Veteranos de Malvinas argentinos e ingleses en un emotivo encuentro: “Conocimos la guerra, amamos la paz”

Reunidos por la asociación civil La Fe del Centurión, ex combatientes británicos y argentinos, junto a sus familias, se reunieron en una misa en la Catedral Anglicana de Buenos Aires y visitaron el Regimiento de Granaderos a Caballo. “Que seamos nosotros el instrumento de la reconciliación”, coincidieron

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Los veteranos argentinos y británicos
Los veteranos argentinos y británicos en su visita al Regimiento de Granaderos a Caballo (Franco Fafasuli)

No hubo un gesto que simbolizara mejor el espíritu del encuentro entre veteranos argentinos e ingleses de la guerra de Malvinas que ver y oír a la Fanfarria Alto Perú del Regimiento de Granaderos a Caballo ejecutar God save the Queen, el himno británico. Lo tocaron a continuación de la Marcha de San Lorenzo, ejecutada -por ejemplo- en la coronación del Rey Jorge V de Inglaterra, que suele además escucharse en los cambios de la guardia real de Isabel II, una costumbre que solo se interrumpió durante el conflicto del Atlántico Sur.

El evento, que organiza La Fe del Centurión -una asociación civil integrada por laicos que asisten a ex combatientes de nuestro país y a las familias de los fallecidos- se extenderá un par de días en un retiro espiritual privado. Comenzó este domingo 6 de marzo, un rato antes de la visita a la unidad militar. A las 9.49 de la mañana, 23 argentinos y 17 británicos (en ambos casos entre veteranos y algunas parejas que se sumaron) se encontraron en la Catedral Anglicana San Juan Bautista, ubicada en la calle 25 de Mayo al 200. Allí el anfitrión fue el Rector de la Catedral, el Reverendo Marcelo Centurión. Antes de la ceremonia religiosa hubo un café con confraternidad, donde varios de ellos se pudieron conocer. Fue particularmente emotivo el saludo entre las mujeres que fueron al Atlántico Sur, como la marina mercante Marta Beatriz Giménez, la enfermera Silvia Barrera (ellas no participaron de la totalidad del encuentro) y Sue Warner, del servicio de enfermería de la Royal Navy, que hizo lo propio en el buque Uganda, donde fueron atendidos más de 700 heridos, incluidos varios argentinos.

La Fanfarria Alto Perú ejecuta God save the Queen

Allí también se dio el apretón de manos entre el Comodoro Luis Puga, piloto de Dagger, que fue alcanzado por un proyectil inglés, se eyectó y nadó hasta la costa durante varias horas en las aguas heladas, con el suboficial jefe Alan “Sharkey” Ward, que después de 46 años continúa al servicio de la Royal Navy a bordo del HMS Argyll y en 1982, con 20 años, era mecánico ingeniero a bordo del buque hospital HMS Herald y trasladaba heridos entre el buque hospital SS Uganda y Montevideo. Orgulloso en su uniforme, acompañado por Jojo, su esposa, retribuyó el saludo… pero no era el Sharkey que buscaba Puga: el otro era un piloto con el que entró en combate.

La emoción de la enfermera
La emoción de la enfermera Cabrera. Héctor Tessey, artillero del Ejército y Juan Bautista Vilca Condorí, marino del Crucero General Belgrano. (Franco Fafasuli)

El ingreso a la Catedral fue anunciado por las gaitas de la Guardia Escocesa, integrada por miembros de la Asociación Escocesa Argentina, que ensaya todas las semanas en el Regimiento de Patricios. En las naves de la iglesia estaban, entre otros, los obispos castrenses católicos romanos de ambos países, Monseñor Santiago y Reverendo Paul Mason; el Vicario General del ejército británico y veterano de la guerra de Malvinas -donde fue enfermero en el SS Uganda- Padre Nick Gosnell; el arcediano anglicano Reverendo Hernán Dei Castelli; los capellanes de la Royal Navy, padre David Conroy, del Ejército británico, Ian Stevenson y de la Royal Air Force, padre David Skillen. Además, se encontraba la embajadora británica Kirsty Hayes y el agregado de Defensa Ben Watson. Enviados por las Fuerzas Armadas, en primera fila se ubicaron el contraalmirante Pablo Fal, director de Bienestar general de Personal y Bienestar de la Armada, su par del Ejército el coronel Luis Bernardi; el coronel Darío Scialone en nombre del Estado Mayor del Ejército y el comodoro Humberto Di Mascio, de la oficina coordinadora de Veteranos de guerra del ministerio de defensa. También, por supuesto, el padre Cesar Tauro, capellán mayor del Obispado Castrense; el padre Jorge Massott, Capellán Mayor de Gendarmería Nacional y el padre Rubén Bonacina, capellán Mayor de Policía de Seguridad Aeroportuaria.

En primer lugar se cantó el Himno Nacional argentino acompañado por el órgano de la Catedral. Luego el tono de la reunión fue decididamente religioso. El primero en tomar la palabra fue el Obispo Centurión: “El motor de lo que sucede aquí es Dios. El pasado nos recuerda como enemigos, pero en este camino de reconciliación, lo mejor es conocernos. Cuando hay un enemigo, no se lo conoce, o no se lo conoce bien. Entonces, tenemos que profundizar ese conocimiento, y por eso hoy empezamos con un café de fraternidad y el jueves estuvimos en la embajada británica. El conocimiento entre los pueblos es fundamental para vivir en paz. Y eso queremos comenzar, continuar y multiplicar. Seamos instrumentos De Dios, colaboremos con él. Pienso en Rusia y Ucrania. Dios quiere paz, pero necesita nuestra colaboración”.

Enfermeros en el frente de
Enfermeros en el frente de batalla: la inglesa Sue Warner y los argentinos Juan Vilca y Silvia Barrera (Franco Fafasuli)

Más adelante habló el padre Mason, y comparó al mundo como una ciénaga, donde el hombre, cuanto más trata de salir, más se hunde. Señaló que “en el siglo pasado, cuando creímos que se habíamos aprendido de la Primera Guerra Mundial, tuvimos otra a los 20 años. Y en ese mismo siglo, hubo una guerra entre nuestras naciones. Y ahora vemos lo que pasa en el mundo en este momento. Para salir de ese pantano, debemos esforzarnos, pero además necesitamos la mano del señor para hacerlo. Él nos encuentra en la oscuridad y llega al corazón de cada uno. Entonces, tenemos dos opciones, creer en su mano, y sujetarla. Hoy rezamos por nosotros y lo que sucedió hace 40 años, y por el mundo”.

El Obispo Castrense de las Fuerzas Armadas, Santiago Olivera, agradeció “a Dios por esta posibilidad del encuentro, y a La Fe del Centurión, laicos comprometidos con la paz que hicieron posible que estemos aquí rezando”. Y finalizó diciendo: “Nunca más guerra. Como decía San Juan, que no creía ni en la guerra fría, ni templada ni caliente. Siempre el camino es el diálogo, el conocimiento. Pero lo más importante es el respeto al otro y el amor. Los que tenemos Fe sabemos que Jesús sufrió la violencia para no ejercerla”.

El saludo entre Geoffrey Cardoso,
El saludo entre Geoffrey Cardoso, el hombre que hizo posible la identificación de soldados argentinos en Malvinas y Luis Puga, piloto de Dagger(Franco Fafasuli)

Antes del momento de darse la paz, llegó el momento de las Intercesiones. Hablaron Luis Puga por los argentinos y Geoffrey Cardoso por los británicos. “Como veterano de guerra argentinos quiero rezar junto a Geoffrey por la paz. Los que conocimos la guerra amamos la paz. Quiero poner de relieve este sentimiento de guerreros que hoy, aquí, nos damos la mano. Y al Señor, darle gracias porque nos reúne como hermanos, y aún con diferencias muy fuertes, en un camino de aprendizaje buscamos la paz”. Cardoso, a su vez, expresó que “venimos en amor y humildad. Esta reunión es en busca de paz y reconciliación. Que sea un primer paso y que seamos nosotros los instrumentos de esa paz. Pensamos en las personas heridas en batalla. Que física y mentalmente sus vidas ya no fueron iguales. Que la sociedad las abrace y les de lo que necesitan “.

Se leyó, a continuación, una carta que envió el Reverendo Nicholas Drayson, Obispo Primado de la Iglesia Anglicana de Sudamérica y Obispo Diocesano del Norte Argentino. “Quiero dar la bienvenida a los veteranos británicos del conflicto del Atlántico Sur, por las oraciones genuinas en su encuentro con los veteranos argentinos, con quienes comparten una fe común. Que futuras reuniones de los Centuriones de la Fe contribuyan a cerrar las heridas causadas por el conflicto armado.

La Guardia Escocesa con las
La Guardia Escocesa con las banderas de la Argentina y Gran Bretaña en la Catedral Anglicana de Buenos Aires (Franco Fafasuli)

Para la embajadora Hayes, “este evento es muy importante. Siendo los 40 años del conflicto trágico en el Atlántico Sur que dejó tantos jóvenes fallecidos, lo importante es que nos concentremos en la reconciliación y homenajear a quienes cayeron y sus familias, y los veteranos de ambos lados. Fue una honra para mí participar en un evento así. Tuve el placer de conocer a muchos de ellos esta semana. Es muy difícil como funcionaria sentir los sacrificios que hicieron durante el conflicto. Tenemos que aprender de las lecciones del pasado y dejar la guerra y pensar en paz y reconciliación. La invasión de Rusia a Ucrania ha creado una amenaza a la paz mundial y nuestro pensamiento está con los veteranos e involucrados en el conflicto del ‘82, pero también con el pueblo ucraniano”.

Ya en el atrio, el Reverendo Centurión dijo que el encuentro “fue muy importante. Estamos abriendo los 40 años de la guerra y lo hacemos con un llamado a la paz y reconciliación, a estar juntos y caminar buscando soluciones. La iniciativa no viene ni de militares, ni gobernantes ni políticos. Viene de Dios y la Iglesia Unida”.

El ex combatiente Alejandro Oscar
El ex combatiente Alejandro Oscar Diego en el Museo del Regimiento de Granaderos a Caballo frente a una pintura de la batalla de San Lorenzo (Franco Fafasuli)

Por último, se dirigieron -como se señaló al principio- al Regimiento de Granaderos. Allí escucharon a la Fanfarria Alto Perú dirigida por el mayor Ortíz -que además de La Marcha de San Lorenzo y God Save de Queen ejecutaron la Marcha del Ejército, Avenida de las Camelias y Teniente Donovan. Visitaron el Museo, que guarda verdaderas reliquias del general San Martín. Y, desde luego, a las 14 horas, hubo un refrigerio. Por supuesto, con empanadas. Ya se lo imaginaba David Wheen. Él comandó a 110 hombres de la Compañía Lima de Comando 42 de los Royal Marines. Aterrizó en San Carlos, ocupó el Monte Challenger y el monte Harriet. Cuando llegó el cese de fuego, tuvo a su cargo a los prisioneros. “A los cuatro días me invitaron a comer con ellos y hasta tomamos un vino”, cuenta. Casado y con tres hijos, hace cinco años viajó a Buenos Aires y escribió otra página de la reconciliación al reunirse con argentinos que combatieron frente a él en esa última batalla. Hoy está nuevamente aqui: “Y en cada oportunidad que hay una comida sabe qué me ofrecen… empanadas”

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