En Argentina se juega el primer Mundial de Polo. El lema es “Abran cancha” e implica que el césped que antes solo podían galopar los varones ahora también es abierto para que las mujeres corran atrás de sus propios sueños, desde sus propias raíces, sin límites y con un futuro abierto. Hace cinco años que, en Argentina, se realiza el Abierto Argentino de Polo. Pero ahora se realiza el primer mundial de polo femenino del mundo.
La historia marca 128 a 5 en desigualdad de género. Y al 2018 la fecha clave en la que la historia empezó a democratizar la cancha. Ya hubo 128 abiertos masculinos y, hasta ahora, 5 femeninos. Los 123 años de diferencia en el que los varones podían subirse a un caballo, jugar, competir, correr y golear están empezando a quedar atrás para construir un futuro de mayor igualdad y adrenalina. Así se vibra el primer mundial de polo femenino.
Hay cinco equipos: Argentina, Irlanda, Italia, Estados Unidos, Brasil e Inglaterra. El Mundial empezó el sábado 9 de abril y la final es el sábado 16 de abril. El sábado pasado Argentina le ganó 7 a 3 a Irlanda y el martes 12 de abril empató 3 a 3 con Inglaterra, con mucha emoción e influencia de la hinchada argentina para que el partido se empareje, aunque se perdió en los penales 3 a 2. Eso sí: sin sensación de derrota sino con un triunfo que se percibe más allá de los resultados.
En realidad, el primer partido fue un empate tan tibio como la tarde de martes de sol, de escapada de la rutina y de horizonte verde, entre la ciudad y la semana corta frente al fin de semana largo, de Semana Santa. Pero después la emoción se subió a caballo de la jornada y Argentina logró un empate cuando faltaba un minuto y medio para terminar el juego. Los aplausos, suspiros y gritos empezaron a elevar el nivel de fanatismo y la euforia fue tanta como los ataques rápidos de las argentinas.
En general, no se va a penales sino que se juega otro tiempo (chukker) pero el reglamentó decidió bajar la emoción y pasar a tirar penales desde dos distancias posibles. Los penales no favorecieron a las jugadoras argentinas ni a la emoción más vertiginosa de las jugadas a puro galope. De todas maneras, a pesar que se perdió, la sensación fue de triunfo y de revancha. No fue un partido aburrido, sino con alto voltaje emotivo, buena defensa y ataques veloces, con resultados cambiantes y vértigo en los resultados. Y el principal resultado: la posibilidad de jugar entre jugadoras de distintos países.
El arbitro fue el uruguayo Rafael Silva y, según los relatores (otra incorporación del polo femenino para que los partidos no sean solo para entendidos, sino para incentivar que se sume nuevo público a las gradas) muy experimentado. Una forma de decir que no se baja el nivel por ser un juego entre mujeres, sino que se intenta equilibrar las desventajas del menor caudal económico o público con mucho profesionalismo. Y la sensación, para las que llegan y apuestan, es de gran satisfacción, interés y sorpresa. Otro foco de atracción: la entrada es libre y gratuita.
En el primer partido Argentina ganó a Irlanda 7-3. Las irlandesas pasearon musculosas y con vestidos blancos y floreados por la tribuna el martes. Para el partido con Inglaterra el equipo cambió (con la idea que todas puedan jugar) y el jueves 14 de abril Argentina juega con Italia con el equipo de titulares- Y, según los resultados, el sábado 16 de abril podrá jugar la semifinal a las 14:30, o la final, a las 16:00 por la copa de oro.
El partido inicial lo jugaron Agustina Imaz, Azucena Uranga, Catalina Lavinia y Paulina Vasquetto. Para el segundo encuentro el equipo cambió completamente. La estrategia fue de inclusión para que puedan jugar todas, por sobre la competitividad extrema, y se renovaron los nombres para que la mayoría tenga su experiencia mundialista. El equipo que formó contra Inglaterra estuvo compuesto por Luisa del Carril, Fátima Balzano, Jazmín Dupont y Malena Martínez.
“Que exista un mundial es una locura”, festeja Fátima Balzano, apenas termina el partido. Ella empezó a jugar porque u mamá, Alejandrina Rivas, jugaba. Ahora comparten la pasión y la alegría. Su mamá la alienta desde el césped, juvenil, activa y apasionada y dice su edad entre risas: 55 años. Fátima agradece a su mamá el impulso para empezar a jugar a los 10 años. Ahora tiene 22 años y está en quinto año de veterinaria.
Pero la historia no era coherente y dejaba afuera del juego a las mujeres cuando querían jugar en serio. Por eso, ella enmarca: “Creo que va a impulsar a muchas mujeres a arrancar a jugar, a meterle y a llegar al Mundial como objetivo”. La posibilidad de un Mundial no es solo un evento, es un horizonte que estimula a que el deporte femenino crezca, entrene, compita y proyecte.
“Hay un montón de chicas del interior y de otros países del mundo que sueñan con jugar a este nivel y con llegar acá así que estar en un mundial es impresionante”, se alegra, con un gran entusiasmo, en una tarde donde los mosquitos confunden el otoño con el verano y la alegría también toma cuerpo de primavera.
El caballo galopa, ella apenas levanta la cola para tomar carrera y ser más ligera, vuelve a sentarse, se aferra a las riendas y, a la vez, vuela, no solo anda, sino que juega. Toma el palo y golpea. Mete gol y -es un gol contra las inglesas- que tiene épica. La cancha aplaude y toma cuerpo. El gol es de Luisa del Carril.
“Aprendimos un montón y voy a seguir aprendiendo”, resalta Luisa del Carril, de apenas 18 años y estudiante de publicidad. Ella juega porque jugaban su papá y su hermano. Pero eso que parece tan simple, en realidad, es un salto. Antes las mujeres no podían seguir el camino de los padres, ni jugar y moverse igual que sus hermanos.
Ella jugaba al hockey que es el deporte tradicionalmente femenino, pero, a los 14 años, se dio cuenta que le gustaba el campo y los caballos. Eligió el polo. Y pudo elegirlo. Pero además jugarlo a nivel mundialista. “Es alucinante el apoyo que estamos teniendo del polo masculino”, rescata. Y el apoyo se ve en la alegría, el trabajo y la fiesta que también pasa a ser una montura desde donde equilibrarse.
El entrenador del equipo es Milo Fernández Araujo. Si, en Argentina, hay una revolución de las hijas, esa revolución también llego al polo. Milo, junto a Adolfo Cambiasso, fueron los impulsores del crecimiento y la competitividad a mayor escala del polo femenino. ¿La motivación? Sus hijas. Pero no se trata de favoritismo o personalismos, sino de poder ver, a partir del amor y la conexión con sus hijas, la demanda de igualdad deportiva y poder escuchar una demanda porque se planta en la propia mesa que se expande y se traduce en mayores conquistas para otras jóvenes.
Milo Fernández Araujo es tricampeón del Abierto Argentino como jugador y hoy es considerado el mejor coach del mundo. Él dirige, históricamente, a La Dolfina, el conjunto multicampeón que lidera Adolfo Cambiasso (h). El polista también es un promotor del polo femenino y, también, la inspiradora de la renovación deportiva es su hija. Entre los cambios positivos de los varones la paternidad es, claramente, un gran impulsor de igualar, a partir de la escucha y el amor.
Mía Cambiasso tiene 19 años y es la hija de Adolfo Cambiasso con María Vásquez. A los 15 ganó el primer Campeonato Abierto de Polo Femenino, en diciembre del 2017, con La Dolfina Brava. Ahí también jugaron las hijas de Milo Milagros (y Fernanda Rivas que jugaba al polo), Milagros, que tenía 18 años, y Candelaria Fernández Araujo, con 16 años en ese momento.
El equipo se completaba con Nina Clarkin, la mejor jugadora del mundo. Ganaron en 2017, en 2018 y en 2021. Y este año van a volver a intentar defender el título en un contexto de expansión del polo femenino. Un fenómeno que no es aislado, sino que se sumó a la profesionalización del futbol femenino, la vuelta del tenis femenino y el crecimiento de otros deportes realizados por mujeres.
Milo Fernández Araujo está al costado de la cancha cuando termina el partido con Inglaterra y le dice a Infobae: “Tengo hijas que juegan”.
-¿Es la revolución de las hijas?
-Si, por ahí estoy involucrado.
-¿Cómo incide la decisión de apoyar a tus hijas para respaldar el polo femenino y hacer crecer a las otras chicas?
-Yo me meto en el polo femenino por mis hijas que querían jugar (Candelaria, de 22 y Milagros, 21) y la más chiquita (Pilar, de 11) también juega. Arranqué con ellas y me involucre en la Asociación, en torneos y fue creciendo y creciendo con Adolfito, que también tiene hijas, le dimos empuje a todo esto.
-¿Por qué es importante que haya varones que empujen el polo femenino?
-Los varones somos, seguramente, los padres de las jugadores y todos queremos empujar a nuestros hijos a algún deporte.
-¿Cuál es tu evaluación de que se pueda jugar un mundial en Argentina?
-Me parece espectacular que sea en Argentina, en la catedral del polo, donde empezar un mundial, en las dos canchas más importantes del mundo.
El Mundial de Polo femenino contó con el auspicio de Rus seguros para Rus fem. Belén Gómez, adscripta a la Presidencia Ejecutiva de Rus explica porque decidieron apoyar este primer mundial de polo: “Nosotros auspiciamos como parte de nuestras estrategias para promover la equidad de género tanto en lo interno con nuestro capital humano como en el mercado a través de nuestros productos y servicios, pero también en la comunidad trabajando por la inserción laboral de mujeres en el seguro y el desarrollo deportivo en todas las disciplinas”.
El martes se escuchaban por los parlantes: “Es un día histórico en Palermo” y la sensación de poder ver un hito por primera vez implicaba subirse a una carrera en la que antes las mujeres se quedaban afuera. La palabra feminismo no se inscribe con esas letras en el ambiente del polo. Incluso se escucha una conversación, al costado de la cancha, en donde una mujer tilda a otra de “verde” y el tono es peyorativo. Pero hay un avance que no necesita casilleros, sino que se hace evidente cuando los cambios se aceleran.
Más allá de las definiciones personales, la apertura del polo a las chicas se consagró en el 2018, en el momento de la explosión de las demandas juveniles en las calles, la política y el deporte. El mundial de polo fue una iniciativa del 2020, pero que se logró plasmar, después del peor momento de la pandemia, en el 2022. Hay movimientos históricos que logran avances aún entre quienes no se sienten parte de ese movimiento o que son parte más allá de las definiciones.
“El polo es machista y somos pocas las periodistas deportivas”, dice Sofia Sinforiano, periodista de Polo Live, experta, capacitada y apasionada por el polo. Ella es de Trenque Lauquén y algunos de sus compañeros de banco, de la primaria, se convirtieron en polistas. Tiene el pelo color miel, seguridad, suavidad y pasión, y ojalá que logre relatar el polo femenino a gran escala. También entre las gradas hay expectativas por ampliar las reglas de juego.
El césped parece un oasis en la tarde porteña. Los cascos de colores marcan las posiciones de cada jugadora para que se pueda ver, aprender y disfrutar. El verde, el azul, el negro y el rojo marca quien va a la defensa y quien al ataque. El juego pone las reglas a la vista. Y la camiseta argentina reluce característica. El equipo inglés, en cambio, tiene una camiseta blanca con una inscripción que dice “England”. Hay, de todos modos, pasión y camaradería, entre los equipos.
Uno de los relatores de la tarde es Diego Uranga, de Polo University. Él destaca: “El polo femenino es el que más creció estos años y ahora el mundial es una revolución. También se fomenta a las domadoras y petiseras para que haya más trabajo femenino”.
El periodista especializado en polo Federico Levy también resalta: “El crecimiento es maravilloso. Es increíble como se están organizando y jugando mejor para que el polo femenino pueda crecer”. Y subraya: “El primer mundial de polo femenino en la catedral del polo, como es Palermo, es un orgullo para los argentinos”.
Sofía Sinforiano enmarca: “Es un gran lugar para las mujeres, con excelentes jugadoras, que también son profesionales en otras áreas, en un deporte difícil, costoso y machista. Argentina ya fue pionera en los abiertos y hoy ofrece la posibilidad del primer mundial. Es un avance para festejar”.
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