Hacia dos meses que la pareja de rosarinos se encontraba de vacaciones en Liev, ciudad ucraniana, cuando comenzaron los ataques de Rusia. Denise Garraza y Pato Bonato son creadores de contenido de viajes, influencers y registraron casi el minuto a minuto su huida del país en las redes sociales.
“Todavía no puedo creer esto”, se desahoga aún conmovida Denise. Tengo un nudo en la garganta, una angustia que no se puede describir”, escribió hace unas horas en su cuenta de Instagram la argentina que ya está a salvo en Dinamarca.
Los días anteriores a la escapada transcurrieron con normalidad. “Veíamos las noticias y le preguntamos a los residentes si debíamos preocuparnos, todos nos decían que no. De hecho en las calles se hacían recitales, la gente salía a pasear los perros, y los locales estaban abiertos”. El panorama cambió tras la orden de Putin de atacar a Ucrania. “Nos despertamos con los ruidos de las sirenas de emergencia, y entramos en pánico”.
Y ahí empezaron a vivir una verdadera odisea...
“Teníamos pasajes en micro para el 25 de febrero por la mañana. Cuando vimos el contexto huimos hasta la terminal”. Desde el lugar intentaron comprar un nuevo ticket. “No había nada, todo estaba vendido, estábamos desesperados. Estuvimos dos horas buscando, y encontramos uno online hacia Polonia”.
La guerra se da en el medio de una pandemia. Para entrar a Polonia necesitaban un test PCR negativo. “Además de toda la tensión tuvimos que buscar un lugar para realizar el análisis. Una vez que lo hicimos nos trasladamos a otra estación”.
Sin una explicación, el colectivo que los sacaría de territorio ucraniano no apareció por la terminal. El horario del viaje estaba estipulado para las 16, pero nunca llegó. “No hablamos el idioma, y la gente estaba pendiente de huir. Era imposible comunicarnos, necesitábamos otro pasaje”.
La angustia y la incertidumbre en la pareja de rosarinos fueron creciendo pero de repente, un hombre -llamado Ivanko- que también quería escapar, los ayudó. “Hablaba en ingles, fue quien oficio de traductor, y nos facilitó el boleto. Le pagamos al chofer, y nos sentamos. Los primeros minutos en la ruta fueron rápidos”.
Al rato las rutas colapsaron. “Estábamos a solo 93 kilómetros de la frontera. Nunca ví tanto tráfico en mi vida. La cola era incalculable y los conductores optaban por apagar los motores. El viaje que tenía que demorar dos horas se extendió casi ocho”.
A una cuadra de la frontera empezó la peor parte. “Las fuerzas locales detuvieron el micro. Se subieron y convocaron a todos los hombres ucranianos entre 18 y 60 años a la guerra. No hacían excepciones, incluso se llevaron a un hombre enyesado. Fue desgarrador ver como se despedían de sus mujeres e hijos. Mi novio no tuvo que ir por ser argentino ”. El mismo procedimiento se repetía en los autos particulares.
El ucraniano acompañó a los influencers a tomar el colectivo, pero no llegó al país vecino ya que lo reclutaron para luchar en la guerra.
A salvo en Polonia
Cruzaron a Katowice, al este de Cracovia, después de casi 24 horas de odisea. “Del otro lado ya sentimos la tranquilidad. Nos encontramos con un territorio repleto de emigrados. Intentamos buscar alojamiento pero estaba todo ocupado. No hay nada, y no para de llegar gente”.
Desde Polonia, Denise y Pato están camino a Dinamarca. Aún no consiguieron alojamiento aunque tiene algunos conocidos en Copenhague. Tiene planeado una estadía de un mes.
Agradecida de estar en un país lejos del conflicto bélico, hace una reflexión: “Ucrania no se merecía este desenlace, espero que esto acabe pronto. En mi vida viví algo similar a esto, se me destroza el corazón en pensar en todas aquellas personas que quedaron en Ucrania, los hombres que tuvieron que ir a luchar sin decidir, cuando ellos pensaban que estaban escapando de la guerra con sus familias tuvieron que despedirse de sus hijos, esposas etc . La cantidad de niños en las fronteras, madres con el rostro triste con sus hijos en brazos. Hoy cerramos los ojos y seguimos escuchando las alarmas de emergencias. No me quiero imaginar lo que debe estar viviendo el resto”.
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