Se conocieron en el penal de Villa Devoto y hoy sostienen una cooperativa que emplea a 45 personas

“Esquina Libertad” fue creada desde el encierro con el objetivo de lograr una reinserción social y laboral efectiva para quienes nunca antes la habían tenido. Allí funciona una editorial, hacen trabajos en serigrafía, video, fotografía y edición de audio. También ofrecen talleres de administración y de género

La imprenta Esquina Libertad, ubicada en Villa Crespo, es uno de los más de 1500 emprendimientos que se inscribieron en el Registro de Unidades Productivas, que les permite integrar las cadenas de producción de la Ciudad y potenciar su crecimiento

Todo comenzó en el Centro Universitario del Penal N° 2 de Devoto. Allí, un grupo de personas privadas de la libertad comenzó a imaginar qué harían afuera, cómo sería la vida cuando pudieran respirar otro aire. Y lo más importante: se prometieron no volver a caer en el delito aunque las cosas para ellos se pusieran difíciles.

En ese mundo nació “Esquina Libertad”, la que hoy definen como algo que va más de una cooperativa de artes gráficas y productora audiovisual. Para ellos es la materialización del deseo de libertad que los une, la promesa de no regresar a aquel lugar de encierro y, además, la nueva fuente de trabajo en la que empelan a sus familiares.

“Según sabemos, las personas que atraviesan un proyecto cooperativo para recuperar su libertad lo logran en un 95 % y no reinciden mientras que el 40 % de quienes no lo hacen vuelven a reincidir porque afuera no encuentran un trabajo verdadero”, asegura Martín Luna (36), fotógrafo y tallerista de la cooperativa.

Allí encuadernan y editan libros: los arman, los compaginan e imprimen. También hacen trabajos en serigrafía, video, fotografía y edición de audio.

En la cooperativa se dedican a la encuadernación, serigrafía, video, fotografía y edición de audio como a la edición de libros (compaginación, encuadernación e impresión)

La historia

El Penal de Devoto es una de los que ofrece a sus detenidos la posibilidad de estudiar en el Centro Universitarios Devoto (CUD), que depende de UBA XXII, el programa de la Universidad de Buenos Aires que lleva las distintas facultades a las cárceles de argentina y además tiene programas de talleres de reinserción.

En 2010, un grupo de 15 personas que allí cumplía condena, junto a sus familiares, comenzó a idear un proyecto laboral que pudieran iniciar estando en la cárcel, pero que continuara afuera. Aprovecharon que entre ellos había detenidos que cursaban las carreras de Administración de Empresas y Abogacía y analizaron los recursos que disponían y el tipo de emprendimiento que podrían conformar. No tardaron en pensar en una cooperativa autogestionada y a desarrollarla desde la solidaridad y con perspectiva de inserción laboral y social.

“En aquellos tiempos, pensábamos por qué estábamos ahí, qué coincidencias había, por qué compartíamos tantas cosas en común como barrios, edades y circunstancias problemáticas. Luego comenzamos a pensar un proyecto que nos permitiera, tras nuestra salida, incluirnos socialmente y no reincidir nuevamente en ámbitos carcelarios. Fue así que elegimos como herramienta el cooperativismo y la autogestión”, asegura Alejandro, uno de los fundadores de la cooperativa fundada en 2010 y que actualmente se ubica en Villa Crespo, Valentín Virasoro 1651.

Alejandro es uno de los fundadores de la cooperativa. "Pensamos un proyecto que nos permitiera, tras nuestra salida, incluirnos socialmente y no reincidir nuevamente en ámbitos carcelarios"

El primer trabajo fue el diseño de cuadernos reciclando todo lo que encontraban en la cárcel como telas y revistas: ellos los confeccionaban y sus familiares los vendían en las ferias. Con esas primeras ventas, lograron reunir dinero para comprar insumos, continuar capacitándose, seguir produciendo y siempre evaluando qué productos se vendían mejor.

Para 2014, se instalan en el edificio de la Mutual Sentimiento, en Chacarita, desarrollan conocimientos en las áreas de salud y legales con el objetivo de “acompañar a las familias y a los detenidos” y con la idea de que la reinserción laboral es más efectiva si el trabajo llega pronto.

En 2020, la cooperativa accedió a su primera licitación pública del Gobierno de la Ciudad y la ganaron: debieron producir 2 mil juegos infantiles. Al poco tiempo, los motores de aquel sueño se pusieron en marcha. “Estamos muy contentos porque pudimos cumplir con un pedido grande, importante, en calidad y tiempo. Es lo que necesitamos y queremos: ¡trabajar! Poder ofrecer nuestros productos donde podamos”, dice emocionado Martín Luna, un fotógrafo que se sumó hace cuatro años.

“Es importante generar ese vínculo entre la economía popular y el sector privado, que es importante que el Estado facilite, alimente y mantenga”, señala Luna.

Actualmente, la cooperativa se ubica en Valentín Virasoro 1651, en el barrio porteño de Villa Crespo

Por su parte, Irene, es una de los miembros de la cooperativa que se capacitó en encuadernación con el deseo no solo de aprender para desarrollarse en ese oficio. “Puede llegar a la Unidad 4 de Mujeres, en Ezeiza, para llevar el talleres de encuadernación, y enseñarles a las mujeres privadas de la libertad. Estoy contenta de llevar lo que me enseñó la cooperativa para que ellas también tengan una herramienta de trabajo”, asegura entusiasmada.

Actualmente, encuadernación es para ellos el área más fuerte de trabajo, pero también los talleres que ofrecen para quienes están dentro y fuera de la cárcel.

Llegar de afuera y quedarse

Uno de los que llegó de afuera es el fotógrafo Martín Luna. Hace 4 años, hacía un trabajo fotográfico sobre el contexto del encierro carcelario y llegó a la cooperativa para quedarse. Había tenido un amigo detenido en Devoto y comenzó a interesarse por todo lo que allí sucedía y necesitó acercarse a quienes vivieron lo mismo.

“Ahora hago tareas de administración, soy tallerista y coordino el área de serigrafía en la cooperativa, y doy talleres en la Unidad N° 19 de Ezeiza, con perspectiva de entrar a otras unidades”, cuenta su tarea.

Martín Luna es fotógrafo y se unió a la cooperativa Esquina Libertad hace 4 años

Entusiasmado por ser parte, cuenta la historia de cómo se gestó todo y dice que cuando los privados de la libertad comenzaron a pensar en el “afuera”, surgieron dudas e interrogantes sobre qué pasaría, cómo sería estar allí nuevamente. así, comenzaron a discutir qué hacer y en qué rubro se reinsertarían.

“Al no haber respuestas del Estado para ese momento, reunidos en asamblea, llegaron a la conclusión que lo mejor sería autogestionarse y llevar el formato de cooperativa en artes gráficas. La otra opción era la textil, pero se decidió por la primera por una cuestión histórica de las luchas sociales”, relata el inicio de la que hoy además es el punto de encuentro con otras cooperativas.

“Lo simbólico —sigue— fue poder recuperar la voz y contar cómo es el contexto de encierro y sus problemáticas”. Con los primeras ingresos se consiguió una sede para comenzar a montar la cooperativa y trabajar, y comenzaron a editar sus propios libros.

A las asesorías de legales y de salud, sumaron las de género y niñez. “Las hijas e hijos son parte fundamental en la reinserción de una persona y además, consideramos, que hay que atender a la familia de las personas que está cursando una condena”.

Una de los trabajos de la cooperativa (Coope Esquina Libertad - Artes Gráficas)

La otra pata fuerte son los talleres que brindan y que les permiten entrar a los penales “para trabajar desde adentro, en lo que será la reinserción laboral de la persona, que creemos, es un trabajo a hacer mucho tiempo antes para que esta sea efectiva”, explica.

En la cooperativa, tienen limitaciones respecto a con quienes trabajarán. “No lo hacemos con quienes tienen causa por violaciones, femicidio, causas contra los Derechos Humanos; la mayoría tiene delitos contra la propiedad privada. Esta es una decisión política, por un lado, y por posibilidad de abordar este tipo de causas”, finaliza.

La cooperativa trabaja para instituciones del Estado tanto para Nación como para la Ciudad de Buenos Aires, para la Comisión Nacional para la Prevención de la Tortura (son proveedores), participan de licitaciones y actualmente están terminando de conformar un convenio marco para ser proveedores.

También es uno de los más de 1500 emprendimientos que se inscribieron en el Registro de Unidades Productivas, que les permite integrar las cadenas de producción de la Ciudad y potenciar su crecimiento. Trabajan para empresas y participan de licitaciones públicas.

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