Ahora que cualquier cosa transmuta en una serie, es inexplicable cómo la historia de Fleetwood Mac todavía no se ha convertido en una. Las plataformas se tendrían que estar peleando para comprar los derechos de alguna de las muchas biografías o de los libros que cuentan los entretelones de la grabación de su gran hito, Rumours, disco del que en estos días se cumplen 45 años de su salida.
La primera escena debería ser la siguiente. 1993. Inauguración de la presidencia de Clinton. Televisación a todo el mundo. El lugar repleto. Era el final del día. Ya habían pasado los discursos, la jura, la vista al cementerio de Arlington, los artistas entre los que estuvieron: Michael Jackson, Aretha Franklin, Elton John, Barbra Streissand, una banda con los mejores músicos de jazz del momento, Bill Cosby, Chevy Chase y muchos más: la realeza del show business. Sin embargo, el cierre era de ellos. Se juntaron por primera vez después de muchos años a pesar de haber jurado que no volvería a suceder. Fue un pedido personal de Bill Clinton. Y ninguno de los cinco se pudo negar. Allí los cinco Fleetwood Mac tocaron Don´t Stop, su tema incluido en Rumours, que había sido casi el himno de campaña. Fue el clímax de un largo día. En medio de la canción, Clinton, Hillary y su hija Chelsea se levantaron y subieron a bailar al escenario, segundos después Michael Jackson apareció con un micrófono cantando el estribillo (Stevie Nicks lo fulmina con la mirada apenas se da cuenta de lo que sucede). El escenario terminó rebalsado: las celebridades más importantes, los políticos más poderosos, pero el centro, el corazón eran ellos cinco, los Fleetwood Mac. Todos bailaban a su ritmo.
Volvamos a la serie. Presentemos la sinopsis para seducir a los productores. Es 1976. Un grupo integrado por cinco personas. Tres hombres (Mick Fleetwood, John McVie y Lindsay Buckingham) y dos mujeres (Christine McVie y Stevie Nicks). Había dos matrimonios. Stevie era la pareja de Lindsay y John estaba casado con Christie. Por su parte Mick estaba casado con Jennie Boyd, la hermana de Pattie Boyd, la Layla de la canción de Clapton, la que había dejado a Harrison para irse con el guitarrista. Pero al momento de entrar al estudio cada una de esas relaciones estaba deshecha. El alcohol y las drogas agravaban el panorama. Cada minuto en el estudio de grabación parecía que era imposible que el disco pudiera llegar a completarse. El desastre acechaba.
John McVie hacía años que tenía problemas con el alcohol. Mick y Stevie estaban atrapados por las drogas. Los otros no eran abstemios, ni promulgaban el ascetismo. Pero parecían tener esos demonios más controlados. Aunque Lindsay era el que peor lidiaba con el desengaño amoroso, no sabía qué hacer con el corazón destrozado. Tal era el consumo de drogas que en algún momento consideraron poner en los créditos del disco al dealer (no llegaron a hacerlo no por un último reflejo de pudor, sino porque el traficante murió antes por una sobredosis).
En ese contexto, de peleas, desengaños, infidelidades, abuso de drogas y decenas de litros de alcohol diario, Fleetwood Mac entró a grabar el disco que luego se transformaría en Rumours. Esas sesiones de grabación que fueron un desastre, un cataclismo humano, produjeron uno de los grandes clásicos del pop de los setenta.
Luego de esa primera escena y de los títulos de apertura, retrocederíamos un poco en el tiempo, no demasiado. Un par de años antes, a la grabación del álbum anterior. Generalmente cuando un disco llevaba el nombre de la banda ese era el primero (el Álbum Blanco oficialmente llamado The Beatles sería una maravillosa excepción). Ellos le pusieron Fleetwood Mac al décimo. Y no estaba mal. Era un nuevo comienzo, tal vez la última oportunidad que tenían. Un reseteó más inclinado hacia el lado del pop que, suponían, sería mal recibido por la base de sus fans, escasa ya a esa altura. Pero no les quedaba otra opción. El pop, las canciones moldeados artesanalmente y livianas, era lo que podían, lo que les salía con esa formación.
Mick Fleetwood era el que empujaba el proyecto. Además de baterista se había convertido en el manager. Pero tenía pocos elementos para poder hacer algo. El nombre de la banda, tres integrantes, un contrato discográfico vigente con la fecha de entrega de un álbum pendiendo como espada de Damocles sobre su cabeza, dinero para alquiler un estudio de grabación y bastante desesperación.
Buscando un estudio de grabación, llegó a Sound City Studios en Los Ángeles. Para convencerlo de las bondades de las instalaciones del lugar, le hicieron escuchar un tema grabado allí. Era Frozen Love de un dueto que había sacado ese único álbum: Buckingham Nicks. El disco pese a una tapa sensual (ambos jóvenes y desnudos, atractivos y sugerentes en blanco y negro) y sus trabajadas composiciones pasó desapercibido. Pero apenas Mick escuchó la canción pidió que le pasaran todo el disco. Al principio le costó entender quién era el hombre y quién la mujer. Los nombres podían ser intercambiables ¿Stevie era el hombre? ¿O era al revés? Quería a ese guitarrista, ese era el sonido que pretendía para Fleetwood Mac. Consiguió el teléfono y le propuso a Lindsay Buckingham sumarse al grupo. El guitarrista aceptó de inmediato aunque puso una sola condición: que también sumaran a Stevie Nicks, su pareja. Mick Fleetwood aceptó de mala gana pero no quería perder a Buckingham.
Al principio creyeron que los tironeos se darían entre las dos mujeres del grupo. Eso nunca sucedió: ellas siempre se apoyaron mutuamente; es posible que hayan sido los únicos dos integrantes que nunca tuvieron verdaderos problemas entre sí. Grabaron el disco titulado como la banda (el debut de 1967 también se llamaba así) y se convirtió en un éxito inesperado. El primer single fue Over My Head y se destacaron la espléndida Say You Love Me también de Christine McVie y en especial Rhiannon y Landslide de Stevie Nicks. El protagonismo de Stevie fue algo inesperado. Nadie se esperaba que ella con su peculiar voz fuera la que se destacara. Pero no sólo tenía grandes canciones, su presencia escénica era magnética. Eso alteró los equilibrios internos. “¿Qué puedo hacer yo? La gente se queda con el que canta las canciones. Nunca con el productor o el arreglador” dijo haciendo referencia a los celos, muy en especial de su pareja Lindsay Buckingham, que era el artesano detrás del nuevo sonido de la banda. El disco vendió millones de copias y Fleetwood Mac se había convertido en un gran grupo pop con un próspero porvenir y tres excelentes compositores en sus filas.
Un tiempo después, tras una gira exitosa, entraron a grabar su sucesor. Al cliché que cumplieron casi con devoción de la fórmula sexo, drogas y rock and roll, ellos le agregaron infidelidad, celos, divorcio, algo de escándalo y dolor. En algún momento parecía imposible que el disco fuera a terminarse.
Las relaciones amorosas entre ellos estaban en su peor momento. También sus consumos y adicciones.
Tenían a su disposición un estudio de grabación al que acudían todos los días. El encuentro era siempre parecido. Tensión, reproches, peleas: asuntos personales expuestos con crudeza, con rencor. Cómo no podían estar solos, todos invitaban a otras personas. Así el estudio se llegaba de gente que gritaba, se drogaba, bailaba. Cuando el estado de los integrantes del grupo llegaba a la frontera de lo impresentable, bien pasada la medianoche, comenzaban a grabar. Y ahí sucedía lo inefable, aparecía la magia.
Una teoría posible, que explique, cómo en un ambiente tan hostil lograron canciones inmortales (y que no fueran una letanía con melodía o que no transmitieran una furia punk) es la de que querían lucirse ante sus antiguas parejas, necesitaban mostrarles que ellos eran mejores.
Rumours no es, como Blood on The Tracks de Bob Dylan o Here My Dear de Marvin Gaye, un típico disco de separación. En él hay despecho, dolor y nostalgia, pero también luz, alegría y esperanza.
Los dos matrimonios estaban destruidos y esas disputas conyugales sumadas a las nuevas parejas ocasionales de cada uno empeoraban el clima. Cuando parecía que nada podía ser peor, Lindsay se enteró que Stevie estaba saliendo con Mick Fleetwood. Ya no era Don Henley, el baterista y cantante de los Eagles ni cualquier otro músico que caía bajo el influjo de Stevie. Ella salía con alguien del grupo.
Las relaciones entre todos estaban tan dañadas con John McVie, cansado de los planteos, caprichos y exigencias de Lindsay lo atacó con uno de sus bienes más preciados: le tiró por la cabeza una costosísima botella de vodka llena. El bajista no cometió un homicidio sólo gracias a los buenos reflejos y al grácil movimiento de cintura de Buckingham.
En una bolsa de terciopelo debajo de la consola de mezcla guardaban la cocaína, de la que los productores, ingenieros de sonido y músicos podían servirse libremente. Una madrugada para molestar a John y a Mick, uno de los ingenieros, llenó otra bolsa similar con talco y cuando se la pidieron, fue caminando hacia ellos hizo que se tropezó y el polvo blanco voló por todo el estudio. Tuvieron que explicar rápido que se trataba de un chiste para que no los lincharan.
Stevie compuso Dreams en 10 minutos en una sala del estudio que estaba acondicionada como una lujosa habitación con una gran cama matrimonial a pedido de Sly Stone.
Songbird, una composición de Christine, fue grabada en un teatro vacío con quince micrófonos y ramos deflores en el escenario. Querían ese sonido, esa acústica para que la letra se luciera y conmoviera más. “Te deseo todo el amor del mundo. Pero más me lo deseo a mí”, dice esta canción de amor esperanzada que también parece dirigida no sólo a su nuevo amor sino a su anterior relación.
Menos constructivo pero con igual maestría pop, Lindsay Buckingham compuso Go Your Own Way. Stevie Nicks le exigió que modificara parte de la letra. Escondido tras una melodía pegadiza y un arreglo envolvente, estaba el despecho de Lindsay. Le dice que se vaya, que haga su vida y comienza diciendo “Amarte no es lo mejor que uno pueda hacer”. Su venganza fue hacer cantar a su expareja esa letra sabiendo que cada verso hablaba de ella.
You Make Loving Fun es una de las grandes canciones de Christine McVie. Hacés que el amor sea divertido. Es una declaración de amor. Christine la escribió pensando en su novio de ese entonces, el iluminador de la banda. John McVie no lo tomó demasiado bien. Pese a que el tema era evidentemente una maravilla, John se negaba a incluirlo en el álbum hasta que lo convencieron de que estaba dedicado al perro de la autora. El bajista prefirió creer.
En una de esas sesiones, John llevó a una nueva novia. Se besaba delante de los otros, en especial de su ex esposa, entre toma y toma. Se reía a carcajadas con cada frase que la chica decía, celebraba estentóreamente cada intervención. Christine dijo que al día siguiente llevaría a su novio. John se puso serio. “No, de ninguna manera. Él no puede venir”, dijo. Cuando Christine, sin hablar, le señaló con un mínimo movimiento de mentón la presencia de la joven modelo que él había traído del brazo, John escupió: “Ah, no. Eso es distinto. Ella no significa nada para mí”. La chica le dio un cachetazo y salió y el resto lo insultó por su nula delicadeza.
En You Make Loving Fun los coros estaban a cargo de Stevie Nicks y Lindsey Buckingham. Era el peor momento de la (ex) pareja, en la que sólo había desprecio, odio e impotencia entre ellos. Parados frente al mismo micrófono se reprochaban, insultaban y agredían pero cuando desde la cabina les decían que empezaban a grabar ambos ingresaban en el estribillo con una dulzura celestial y cantaban You Make Loving Fun.
Esa escena es la que resume el espíritu y el proceso del disco. En medio de las peores tormentas, de relaciones personales desgastadas, de agresiones, un terreno diseminado de maldades y actitudes rencorosas crearon un disco excepcional, dulce, alegre. Perfecto y feliz.
Tras unos meses en el estudio se dieron cuenta que todo el trabajo había estado mal grabado, un problema con la velocidad de las cintas (tal vez pasó desapercibido por los excesos y el estado en el que se encontraban). La discográfica tuvo que pagar un costoso procedimiento para salvar esas cintas. Cambiaron de lugar de grabación varias veces y hasta se tomaron un tiempo para probar las canciones en público. Las peleas eran constantes. Todos los días había explosiones en las que se mezclaban los celos con los reproches profesionales por la falta de disciplina de los más afectados por las adicciones. Lindsay quería un piano. Pero rechazó siete consecutivos porque consideraba que estaban desafinados.
El disco, durante la etapa de trabajo, se llamaba Yesterday´s Gone, expresión tomada de un verso de Don´t Stop pero los conflictos de la banda llegaron a la prensa. Y cada día aparecían en las páginas de chimentos. Los rumores a veces expresaban una verdad y otras veces sólo se trataba de invenciones verosímiles dado el estado de implosión de Fleetwood Mac. Fue por eso que cuando estaban finalizando la mezcla, Mick Fleetwood propuso que el disco pasara a llamarse Rumours (Rumores).
Rumours se convirtió en un éxito inmediato. A nadie le importaron el millón de dólares gastado en su producción, las peleas, las historias de infidelidades y drogas. Sólo esas grandes canciones. Un álbum que no tenía ni una canción de relleno. En la que todas eran potenciales simples. La banda aprovechó como nunca el potencial de sus tres compositores que demostraron que podían lograr el estado de gracia en medio del caos.
Permaneció un tiempo récord en el número 1 de las listas, ganó varios Grammy y se convirtió en el disco más vendido de la historia hasta ese momento. 45 millones de copias.
La serie con la historia de Fleetwood Mac podría ocupar varias temporadas. La secuela es bastante evidente. ¿Cómo los afectó el éxito? ¿Se curaron los rencores o sólo recrudecieron (spoiler: cada día que pasaba era peor)? Allí entrarían la grabación del sucesor, Tusk, un disco doble, con un aire conceptual que no logró repetir el suceso de Rumours, el único disco en vivo de la historia sin público, las peleas, las separaciones, la caída de Stevie Nicks, la relación demencial entre Christine y el Beach Boy Dennis Love, las nuevas separaciones, los reencuentros hasta el episodio en que tras la última reunión hace un par de años, expulsaron del grupo definitivamente a Lindsay por una sonrisa sarcástica sobre el escenario. Ah no nos olvidemos del juicio que les hizo éste como reclamo.
Aunque es muy probable que la precuela fuera más interesante. Porque Fleetwood Mac fue una banda que mantuvo el nombre pero hasta el gran éxito de Rumours cambió los integrantes y su estilo varias veces. Fue en esos años muchas bandas distintas bajo un mismo nombre. Fue fundada por el gran guitarrista inglés Peter Green. Green eligió como base rítmica a John McVie y Mick Fleetwood. Y en honor a ellos bautizó al grupo que se dedicaba al blues. Casi de manera borgeana, en el nombre estaba cifrada la banda porque John y Mick fueron los únicos miembros que estuvieron en cada formación.
Peter Green era considerado el sucesor de Clapton, de hecho lo había reemplazado en la banda de John Mayall. Esos primeros discos bluseros de la banda tuvieron algunos éxitos como Supernatural, Albatross o Black Magic Woman, que explotaría en la versión de Santana. La incursión de Green en el ácido lo sacó de juego. Sus viajes lisérgicos lo pusieron casi fuera de este mundo. Mick y John continuaron con el grupo. Consiguieron otros guitarristas. En esos primeros años siguieron por la senda del blues pero con menos éxito; algo previsible dada la ausencia de un virtuoso como Peter Green. A principios de los setenta John McVie conoció a Christine Perfect que venía de sacar un buen disco solista. Se enamoraron y se casaron. Christine adoptó el apellido de casada y colaboró componiendo algunas canciones. Hubo otro cambio de personal (otro de los guitarristas desapareció durante semanas: cuando lo encontraron había sido abducido por una secta y abandonó la música) y con la incorporación de Bob Welch, más el establecimiento de Christine como miembro permanente, se volcaron hacia el pop. Pero las ventas cada vez eran menores. Y Jennie Boyd engañó a Mick con Welch. Entonces Fleetwood Mac debía empezar de nuevo. O disolverse. Pero la obstinación de John y Mick hizo que continuaran. Llegarían Stevie Nicks y Lindsay Buckingham. El éxito, los millones, las separaciones, las adicciones y ese clásico invencible que es Rumours.
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