Purim es una fiesta en la que los judíos recuerdan a la bíblica Ester, la reina de Persia judía cuyo esposo desconocía, el rey Asuero. Esta celebración recupera el episodio del Libro de Esther, en que Hamán le pidió al rey Asuero que matase a todos los judíos de su reino porque no toleraba que el padre adoptivo de Esther, Mordejai, no se arrodillara ante él. Cualquiera que fuera a ver al rey sin permiso era ejecutado, pero Ester fue lo suficientemente valiente como para hablarle a su esposo de su religión. El rey la perdonó y Amán fue ejecutado.
Este festival es importante para los judíos, ya que recuerdan el poder de Dios para salvarlos y que el bien vence al mal. Pueden aplicar esta enseñanza a sus propias vidas y acciones. Por esta festividad es común el consumo en grandes cantidades de alcohol, sobre todo entre comunidades ultraortodoxas, donde las imágenes de religiosos completamente ebrios son una estampa típica.
Los judíos más ortodoxos celebran escuchando la “Meguilá”, que es una lectura del libro de Ester que se hace en dos ocasiones: la víspera del carnaval de los judíos; el día 13 de Adar y por segunda vez durante la celebración de la fiesta el día 14. El rito correcto solo se completa si se oye cada una de las palabras de la “Meguilá”. Durante la lectura, cada vez que se pronuncia el nombre del rey antisemita, los oyentes golpean el suelo con los pies y forman un gran estruendo. Esto simboliza un borrado del nombre del maligno monarca.
Durante la celebración del carnaval de los judíos, los niños suelen ponerse disfraces divertidos que suelen aludir al milagro sucedido tantos siglos atrás. Además, es costumbre que se preparen unos ricos dulces llamados Orejas de Haman, Hamantashan u Oznei Haman. Consisten en una masa con base de harina que se rellena de dulce de higos, membrillo, o semillas de amapola y a veces con nueces. Tienen una forma muy peculiar, en forma de triángulo con el relleno en el centro, parcialmente escondido.
SEGUIR LEYENDO: