El periodista Ceferino Reato presentó este martes su libro “Masacre en el comedor” en la Legislatura porteña, donde agradeció el reconocimiento que, según analizó, se da en medio de un “cambio en la opinión pública” sobre lo que representan los años ‘70 en la historia argentina. El escritor estuvo acompañado por la diputada Victoria Villarruel y el evento contó con el relato de familiares de las víctimas del atentado, quienes lamentaron ser “parias” en la sociedad por la falta de justicia tras el brutal ataque, que dejó 23 muertos y 110 heridos.
“Masacre en el comedor” es el décimo libro publicado por Reato, un especialista en la historia argentina reciente, que aborda en este caso el atentado más sangriento de la década del 70, en manos de Montoneros. Con una bomba vietnamita -por su estilo y potencia-, la guerrilla peronista provocó la muerte de 23 personas y 110 heridos que se encontraban en la Superintendencia de Seguridad Federal aquel 2 de julio de 1976, donde funcionaba, además, un centro de represión ilegal de la última dictadura.
El escritor recurre al testimonio de las víctimas, familiares y documentos para recrear lo ocurrido aquel sangriento día de la explosión y logra reconstruir cuál fue la responsabilidad de Rodolfo Walsh, integrante del área de inteligencia de Montoneros, y la de José Pepe Salgado, autor material del ataque. Salgado aprovechó su pertenencia a la policía para colocar el explosivo.
“Es la primera vez que me invitan de la Legislatura de la ciudad donde vivo hace tantos años para presentar un libro. Celebro la situación porque indica un cambio en la opinión pública. Eso es lo que siempre he pensado: que iba a cambiar el consenso que había sobre los ‘70″, expresó Reato en su exposición.
En ese sentido, Reato consideró que ese “cambio en la opinión pública” se debe a un “cansancio sobre el relato oficial” y agregó: “Es una cuestión de valores ver la historia completa”. Es por eso que remarcó la figura de Walsh como responsable del atentado y reconoció que es “complejo de admitir su rol para los periodistas y para la intelectualidad”.
Uno de los primeros testimonios que se escuchó en la Legislatura porteña fue el de Gloria Paulik, hija del sargento Juan Paulik. Cuando se enteró de la muerte de su padre tenía diez años y era la tercera de sus cinco hijos, nacidos y criados en una familia de Villa Ballester, en el Gran Buenos Aires.
Su relato estuvo envuelto por la emoción y las lágrimas: “Cuando él murió fue como si nos exiliaran, nos quitaron los derechos. Ese día se nos vino el mundo abajo. Nos negaron nuestros derechos. No tuvimos apoyo psicológico ni económico. En el Departamento de Policía no hay ni una placa”.
Además, confesó que del libro que participó sólo pudo leer unas pocas páginas porque no pudo contener la angustia. De todos modos, agradeció la publicación y agregó: “Es una especie de homenaje. Alguien tenía que escucharnos”.
Zulma, hermana del único bombero de la sección explosivos muerto en el atentado, relató su caso: “Como docente fui una paria en todas las escuelas rindiendo homenajes a Rodolfo Walsh. Mi hermano estaba orgulloso de su profesión. Si él hubiera muerto desarmando una bomba sería un orgullo, pero esto fue una traición”.
Entre los veintitrés muertos en el comedor de la calle Moreno 1417 hubo cinco mujeres. Una de ellas fue la única persona que no pertenecía a la policía, la única víctima civil: Josefina Melucci de Cepeda, de 42 años, casada, tres hijos, que trabajaba en la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales, y aquel viernes fue a comer con su amiga, la sargenta María Olga Pérez de Bravo, que también falleció.
Su hija Carolina Cepeda también participó de la presentación del libro y le agradeció a Reato por “hacer visible” su historia. “Desde aquel día no pude reír ni llorar más. Quedé como muda ante todo lo que me sucedía. Me sentía como una paria, me decían que fue un accidente”, relató entre lágrimas.
Por su parte, Liliana Tejedo de Aráoz estuvo el día del atentado junto con su madre en el almuerzo. En ese entonces, la joven le ofreció su asiento a una amiga de la familia para que conversaran y ella pudiera continuar con su labor. “Fue un día terrible. Pasaron los años y esta es la primera ocasión donde alguien se ocupó del tema. Espero que de ahora en adelante puedan reconocernos. Es un alivio para los familiares que reconozcan el dolor”, expresó emocionada.
A su turno, la diputada Victoria Villarruel quien preside Asociación Civil que nuclea a las Víctimas del Terrorismo de Argentina, destacó el testimonio de las mujeres que participación de la presentación por su “valentía y coraje”. “Ser atacado por terroristas, que el caso permanezca impune y los culpables sean homenajeados es un escándalo que solo vi en Argentina”, sostuvo.
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