El Dr. “Pototo”, un amigo que Spinetta creyó muerto y la bella canción que le escribió en homenaje

El “Tema de Pototo” es una de las composiciones más conocidas del disco debut de Almendra. También lo grabó Leonardo Favio bajo el nombre de “Para saber cómo es la soledad”. El terrible equívoco que llevó a crear la melodía y quién es el personaje del título

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"Pototo" D'Alessandro en su casa,
"Pototo" D'Alessandro en su casa, con un libro sobre Spinetta (Franco Fafasuli)

El Dr. Pototo era el odontólogo de casi toda la parroquia. Por su consultorio de la calle Arenales desfilaron Spinetta, Fito Paez, Adriana Varela y siguen las firmas. Pototo es Mario D´Alessandro, compañero de claustros secundarios en el tradicional San Román de Luis Alberto y de Emilio Del Guercio.

Pototo no fue parte de Almendra por dos razones bastante lógicas: la primera es que no era músico y la segunda que estaba dedicado a sus estudios universitarios, esos que después lo convirtieran en el brillante dentista que es aquí y en España, donde tiene su segunda casa, o mejor dicho su segundo consultorio.

Una tarde Tuqui, ese inolvidable y adorado filibustero, estaba tratando de convencer a una dama para que lo acompañe a lo del Dr. Pototo y el diálogo fue el siguiente.

Dama: ¿Y por qué le dicen Pototo ?

Tuqui: No le dicen, él es Pototo...

Es que el Dr D´Alessandro es el Pototo del que habla “Tema de Pototo” o “Para saber como es la soledad”, canción incluida en el primer disco de Almendra.

Tema de Pototo, Almendra: lo escribió Luis Alberto Spinetta para su amigo Pototo D'Alessandro

Estamos en 1967, pasó que los chicos terminan la secundaria y hacen el viaje de egresados. Pototo va a Bariloche, Luis Alberto y Emilio no, se quedan ensayando con su conjunto beat en Belgrano. Desde el sur, Pototo le manda un telegrama a su novia avisándole algo, los del Correo le erran y el mensaje recibido decía algo así como “Mario falleció”, sumiendo a todos los que lo conocían en la más profunda congoja. Naturalmente.

Luis y Emilio, en Buenos Aires, se enteran.

Lloran dos días.

Hasta que al tercer día llega otro telegrama de Pototo. Así que todos supieron que estaba vivo, los del Correo se disculparon, los padres y la novia revivieron, Pototo ignoraba todo y Luis dejó de llorar para, aun callado en medio de la angustia, escribir la terriblemente hermosa canción llamada “Tema de Pototo”.

Rebautizada “Para saber como es la soledad” -tal la primera línea de la lírica- cuando la versionó el inmenso Leonardo Favio, que venía haciendo cine apoyado por Babsy Torre Nilsson nada menos. Lo que aconteció es que la genial película independiente, justamente llamada “El dependiente” con guión de su hermano y el protagónico de Walter Vidarte junto a Graciela Borges y el mismo Leonardo, no tuvo apoyo oficial. Para bancar la parada nace el Favio cantante. Hace un disco descomunal llamado “Fuiste mia un verano”, que terminó siendo una película donde junto a Favio debuta Susana Giménez.

En ese disco hay una versión del tema de Pototo, pero obviamente no podía llamarse así cuando los otros temas eran “O quizás simplemente le regale una rosa”, “Ella... ella ya me olvidó, yo... yo la recuerdo ahora” , " Asi es Carolita... con suficiente folklore para que también la conozcan los turistas”, imagino que una canción se llame lo que sea para Pototo no daría el target. Así que le pusieron “Para saber como es la soledad” y listo el pollo.

Época del secundario en el
Época del secundario en el colegio San Román. Luis Alberto Spinetta es el primero desde la izquierda, "Pototo" D'Alessandro el tercero, y Emilio del Guercio el quinto

Es que el “Tema de Pototo” solo había aparecido tímidamente como disco simple con “El mundo entre las manos” de lado A. Todavía no existía el “Rock nacional argentino”, así que las cosas estaban mucho mejor. Con menos prejuicios y más respeto por la música propiamente dicho, el beat argentino era más abarcativo: ahí entraban desde Sandro y Palito Ortega hasta Los Gatos y Almendra. Todos convivían en paz, compartían público, músicos, bailes y programas de radio o televisión.

Pappo aprendía los primeros acordes en la guitarra mientras le llevaba el equipo a Leonardo Bochi Franco, fundador de Los Iracundos y cliente del taller del padre del Carpo. Silvestre abría los shows para Vox Dei, Nestor Astarita era el baterista de Sandro en “Rosa Rosa”, en el estudio mientras tocaba en vivo a la noche con el cuarteto del Gato Barbieri, todo bien hasta que tuvo que rajar a México unos años después formando el genial trio de Litto Nebbia que grabó “Muerte en la catedral” completando con Jorge Negro González al bajo. Katunga se llamaba Zandunga, tocaban como Santana sin Santana, pero eran buenísimos. La Joven Guardia hacía “El extraño del pelo largo” también convertido después en película con el protagonismo de Litto Nebbia.

La gente no era un público fisurado. Agrietado, partido, enfrentado.

La tolerancia, la aceptación del otro era la moneda corriente.

Es notorio que estoy hablando de otro país. Tenía el Di Tella, esa usina creativa esplendorosa, pero también tenía gobiernos de militares con un servicio militar obligatorio por ejemplo, que todo hay que decirlo.

Almendra en 1968 sacó ese primer simple con “Tema de Pototo” que prometía, aunque tras la edición la banda estuvo parada más de un año porque Rodolfo García, el baterista, se fue a la colimba.

Para saber cómo es la soledad, el tema de Luis Alberto Spinetta, interpretado por Leonardo Favio en Chile

Almendra estaba quieta, pero el “Tema de Pototo”, o mejor dicho su alter ego “Para saber como es la soledad” no paraba de sonar en las radios. Es que Leonardo Favio estaba ya compartiendo cartel francés con Sandro y Palito.

Leonardo Favio era furor, adquirió en pocas semanas una fama inaudita merced a su extraordinario talento. Pero estaba lejos de tener el carisma de Sandro o el espíritu de Palito Ortega. Favio era más oscuro, más para adentro. Las personas se abalanzaban sobre él en la calle, en la puerta de un cine, en un parque, pero eso era insoportable para un pibe con su personalidad. Una tarde salió, soportó un par de cuadras el asedio y se guardó en su pisito más de dos meses. No podía salir a la calle, no era para él ese juego vanidoso de la fama televisiva, venía del mundo del cine.

Le pregunté a Luis como había tomado ese asunto de que una canción de él, la primera de hecho, hubiese levantado vuelo en una voz ajena. Me contaba que estaba agradecido a Leonardo, que de otra manera, el “Tema de Pototo” quizás no hubiera sido lo que fue después, que les venía muy bien cobrar los derechos que compartía con Edelmiro, y recordaba que era tan chico cuando iba a SADAIC a cobrar que nadie lo conocía. Ni siquiera se preocupaban en escribir bien su apellido en la rendición de cuentas. Me decía que figuraba como Sfinneta, que con Edelmiro era fácil porque Molinari había, pero Spinetta no. Edelmiro se reía de la situación, sobre todo cuando Luis iba al mostrador y el señor que lo atendía le preguntaba el nombre y decía “!Sffinnta¡” porque eso era lo que se leía.

Así fue como decidió llamar a su propio sello “Ratón Finta”, recordando esos lindos días de cobrar canciones que se destinaban a equipos de sonido o nuevas guitarras básicamente. Algo absolutamente esperable de un chico de 18 años.

“Tema de Pototo” fue incluido en el primer long play de Almendra, aparecido en 1969, empujado por la deslumbrante “Muchacha ojos de papel”, canción que causó un revuelo descomunal. Fue la banda de sonido de una famosa publicidad de ropa de moda. Las músicas que se escuchaban en los dos avisos que marcaron la época eran de Almendra y de Donald.

Emilio del Guercio, Luis Alberto
Emilio del Guercio, Luis Alberto Spinetta y "Pototo" D'Alessandro en una reunión de ex alumnos del San Román

En los bailes de carnaval de Vélez en febrero de 1970 compartieron cartel Donald, Almendra, Sandro, Favio, Los Gatos, Los Náufragos, Joan Manuel Serrat y La Joven Guardia, entre otros.

También me confesaba Luis en su fortaleza de la calle Iberá que pudo escribir esa canción tan dolorosa porque la hizo sabiendo que Pototo estaba vivo. Aunque unas horas antes pensaba que estaba muerto, y toda esa angustia todavía estaba a flor de piel. Que no podría haberla escrito con Pototo muerto. Quizás eso la hacía tan verdadera. No hubo proceso entre la tragedia y la gloria, fue un minuto.

“Para saber como es la soledad

Tendrás que ver que a tu lado no está

Quien nunca a ti te dejaba pensar

En donde estaba el bien

En donde la maldad.

La soledad es un amigo que no está

Es su palabra que no ves llegar igual

Si es que sus sueños son luces en torno a ti

Tu te das cuenta que el ya nunca ha de morir

Nunca ha de morir.

Al observar como muere la flor

Tu verás que también muere la paz.

Es que esa paz revivirá en su voz

La flor te la dará para plantarla igual. “

Nada mal para un chico recién egresado de la secundaria.

El Dr. Mario D'Alessandro (Pototo),
El Dr. Mario D'Alessandro (Pototo), con una copia del manuscrito de la canción de Spinetta que lleva su nombre (Franco Fafasuli)

Un par de años después Almendra se separó. Luis declaró en esos días, “no nos separamos, nos multiplicamos”. Emilio Del Guercio y Rodolfo García armaron Aquelarre, banda de la que justamente en esta fecha se cumplen 50 años de su gran disco debut. Aquelarre era uno de los nombres que habían quedado para lo que después se llamó Almendra. Edelmiro Molinari armó Color Humano, tomando para su banda el nombre de una de sus canciones en Almendra.

Luis hace Pescado Rabioso, un pez hidrofóbico. Conceptualmente hablando, mucho de lo que siempre fue Luis: un pez nadando en aguas hostiles, siempre levantando la vara para todos. Nunca conforme, siempre experimentando algo.

El Dr. Mario D´alessandro, Pototo para los amigos, es igual. Fueron siempre astillas del mismo palo con Luis y Emilio sobre todo. Tipos talentosos, nobles y divertidos, con un humor border que siempre les fue propio e inexpugnable. Pototo fue uno de los que estuvo cerca realmente de Luis hasta que se hizo estrella en el cielo.

Siempre será amado porque es inevitable no hacerlo, y envidiado porque también es inevitable. Pocos tienen una canción tan bella y propia con la que convivir una vida entera.

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