A pocos metros de cruzar la frontera con Polonia, un oficial del ejército de Ucrania se subió al micro en el que viajaba Patricio Bonato, un joven rosarino que intentaba escapar de la invasión rusa en ese país, y comenzó a contar cuántos hombres había. La orden, basada en la Ley Marcial, era prohibir la salida del país a todos aquellos que tienen entre 18 y 60 años; son reclutados para pelear en la guerra. Al llegar al asiento del argentino, el militar lo miró y antes de que pudiera decirle algo, se escuchó una voz de fondo que cambió su destino para siempre: “Vin inozemets”, que en español significa “él es extranjero”. La frase, pronunciada por otro pasajero, retumbó en medio del silencio que reinaba en el colectivo. El oficial siguió de largo y continuó con la búsqueda de nuevos soldados.
“Estábamos a metros de la frontera. Nos podríamos haber bajado e ir caminando. Y vinieron los militares y dijeron que todos los hombres se tienen que bajar e ir y luchar a la guerra. Yo zafé por ser argentino, por ahora, pero el colectivo se vació de hombres. Quedaron más que todo mujeres y algunos nenitos”, relató “Pato” Bonato, como se lo conoce en las redes sociales, donde generalmente relata los viajes que hace por el mundo en compañía de su novia Denise, también oriunda de Rosario. Pero pro primera vez, su cuenta de Instagram fue usada para contar minuto a minuto cómo huía de una guerra.
Arriba del micro casi no quedaron varones: sólo el rosarino, el chofer y un adolescente de 16 años al que le exigieron que mostrara el documento para probar que era menor de edad. “Cuando lo dejaron, le volvió el alma al cuerpo”, comentó.
Ese fue apenas uno de los momentos de tensión que vivió Bonato. Su odisea comenzó varias horas antes en la ciudad de Lviv, el lugar donde residía hasta que el presidente ruso Vladimir Putin ordenara atacar a Ucrania. En medio del pánico por la invasión, “Pato” y Denise compraron un pasaje de micro para escapar a la ciudad polaca de Cracovia. Tenían que esperar unas tres horas en la terminal y rezar que el ómnibus llegara. Sin embargo, eso nunca pasó.
Sin una explicación, el colectivo que los sacaría de territorio ucraniano no apareció por la terminal. La angustia y la incertidumbre en la pareja de rosarinos fueron creciendo pero de repente, un hombre -llamado Ivanko- que también quería escapar, los ayudó. “Nos pudimos subir a uno pero fue una odisea. El colectivo nunca vino. Tuvimos que pagar en mano a un conductor para que nos suba, gracias a un ucraniano que nos hicimos amigo. Nos dijo que si no nos íbamos hoy (por ayer) mañana nos iban a meter a todos en un refugio. Justo pudimos enganchar un bus”, contó el joven.
En ese momento no preguntaron a dónde iban. Le pasaron al conductor y se subieron sin tener idea cuál sería su destino. Sólo sabían que se dirigía a Polonia. Ya arriba, les dijeron que el destino era la ciudad de Katowice, ubicada en el sur de ese país. Pero no importaba. El objetivo era escapara de Ucrania cuanto antes. En el medio preguntaron por pasajes a Hungría, Rumani, Estonia o Letonia. Todo estaba vendido y Polonia era su única opción.
Al llegar a la frontera estuvieron parados más de 6 horas, sumadas a las que estuvieron en la ruta. El colapso de la zona, producto de la invasión rusa, era notorio. Fue en medio de esa espera que se subió aquel soldado reclutador que casi se lo lleva para pelear en la guerra. Los hicieron bajar nuevamente, les pidieron los pasaportes y luego de más tiempo finalmente la pareja entró en territorio polaco y llegó a Katowice. “Vimos pasar camiones de guerra polacos yendo a Ucrania. No sé si eran para controlar la situación o para ayudar en la guerra. Les vimos la banderita de Polonia”, comentó Bonato en sus historias de Instagram.
Llegaron a las 6 de la mañana (hora local). No pudieron conseguir dónde hospedarse. Todos los hoteles y hostels están ocupados. Fue por eso que se dirigieron a la estación de trenes y se sentaron a desayunar. Querían aliviar la tensión de una noche interminable pero también tenían que pensar cómo seguía su periplo.
Ya un poco más relajados, lo primero que pensaron mientras comían era en Ivanko, el ucraniano que los ayudó a subirse al micro. Según contó el joven argentino, el hombre tuvo que bajarse porque fue obligado por los militares ucranianos a sumarse a la defensa del país. “Fue nuestro héroe y se tuvo que bajar a la guerra”, remarcó el influencer. Lo último que supieron es que pudo escapar y se encontraba bien. La promesa es encontrarse en cualquier momento.
“Vamos a ver lo positivo dentro de esta situación tan trágica y es que por lo menos cumplimos el objetivo que era salir cuanto antes de Ucrania. Y estaba pensando que si tomábamos el colectivo siguiente que era el de las 21 todavía estaríamos allá”, agregó.
Las imágenes en la cabeza son muchas. Inmediatamente le vino a la mente la escena de los nenes del micro que se quedaron sin sus padres porque fueron bajados para ir a luchar por su país. “Me da lástima ver a los nenitos chiquitos que están en el colectivo que vamos nosotros, que su padre se tuvo que bajar para ir a la guerra y no saben si lo van a volver a ver. Guerra que el pueblo no eligió, guerra que fue organizada por unos pocos”, reflexionó.
En la terminal donde están ahora la cantidad de ucranianos desborda. La mayoría, cuenta, son mujeres y niños. Pero lo que más agradece es que pudo escapar de la invasión y ahora, busca cómo llegar hasta Dinamarca, un lugar en el que, según se ve en su página de Internet con la que asesora a argentinos que quieren emigrar, conoce muy bien. “No sabíamos si íbamos a salir con vida de allí. No teníamos señal, no teníamos batería en el celular. Vamos a Copenhague (la capital danesa) por un mes o mes y medio”, adelantó.
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