“Pedimos a los funcionarios públicos y a los poderes del Estado que tomen en cuenta que la obstrucción de vínculo es maltrato infantil”, dijo Pablo Mangiarotti, secretario de la asociación Infancia Compartida, desde Plaza de Mayo, uno de los puntos a los que se dirigieron las familias movilizadas en ocasión del Día Internacional de la Lucha contra el Maltrato Infantil.
“A partir de la separación conflictiva de los progenitores, muchas veces se inicia un proceso judicial que termina alejando a los chicos de una parte de su familia, la del papá o la de la mamá, durante años”, explicó Mangiarotti.
La jornada de concientización y movilización que tuvo lugar el 25 de abril fue organizada por familias autoconvocadas a través de diversas ONGs y asociaciones civiles y unió puntos clave de la Ciudad de Buenos Aires, Plaza de Mayo, Congreso, Tribunales y Obelisco, con el objetivo de denunciar la violencia institucional que sufren los menores que ven su historia judicializada por Juzgados de Familia colapsados por la multiplicación de procesos judiciales derivados de separaciones conflictivas que terminan alejando a hijos e hijas de una parte de su familia durante años.
Estas situaciones se prolongan porque los Juzgados no disponen de herramientas suficientes ni de protocolos de acción eficientes para garantizar la Protección Integral de la infancia prevista en la Ley 26.061.
Los familiares que marcharon en la tarde del lunes vienen advirtiendo que la obstrucción y vulneración de vínculos en la infancia es una forma grave de maltrato infantil, en tanto es precisamente a través de esos vínculos que el psiquismo infantil constituye su Identidad y relato del mundo que lo rodea.
Como lo explicó Marita Ortega, psicóloga y también integrante de Infancia Compartid, “cuando una pareja se separa lo puede hacer anteponiendo los deseos y las necesidades de los niños o, todo lo contrario, anteponiendo las necesidades de esa pareja que se separa y utilizando a los niños como botín para dañar al otro por alguna cuestión de adultos sin resolver”.
“El niño queda invisibilizado -siguió diciendo Ortega-. No podemos concebir a un niño sin sus padres. Los niños crecen, se desarrollan y construyen su mundo emocional y su aparato psíquico en función de sus referentes afectivos primarios”.
El aluvión de denuncias que reciben actualmente los Juzgados de Familia no tiene precedentes. Sin embargo estas instituciones, que no están exentas de los vicios burocráticos de la justicia en general, aún no han logrado aggiornarse y adaptarse a una realidad familiar que ha cambiado mucho. Las familias actuales presentan un ritmo y demandas muy dinámicas y disímiles del hoy antiguo “hasta que la muerte los separe”, señalaron los organizadores de la jornada.
Pero, señalan, los juzgados disponen de una única herramienta que utilizan a repetición y compulsivamente: trazar una grieta en la familia entre los que denuncian y los denunciados, a fuerza de medidas cautelares, perimetrales y ordenes de restricción de acercamiento.
“Yo llamo maltrato procesal a los tiempos que se alargan en la justicia en resolver casos tan importantes como son los sentimientos familiares, los niños que no están en contacto con sus padres y que después de largo tiempo resulta que pudo haber sido una falsa denuncia pero el tiempo que pasó es irrecuperable y el daño psicológico y sentimental de toda una familia necesita de mucho tratamiento para recuperarse”, dijo Rubén Melione Anzoátegui, abogado presente en la movilización.
Sucede que la Justicia Civil de Familia Argentina carece aún de herramientas diagnósticas que le permitan comprender la complejidad y singularidad de cada núcleo familiar en conflicto, pudiendo pensar estrategias vinculares caso por caso.
Colapsados y a ciegas, los Juzgados rompen sin saber la fibra más sensible del psiquismo, el vínculo. Entre cantidad y complejidad, no tienen la posibilidad de desmalezar entre un caso de abuso sexual infantil, violencia física intrafamiliar o manipulación judicial maliciosa por parte de uno de los progenitores que pretende usar a los hijos e hijas como botín de guerra.
Pero no solo el corte a ciegas y sin ningún tipo de asistencia para niños y niñas afectados representa en sí mismo un grave espectro de violencia institucional, sino que esta situación tiende a perdurar años. Tiempo durante el cual la mitad del linaje de una infancia permanece desaparecida, deformando así en los casos de obstrucción indebida del vínculo, su Identidad y sano desarrollo, vulnerándose “institucionalmente” su interés superior.
El reclamo de las familias afectadas se replicó en distintos puntos del país, para pedir el cese inmediato de esta evitable forma de maltrato infantil por parte de las propias instituciones conformadas para proteger la infancia. Otra reivindicación es que se investigue más, mejor y más rápido, protegiendo profesionalmente a los menores afectados durante todo el proceso, apelando a estrategias diferenciales según la realidad de cada historia, en la inteligencia de que, a mayor número de herramientas diagnósticas, mayor celeridad en la identificación de un maltrato real o de uno inducido por manipular un sistema judicial obsoleto.
Las asociaciones de familiares que convocaron a la Jornada recuerdan que en los considerandos de la Declaración Internacional de los Derechos del Niño se sostiene que “la humanidad le debe a la Infancia lo mejor que pueda darle”. Teniendo en cuenta la tasa de violencia intrafamiliar, abuso sexual infantil, casos de infancias asesinadas (Lucio Dupuy, Milo, Zoe) y denuncias falsas que destruyen vínculos, familias e identidades, y Juzgados de Familia colapsadas que no logran dar respuesta efectiva en cada uno de los diversos escenarios, sostienen que es momento de “soltar las caretas y aceptar la distancia que nos separa como cultura de esos considerandos”.
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