La música progresiva era a los adolescentes del 70 lo que el trap es a los de hoy. Era la cultura joven, lo que había que escuchar para estar en la onda.
En lo personal, el concepto de “Música Progresiva” siempre me pareció un invento argentino, como el concepto de “Campeón moral” o el de “viveza criolla”. O sea, algo básicamente para dejar de lado, entelequias intrascendentes.
Estupideces digamos.
Pero con el tiempo, ya viajando tupido, me encontraba en las disquerías con bateas de Progressive Jazz, Ballenato Progresivo, hasta country progresivo.
Sugiere, lo de progresivo, elv intento de ciertos músicos encasillados en algún estilo consumado, de abrir nuevas ventanas, de expandir los límites o bien de sumar referencias no tomadas hasta el momento. Algo que indefectiblemente haría crecer el movimiento.
También se refiere lo de progresismo al futuro, el progreso que a todos beneficia. Por un lado esta el progreso, en las antípodas estaría el regreso. Terreno adquirido por el dios Juno que tenía dos caras unidas por la misma nuca, Janeiro viene de ahi, enero en portugués. El 1 de janeiro comienza el nuevo año, a pesar que hace media hora estabas en el viejo. Momento ideal para mirar atrás con lucidez mirando al mismo tiempo adelante con fundamento.
Desde lo musical, progresismo sugiere un paso adelante, mientras que regresismo sería volver. Artísticamente se considera ambos pasos igual de valiosos, quienes buscan nuevas formas que son tan necesarias y bellas como las de viejas escuelas. Ninguna de las dos posturas sugieren abolicionismos. Es más, conviviendo crecen y se mejoran ambas.
Esta también la triste y repetida historia que surge en todas las generaciones de considerar lo transitado como algo inexorablemente pasado de moda al mismo tiempo de considerar las novedades como pasos adelante solo por ser algo nuevo.
Oscar Wilde decía en “La importancia de llamarse Ernesto” creo, o sino en una de esas obras que escribía tan eternamente hermosas: “Si la moda fuese algo importante, no la cambiarían cada 6 meses”.
De tal manera estos debates se derrumban cuando aparecen tipos como Piazzolla, Jobim o Stevie Wonder. Artistas que bien parados en el estilo, una vez que los dominan, derrumban las paredes que ellos mismos ayudaron a levantar para dedicarse a experimentar nuevos distritos. Siguiendo siempre el camino del sabio, o el del héroe, cualquiera de los senderos que desembocan en la elevación de su obra, tratando de evitar el facilismo o el fraude intelectual.
Desde mi ordinaria perspectiva, la obra de Nicolás Sorín es de lo más progresivo que he escuchado. Tomando lo de progreso como lo de mirar para adelante, aunque Nicolás abarca para adelante lo mismo que para atrás.
Baste con atender a su ultimo proyecto, que consiste en tomar el repertorio del noneto de Astor Piazzolla para replicarlo en boliches de Palermo con las suficientes dosis de electrónica mezcladas con actitudes rockers y arreglos jazzísticos, logrando meter en su trip a miles de personas de todos los colores y tamaños que bailan y disfrutan de un trance colectivo feliz y desprejuiciado.
Años atrás sentados en una mesa de un tugurio dedicado al jazz, a esa hora tan popular en que es tarde para que sea la tarde y temprano para que sea de noche, vemos llegar a Pipi Piazzolla con algunos de Escalandrum, a los que se sumaba un joven de sombrero y musculosa que subido al escenario se puso a cantar y nos dejó a todos galvanizados.
Asi conocí a Nico Sorín. El tipo destilaba estilo y derrochaba talento, dos actividades que le abrian todas las puertas.
Nicolás Sorín es cosa seria. Toca, compone y produce sus propios discos, aunque también se ocupa de producir los últimos brillantes discos de Nilda Fernández, Victor Manuel y Miguel Bosé, a quien también le produjo integralmente su unplugged para MTV. También dirige la London Session Orchestra, la orquesta de Henry Mancini o la sinfónica de Mexico, toca con Juanes, Shakira y Alejandro Sanz, compone bandas sonoras de películas como Historias Mínimas, El Gato Desaparece o Los Que Aman Odian, por las que ha ganado varios premios Cóndor de Plata mas allá de sus nominaciones para el Grammy como productor. Muchos lo recuerdan como el gran director de la orquesta que tocó en el Colón la noche de la gala por el G20. Inolvidable. Ha sido parte del delicioso Fernandez 4 de Cirilo Fernández, palabra mayor para los mas exigentes paladares vinculados al jazz. Hasta viajó un par de veces a la Antártida para componer su Sinfonía Antarctica que presentó el año pasado en el CCK al frente de la orquesta Juan de Dios Filiberto.
Graduado en composición en el Berklee College of Music, hijo del cineasta Carlos Sorín, Nico Sorín es la síntesis mas exacta del tipo al que todos apostamos vislumbrando el futuro con tanta fe como fundamentos.
Un mediodía apareció Nico en mi estudio de una radio que ya no es, traía una canción que puse al aire derecho viejo, sin escucharla siquiera, ¿para qué? Si era su nuevo tema para Octafonic, su propio grupo. Se llamaba " Physical”. Me dijo " ponela que te va a gustar”, salió al aire y ese programa ya no fue el mismo.
Nico Sorín compone y canta en inglés porque le sale muy bien.
Hace mucho cantar en inglés era hasta contraproducente en este pintoresco paraje del mundo, pero a esta altura no hace a la discusión.
Nico me cuenta de Octafonic:
”Octafonic duró desde el 2015 al 18. Fue una experiencia muy extraña para una banda porque empezó tocando en bares de jazz. También era una especie de continuación de otra banda que tuve que se llamaba Sorín Octeto, que muy naturalmente fue mutando hacia un perfil mas rocker, asi que empezamos a cambiar de lugares donde tocar, adquirió un perfil mas para tocar en bares de rock, con mayor presión sonora. Con Octafonic y su primer disco Monster se nota, lo fuimos llevando más para ese lado. Aunque es mas parecido a una orquesta, es un octeto, asi que la música está escrita de manera mas orquestal, donde cada uno tiene su función. Debe funcionar como una relojería suiza, en la que cada uno es un engranaje de un sistema mas grande, entonces tiene una cosa media ligada a la música clásica, es música que juega mucho con los polirritmos. Siempre hay un bombo en negra para que pueda seguir de guía y se pueda bailar, pero en general hay una búsqueda rítmica bastante importante”.
Es una banda que de alguna manera fue una especie de crossover donde se mezclaban muchos estilos, capaz que durante medio minuto tocábamos una canción punk para de ahi ir al country, o bien de algo medio Atahualpa vamos a Britney Spears. Es bastante ecléctica en sus géneros, bastante difícil de clasificar, porque toma prestado de muchos lugares...”
”Comin´out at night alone
Staying off the light, too dark to follow
Gonna make it bite, let it bleed
Sorry, but do not get physical.
Comin´out, the night unknown
Someone´s out of luck too much to swallow
Comin´from behind, take it sweet.
Sorry, but do not get physical.
Wooh, a little love
A little love, physical.
Comin´out at night alone
So hot, and it boils, and it burns, and i love it.
Lookin´for a road too warm too narrow
Uh yeah, let´s go, let´s go.”-
Me parece que Nico canta en inglés pensando en argentino, puede ser una percepción algo romántica de “Physical”, pero conociéndolo es muy capaz de algo asi.
Octafonic se completa con Chino Piazza en batería, Cirilo Fernández eximio bajista, la guitarra de Hernán Rupolo, Francisco Huici al saxo barítono mientras que el tenor es el de Leo Paganini y el alto de Juan Manuel Alfaro además del percusionista Mariano Bonadío y los sintetizadores de Leo Costa.
Tienen dos discos físicos justamente, Monster y Mini Buda, y algunos temas en formato digital, como este Physical.
Al respecto sigue Nico Sorín.
”La idea de Monster salió de una travesía, de una experiencia no muy buena que tuve en la Antártida, en esas latitudes. Fue un disco de muy lindas canciones además de una especie de experimento ¿no? Fue justamente salirse del jazz y buscar otro tipo de sonido, ahí hay que confiar mucho en las canciones. Luego hicimos Mini Buda, grabado con nuestro amigo Héctor Castillo que lo mezcló en New York. De ahi en más hicimos singles, por ejemplo Rain que es un single con un video muy poético de animación dibujado por Emo Henriquez.
Llegamos aca a Physical que si mal no recuerdo es nuestro último single. Es completamente diferente, la idea fue hacer una especie de parodia en un cumpleaños distópico, jugando un poquito con algo a lo Britney Spears, con un costado mas irónico y sarcástico. Physical es eso, una fiesta de cumpleaños que se frustra. En el video hace su debut actoral nuestro tecladista Leo Costa que lo pusimos a hacer eso. También participan del video grandes amigos como Mario Breuer, el Dr. Cormillot bailando tap en medio de la distopía. Nos divertimos mucho haciéndolo...”-
”Comin´from behind, take it sweet
Pour on some more sugar til´the mix is complete
Get in bed with her and wake up with U
Do not get physical.
What I have I´ll exchange it for love
Click click some likes in instagram
Fast flash don´t work on petty cash
U can browse around but U can´t touch.
Everything I have I´ll exchange it for love
I can´t take it, come on
We are trapped, at least, u should blow me
No! We really have to take it slow, slow
Wooh, a little love
A little love, physical.
Everything I have I´ll exchange it for love
One night U to skip the so´so row
Now things have become so hollow
Way to far.
Everything I have I´ll exchange it for love
Become the queen of my dreams
Spread those legs and believe.
That nothing will tear us apart
I will get down on my knees
And I´ll be beggin U please
´til U stop breakin´my heart.
Do not get physical.”-
Physical es una canción de amor para nada convencional, en inglés como cantaba Luca Prodan, como cantó Spinetta en su brillante “Only Love can sustain”, pero Nico Sorín produce mejor indudablemente. Octafonic por su parte toma forma cada tanto, mostrando a sus integrantes cada vez mas maduros y enérgicos.
Ver a estos tipos en vivo es una experiencia formidable, adentrarse en las músicas que propone Nicolás Sorín es aun más gratificante.
A veces llamamos genio a cualquiera que venga sacando un 7 atrás de otro, o a alguno que nos conectó con algo que amamos o deseamos profundamente.
Pero cuando trato a Nicolás Sorín de genio lo hago con una razón básica, que es siempre sorprenderme mostrando algo mejor de lo que conozco.
En mis dias de viejo barrio estaba muy bien visto decir “yo no hablo ni explico, muestro”.
Escuchar Octafonic es inexplicable, hay que hacerlo.
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