“En el día de la fecha lamentamos comunicar que Sebastián ha fallecido. En el transcurso del día vamos a dar datos de dónde será velado. Muchas gracias a todos por el incondicional apoyo todos estos años, él ya no sufre más”. El mensaje está en una foto en sus redes sociales. La foto es la última publicación de la cuenta de Sebastián Amurín D’amico, el joven de 25 años que tenía un tumor en la cara.
En su Instagram, donde enseñó su vida, donde contó su causa, donde encausó su lucha contra un sarcoma embrionario en el maxilar derecho -un cáncer que solamente afecta al 0,5% de los pacientes con este tipo de enfermedad y que él padece desde 2014-, donde comunicaba sus sensaciones, sus esperanzas y sus miedos, donde mostró a su familia y a su tumor, se informó la noticia de su muerte. No podía ser otro el canal de difusión. Allí, hace poco menos de un mes, había subido su último video. En él, rapado y una parte de la cara cubierta por un vendaje, brindó un testimonio desgarrador.
“Me conectaba para que sepan que estoy bien, luchándola a full, todos los días un poquito más. Lamentablemente, como muchos de ustedes habrán visto, el tumor creció muchísimo. Ya verán todo el vendaje que tengo. Seguramente habrán visto las fotos que he publicado en las noticias. (...) Creo que todos ustedes tenían que ver cómo estaba la enfermedad en la actualidad, así de avanzada y complicada. No creí llegar a este punto. Sé que lamentablemente no hay nada para hacer en lo médico y en lo alternativo. Probé un montón de cosas, pero nada funcionó. Es un tumor demasiado agresivo. Me acuerdo una vez que la doctora de rayos me había dicho que este tumor era prácticamente inmune a todo tipo de tratamientos. Siempre dijo que ‘no, creo que hay algo para hacer’. Parece que al final tenía razón, parece que este tumor es inmune. No puedo hacer transferencias, quimioterapia ni radioterapia. Recibí tanta toxicidad durante estos ocho años en tantos tratamientos que lamentablemente no los puedo recibir más. Si hago un tratamiento más, corro el riesgo de muerte. Qué enfermedad de mierda. Saber que hice absolutamente todo y que ya no hay más nada por hacer”, contó.
Y agregó: “Los oncólogos dicen que se topan con un tumor así cada diez años. No es un tumor frecuente. Tuve un tumor demasiado agresivo que no me dejó hacer mucho más que todos estos tratamientos. Pero bueno, hacía este video para que me vean, para que sepan que estoy bien. No sé mucho qué decir. No sé dónde buscar ayuda. No hay mucho más para hacer más que esperar un simple milagro que no sé si va a ocurrir. Es muy chocante todo eso. Cuesta creer que no haya más nada para hacer. Cuesta creer que con 25 años no haya cura. Cuesta creer que no voy a tener ningún futuro. Cuesta muchísimo. Ojalá no le toque a nadie pasar por todo esto. Ojalá que todas las personas que estén luchando con cualquier enfermedad que la sigan luchando, que no pierdan la fe, que no pierdan las esperanzas. Sigan peleando por todo. Ojalá haya un milagro. Ojalá que sí. No hay solución en ninguna parte del mundo, por eso se ha buscado. He contactado desde Argentina a distintos médicos del mundo, varios me han dicho que no. Ya nos quedó claro que no hay posibilidad alguna”.
En los últimos meses, la enfermedad tuvo un severo avance. En sus posteos, él comunicaba las novedades, que no eran auspiciosas. “Los médicos ya hablaron tanto conmigo y con mi familia. Nos dijeron que nos preparemos porque la enfermedad es muy grave y porque mi cuerpo, poco a poco, está mostrando signos de que no puede pelear más. Se está debilitando y es lógico: 8 años de lucha. Mi alma tiene fuerza pero mi cuerpo ya no las tiene, por eso pido por favor ayuda porqué no quiero morir, no creo merecer morir así, merezco tener un futuro como todos, tener mi familia, tener mis hijos, ver a mi mamá disfrutar de sus nietos, el orden natural, y no tener que morirme ahora”.
Sebastián tenía 25 años, vivía con su mamá María de las Mercedes y su hermano Rodrigo en Moreno, provincia de Buenos Aires. Era fanático de River y locutor, como su mamá. Había trabajado en la municipalidad de su partido revisando las cámaras de seguridad. Su vida cambió en 2014 cuando, a sus 17 años, sintió un bulto en el maxilar derecho. “Pensé que era un granito pero con el tiempo iba creciendo, así que hice una consulta en el Hospital Ramos Mejía. Allí decidieron hacer una biopsia. En enero de 2015 recibí los resultados y todos los datos daban como concluyente que tenía este sarcoma”, relató.
Hizo viral su condición. 116 mil seguidores en Instagram seguían las novedades de su enfermedad. Se mostraba sin filtro. Sus testimonios eran descarnados. Pedía ayuda, suplicaba milagros y comunicaba abiertamente sus decisiones. Decía, últimamente, que estaba sufriendo mucho dolor y que la enfermedad había avanzado. Murió durante el mediodía del jueves 17 de marzo.
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