Con preguntas incómodas para las dos partes, los jueces de la Corte Suprema de Justicia se dedicaron a escuchar hoy a los abogados de Natalia Denegri y a los representantes de Google de cara a decidir si validan o hacen caer la sentencia sobre “derecho al olvido” que reclama la hoy periodista que vive en los Estados Unidos. Lo interesante en esta audiencia fue cómo los ministros de la Corte apuntaron al corazón de los argumentos de cada parte y buscaron respuestas que no estaban en los papeles. Es que, según dejaron en claro, no se trata solo de fallar en este caso puntual sino de dejar sentado un precedente que afecte futuras decisiones sobre el contenido de lo que aparezca en las redes.
¿Puede lesionarse el honor difundiendo información verdadera? Si Natalia Denegri desarrolló una gran carrera actualmente, ¿cómo es que la difusión del caso Cóppola la ha afectado? ¿Por qué se deduce que con el paso del tiempo, lo que rodeó a aquella causa perdió interés? ¿Cuál sería el criterio para evaluar qué es lo grotesco? ¿Por qué el tema de la violencia de género se suma recién ahora a la demanda? ¿El periodismo va a poder acceder a ese material que se busca borrar? Estas fueron solo algunas de las preguntas que hicieron los jueces Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti al abordar a los abogados de Denegri.
La propia Natalia, presente en el auditorio y en el día de su cumpleaños, pidió hablar ante la Corte viendo cómo venía el interrogatorio. Es que el juez Rosenkrantz planteó que había estado mirando Internet y se encontró con entrevistas a la propia actora en donde decía que aquella experiencia en los programas de los años 90 le habían servido y que aquel pasado “ya fue”. También mencionó otra nota -que en rigor había dado Samantha Farjat, otra chica Coppola- contando cómo les pagaban por aquellas presentaciones televisivas cuando el dólar valía uno a uno.
“La que dijo lo de cobrar fue Samantha Farjat no fui yo -dijo Natalia a los jueces-. Y lo otro que dije fue porque en Estados Unidos me daba vergüenza contar todo lo que tuve que pasar”, afirmó. “Yo era menor de edad, era vulnerable, pasé cosas horribles, no entendía nada de la televisión, de producción, quedaron todos esos videos armados, con extorsiones, con amenazas. Hoy tengo una carrera. Yo no pedí ser famosa. Yo fui famosa por una causa judicial y todos mis sueños se acabaron de la noche a la mañana… Y el tema de los videos me hace mal a mí porque lo primero que aparece al poner mi nombre son esos videos que estigmatizan a la mujer y me siguen re victimizando”. Denegri subrayó una y otra vez que es una víctima y que está protegida por la ley que las rige.
Los abogados de Google también tuvieron que sortear las preguntas que dispararan los ministros. Sobre ellos estuvo el foco puesto en el rol activo o pasivo de Google a la hora de evaluar las publicaciones y la posibilidad de retirarla de la red.
“Google recolecta información, por ejemplo, el video, la indexa, es decir la ordena y la presenta a disposición de la sociedad… Si la recolecta y la indexa, también puede desindexarla; es decir que es una acción posible”, avanzó Lorenzetti. Los representantes explicaron cómo se trabajaba, pero Lorenzetti interrumpió: “pero la pregunta es lo que puede hacer Google. Google hace una selección. Prohíbe contenidos de abuso infantil, de la guerra de Ucrania, de los discursos de odios… Hace una valoración y determina contenidos... No es pasivo el rol. ¿es así?”, preguntó y, tras las respuestas que brindó la empresa, consideró: “No es solo automaticidad, hay valoraciones y esa ponderación la hace la empresa”.
Además, el juez Lorenzetti en ese contexto buscó aclarar con precisión cuál era el reclamo que presentaba Denegri ante Google, a fin de darle un encuadre jurídico al caso. Los abogados dudaron al responder si el bien jurídico protegido era, efectivamente, el honor o la privacidad. La relevancia de las preguntas que hizo el ministro apuntó a despejar si se trata de un caso de derecho al olvido o una acción preventiva de daño, presentes o futuros, propio del derecho común en los que el máximo tribunal no interviene.
Más tarde, hasta Rosenkrantz y Rosatti se pusieron como ejemplo preguntándole a la empresa qué sería lo primero que aparecería en el buscador si pusieran su nombre y cuál es el criterio para que algo aparezca primero y otras cosas no aparezcan. Los representantes de la empresa intentaron varias veces dar con la respuesta sobre que el orden estaba dado según la relevancia, pero las preguntas seguían.
“Es que es un tema muy complejo”, terminó contestando una de las abogadas, María Boudino,después del interrogatorio. “Es que nosotros tenemos que sacar un fallo, aunque sea complejo”, le respondió el presidente de la Corte Horacio Rosatti, cuando ya llevaban tres horas de audiencia.
Todo se centra en esta suerte de leading case para el “derecho al olvido”. Aquella chica que en los años 90 se vio involucrada en el expediente en donde el manager de Diego Armando Maradona Guillermo Coppola fue preso en una causa armada pide ahora, 25 años después, que Google deslinde su nombre de las publicaciones en donde se ve el show mediático que generó aquel caso. Hoy tiene una vida nueva en Estados Unidos y no quiere que sus hijos vean aquel pasado que la revictimiza.
Ayer, los ministros escucharon a los “amigos del tribunal”, doce voces interesadas que no son parte del proceso y que dieron sus argumentos, a favor y en contra de la demanda. Hoy, la audiencia arrancó con la posición del Procurador Víctor Abramovich. Allí, tal como lo había hecho por escrito, el representante del Estado sostuvo que la Corte Suprema ya reconoció “las distintas dimensiones en la libertad de expresión y de acceso a la información” y reconoció el “derecho de los usuarios de Internet para buscar y acceder” a datos publicados.
Según subrayó, “ese derecho es mas intenso cuando estamos frente a información de interés público”. Natalia Denegri, dijo, lo es. Más ahora que es una exitosa periodista en Miami. “¿Qué pasaría si todos los protagonistas de este hecho (la causa Coppola) pidieran su propia desindexación” de los links. “En el caso no se ha planteado que la información haya tenido un origen ilícito ni que haya sido por coacción ni que configure violencia de genero, como se plantea ahora. Eso tendría que haber sido analizado en la instancia anterior y ser abordado por una pericia”, opinó.
El procurador afirmó que “todos los aspectos vinculados a la cobertura periodística y mediática del caso Coppola”, sobre todo los que “comprende las peleas y discusiones de sus protagonistas, reviste interés público”. Es más, añadió, a la gente le interesa más aquello que la causa judicial en sí. Fue entonces que cuestionó el fallo de la Cámara Civil en cuestión porque “introduce variables subjetivas sobre el criterio de calidad periodística: es una variable compleja y difícil de controlar desde el Poder Judicial”.
Abramovich afirmó además que aquella resolución “presupone que el paso del tiempo apaga el interés público”; pero planteó: “quizás el interés periodístico pero no necesariamente el de la gente”. “Internet es hoy el lugar de la discusión pública y los servidores cumplen un lugar esencial, además de un interés económico cumple una función esencial de la esfera pública. Esto es la paradoja del discurso público, se corre el riesgo de obstaculizar el discurso público y la libertad de expresión”.
El abogado de la actora, Adolfo Martín Leguizamón sostuvo que estaba sorprendido porque no se estaba tomando en cuenta determinadas cuestiones: que no estaban afectando la libertad de prensa ni de información, que Natalia Denegri había sido una víctima de esto, que los programas que estaban pidiendo borrar no eran de interés periodístico y que tampoco pedían borrar ese material de la red sino que no se la ‘linkeara’ a ella directamente.
“Pedimos los extractos televisivos donde se ven a cuatro mujeres, una de ellas menor de edad, una niña, que fue arrojada a un circo romano contra su voluntad. Está probado en el expediente que le advirtieron que tras su detención que policías la esperaron diciéndole que si no participaba de esos programas y decía lo que ellos querían iba a sufrir un mal mayor. Y estoy haciendo un esfuerzo para entender cual sería el interés cultural donde cuatro mujeres se insultan y se pelean, algo que en hoy en día seria bochornoso”. El abogado señaló que curiosamente, de los más de 20 links que se habían pedido borrar, la mayoría ya no estaban en la web. Junto a él alegaron María Baudino, Estanislao Mezzadri y Arnaldo Cisilino.
“Si hablamos del honor, dejemos la privacidad de lado. ¿Ella se expuso voluntariamente o no?”, preguntó en un momento Lorenzetti. “¿Toda persona que siente vergüenza de lo que sucedió en el pasado puede pedir este derecho?” Fue entonces cuando destacó que ahora Natalia Denegri tiene “una carrera honorífica” y puso como ejemplo que, por lo general, “todos los rockeros empezaron muy mal”. “¿Lo que se pretende es limitar el pasado y que las personas tenga un presente sin pasado? ¿Esto significada que cada persona tendría un derecho a decir cuanta información este en Google?”.
Los abogados de Denegri fueron desfilando ante el micrófono -una de ellas, Graciela Medina, levantando la voz, lo cual sorprendió al auditorio-. Al mediodía, a dos horas del inicio de la audiencia, terminó el round para ellos y empezó el de Google. Al frente de las respuestas se puso el abogado Mariano Francisco Grondona, que ya había enfrentado las audiencias públicas de la Corte Suprema en el caso entablado y ganado por María Belén Rodríguez.
En aquel caso, a la ex modelo se la ligaba a páginas pornográficas sin su consentimiento y por eso el buscador debió bajar las publicaciones por el contenido ilícito de su contenido. Google insistió hoy que en este caso la información era lícita, pero aquí “el derecho al olvido afecta a la información y el interés publico en el caso Coppola para los jueces el caso judicial pero para la mayoría de la gente es la televisión. Si se adopta un principio así, en donde la gente se puede arrepentir del pasado que no violó la intimidad en ese momento, abre una puerta enorme a borrar una cantidad enorme de información que no es de interés publico”.
Ante las referencias dadas por la empresa, Maqueda quiso saber si, como ocurría en Europa, había algún formulario en la Argentina para reclamar el derecho al olvido ante la empresa. Google admitió que tenían políticas para bajar publicaciones si contenían hechos políticos o violaban la política de la firma, pero no para el caso del derecho de olvido. Las preguntas fueron a la jurisprudencia de la Corte en donde se reconocido el derecho a la intimidad y se había condenado la publicación por la foto robada al ex dirigente radical Ricardo Balbín cuando ya estaba en sus últimos días de vida.
“Acá el debate se dan cuenta para donde va. Algunos pueden interpretar que esto se maneja como un robot, pero uno advierte que no es tan así”, dijo uno de los ministros. La empresa insistió en explicar que los criterios, pero Rosatti insistió que la Corte debe resolver una cuestión clave donde debe ponderar intereses públicos y privados. A las 13.15, la audiencia finalmente terminó, sin que ninguna de las partes pudiera sentirse ganadora. Al menos sabía que su contrincante también la había pasado. Natalia Denegri se retiró de la sala e insistió ante los periodistas en que fue una víctima y que espera que la Corte Suprema le dé la razón.
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