinta scotch. También usa las llamadas “tangas trucadoras”, que tienen la ventaja de que ahorcan menos y permiten ir al baño.
4. ¿Es muy caro montarse?
Sí, puede ser muy caro. “Yo igual siempre fui muy resolutivo. Más cuando conocí al amor de mi vida: Once”, se ríe Nahuel. Por poner un ejemplo: una peluca de las llamadas “lace front” puede costar un promedio de 35.000 pesos, aunque en Mercado Libre las hay de hasta 50.000.
Nahuel consigue pelucas de cotillón o cosplay en Once por menos de 2.000. Así, tiene personajes en los que invirtió 3.000 pesos y otros en los que invirtió 50.000. El resto se mide también en tiempo: algunas personas hacen algo más básico “y demoran en montarse una hora. Yo soy muy perfeccionista, puedo tardar 5, 6 horas”.
5. ¿Es un fetiche sexual?
Una de las preguntas que suelen hacerle es si montarse es su fetiche sexual, o sea, si usa esta ropa para tener relaciones sexuales.
“Eso viene de Instagram o a veces me lo preguntan los señores en los boliches, que están más interesados en usarte para un morbo de ellos que en ver una realización artística”, sostiene. “En mi caso no es un fetiche sexual, si lo fuera supongo que sería bastante incómodo porque con los genitales trucados, peluca, tacos, faja o corset las posibilidades son limitadas”.
6. ¿Cuánto cobrás?
Si las drag queens se dedican a la prostitución también es otra pregunta usual.
“Una vez venía de un boliche y se me acercaron a preguntarme cuánto cobraba. Yo les contesto que no ofrezco servicios sexuales, lo hago por el verdadero ‘amor al arte’. No me ofende que me asocien con el trabajo sexual, porque en mi opinión ese es un trabajo digno como cualquier otro, sino por la manera en la que me lo preguntan. No suele ser curiosidad real, casi siempre es como para hacerte ver como un objeto, como el payaso de quién burlarse en ese momento”.
7. ¿Son siempre gays o hay heterosexuales detrás de una drag queen?
“Mayormente las drags somos personas que estamos dentro del colectivo LGBT+. Conocí hombres heterosexuales pero eran más bien transformistas, o sea, actores que se montaban pero sólo para hacer teatro, como un trabajo”, cuenta.
¿Por qué cree que no hay hombres hétero que lo hagan? “Lamentablemente a los varones heterosexuales tratan de instalarles de fábrica que cualquier actitud que sea considerada ‘femenina’ o que tenga que ver con algo que no sea ‘de macho’, está mal”. Hacerlo sería “casi gay” lo que en la masculinidad “de la norma” es sinónimo de pecado.
8. ¿Es fácil para una drag queen conseguir pareja?
“Esa es otra pregunta común: cómo es mi vida amorosa, cómo es salir con gente. La verdad es que es complicado, no hay muchas personas que quieran tener una relación con alguien que está constantemente viendo pelucas, maquillajes o cosiendo”, confiesa Nahuel.
“Muchas veces, incluso dentro de la comunidad LGBT+, hay un poco de estigma. A veces salgo con alguien y cuando le digo ‘soy drag’ me llevo una sorpresa, una respuesta que es completamente lo opuesto a una buena reacción”, cuenta. “Hay hombres que quieren salir con un hombre, no quieren salir con alguien que se monta de mujer o que se maquilla”.
9. ¿Por qué elegiste ese nombre?
Nahuel es Nahuel cuando está de civil, pero es Falkor cuando está montado. Así se llamaba el dragón blanco de “La historia sin fin” sobre el que volaba Atreyu. El dragón no era del todo boa blanca, como su papá, ni del todo perro cocker, como su mamá, algo con lo que Nahuel se identifica, precisamente porque es “no binario”, eso significa que no se siente del todo hombre ni del todo mujer.
Además, Falkor tenía orejas enormes, como Nahuel cuando era chico, la razón por la que un tío le puso ese apodo. En las redes, sin embargo, sacó una o y puso una x (@falkxr). “La x también puede representar muchas incógnitas y eso es algo que me representa bastante bien”.
10. ¿Se disfraza para engañar a la gente?
Esta es, tal vez, la pregunta que más lo sorprende cada vez que aparece: “¿Te montás para crear otra personalidad y así engañar a la gente?”. Se refieren al llamado “catfish”, o “pez gato”, como se llama a las personas que crean perfiles falsos en las redes sociales y pretenden ser alguien diferente con la intención de engañar a inocentes.
La pregunta se debe a que si alguien sale con Falkor no conoce su cara real, su cuerpo real, ni siquiera su nombre. “Claro, hay gente que suplanta identidades, se hace pasar por otra persona y engaña a otros aprovechándose de esa relación afectiva. No conozco drags que lo hagan, tampoco es mi caso”. Nahuel, que fue volantero, empleado de limpieza y trabajó en un centro de testeo para personas con Covid sólo quiere vivir de esto: ser modelo drag, hacer cine, televisión, pero vivir de lo que ama.
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