Malvinas, identidad de héroes: el encuentro por azar de un soldado argentino y un inglés con un increíble final

El libro del periodista Daniel Santa Cruz (Penguin) narra la iniciativa que se conoció como Plan Programa Humanitario Malvinas. Aquí, el primer contacto de Julio Aro y Geoffrey Cardozo en 2008, en Londres, que permitió que 119 familias pudieran identificar el lugar donde descansan sus hijos en el cementerio de Darwin

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Julio Aro en Darwin. Viajó por primera vez a las islas en 2008 para "encontrar al joven soldado que había dejado allí durante la guerra". Encontró que en el cementerio las tumbas sin nombre
Julio Aro en Darwin. Viajó por primera vez a las islas en 2008 para "encontrar al joven soldado que había dejado allí durante la guerra". Encontró que en el cementerio las tumbas sin nombre

En octubre de 2008, Julio Aro (Regimiento 6 de Mercedes) viajó a un encuentro de veteranos en Londres, invitado por Tony Davies, un sargento mayor del Regimiento de los Guardias Galeses que peleó en la guerra de Malvinas y era, además, vicepresidente de la Asociación de Medallas del Atlántico Sur.

En ese viaje, Julio estuvo acompañado por otros dos veteranos de guerra argentinos: José Luis Capurro, oriundo de Mar del Plata, y José María Raschia, de la ciudad de Lobos.

“Participamos de un proyecto que consistía en preguntarles a las madres de los soldados argentinos e ingleses que murieron en las islas quién había ganado la guerra. No obtuvimos respuesta, porque, en realidad, todas perdieron al perder a su ser querido. Ese proyecto fue el que llevó a que los ingleses nos invitasen a Londres”, contó Aro. Tony Davies, expresidente de la asociación de veteranos de guerra ingleses (Falkland Veteran UK), recuerda ese momento en una charla que mantuvimos en marzo de 2018 en Londres: “Julio es el número uno, es sorprendente todo lo que está haciendo por esas madres. Cuando lo conocí, enseguida nos dimos cuenta de que eran como nosotros, tipos comunes que, sin quererlo, participamos de un conflicto bélico, pero sucedió. Hoy hablamos con Julio, José Luis y José María, de formar una fundación de veteranos de guerra ingleses y argentinos, para trabajar en conjunto. Julio es mi amigo”, resalta el hombre que perdió parte de una pierna en la guerra al pisar una mina y fue fundamental en el encuentro entre Cardozo y Aro.

Geoffrey Cardozo en 1982, cuando finalizada la guerra fue enviado a Malvinas. Allí le tocó la difícil tarea de recoger los cuerpos de los soldados argentinos de los campos de batalla para darles honorífica sepultura
Geoffrey Cardozo en 1982, cuando finalizada la guerra fue enviado a Malvinas. Allí le tocó la difícil tarea de recoger los cuerpos de los soldados argentinos de los campos de batalla para darles honorífica sepultura

Julio no habla inglés, pero entre los soldados británicos se encontraba el coronel Geoffrey Cardozo, quien maneja muy bien el español y le tradujo todos los diálogos con sus anfitriones. El último día, Aro les contó a los ingleses sobre su reciente viaje a las Malvinas, donde había quedado muy conmovido al encontrar 121 tumbas de soldados argentinos no identificados que descansaban con la leyenda “Soldado argentino solo conocido por Dios”.

En ese momento, el coronel Cardozo apuntó que él podía ayudar con la identificación. Relató que, en 1982, había recibido la orden de recoger y sepultar en el cementerio de Darwin los 246 cuerpos de los soldados argentinos caídos durante la guerra. Incluso tenía un informe donde detallaba ese trabajo, con información precisa sobre las características de cada cuerpo, sus pertenencias y el lugar donde habían sido encontrados.

“No lo podía creer. La persona que estaba a mi lado como traductor desde hacía días era quien podía facilitar nuestra tarea”, relató conmovido Julio, y agregó: “A partir de ese momento y con la ayuda de la periodista Gabriela Cociffi y del propio Cardozo, comenzamos un titánico trabajo para lograr la identificación de esos cuerpos”.

En 2017, se inició en Malvinas el proyecto humanitario de identificación de los soldados argentinos sepultados como NN en el cementerio de Darwin
En 2017, se inició en Malvinas el proyecto humanitario de identificación de los soldados argentinos sepultados como NN en el cementerio de Darwin

Julio recuerda el día en que Cardozo le entregó su ya famoso informe:

“En esa reunión con Geoffrey, nos contó y nos animó a armar una fundación. Luego, cuando compartimos un taxi, nos entregó un sobre: no era información secreta, desde hacía décadas la tenían los gobiernos del Reino Unido y de Argentina, también la Cruz Roja Internacional. Eran muchas hojas en inglés. Había fotos y coordenadas. Cuando regresamos al país, las hicimos traducir. La verdad es que te da impotencia porque, en ese informe, decía que ya se había llamado al gobierno argentino para que antes del 19 de febrero de 1983 fuera a reconocer a sus muertos, y no fue nadie”.

Esa bitácora de su trabajo en Malvinas en 1983 se convertiría en el Informe Cardozo, y fue escrito primero a mano, luego prolijamente tipeado con máquina de escribir y se archivaron tres copias. Una de esas copias descansaba en un baúl en casa de Cardozo y volvió a la luz en ese encuentro amistoso de 2008 en Londres, cuando conoció a los tres excombatientes argentinos. Durante la reunión, el militar inglés retirado supo que las familias de los 121 soldados no identificados -que se supo luego que eran 122- nunca habían obtenido una respuesta a su reclamo y que esos padres iban envejeciendo sin haber despedido a sus hijos.

Julio Aro y Geoffrey Cardozo en Darwin en uno de los viajes que realizaron junto a las familias de los soldados identificados
Julio Aro y Geoffrey Cardozo en Darwin en uno de los viajes que realizaron junto a las familias de los soldados identificados

Cardozo recuerda:

“Luego de esa reunión, fuimos a mi casa; revisé mis archivos de trabajo hasta que encontré un viejo sobre de papel madera que tenía bien guardado. Allí estaban esas páginas escritas a mano, acompañadas de dibujos, diagramas y números. Era mi bitácora de campaña, donde había anotado cada detalle de cada cuerpo que había enterrado, incluida su ubicación. Tenía tres prolijas copias a máquina también; una de ellas se la di a Julio y a sus compañeros, cuando los acompañé hasta el hotel en el que se alojaban”.

El día que Julio regresó a la Argentina, lo hizo portando ese documento, que sería clave para el operativo de identificación de los soldados sin nombre en el cementerio de Darwin. Pero aún tendría que pasar casi una década para que pudieran llevarlo a cabo.

Entusiasmado, Julio Aro volvió de Londres y creó la Fundación No Me Olvides, destinada a trabajar en la contención y ayuda a los familiares de los caídos en las Malvinas, pero, por sobre todas las cosas, a lograr la identificación de los cuerpos de sus compañeros.

Malvinas, identidad de héroes, el libro de Daniel Santa Cruz
Malvinas, identidad de héroes, el libro de Daniel Santa Cruz

Cuenta Julio:

“Llegamos a Buenos Aires e inmediatamente hicimos traducir el informe que nos entregó Cardozo. Empezamos a investigar y encontramos que uno de los cuerpos se llamaba Gabino Ruiz Díaz, que estaba en la parcela A, tumba 2, etc. ‘Ahí está Gabino, no puede haber otra persona que no sea Gabino’. Lo comentamos a nuestros jefes y nos dijeron: ‘Tienen un potencial increíble en las manos, hagan algo, lo peor que puede pasar es que no sea Gabino sino otra persona’. Ahí es donde empezamos, es la punta del ovillo para todo lo que hicimos del proyecto ADN. Encontramos a la mamá de Gabino, que vive en Corrientes, en el medio de la nada; empezamos a charlar con ella y, cuando entramos en confianza, le preguntamos: ‘Elma, si existiera la posibilidad de que vos, con una gota de sangre, sepas dónde está Cambacito, ¿lo harías?’. Y ella dijo que por supuesto. Ahí dimos vuelta la historia, nos dimos cuenta de que era posible lo que estábamos averiguando, pero que lo más difícil era unir a los dos países que estaban en conflicto”.

Elma Pelozo, madre del Soldado Gabino Ruiz Díaz, en el Cementerio de Darwin
Elma Pelozo, madre del Soldado Gabino Ruiz Díaz, en el Cementerio de Darwin

Viajamos a Ginebra, hablamos con la Cruz Roja. Empezamos a mover cielo y tierra cuando nos dijeron que era posible. Pero para eso teníamos que saber cuántos padres estaban de acuerdo en hacer esto, en poder identificar a sus hijos. No teníamos lista. Fue un trabajo artesanal. Recorrimos todas las ciudades, todos los pueblos, las provincias… Quedarse horas en una panadería porque venía el sobrino a buscar el pan y había que seguirlo porque era el sobrino de un ex-combatiente… Fue un trabajo magnífico. Y nos encontramos con que una gran cantidad de padres nos dijeron que sí; algunos nos dijeron que no con su sabiduría, con sus experiencias, por equis motivo que respetamos”.

“Mi mamá, María Julia, me dijo una vez que si uno de esos cuerpos en Darwin hubiese sido el mío, ella no hubiera descansado nunca hasta reconocerlo. Esas palabras me pusieron una meta”.

Julio Aro y Geoffrey Cardozo trabajaron juntos por la identificación de los soldados argentinos
Julio Aro y Geoffrey Cardozo trabajaron juntos por la identificación de los soldados argentinos

Cardozo recuerda lo que dijo en esa reunión, que fue determinante para que, años después, el proyecto humanitario se pusiera en marcha:

“En aquel momento de posguerra pensé que en dos o tres años esos cuerpos serían exhumados por expertos argentinos para saber quiénes eran. Nunca imaginé que pasarían tantos años y me di cuenta de lo importante que fue enterrarlos con tanto profesionalismo. Usamos tres bolsas de PVC para envolver a cada uno de ellos, lo que permitió que se preservaran tan bien, aun tanto tiempo después”.

Julio y Geoffrey cerraron un pacto, un compromiso: trabajar para que todos los cuerpos de los soldados argentinos sepultados en Darwin pudieran ser identificados.

Geoffrey suele viajar a la Argentina a reunirse con los familiares de los soldados que sepultó en 1983. “Estas madres no debieron esperar tanto. Era mi obligación culminar mi trabajo realizado en 1983, por esos chicos, por sus madres”, dice Geoffrey.

“Siempre les digo a mis hijas que no quiero parar hasta identificar a todos y que, si me muero en el camino, que me entierren con los brazos abiertos, porque aún muerto quiero seguir luchando por ellos y esta causa”, sentencia Julio.

(Extracto del libro Malvinas, identidad de héroes, del periodista Daniel Santa Cruz)

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