En el marco de la celebración del Día Internacional del Niño por Nacer, este sábado las calles de los barrio porteños de Palermo y Recoleta se tiñeron de celeste en una nueva edición de la llamada “Marcha por la Vida”, que se replicó en otras localidades del país.
Con el lema de “La Argentina comienza en la concepción” -entendiendo que todo un país tiene su origen en la fecundación de sus ciudadanos, explicaron los organizadores- y la consigna “Ni sentados, ni callados”, miles de personas se movilizaron “en defensa de los niños por nacer” y contra la legalización del aborto. Los que no pudieron asistir, acompañaron la manifestación en las redes sociales con el hastag #ArgentinaDesdeLaConcepción.
Bajo un sol que asomaba de a ratos entre las nubes, los manifestantes comenzaron a concentrarse desde las 14 en Plaza Italia. Un grupo llegó con la parroquia Natividad del Señor de Escobar y se reunió en una misa improvisada junto a un gazebo blanco. Otro, de alrededor de 30 chicas de entre 14 y 25 años, vino desde La Plata.
Pertenecen a la agrupación Águilas de la Cruz del Sur de la parroquia San Luis Gonzaga de Villa Elisa y, en diálogo con Infobae, las jóvenes coincidieron: “Nos parece importante venir a hacer número para defender la vida desde el momento de la concepción. Hay que dar testimonio y que la gente sepa que, por más que el aborto se haya legalizado, hay muchas personas que no estamos de acuerdo y, sobre todo, mucha juventud que defiende esta postura”.
Cerca de media hora después, comenzó la caminata de unos dos kilómetros y medio hasta la Plaza Rubén Darío, frente a la Facultad de Derecho, donde se realizó el acto central. Una bandera (“Marcha por la vida Argentina. Jugate por la vida”, decía) desplegada a lo ancho en la avenida Sarmiento guiaba el camino.
Para Andrea fue su primera vez y estuvo acompañada de su amiga Irene. “Siempre nos juntamos a rezar en el Congreso, todos los sábados. Tenemos que seguir luchando para defender al niño”, contó mientras hacia su aparición el tradicional bebé gigante llamado Alma, que representa a un embrión de 12 semanas.
En consonancia con las últimas ediciones, en la séptima Marcha por la Vida se vieron pocas pancartas políticas. La mayoría eran del partido Celeste Provida. Sí hubo, como de costumbre, muchas banderas, remeras y gorras argentinas. Los vendedores ambulantes no desaprovecharon la oportunidad de trabajar. Los pañuelos celestes se vendían a $100, los barbijos a $200 y las banderas a $300 y $500, dependiendo el tamaño.
Confesionales, fieles católicos y evangelistas, grandes y jóvenes, personas de todas las edades se sumaron a la iniciativa. También hubo mucha presencia de familias, como la de Noemí, que vino desde Tigre junto a su marido, sus hijos y su sobrina.
“Siempre que podemos participamos en todas las marchas. Nosotros colaboramos con las mamás en los barrios carenciados y notamos que las mujeres con acompañamiento y que reciben contención eligen las dos vidas. Entonces, ¿por qué condenarlas al flagelo del aborto si con ayuda pueden salir adelante? Hemos ayudado a un montón de mujeres que pasaron momentos difíciles y hoy disfrutan de sus hijos. Eso nos motiva a nosotros”, explicó Noemí.
El clima, en general, fue calmo, aunque hubo algún que otro entredicho con conductores que circulaban por la zona. En medio de la marcha, un joven que se cruzó con su Peugeot negro gritó al pasar: “¡Aborto legal, caretas!”.
También asistieron autoconvocados que impulsan la Ley Lucio Dupuy, que promueve la detección temprana de violencia infantil. “La lucha a favor de la vida y de los niños es de todos. Yo vengo de Córdoba, él Olavarría, ella de Santa Fe. Decidimos no quedarnos de brazos cruzados y apoyar a la familia de Lucio y a estas causas para que no pase lo que pasó con Lucio, cuando todos los actores fallaron. Hubo impericia en la Justicia, en la medicina, en la Policía”, comentaron.
Al canto “¡Dicen que no tienen vida, dicen que tienen voz, acá están los que marchamos por la vida de dos!” y acompañado de a ratos por el sonido de trompetas, bombos y tambores, la movilización llegó a la Plaza Rubén Darío unos minutos antes de las 16.
En el lugar se montó un escenario por donde desfilaron distintos oradores. Uno fue Leandro Rodríguez Lastra, el médico rionegrino que se negó a realizarle un aborto a una joven violada y fue condenado por la Justicia. En su caso, se mostró feliz por la convocatoria, pidió pensar en “los 64.164 menos argentinos en 2021 producto de abortos registrados” y remarcó la necesidad de “respetar los derechos de los médicos”.
También habló ante la multitud Verónica Camargo, la mamá de Chiara Páez, la adolescente de 14 años que fue brutalmente asesinada por su novio. En ese momento ella estaba embarazada de 3 meses y el femicidio despertó el #NiUnaMenos.
“Represento a una buena parte que no nos identificamos con el odio. El camino a la Justicia siempre tiene que ser el de la paz. Aun en las diferencias todos somos personas valiosas. Queremos vivir en un mundo mejor, pero no enfrentados. Toda vida vale, que la cultura de la muerte no llevé a nadie a decidir quién vive. Defender a los niños es una tarea que debería involucrarnos a toda la sociedad, sin divisiones”, dijo Verónica.
La convocatoria comenzó a disiparse pasadas las 16.30. Por allí se lo vio a Martín, un hombre de 63 años que lucía acongojado, por momentos con los ojos cubiertos de lágrimas. “El justiciero no duda, pero si duda el verdugo. Uno se emociona porque más allá de la ley, como dice la canción ‘legal o ilegal, el aborto mata igual’”, explicó, y se mostró esperanzado en lograr la derogación de la ley del aborto. En esa línea, subrayó la importancia de continuar manifestándose en las calles: “Hay que seguir porque es muy fácil escribir una ley pero vivirla y sus desenlaces no son fáciles”.
Fotos: Nicolás Stulberg.
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