Día Mundial del Clima: cerca de 3.600 millones de personas viven en lugares “altamente vulnerables” al cambio climático

No hay planeta B. Esta frase que varios líderes del mundo y miles de jóvenes repiten no alcanza para explicar las consecuencias de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan fenómenos meteorológicos extremos y afecta los lugares habitables en la Tierra. ¿Es posible revertirlo?

El cambio climático puede afectar a 1.200 millones de personas en 2070 (EFE/EPA)

No hay planeta B. Esta frase que varios líderes del mundo y miles de jóvenes no se cansan de repetir no alcanza a resonar con la fuerza que debería. O al menos, eso parece. Mientras atravesamos una guerra en la que es central la dependencia de los combustibles fósiles como el gas y el petróleo, las emisiones de gases de efecto invernadero no paran de subir gracias a las otras actividades que la humanidad se empeña en desarrollar con el viejo paradigma de desarrollo.

¿Es posible revertirlo? Es posible, pero los cambios deben ser drásticos e implican ponerse a hacer las cosas de otra manera. Distinta, con modelos de consumo y producción que no son los que nos trajeron hasta acá. Para esa transición cada vez tenemos menos tiempo, según los últimos reportes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Esta es la razón por la que hoy se celebra el Día Mundial del Clima. Para intentar generar conciencia en esta generación que debe instrumentar las políticas necesarias para que las próximas generaciones cuenten con lugares habitables para vivir en la Tierra.

“Es inaceptable, sobre todo si se tiene en cuenta que los efectos del clima se van a agravar aún más”, ha considerado António Guterres, secretario general de la ONU (REUTERS)

A principios de este mes, un reporte del IPCC le puso números a la dilación de las acciones y la realidad que hoy se vive: entre 3.300 y 3.600 millones de personas —cerca de la mitad de la población mundial— habitan en contextos considerados “altamente vulnerables” al cambio climático, ya sea por su ubicación geográfica (por ejemplo, las pequeñas islas del Pacífico en riesgo de desaparecer), por su mala situación socioeconómica, que hace que sufran de peor forma las consecuencias de los fenómenos meteorológicos extremos, o por la combinación de ambos factores.

“Es inaceptable, sobre todo si se tiene en cuenta que los efectos del clima se van a agravar aún más”, ha considerado António Guterres, secretario general de la ONU, en un mensaje difundido hace tres días con motivo del Día Meteorológico Mundial. “Las alertas tempranas y la acción temprana salvan vidas”, señaló Guterres. El secretario general explicó que ha solicitado a la Organización Meteorológica Mundial que elabore un plan de acción para lograr la meta del 100% de la humanidad protegida por sistemas de alerta.

Qué es el clima

El clima son las condiciones meteorológicas de un determinado lugar a largo plazo que toman en cuenta a través de estadísticas la temperatura, la presión, el viento, la humedad y las precipitaciones.

Aunque las variaciones climáticas son comunes, los científicos afirman que en el último siglo se registró un ritmo de cambio acelerado, resultado del desarrollo de las industrias y del crecimiento de la población humana. Estos factores contribuyen al cambio climático a través de la emisión de gases de efecto invernadero, la contaminación ambiental, las malas prácticas ambientales, la deforestación y la sobrexplotación de recursos naturales.

Unas olas chocan contra el rompeolas durante la tormenta Eunice en Wimereux, Francia, el 18 de febrero de 2022 (REUTERS)

¿Cuándo comenzó a registrarse este cambio en el planeta? Paul Crutzen, Premio Nobel de Química 1995 y el biólogo estadounidense Eugene F. Stoermer advirtieron que desde el siglo XIX, distintos científicos llamaron la atención sobre la huella del Hombre en la Tierra a la que caracterizaron como una fuerza geológica importante. Destacaron que estudios realizados en la década de 1920, habían demostrado que de 30 a 50 por ciento de la superficie terrestre había sido transformada por la acción humana. A esta nueva era geológica la llamaron Antropoceno.

Ante esta realidad, y que las emisiones de gases de efecto invernadero no paran de subir, desde hace más de 40 años, los países reunidos en Naciones Unidas intentan llegar a acuerdos para poder frenar esa tendencia que provoca lo que se conoce como calentamiento global, que es el alza de la temperatura promedio del planeta.

La OMM advirtió que la desaceleración industrial que ocurrió durante la pandemia no logró frenar las concentraciones récord de los gases de efecto invernadero que están atrapando el calor en la atmósfera (Europa Press)

¿Cuál es el límite? Luego de varios intentos, en 2015, 197 países firmaron el Acuerdo de París en donde se establece que se impulsarán las políticas que puedan detener el termómetro en 1.5ºC o hasta 2ºC con compromisos asumidos por cada una de las jurisdicciones. Ese límite de suba promedio de la temperatura global fue puesto y ratificado por la comunidad científica que explica que es lo que puede soportar la mayor parte de los ecosistemas, en los que están incluidos los humanos.

Ya existen impactos observados en todo el mundo que pueden ser atribuidos al cambio climático. Se espera que aumenten a futuro, especialmente en escenarios con la temperatura en aumento. Por eso es fundamental adaptarse a estos cambios y a los riesgos que generan”, indicó en una rueda de prensa de la que participó Infobae, Edwin Castellanos, Coordinador del AR6 del IPCC, Director del Observatorio Económico Sostenible de la Universidad del Valle de Guatemala.

“Por ejemplo en Guatemala hay una alta variabilidad en la lluvia. Los pequeños agricultores de la región están muy afectados y ha causado que muchos de ellos pierdan sus cosechas.

Incluso hay regiones ricas de nuestro continente también pueden considerarse vulnerables. Es así que las acciones de adaptación deben estar orientadas a ayudar a los grupos de alto riesgo. Estas acciones deben ser específicas, no son uniformes para toda la región, ya que todo depende de su contexto socioeconómico y su situación biofísica”.

Una posada destruida a orillas del río Ahr en Dernau, tres meses después de la catástrofe de las inundaciones en Alemania. Está claro que el clima está cambiando catastróficamente debido a la actividad humana. Ahora se trata de manejar las consecuencias y de realizar los ajustes necesarios para afrontarlas (Boris Roessler/DPA)

Para Liliana Miranda, autora principal del reporte, Directora del Foro de Ciudades para la Vida, de Perú, “América latina es una región particularmente desigual con una población urbana muy alta. Aparentemente en las ciudades no sentimos la conexión tan directa con el clima como otras poblaciones indígenas o rurales. Las poblaciones son generadores del problema y víctimas del problema”.

Y agregó: “Involucrar a los actores sociales genera sinergias positivas y mejores resultados. Las políticas de adaptación que consideran el género, la edad, la etnicidad son más eficientes. Si nos concentramos sólo en los elementos meteorológicos o ecosistémicos pero no vemos cómo afecta la vida de las personas estamos perdiendo una oportunidad de encontrar mejores soluciones”.

Patricia Pinho, también es autora principal del informe del IPCC, y es senior researcher de IPAM Amazonia y del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sao Paulo. Para ella las políticas públicas en las Américas son clave: “Algunos riesgos no pueden ser evitados para algunas poblaciones. Por eso es el llamado de urgencia. Pueblos indígenas, jóvenes, niños y las personas que viven en áreas marginales son las que están en mayor riesgo. Sería importante que todas las oportunidades sean iguales para todos los pueblos y las regiones. Sabemos que nuestra región es dramáticamente desigual y eso aumenta los riesgos”.

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