Según la psicología, mudarse es un potencial disparador del estrés. La tarea en sí comienza mucho antes de embalar y desembalar, se inicia con decisión de reubicarse, seguida de una búsqueda y finalmente la elección del futuro hogar. Para el último tramo, el pragmático, está Rocio Rivera Villate (37).
La madre de dos hijos, diseñadora gráfica y profesora de inglés, se inventó un trabajo. Ese que pocos quieren hacer, y resulta inevitable. “‘Soy moving planner”, le cuenta a Infobae. “Es decir, organizo mudanzas de forma personalizada. Mi servicio está destinado a aquellas personas, familias que no quieren perder el tiempo durante ese proceso, para que puedan seguir con su vida. Lo que a otros podría generarle ansiedad, a mí no”, le cuenta a Infobae.
“Este es un servicio de acompañamiento porque involucra varias emociones. Por más que te mudes en circunstancias 100% felices, algo seguro dejás atrás. Y por otro lado está la incertidumbre de lo desconocido “, dice. Por eso, aclara: “No soy Marie Kondo, la gurú japonesa del orden, si bien hay se trata de ser organizada, ese no es el objetivo final”.
De Zona Norte, durante una década trabajó en agencias desarrollándose como diseñadora, hasta el nacimiento de sus hijos. “Siempre me resultó difícil la rutina de la vida laboral tener jefes, horarios fijos, y con el nacimiento de mi primer hijo eso se volvió aún más complejo. De manera gradual empecé a imaginar mi futuro, pero nunca pensé que sería este”.
Allá por 2015, una amiga de Rocío recibió una propuesta laboral en Suiza, y aceptó. “Me contó que se mudaba, y que tenía que desarmar todo para irse al exterior. Estaba angustiada, y abrumada, y le ofrecí mi acompañamiento. Todo salió increíble”, explica. “Entendí que tenía habilidades de organización , planificación y jerarquización que podrían servirle a otros”.
Tímidamente fue ofreciendo sus servicios de moving planner, cuando el concepto aún no era conocido en el país. Hoy tiene trabajo todo el año, especialmente durante la temporada alta que es en noviembre, y diciembre. “Puedo decir que me va bien, mejor que cuando estaba en la agencia”.
Inteligencia pragmática
“Los clientes me contactan cuando ya tiene su casa nueva. Concretamos la cita, analizo la tarea (tamaño del espacio, cantidad de muebles, y el material necesario para el embalaje) y en base a eso hago la cotización del servicio. Muchas veces me entregan la llave (es opcional), se van a trabajar, y arranco. Puede tomarme desde un día hasta una semana”.
Con amplia experiencia a lo largo de estos casi cinco años, Rocío ya desarrolló un método eficiente. “Si bien no tengo una técnica especifica, porque cada hogar es un mundo, sé por donde tengo que empezar y por donde terminar. Por lo general se guardan primero los objetos decorativos, la vajilla de las ocasiones especiales o la ropa de contra estación”.
Pensando en todos los detalles, también planifica un kit de despedida, ese que se guarda a ultimo momento: vasos, platos, algo de ropa e higiene personal, y lo mismo para la bienvenida.
Lego de tener todo guardado, se procede al traslado. La emprendedora trabaja con una empresa mudadora, coordina la recolección y entrega. Una vez en el nuevo espacio, se da la siguiente etapa: “desembalar de manera consciente. Se piensa en una distribución inteligente que se adapta a cada necesidad”, detalla. Nada queda librado al azar. Con criterio, Rocío dobla desde la ropa en los placards hasta ubica la comida en la heladera.
El vínculo con los clientes sigue por varios días. “Muchas veces me piden recomendaciones de profesionales de diversos rubros: pintores, plomeros o electricistas, demandados para poner el hogar a punto”.
No sólo mudanzas
Rocío también se ocupa de acompañar a familias que hayan perdido un ser querido y quieran donar o dar un nuevo uso a sus objetos personales. “Es una tarea que disfruto de hacer, y también muy requerida porque muchas veces hay dolor y tristeza. Mi premisa es respetar los tiempos de cada uno y también el valor que le asignan a esos objetos tan personales”.
Durante la pandemia, además, le tocó reacondicionar oficinas. “Con las restricciones el home office ganó lugar y muchas empresas se achicaron. Para eso necesitaron de una nueva disposición”. Algo similar hace en talleres de arte o mecánicos.
“La gente cree que soy obsesiva del orden, para nada. Promuevo una vida ordenada, ya que nos volvemos más eficientes, ahorramos tiempo y evitamos pasar por el estrés de no encontrar algo. Eso se aprende, y se incorpora”.
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